El dias pasados se reunieron en Caracas los Jefes de Estado de los países latinoamericanos y del Caribe para crear la CELAC, otro esfuerzo de concertación y de cooperación regional para fortalecer la capacidad de negociación y de participación de los países de la región en los foros regionales e internacionales.
La CELAC es un esquema de cooperación política que nace del Grupo Contadora, esfuerzo de los Presidentes de Venezuela, Panamá, Colombia y México, creado en 1983 que se amplia después con la participación de Brasil, Argentina, Uruguay y Perú. En 1986, sobre esta base, se crea el Grupo de Rio, sin Estados Unidos y Canadá. Los gobiernos democráticos de Venezuela promovieron y apoyaron siempre iniciativas de esta naturaleza, para fortalecer nuestra capacidad de negociación e insertarnos de la mejor manera en las negociaciones internacionales. La cooperación sur-sur y el diálogo norte-sur, a lo que se refiere constantemente Hugo Chávez, sin saberlo ni entenderlo, fueron impulsados con inteligencia, seriedad y liderazgo por Venezuela.
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GANANDO INDULGENCIAS
CON ESCAPULARIO
AJENO |
La iniciativa de la CELAC, lanzada originalmente por Lula, no es mas que una renovación y ampliación de un mecanismo político existente que exige el desarrollo económico y social en la región. Chávez, sin embargo, con la osadía, la manipulación y el oportunismo que les son propios, hace suyas las reformas y las presenta como originalidades, buscando prebendas inmerecidas.
La CELAC no es una organización internacional en el sentido estricto del término. Sin una estructura permanente, la CELAC es un esquema de concertación política entre las países de la región. Los mismos cancilleres se inclinaron por darle a la Comunidad características de foro político sin crear una burocracia para su funcionamiento. Los objetivos y mecanismos de la CELAC son similares a los del Grupo de Rio, cuya representación asumirá en las negociaciones internacionales en curso. Es un disparate considerar que la CELAC sustituirá a la OEA . Igualmente, seria inaceptable que se establecieran nuevos principios y mecanismos, en especial, los relacionados con la democracia y la promoción y protección de los derechos humanos, aceptados y reconocidos por todos en la región y en el mundo, para sustentar determinados procesos politicos.
No se trata de crear, de ninguna manera, como lo ha señalado torpemente Chávez, un organismo para enfrentar a los Estados Unidos y Canadá. Tampoco de crear un nuevo sistema interamericano, como dicen algunos. La concertación y el diálogo no pueden ser sustituidos por la confrontación y la agresión a otros países de la regiٕón, partes del sistema interamericano. Menos aún, como lo dicen sandios opinadores bolivarianos, que con la nueva Comunidad se “busca la unidad de los pueblos” .
La OEA es una institucion que tiene una estructura permanente y objetivos muy claros. Ha tenido altos y bajos, pero es la institiución que permite instrumentar, con un respaldo institucional, políticas y programas a favor del desarrollo integral de nuestros países. Su éxito depende de la participación constructiva de los Estados Miembros y de la eficiencia de su administración.
El nuevo mecanismo estará abierto a los países democráticos, según la cláusula adoptada que, lamentablemente, al copiar las aprobadas por UNASUR y la Cumbre Iberoamericana y no tener la misma fuerza que la Carta Democrática Interamericana y el Protocolo de Ushuaia, permiten la presencia de regímenes dictatoriales de origen y en ejercicio, como el cubano. Es lamentable también que una cláusula de esta naturaleza “blinde” a los gobiernos de “golpes”, sabiendo que la "ruptura del hilo constitucional" se traduce hoy en “autogolpes”, es decir, en la desviación de algunos gobiernos que abandonan el espacio democrático.
La democracia debe interpretarse, en todo caso, como el pleno respeto del orden jurídico y de las libertades. Son democráticos los gobiernos escogidos en elecciones libres, honestas y transparentes y, además, que en su desempeño respeten las instituciones y el orden constitucional, mantengan la separación de poderes y respeten y promuevan las normas y principios que garantizan la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, lo que produce alergia en algunos que buscan neutralizar la eficacia de la cláusula, adaptándolas a “sensibilidades” para justificar su eventual incumplimiento. La violación de esas reglas signficaría, en todos los casos, una clara ruptura del hilo constitucional, lo que activará los diversos mecanismos establecidos para reestablecer el orden y por la tanto la exclusión del esquema de concertación recreado.
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