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lunes, 15 de julio de 2013

CARLOS ALBERTO MONTANER, LA ARROGANCIA Y EL ERROR.

El profesor Haroldo Dilla, exiliado cubano radicado en Santo Domingo, discrepa de mis ideas sobre la gratuidad de la enseñanza universitaria expresadas a propósito de las manifestaciones estudiantiles en Chile. Su texto, La ignorancia y el cinismo, puede consultarse en 7días.com.do del 8 de julio pasado. Se trata de un periódico digital dominicano que posee, me dicen, una extensa difusión.

Es la cuarta polémica que sostengo con otros tantos cubanos últimamente. No me quejo, porque, como decían los campesinos en sus controversias rimadas, “me dan pie para la décima”. La primera fue con el periodista radial Edmundo García, la segunda con el cantautor Silvio Rodríguez y la tercera con el profesor Arturo López-Levy. Todas pueden localizarse en la red. Los tres primeros encarnaban diversas posiciones del oficialismo cubano. Ahora surge este inesperado intercambio con el economista Haroldo Dilla, exiliado en República Dominicana.

El tema que se debate

En efecto, como irrita al profesor Dilla, creo que es inmoral que el conjunto de la sociedad afronte las responsabilidades económicas de unos pocos adultos, generalmente pertenecientes a las clases medias y altas del país, que luego se beneficiarán del ejercicio de las profesiones alcanzadas.

Como escribí en La buena educación (www.elblogdemontaner.com), reproducido en diversos medios, me parece más razonable y justo que el Estado invierta los escasos recursos de que dispone en mejorar notablemente la enseñanza pre-escolar, primaria y secundaria, cuando los niños y adolescentes todavía no han sido declarados adultos responsables, porque es en esa etapa de la vida cuando se crean el carácter, los hábitos y los valores que los van a acompañar hasta su muerte.

Es en esa fase, además, donde están presentes prácticamente todas las personas, y no el porcentaje minoritario que accede a las universidades (desde el 51% en Canadá hasta el 3% en África subsahariana, con un promedio planetario de algo menos del 7%). Si de lo que se trata es de preparar a los ciudadanos para que puedan competir y sobresalir, es en los primeros años donde es más útil poner el acento.

Naturalmente, si la sociedad fuera inmensamente próspera y el Estado igualmente rico, no habría que elegir. Teóricamente, se podría subsidiar a todos, todo el tiempo, siempre que existan suficientes riquezas. Sólo que ese panorama es muy poco frecuente y, cuando existe, como sucede en algunos pozos de petróleo con himnos y banderas del Medio Oriente, las marginaciones son de carácter religioso. En algunos de esos países el todos no suele incluir a las mujeres.

Simultáneamente, el profesor Dilla rechaza mi conformidad con que esos estudios universitarios también puedan ser actividades lucrativas, como suele ocurrir con la enseñanza primaria o secundaria, zona de la educación donde proliferan las buenas, escuelas privadas. Dilla comparte con muchos religiosos el rechazo a la obtención de beneficios producidos por una ocupación a la que le confiere una majestad especial.  

Le escandaliza que una persona, o un grupo de inversionistas, arriesguen sus capitales y su tiempo fomentando una actividad empresarial dedicada a transmitir conocimientos a alumnos universitarios que libremente han decidido pagar por ellos porque los encuentran adecuados. Dilla prefiere obligar al conjunto de la sociedad a que sufrague los costos que eso implica.

Por supuesto, no estoy en contra de que exista enseñanza universitaria pública, pero me parece incorrecto que sea gratuita. Defiendo que conviva con otras expresiones de la docencia: universidades privadas con y sin fines de lucro, o regidas por cooperativas, sectores empresariales o sindicatos. La pluralidad y la diversidad siempre son buenas para la educación.

Desde hace años tengo alguna vinculación académica con la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), que me honró nombrándome Profesor Visitante, una empresa o institución con fines de lucro, y me consta que es una de las buenas instituciones de educación superior del país. Fue allí donde pude desarrollar un curso sobre los orígenes y características de nuestro continente, que luego apareció publicado en dos volúmenes: Los latinoamericanos y la cultura occidental y Las raíces torcidas de América Latina.

La UPC educa a unos 30 000 estudiantes en 9 facultades y 30 carreras. Forma parte de un consorcio global llamado Laureate International Universities que posee y opera 76 universidades en 27 países. Los accionistas de esa multinacional ganan dinero vendiendo buena educación a más de 600 000 universitarios en diferentes países del mundo, actividad que me parece absolutamente meritoria. Como cualquier otro empresario, deben cuidar la calidad y los precios para sobrevivir en el mercado. (Aclaro que no tengo el menor interés económico en esa empresa).

Esta operación, permitida por la inteligente y franca legislación peruana, me parece mucho más limpia y transparente que las universidades privadas, aparentemente sin fines de lucro, que disfrazan la obtención de beneficios por medio de sofismas o contabilidad creativa.

Entiendo, claro, pero no lo justifico, que esa trampa es el resultado de que, en casi todos los países, existe la superstición de que las actividades universitarias no deben rendir beneficios o, si los producen, estos deben reinvertirse en la propia actividad.

A mi juicio, una universidad privada creada con fines de lucro, como sucede con muchas escuelas de niveles inferiores, o con centros que ofrecen servicios médicos, pueden y deben ser empresas sujetas a los mismos riesgos y responsabilidades que cualquier otra actividad concebida para obtener beneficios a cambio de prestar un servicio.

En ese caso, no deben tener ventajas fiscales ni privilegios de ningún tipo. Tampoco suelen poseerlos los laboratorios farmacéuticos, y no creo que nadie ponga en duda la importancia que estos tienen, nada menos que para la preservación de la vida. 

En cuanto al costo de la educación, como he escrito en el artículo citado, creo que el Estado debe avalar los préstamos que necesita el adulto para educarse, si éste no dispone de ahorros o suficiente patrimonio personal. Y, como sucede con cualquier otro bien, puede esperarse que, además del educando, la familia se comprometa con la devolución del préstamo. Si los padres no tienen fe en el estudiante, ¿por qué debe creer el resto de la sociedad?

Por otra parte, es razonable que los liberales, que sostienen las virtudes de la meritocracia, propugnen que se otorguen becas a los buenos estudiantes. Premiar a los mejores, siempre que sean elegidos con criterios imparciales, es algo absolutamente recomendable para que se propague el ejemplo y se eleve el nivel general de la educación.

Otro de los argumentos del profesor Dilla, en el que lleva cierta razón, pero poca, y la poca que tiene no le sirve de mucho, es cuando alega que la educación es un “derecho”, algo que aparece consignado en numerosas constituciones y en la Declaración Universal de Derechos Humanos suscrita (y escasamente respetada) por todos los países miembros de la ONU.

Es verdad, pero el hecho de que exista un derecho, no quiere decir que sea necesariamente gratuito. Casi todos los textos legales hablan del derecho a la propiedad privada, mas eso no implica que el Estado debe regalarles una casa o un automóvil a los ciudadanos. Desgraciadamente, hay cientos de millones de personas que viven en países en donde existe el derecho a la propiedad privada, pero sólo son dueños de la sombra que pisan.

También existe el derecho a la libertad de expresión, lo que no garantiza que el Estado debe proporcionar el medio de ejercerlo. Simplemente, quiere decir que no se puede privar a nadie de esta posibilidad si tiene los medios para realizar esa tarea.

En todo caso, creo que cuando se habla de derechos económicos, o derechos a ciertos servicios o condiciones de vida, se confunde la palabra “derecho” con la expresión “aspiración legítima”, generalmente por razones de despreciable demagogia política.

Hablar del “derecho a la educación”, como del “derecho a una vivienda digna”, un “trabajo bien remunerado” o a “servicios de salud”, es crear una dudosa expectativa que tiene muy poco que ver con la realidad.

Para dotar de educación y servicios de salud a una comunidad hay que crear y acumular riquezas. ¿Cómo puede convertirse en un “derecho” un servicio que cuesta una cantidad de recursos que acaso no tenemos hoy  y se corre el riesgo de tampoco poseerlos mañana?

Para ofrecer un empleo bien remunerado hace falta una empresa, generalmente que agregue bastante valor a la producción, y que, encima, obtenga beneficios. ¿Qué sucede si no existen o no se crean esas empresas? ¿Qué debe hacer el trabajador desempleado? ¿Denunciar en el juzgado de guardia al Presidente y a sus Ministros por violar sus derechos?

Naturalmente, el Estado puede asignarle arbitrariamente un salario al desempleado, como hacen en los estados asistencialistas-clientelistas. O puede nombrar a esa persona en una empresa que no lo necesita, como hasta hace poco hizo el gobierno cubano.

En los años setenta del siglo XX, en Venezuela, el primer Carlos Andrés Pérez creó 50 000 empleos de un plumazo. ¿Qué hizo? Obligó a que cada ascensor, aún los automáticos, fuera operado por un ascensorista absolutamente innecesario. Ese, obviamente, es un camino corto y estúpido hacia el empobrecimiento colectivo, aunque también es una manera de cumplir con el “derecho al trabajo”.

La cuestión personal

Hasta este punto, el planteamiento del profesor Haroldo Dilla me parece un debate importante. Encapsula dos visiones diferentes sobre el gasto público y la misión del Estado que dividen al planeta desde que en 1776 el  escocés Adam Smith, esencialmente un profesor de ética, publicó su extraordinarioIndagación sobre la riqueza de las naciones, libro que sentó las bases teóricas para desmontar el mercantilismo, sistema económico propio del Antiguo Régimen que tanto parecido tiene con los rasgos principales de los estados neopopulistas de nuestros días.

De entonces a hoy, esa discusión se ha ido enriqueciendo con mil nuevos argumentos y experiencias. Hay, incluso, hasta un gracioso debate cantado en versión reguetón entre Hayek y Keynes que puede encontrarse fácilmente en la red. Vale la pena verlo y escucharlo en YouTube porque es muy divertido.

Sin embargo, dada la trascendencia del tema, lamento que el señor Dilla personalice la cuestión y rebaje la calidad de sus razonamientos llamándome “ignorante, alguien que opina sobre lo que no conoce, ofende a sus adversarios y hace de su ideología un credo fanático”. Por supuesto, no voy a responder en el mismo plano. No me interesa tratar de herirlo en su amor propio o defenderme de sus ataques.

Hace muchos años, leyendo a Albert Ellis, entendí que no tiene la menor importancia real lo que los demás piensen de ti, especialmente si no existe un trato personal que justifique el juicio.

No deja de ser una tontería suponer que muchas o todas las personas deben admirarte o quererte. Probablemente, no lo sé, las vagas noticias que acaso el señor Dilla tuvo y tiene de mi existencia, fueron por cuenta del aparato de difamación de la dictadura cubana.

En Granma, como explico en el libro El otro paredón, publicado por e-riginal,me describen como un peligroso terrorista y espía de la CIA, dos acusaciones absolutamente falsas y ridículas con las que ese régimen lleva muchos años intentando (inútilmente) silenciarme mediante la destrucción de mi reputación.

Por mi parte, creo que nunca he conocido personalmente a Dilla y no tengo criterio sobre su persona. He leído algunos artículos suyos que me han gustado y otros que me han parecido parcialmente equivocados o disparatados.

Me han dicho que fue miembro de la juventud o del partido comunista cubanos, algo que no me consta, pero ese dato, de ser cierto, no lo hace mejor ni peor. Lo mismo sucede con los exnazis, los exfascistas y los expinochetistas. La militancia es cuestión de ideas. Lo que importan son las acciones.

Siempre hay tiempo y espacio para rectificar los errores juveniles, mientras no se tengan las manos manchadas de sangre, y no hay ninguna evidencia ni sospecha de que Dilla haya participado directamente en la represión y la violación de los Derechos Humanos de nadie cuando formaba parte de esa lamentable dictadura, aunque fuera lateralmente y en los estribos del poco influyente aparato académico cubano.

Supongo, por el tono de sus escritos, y porque, finalmente, acabó exiliado, que le parecía repugnante la atmósfera de terror que se vivió en la universidad cuando él estudiaba, o cuando era profesor y veía cómo expulsaban y perseguían a algunos de sus compañeros por ser homosexuales o creyentes, y hasta convocaban a actos de repudio para ofenderlos y humillarlos antes de echarlos a la calle condenados a una especie de cruel ostracismo moral.

Alguien, como él, que cree que la universidad debe tener las puertas abiertas, debió sufrir como una gran afrenta la política excluyente por razones ideológicas de esa institución (“la universidad es para los revolucionarios”), aunque no tengo información de que haya manifestado públicamente su descontento por estos atropellos cuando era estudiante, o luego cuando le tocó participar del claustro de profesores. 

Si defendió a las víctimas, debe aplaudírsele. Si calló y otorgó, le cabe algún grado de responsabilidad moral en toda esa barbarie, aunque no seré yo quien se lo eche en cara. No es ése mi papel. Creo que dio un buen paso cuando abandonó al régimen, y ya se sabe que las dictaduras totalitarias contienen este deprimente factor de contaminación general que las hace especialmente repulsivas.

Más que regímenes distintos, las revoluciones totalitarias son un gran charco de inmundicias en el que deben chapotear los partidarios para poder sobrevivir, ascender y mantenerse. Romper con ese lodazal es siempre meritorio y merece aplauso, aunque algunas personas queden parcialmente percudidas y psicológicamente afectadas, especialmente si tienen conciencia crítica.  

Más curioso me resulta, en cambio, que siga siendo marxista, pero ni siquiera eso, a mi juicio, lo descalifica en el orden personal, pese a lo que implica de terquedad intelectual frente a la experiencia de sus propias vivencias en la marxista “dictadura del proletariado” del manicomio cubano, a lo que se agrega un siglo de barbarie, cien millones de muertos a lo largo del siglo pasado, veinte fracasos en todas las culturas y situaciones y bajo toda clase de líderes. Sencillamente, como dicen en España los más barrocos, hay personas “inasequibles al desaliento”, o, como ratificaba el torero, “hay gente pa´to”.

Al fin y al cabo, he conocido seres magníficos y extraordinariamente inteligentes que son espiritistas, partidarios de Sai Baba o convencidos de que no hay mejor guía de conducta que la Cábala, ni mejor modo de pronosticar el futuro que el I Ching. Todos las creencias sobrenaturales son respetables, aún aquellas que no saben que lo son. Finalmente, me parece que el profesor Dilla escribe bien y eso es de agradecer.

Pero vayamos al meollo de la cuestión. El liberalismo

La primera aclaración es que eso que el señor Dilla llama “el neoliberalismo” como dogma ideológico, un método parecido al marxismo, sencillamente, no existe. Hay algunas creencias básicas, extraídas de la experiencia y del juicio moral, a lo que llamamos liberalismo, pero nada más.

No sé con cuántas de ellas el señor Dilla está en desacuerdo, pero le anoto las ocho más importantes para que él, si lo desea, explique por qué las rechaza:

·      Situamos la libertad a la cabeza de nuestros valores y prioridades, y la definimos como el derecho a tomar decisiones individuales sin la coerción del Estado o de otros grupos poderosos.

·      Creemos que la responsabilidad individual es la contrapartida ineludible de la libertad individual. No puede haber ciudadanos libres si no son, al mismo tiempo, responsables de sus actos.

·      Sostenemos que existen derechos naturales que no pueden ser abolidos por el Estado o por grupos poderosos. Entre ellos, existe el derecho a la propiedad privada, ámbito, por cierto, en que mejor puede preservarse la libertad individual.

·      Proponemos la existencia de un Estado limitado por un orden constitucional universal, que no favorezca a persona o grupo alguno, que establezca la separación y balance de poderes, fundamentalmente dedicado a proteger los derechos individuales, preservar la paz e impartir justicia.   

·      Suponemos que la posibilidad de crear riquezas se logra con mayor intensidad, eficiencia y justicia en el seno de la sociedad civil, aunque no descartamos la responsabilidad subsidiaria del Estado.

·      Exigimos la absoluta transparencia de los actos públicos y la constante rendición de cuentas. Para los liberales, el Estado es o debe ser un conjunto de instituciones libremente segregado para beneficio de las personas. Los empleados públicos, desde la cabeza hasta el más humilde, son nuestros servidores y han sido elegidos para obedecer la ley.

·      No creemos en las virtudes de la igualdad de resultados, sino en la de igualdad de oportunidades para luchar por conquistar el tipo de vida que libremente escogemos. De ahí que el método natural de selección de los liderazgos entre los liberales esté basado en la meritocracia, aunque sabemos que ella conduce a la desigualdad.

·      Aceptamos que la democracia representativa es el método menos ineficiente que se conoce para tomar decisiones colectivas en el ámbito público, y estamos de acuerdo en que las elecciones periódicas y limpias entre partidos diferentes que compiten por el poder y se alternan y vigilan en el ejercicio de la autoridad, es un modo razonablemente adecuado de organizar la convivencia, siempre que se respeten los derechos individuales plasmados en la constitución y las leyes.

El liberalismo en el terreno de las medidas de gobierno

Al margen de esos principios fundamentales que unifican a los sectores liberales, la experiencia de los últimos dos siglos ha ido decantando ciertas ideas, proposiciones y posturas de carácter económico que me imagino que horrorizan al señor Dilla o provocan su rechazo intelectual, pero, como en el caso anterior, sospecho que los lectores querrán saber por qué se opone a ellas con tanta vehemencia. A continuación consigno las doce medidas de gobierno más populares entre los que nos consideramos liberales:

·      Suponemos que el libre mercado, a juzgar por la experiencia, es mucho más eficiente que la planificación centralizada desde el Estado para asignar recursos y crear riqueza.

·      Impulsamos la defensa del libre comercio frente al proteccionismo.

·      Propugnamos la apertura al comercio internacional y la inversión extranjeras.

·      Proponemos la existencia de un Estado reducido que haga pocas tareas, pero que las haga bien, y ponga el acento en impartir justicia y en cuidar la vida y la seguridad de las personas.

·      Rechazamos los déficits fiscales, el endeudamiento excesivo y a la impresión de dinero “inorgánico”, políticas todas que conducen a la inflación y al empobrecimiento colectivo. Es decir defendemos la moderación y la austeridad en el terreno macroeconómico.

·      Suponemos que es preferible un nivel bajo de presión fiscal para que la sociedad civil disponga de mayores recursos para crear riquezas.

·      Tenemos la convicción, derivada de la experiencia, de que el Estado es un pésimo empresario, corrupto y malgastador, y, por lo tanto, es preferible privatizar el aparato productivo que tiene en sus manos.

·      Dentro de ese espíritu, preferimos, cuando sea posible, la opción de la “tercerización” de servicios públicos antes que aumentar la burocracia.

·      Rechazamos, en general, los subsidios, por ser una fuente de corrupción y clientelismo, y porque convierten el asistencialismo en el instrumento de grupos de poder que perpetúan la pobreza y convierten a los necesitados en su base electoral.

·      Favorecemos la toma de decisiones de las personas mediante vouchers, antes que colocar esas decisiones en manos de los burócratas del Estado para que decidan cómo, cuándo y qué deben consumir los individuos o cómo alcanzamos la felicidad.

·      Optamos por desregular cuando las normas entorpecen la creación de riquezas, pero regular cuidadosamente para garantizar la competencia, la transparencia y el fair play.

·      Junto a los teóricos de la creación de “capital humano” y “capital cívico”, dos nociones propuestas y muy analizadas por los pensadores liberales, creemos en la importancia extraordinaria de la educación, especialmente en los primeros años, cuando, como he señalado antes, se forjan el carácter, los hábitos y la escala de valores.

Como el señor Dilla me considera un ignorante (y seguramente lo soy, puesto que las cosas que sé son infinitamente menos que las que ignoro); y aunque no soy dado a respaldar mis posiciones con opiniones de autoridad (me parece un dudoso procedimiento para imponer las ideas extraído del método escolástico), advierto que estas doce amplias proposiciones, a las que probablemente se oponga el señor Dilla, porque tienen el tufo de lo que él llama neoliberalismo, cuentan con el respaldo parcial de una notable pléyade de pensadores e intelectuales calificados como liberales, entre los que, a vuela pluma, puedo citar a la siguiente docena de Premios Nobel de Economía: Friedrich von Hayek, Milton Friedman, Gary Becker, James Buchanan, Douglass North, Robert Lucas, Robert Mundell, Edmund Phelps, Edward C. Prescott, Amartya Sen, Robert W. Fogel y Ronald H. Coase. No es conmigo, sino con ellos con quienes debe debatir estas cuestiones que él domina con tanta certeza dado que, felizmente, no es un ignorante.

Asimismo, a los efectos del debate, sería útil que explicara por qué el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Banco Interamericano de Desarrollo suelen recomendar  todas o algunas de estas medidas como expresiones del buen gobierno, o por qué, en Maastricht, cuando los países europeos fueron a adoptar una moneda común, el euro, crearon un marco de referencia bastante ajustado a este recetario liberal que describía a los Estados bien gobernados.

El regreso de la sensatez liberal

¿Cómo llegaron los liberales, o muchos de ellos, a proponer esas medidas de gobierno y, en algunos casos, a llevarlas a la práctica exitosamente? Básicamente, por el fracaso continuado de los planteamientos contrarios.

El profesor Dilla yerra o no sabe lo que dice (con perdón) cuando afirma que: “El neoliberalismo [sic] es una doctrina cuya puesta en práctica no solo ha causado muchos estragos sociales, frustraciones y miserias, sino que ha estado precedido por ellos. Sencillamente, porque sus postulados solo pueden practicarse desde la represión y la inacción social, de lo cual el régimen de Pinochet en Chile –con sus asesinatos, desapariciones y torturas—fue un ejemplo trágico”.

Es asombroso que una persona bien informada, como pretende ser el profesor Dilla, ignore que las mayores y más exitosas reformas liberales del Estado en el siglo XX han sido llevadas a cabo en democracia, con el consentimiento de las mayorías y con arreglo a la ley.

Lo dice con bastante claridad Fareed Zakaria: “Cuando Thatcher llegó al poder, la vida del británico promedio era una serie de interacciones con el Estado: el teléfono, gas, electricidad, agua, los puertos, trenes y aerolíneas pertenecían y eran administrados por el gobierno, así como también las empresas siderúrgicas y hasta Jaguar y Rolls-Royce. En casi todos los casos esto llevaba a la ineficacia y la esclerosis. Tomaba meses el llegar a tener instalada una línea de teléfono en el hogar. Las tasas impositivas marginales eran muy altas, llegando hasta el 83%”.

¿Qué hizo Margaret Thatcher? Sigamos con Zakaria: “Privatizó 50 empresas y los gobiernos de Europa, Asia, América Latina y África siguieron el mismo curso. Los impuestos se recortaron en todos lados. La tasa impositiva marginal más alta de la India en 1974 era de 97.5%. Hoy la tasa más alta es del 40%. En EEUU en 1977, los impuestos sobre las ganancias del capital y dividendo eran del 39.9%; en 2012 la tasa era del 15% (…) Esos cambios se han llevado a cabo bajo gobiernos conservadores, liberales y hasta socialistas. Como declarara Peter Mandelson, arquitecto del ascenso del partido Laborista en los años 90: Ahora todos somos thatcheristas”.

Los neozelandeses, autores de una ejemplar reforma liberal, a finales de los años ochenta, hundidos por el peso del estatismo y el lastre de la fantasía del Estado de Bienestar, más pobres que España en ese momento, decidieron jugar la carta de la apertura económica, y en menos de una década le dieron la vuelta a la situación. ¿Cómo? Reduciendo los subsidios, eliminando los contratos de trabajo sectoriales, liberalizando las relaciones laborales, reduciendo los impuestos y desregulando muchas actividades económicas. Y lo interesante es que esa reforma liberal no la hizo la derecha, sino los laboristas, porque esas políticas públicas que escandalizan a los neopopulistas pertenecen al ámbito del sentido común y de la experiencia.

Le haría bien al profesor Haroldo Dilla leer los papeles del exdiputado sueco Mauricio Rojas sobre la realidad de su país de adopción, especialmente su libroReinventar el Estado de Bienestar. Rojas, que llegó a Suecia como un exiliado chileno que huía del pinochetismo, entonces convencido de las ventajas del estatismo, poco a poco se transformó en liberal. ¿Por qué? Porque fue testigo del peligroso descalabro del mítico modelo socialista sueco cuando, en 1993, el gasto público alcanzaba el 72.4% del PIB y la inflación y el desempleo se dispararon. ¿Qué hicieron para salvar la situación? Según Rojas, liquidaron el monopolio estatal sobre la provisión de servicios abriéndose a la empresa privada, redujeron los subsidios, introdujeron la competencia y delegaron las decisiones educativas y sanitarias en el usuario mediante un sistema devouchers. Es decir, recurrieron a muchas de las medidas propuestas por los liberales.

Otro maravilloso ejemplo de reforma liberal en libertad es el de Israel, el más exitoso de los experimentos sociales del siglo XX. La pequeña nación, que se fundó en 1948 en medio de una peligrosa guerra, con un presupuesto ideológico socialista democrático, basado en cooperativas y kibutz, evolucionó pacíficamente hacia un modelo económico que descansa en las empresas privadas y el mercado, realizando esa revolución sin recurrir a la violencia, hasta convertirse en uno de los países más prósperos y creativos del planeta, pese a los frecuentes conflictos bélicos en los que, muy a su pesar, ha debido intervenir.

Finalmente, qué duda cabe de que el gobierno de Pinochet fue responsable de execrables crímenes que jamás dejé de condenar por las mismas razones que censuraba a los cometidos por los Castro en Cuba, pero las reformas que se llevaron a cabo en ese país, y que cambiaron su faz económica hasta ponerlo a la cabeza de América Latina, no se produjeron porque el general las impulsó a sangre y fuego (lo que no deja de ser un argumento pinochetista), sino porque el país las necesitaba y el régimen, negando la usual tradición estatista y nacionalista de las dictaduras militares, aceptó el consejo de uno jóvenes chilenos formados en la Universidad de Chicago.

¿Qué pasaba en Chile tras la experiencia socialista de Allende? Así lo describe el diplomático chileno Juan Larraín: “Entonces el país gozaba de una inflación del 508%, el déficit fiscal era superior al 25% del PIB, la deuda externa había crecido en un 23%, las reservas internacionales eran apenas 200 mil dólares y había harina sólo para una semana. Por la vía de las confiscaciones, expropiaciones, intervenciones y nacionalizaciones, el Estado se había apropiado de más del 70% de la actividad económica”.

La grandeza de la Concertación que vino después del régimen de Pinochet, cuando se instauró la democracia, fue conservar esas medidas liberales que habían rescatado a Chile de la miseria, de la misma manera que Tony Blair profundizó, en vez de anular, las reformas iniciadas por la señora Thatcher. Por ellas, por las medidas liberales, hoy Chile, pese a todas las dificultades, continúa creciendo, se acerca a los $20,000 dólares per cápita (PPP) y ha disminuido sustancialmente el índice de pobreza.

Pero no sólo Chile hizo reformas de carácter liberal. Sin recurrir a la violencia, la Bolivia del cuarto Víctor Paz Estenssoro (1985-1989) fue rescatada del abismo por esas medidas, luego continuadas durante la presidencia de Sánchez de Lozada (1993-1997). La Costa Rica del primer Óscar Arias (1987-1991); la Colombia de César Gaviria (1990-1994); el México de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y el de Ernesto Zedillo (1994-2000); el Uruguay de Luis Alberto Lacalle (1990-1995); el Brasil de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), cuyas reformas luego respetó Lula da Silva; incluso la Argentina de Carlos Menem (1989-1999 en dos periodos consecutivos), a pesar del antiliberal aumento del gasto público y la nauseabunda corrupción que rodeó los procesos de privatización, tuvieron aciertos indudables.

¿Cuáles son hoy los países latinoamericanos que más y mejor crecen en América Latina? Sin duda, los de la Alianza del Pacífico: los que mantienen políticas dotadas de cierta orientación liberal, como México, Colombia, Perú y Chile.

¿Cuál es el peor? Sin duda, la Venezuela del chavismo, cuyo gobierno, dirigido por trágicos payasos, ya fuera el difunto “Comandante eterno” o el peculiar Nicolás Maduro, especialista en onomatopeyas ornitológicas, es el gran enemigo de las ideas de la libertad.

En fin, si el profesor Haroldo Dilla desea continuar este debate en el terreno de las ideas, yo estoy dispuesto. No lo deseo, porque me aburre mucho, pero la pelota queda en su cancha.

carlosa.montaner@gmail.com

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JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ECONOMÍA POLÍTICA Y POLÍTICA ECONÓMICA: ¡OBLIGANTE COMPLEMENTARIEDAD!

Asumimos que las posibilidades de desarrollo económico-social se magnifican ante la presencia de una eficiente gobernabilidad; entendida como las relaciones entre el Estado y la sociedad civil donde cada ente político, económico y social desempeña su rol en un marco de convivencia en aras de elevar los beneficios a la mayor cantidad de población posible, a la luz de tres posibles modelos—o combinación de ellos--, uno que otorga privilegio al mercado y al empresario en torno a la propiedad privada de los medios de producción; otro que confiere mayor relevancia al Estado y a la propiedad pública de los factores de la producción; y un tercer modelo donde el Estado procura la equidad social armonizando el accionar público y privado con el desempeño del mercado y con distintas formas de propiedad colectiva en presencia de un Gobierno socialista sin que ello implique necesariamente la transición hacia un Estado socialista. 

Asumir aisladamente alguno o vinculado con otro, es ya de por sí una altísima dificultad política-ideológica de insospechados efectos sobre la economía, que hace necesaria una obligante complementariedad entre la economía política y la política económica del país. 
A tenor de lo expresado ha de abordarse la economía política como una táctica traducida en teoría (método o sistema) para enseñar a poner las cosas en orden en función de organizar la producción colectiva, y para lo cual estudia y analiza las relaciones que los individuos establecen entre sí, y el comportamiento de cada uno de los factores que afectan a la economía, teniendo como objetivo estudiar el desenvolvimiento de los individuos en colectivo y frente al Estado; o lo que es lo mismo estudia el comportamiento de los ciudadanos, de la sociedad y de los factores que afectan la economía ¡sin aplicar nada!. 
La política económica, por su parte, y observada como una estrategia que vincula variados elementos y establece lineamientos en procura de alcanzar un crecimiento económico con desarrollo sustentable implícito mediante la modificación de comportamientos económicos, basándose en las enseñanzas que emanan de la economía política, y para lo cual debe emplearse—para el caso específico de Venezuela—herramientas relacionadas con política fiscal, cambiaria, monetaria y petrolera (principalmente) habida cuenta de su efecto sobre los precios internos (inflación). 
Estas herramientas han de estructurarse como un conjunto de medidas que adopta el Gobierno con el propósito de establecer un marco de referencia para moldear e impulsar el crecimiento de la actividad económica, poniendo en práctica lo descubierto por la economía política, lo cual facilita la modificación y focalización del comportamiento del individuo y de la sociedad para buscar resultados determinados.
Resulta propicio destacar, que hasta el año 1940 en Venezuela los billetes tenían un respaldo en oro de un 100 %, que luego varió a un respaldo del 50% hasta 1960 para posteriormente en 1974 eliminar el respaldo en oro y asumir una paridad con el dólar USA, que facilitó la conformación de un escenario de creciente endeudamiento, continuas devaluaciones y un persistente déficit fiscal ante una intensa presencia del Gobierno en el área económica en su intento de controlar y corregir las fallas del mercado y apuntalar su acción en lo social que, a nuestro parecer, se apoyó en una pobre política para los pobres que los perpetuaba en tal condición y con pocas oportunidades de empleo decente y por ende de movilidad social—tal como en el presente—ante los deficientes logros económicos del país que a la postre se ha reflejado en una caída de las reservas internacionales, una inflación galopante, una sobrevaluación en el tipo de cambio, un permanente ataque especulativo sobre el bolívar, y la presencia por más de 10 años de un control de cambio que no ha impedido la “fuga de divisas” inducida, por un lado, ante la percepción sobre la debilidad de nuestra moneda que incita a mirar al dólar USA como una real alternativa para la “reserva de valor”—que el bolívar no garantiza—y por otro lado, ante la ausencia de oportunidades de inversión habida cuenta de la presencia de una oferta interna signada por las importaciones. 
En fin, la histórica política macroeconómica incoherente instrumentada en Venezuela,  no deja espacio para dudar sobre la necesaria armonía que debe existir entre la economía política y la política económica como condición de progreso y bienestar.
@jagp611 

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CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, SI MADURO PIENSA QUE DIRIGE UN CIRCO ESTÁ MUY EQUIVOCADO

Hasta el momento no le hemos  escuchado al presidente impugnado un solo discurso que  no sea confrontativo, aburrido y que convenza, el último lo hizo en un  acto celebrado en el Patio de Honor de la Academia Militar, frente a unos cientos de militares bien entrenados en el oficio de hacer formaciones  típicas de los países comunistas  como Cuba y Corea del Norte y exhibir  al mundo y a sus coterráneos, el “poderío militar” que dicen tener, sean tanquetas, aviones o misiles y por supuestos soldados, pero ¿Qué fue lo que dijo?  A continuación lo veremos.  

El “colombiano” como le dice el ex embajador panameño de la OEA Guillermo Cochez al presidente venezolano Nicolás Maduro  http://confirmado.com.ve/cochez-maduro-nacio-en-colombia/  comentó solo cosas banales, para empezar criticó a lo que él llama la "burguesía apátrida" y afirmó  “Desde el extranjero "esta patria es acechada por los que en el pasado la dominaron, la saquearon, la partieron en pedazos y este imperialismo no descansará un segundo hasta tener sus garras en esta patria".  

Más adelante manifestó  "Ningún avión enemigo debe surcar los cielos de nuestra patria y de eso debemos encargarnos en los REDI (...) A los débiles no los respeta nadie en este mundo, a los pusilánimes, a los traidores no los respeta nadie. En este mundo, son respetados los que defienden los valores de su patria. http://globovision.com/articulo/nicolas-maduro-destaca-labor-de-la-fiscalia-y-el-tsj-en-la-lucha-contra-la-corrupcion

Acaso ignora Maduro, que para vigilar un país ya no se necesita sobre volar con aviones, si no que existe una tecnología mucho adelantada como son los satélites que están desde los 200  a los 36.000 Kilómetros de la tierra.

Como ven, con el mismo verbo  aburre y a nadie convence, sin decir nada nuevo y repitiendo la misma historia  de que hay que defenderse de un enemigo que solamente tiene él y algunos chavistas en sus cabezas, repite una y otra vez lo mismo, no porque piensen que eso sea cierto si no para mantener sus propios intereses.

Afirmar que Venezuela tiene uno de los ejércitos más modernos del mundo y que están listos para defender la patria es un  cuento que solo algunos lo pueden creer. Aseguró también que “El país cuenta con los cerebros, los científicos, los investigadores, además de una concepción de la doctrina militar, un concepto de guerra y un concepto para preservar la paz y la soberanía territorial de Venezuela muy claro”  Aquí nos preguntamos ¿Dónde están esos cerebros, investigadores y científicos y cuáles son las patentes de sus descubrimientos y aportes al mundo? 

Decir que Venezuela tiene los recursos de petróleo más grandes del planeta no es nada nuevo,  decirlo como si fuera que el mundo va a depender de esto, es engañar a los pocos que le oyen, hacer estas afirmaciones en ese sentido es tratar de ocultar lo que ocurre en su país y en el mundo, como sabemos con las nuevas tecnologías que se desarrollan cada día se depende menos de del líquido negro y para los productores de  petróleo como Venezuela que se lo venden a EEUU, deben de saber que el principal cliente que tienen, se convertirá en menos de dos años de nuevo en el primer productor de petróleo del mundo.

Mientras el impugnado se la pasa viajando y pronunciando discursos triviales, los venezolanos padecen de inseguridad, apagones, hacen colas kilométricas para comprar productos básicos, tienen que enfrentar una inflación galopante, sufren de desabastecimiento  y de la crisis más grande que haya tenido ese país en  los últimos 60 años.

Maduro podrá pensar que dirige un circo, pero no ha entendido que dirigir un país es otra cosa, Venezuela necesita el diálogo y no la confrontación, Venezuela necesita el reencuentro entre los venezolanos y no la división, Venezuela necesita de los ricos y de los pobres, de la empresa privada y del gobierno, de los estudiantes y de los profesores, en fin Venezuela necesita de todos los venezolanos sin ninguna exclusión.

carlosvilcheznavamuel@gmail.com

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DR CARLOS BASANTA., EL ESTRÉS BUEN AMIGO ANTE EL PELIGRO, PERO CRUEL ENEMIGO EN EL EXCESO

Estrés, palabra que usamos y escuchamos con mucha frecuencia asociada a estados de tensión emocional y a una variada sintomatología de cansancio y estados de animo, pero que es realmente el estrés?.

El estrés moderado
es saludable
En el año de 1936 un estudiante de Medicina de origen Húngaro, llamado Hans Seyle, al observar los cambios que experimentaban los estudiantes en épocas de exámenes: Aumento de la presión Arterial, pérdida del apetito, insomnio, etc, denominó  a estos cambios como “Síndrome General de Adaptación”. Publicando un artículo al respecto en la revista NATURE el 4 de Julio del mismo año donde introduce el concepto de Estrés como un Síndrome, constituido por cambios inespecíficos del organismo ante toda exigencia que le suponga desestabilización.

El organismo al sentirse en peligro responde de manera refleja preparándose para defenderse ante la situación que genera la amenaza; frente a ella reacciona secretando sustancias, entre ellas Adrenalinas, noradrenalinas, Glucocorticoides, etc, que generan que el corazón tenga latidos más rápidos,  aumentemos la frecuencia respiratoria, se eleva la presión Arterial, se dilatan las pupilas, los músculos se ponen tensos, se eleva el azúcar en la sangre, nos ponemos listos para el ataque o la huida. Así nos ponemos al cruzar una calle peligrosa, cuando sentimos pasos a nuestra espalda, ante la cercanía de exámenes, cuando nos ladra un perro. Una vez desaparecida la situación amenazante el organismo regresa a la normalidad, de manera que el estrés es un proceso natural y necesario para la supervivencia, algunos autores lo dividen en estrés bueno y estrés malo.

Cuando la amenaza persiste de manera real o ficticia, cuando las situaciones de demandas del entorno, auto exigencias, percibidas por nosotros mismos como estímulos desestabilizadores, se mantienen, ocurre entonces la cronificación del estrés, el organismo no tiene tiempo para recuperarse, se agotan sus energías físicas y psíquicas, apareciendo las manifestaciones corporales del estrés, dentro de las cuales tenemos: Trastornos Gastrointestinales como úlceras, acidez estomacal, diarreas, nauseas vómitos; contracturas  y dolores musculares, Hipertensión Arterial, Sensación de Ahogo, Dolores de cabeza, Hiperglicemia, Sudoración etc.
El estrés es un factor de riesgo importante,  asociado o solo para la aparición de enfermedades Cardiovasculares, de Diabetes, además de producir trastornos en el sistema de defensas predisponiéndonos a la aparición de infecciones y Cánceres. El estrés crónico se acompaña con frecuencia de Ansiedad y Depresión.

Como podemos reducir los efectos del estrés?
Lo esencial es lograr cambios en nuestro estilo de vida, los expertos aconsejan:  Dormir entre 7 a 8 horas diarias, Practicar una rutina de ejercicios moderados adecuados a cada persona, una dieta balanceada y sana , moderando el consumo de café, y azúcares refinados, aprender alguna técnica de relajación, organice bien su tiempo, separe el trabajo de su vida personal, rompa con la monotonía tome descanso y relax con frecuencia, cultive su sentido del humor vea el lado positivo de las cosas, mejore sus relaciones interpersonales, admite que no eres totalmente indispensable, delega en el trabajo, pon tu ambiente de trabajo a tono contigo armonízalo, aunque tengas que costearlo tu mismo, identifica las situaciones que te producen estrés y actúa sobre ellas modificando sus efectos. Comunica tus inquietudes y busca ayuda a tiempo para evitar males mayores.

PILDORAS DE TU MEDICO

•        Mientras más tiempo permanezcas estresado, en esa misma medida tus sistemas de reacciones físicas permanecerán activados. Pudiendo generar mayores problemas de salud.
•        En un estudio de mujeres que habían pasado muchos años cuidando niños discapacitados o muy enfermos. Debido a que sus cuerpos no fueron capaces de regenerar completamente las células sanguíneas, se encontró que estas mujeres eran 10 años mayores que su edad cronológica. El estrés envejece.
•        Para esos momentos de gran tensión,  las técnicas de respiración y relajación, nos puede ser de gran ayuda.
  
    VACUNA CONTRA EL ESTRÉS

•        Un tipo con pinta de gafo llega a una tienda y la dice al dependiente
- Señor yo vengo a comprar un ventilador, tiene uno bueno?
- Si como no un momento por favor.  Ja  ja ja, ya se a quien le voy a vender el ventilador ese que tiembla y que al prenderlo camina como un trompo, todos los días sale un gafo a la calle el que lo encuentre es de el
Tenga señor este ventilador es una maravilla y además barato.
- Gracias señor.
A los 15 días regresa el hombre  a la tienda buscando al vendedor
- Mire señor donde está el señor moreno el de bigote que me vendió un ventilador
en ese momento el vendedor sale del depósito, ve al gafo y se esconde, pero el hombre alcanza a verlo.
- Mire es con usted hágame el favor
- quien yo?
- si usted, mire usted me vendió un ventilador
-Yo?
- Si y quiero que me venda otro igual, que bicho tan bueno yo me compre un cable largo y lo enchufaba y el salía caminando, entraba a la cocina y le echaba fresco a mi mujer, pasaba pá la sala y me echaba fresco a mí, recorría toda la casa, ya no había calor, pero usted no sabe lo que pasó.
-Que pasó?
- Bueno que mi mujer se descuidó le dejó la puerta abierta, se salió pá la calle y lo mató un carro.

Hasta nuestro próximo contacto.
*Medico. Magíster en Salud Pública.
E. mail basantac@cantv.net
www.drcarlosbasanta.es.tl
Twitter: @drcarlosbasanta

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LUIS MANUEL AGUANA, EL PARADIGMA DE LA UNIDAD

Pena ajena nos dio a todos los venezolanos que aun tenemos cierta decencia opositora la nota de El País Internacional indicando que “Capriles se desinfla” (ver La Oposición de Capriles se Desinfla en Venezuela en http://internacional.elpais.com/internacional/2013/07/12/actualidad/1373603757_827568.html). 

No teníamos que leerlo de un diario internacional para darnos cuenta de algo que hemos visto como un proceso indetenible desde que detuvo la marcha de 17A y que se manifiesta igual que una “crónica de una muerte anunciada” al pretender esperar resultados positivos de las cuevas corruptas del CNE y el TSJ.

Y no conforme con ello procede a congelar la protesta en las calles, como la de los profesores universitarios y colocarse a la cabeza de la nueva charada electoral del gobierno-oposición sin tener todavía respuesta de nuestra protesta de fraude electoral en las elecciones presidenciales. Como bien indica el artículo de El País Internacional, estas contradicciones tienen consecuencias, que no solo paga el candidato. La pagamos todos los venezolanos que queremos que el desangre de Venezuela se detenga.

¿Qué está pasando con los venezolanos? ¿Cómo estamos tolerando esto a todas luces incomprensible? ¿Cómo se puede entender que aun existan personas que sigan un liderazgo que nos está llevando a la bancarrota, y no solo hablo por nuestro ex candidato presidencial sino de absolutamente todo el liderazgo de la MUD? Eso va más allá de decir que son unos colaboracionistas. ¿Tenemos que conformarnos que “eso es lo que hay?”. Me niego a conformarme con eso. Los venezolanos ¡SOMOS Y NOS MERECEMOS MUCHO MAS QUE ESO!

Solo tal vez por la curiosidad científica que algunos tenemos, y que siempre tratamos de buscarle explicaciones a las cosas que no entendemos, voy a ensayar una aproximación que parte de un viejo concepto conductual. Los investigadores de la conducta humana le han tratado de buscar explicaciones a ciertos comportamientos grupales que no obedecen a cierta lógica. Tal es el caso del concepto de paradigma. ¿Qué es un paradigma y como nace?

Hace cierto tiempo me tope en la red con esta explicación que viene como anillo al dedo a este acertijo:

“¿Cómo nace un paradigma? Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo golpeaban.

Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le acomodaron tremenda paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué de tales golpizas.

Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear. El cuarto y, finalmente, el quinto de los veteranos fue sustituido.

Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentaban subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.” ¡¿Te suena conocido?!” Autor anónimo.

Si sustituimos a las bananas del experimento, es decir el objeto deseado, acabar con este régimen malandro a través de una oposición verdadera, empezaríamos a encontrarle explicaciones a este comportamiento idiotizante que hace que el resto de los “monos” golpeen a los que deseamos lógicamente alcanzar esas “bananas”.

¿Y que es entonces la tan defendida “unidad opositora”? Nada menos que el comportamiento de los monos que se agavillan para golpear a quien se le ocurra subir por esas escaleras. Y al final todos ellos mantienen a la población evitando hacer lo que hay que hacer para salir del problema.

Al comienzo de todo este drama, el concepto de la “unidad opositora” tenía sentido. Había un líder que aglutinaba al gobierno en un solo bloque. La oposición, de no “unirse”, jamás alcanzaría de acuerdo a ese concepto, vencer a ese bloque. Ese “coco” se utiliza todavía para asustar a todo aquel que atente contra esa “unidad”. Si aparece un “mono” nuevo que intente hacer algo, será apaleado inmediatamente.

Pero esa “unidad” tiene sus ventajas para quienes la gerencian y deciden por ella. Pueden negociar en bloque con el gobierno para no dejar que nadie se suba por las escaleras, convenciendo al resto de los “monos” para golpear a quien se atreva a desafiar eso, y lo mas sorprendente es que ellos al preguntarse por qué lo hacen, la respuesta sería la misma del experimento “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.”

Ya es hora del nuevo liderazgo opositor y eso pasa, lamentablemente para algunos, con romper esa entelequia “unitaria” que lo que ha hecho es convencer a la gente de que no suba las escaleras. Ya es la hora de los liderazgos nuevos que ROMPAN PARADIGMAS. Ese liderazgo es condición necesaria para comenzar el verdadero trabajo de HACERLE UNA OPOSICIÓN VERDADERA AL REGIMEN.

Y solo digo necesaria, pues no sabremos en su desempeño si sea suficiente. Pero es un comienzo. El país lo necesita. Necesita la esperanza de que SI SE PUEDE. Necesita ver y creer que hay personas dispuestas de manera honesta a hacerle frente a los monos agavillados y romper el paradigma como un primer paso para salir de esto. Si eso no pasa, nunca subiremos por esas escaleras, no porque no podamos, sino porque tenemos miedo de hacerlo.

luismanuel.aguana@gmail.com

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NELSON CASTELLANO HERNÁNDEZ, RECONSTRUIR ES EL OBJETIVO

Ha llegado el momento de escribir sobre la reconstrucción del país, analizar con seriedad  los problemas que nos aquejan, como la escasez, la inseguridad y la corrupción. Alertar sobre la destrucción de las instituciones y señalar sugerencias para recuperarlas. Pedirle al Gobierno y a la oposición, concertar juntos las soluciones necesarias, por el bien del pueblo venezolano.

Tratar de apostar por el futuro, de plantear como recuperar lo bueno, enderezar entuertos, corregir fallas, reconocer responsabilidades y defender las condiciones para favorecer nuestra realización como seres humanos.

Sabemos que existen condiciones previas, como recuperar la democracia y un sistema político y jurídico que respete la libertad y los derechos humanos, pero me niego a que el momento llegado recuperemos el poder sin haber previsto que vamos a hacer con él.

Aspiraba poder comenzar estas líneas admitiendo las cosas buenas que pudo haber hecho el difunto, como poner el acento en la problemática social, esperaba conseguir una actitud respetuosa, prudente y constructiva por ambos bandos. Los momentos duros tienen sentido si los convertimos en energía positiva y no negativa.

He soñado con que la sensatez de los responsables de la conducción del país se impusiera y se concentraran en resolver la crisis que enfrentamos, el colosal endeudamiento, la falta de alimentos y la terrible inseguridad. Pero no fue así.

Mi objetivo es que en Venezuela no se repita, lo que está sucediendo en varios de los países de "la primavera árabe", quienes corren el riesgo de salir de un dictador para sufrir los rigores del extremismo islámico, que a su vez desea oprimirlos y retrocederlos a situaciones político-sociales propias de regímenes teocráticos superados.

Lo que se busca al salir de un sistema opresor, no es instalar otro similar o peor.

El Gobierno se acerca a su final, de manera violenta o pacifica, dejará de imponer su proyecto, porque perdió vigencia y traicionó las expectativas prometidas. Podrá hacer durar la agonía, sobre todo con la manipulación aconsejada por el régimen de La Habana y con la fuerza de las armas. Pero de todas maneras caerá.

La ceguera gubernamental, el ejercicio desmedido del poder, la arbitrariedad, el atropello, el abandono de los ciudadanos en manos del hampa y la terrible escasez de productos básicos, que apenas comienza, son los vientos que se siembran y que cosechan tempestades.

La oposición tiene ante sí el reto de reconstruir un país arrasado, arruinado, con instituciones desprestigiadas, con un sistema judicial parcializado con un proyecto partidista. Con unas Fuerzas Armadas que olvidaron el mandato constitucional. Endeudados a futuro, con una corrupción desmedida y donde ponemos en peligro la vida cada vez que salimos de nuestras casas.

Un nuevo gobierno debe presentar un programa de consenso, respetando lo que pueda existir de bueno en las proposiciones del pasado, innovando, aplicando nuevas fórmulas de participación, recuperando la democracia y nuestra soberanía. El régimen nunca entendió el desafío al que se enfrentaba y que necesitaba dar grandes respuestas, se equivocó al querer imponer un tipo de sociedad que los venezolanos nunca quisieron.

Se confundió desde el principio cuando comenzó a considerar a sus adversarios como enemigos, se ha creído dueño de todo, encabezando el proceso de corrupción más grande que conoce la historia democrática de Venezuela, le ha dado la espalda a quienes creyeron en él, no quiere trabajar por todos los venezolanos, sino para una fracción.

Es hora que los profesionales presenten la visión de sociedad que aspiramos, en mi próximo artículo comenzare por presentar mis sugerencias en materia de relaciones exteriores.

Mi objetivo: que Venezuela deje de vivir en una actualidad llena de dualidades, que se despliegan entre la acción negativa del Gobierno y las verdaderas aspiraciones de los venezolanos.

nelsoncastellano@hotmail.com

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PEDRO PAÚL BELLO, LA DECLARACIÓN DE CAPRILES.

Esta declaración de Henrique Capriles (ESTA AL FINAL)  demuestra su valía: es un hombre de Fé, lo que explica su reticencia a enviar, de manera irresponsable, que la gente salga a la calles. El día 17 de abril, a tres días de las elecciones amañadas y modificadas por el gobierno, había antes convenido, con toda la oposición, que la gente saliera a las calles para protestar. 

El día anterior, 16 de abril, tomó Capriles la decisión de pedirle a la gente NO salir de esa manera. De no haberlo hecho, se habría reproducido algo peor a lo que ocurrió el 11 de Abril del 2002, cuando la gente --contra la voluntad del líder opositor Don Pedro Carmona, quien sobre un carro pedía a la multitud que no fuera al Palacio de Miraflores, pues seguramente conocía los propósitos del entonces Presidente Chávez--  continuó su marcha y se acercó al Palacio donde le esperaban francotiradores apostados en las azoteas aledañas, así como muchos esbirros sobre el puente vecino a Miraflores, que causaron 19 personas muertas y multitud de heridos. La realidad es que para ese 11A, el presidente había preparado un auto-golpe para descubrir al grupo militar que, en verdad, quería derrocarlo (a quienes lo duden, les recomiendo leer los libros "El Acertijo de Abril" de los periodistas Sandra de la Fuente y Alfredo Mesa, así como el de Nelson Chitty La Roche titulado •Expediente 001). El resultado fue él triunfo y la consolidación del tirano en el poder y un gran descrédito para el Dr. Carmona, pues los militares que Chávez esperaba si aparecieron y, después, correspondiendo a lo planificado anteriormente, Chávez regresó a Miraflores triunfante, mientras aún Simonovis y demás miembros de la entonces Policia Metropolitana aún permanecen encarcelados, tildados de asesinos cuando no tuvieron responsabilidad alguna en esos hechos. 

Por eso, comprendo muy bien la expresión de Capriles: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle.”  Si estuviera en su caso, en su "pellejo", tampoco se lo pediría.

Si el pasado 17 de abril la multitud hubiese salido a protestar por el fraude electoral, mucho más sangriento que aquel del 11A hubiese sido el resultado de ese nuevo error y, a est a hora, Capriles y toda la MUD estaría en las mazmorras del gobierno. Escribí recientemente que la desesperación y la precipitación no conducen a ninguna parte que no sea la del fracaso. Como bien lo expresó Capriles en su declaración: "Esto es una lucha de TODOS". Como tal lucha, debe ser organizada. Es menester una planificación estratégica de la misma, muy bien concebida y ajustada a nuestra presente realidad nacional. Se requieren una planificación estratégica general para toda la Nación, así planificaciones estratégicas para cada Región, Ciudad, Municipio, Localidad y Barrios de todo el país.

Estamos bajo un gobierno de franca y decidida vocación totalitaria que no ha podido desarrollar con todos sus alcances, porque con todos los defectos y errores que se le achacan, la oposición ha sabido resistir y actuar en la medida de sus limitadas fuerzas y esfuerzos. Mucha gente se equivoca al evocar los hechos que determinaron la caída de la penúltima tiranía, que fue la de Pérez Jiménez. La diferencia estriba, precisamente, en que la dictadura perejimenista no era totalitaria y, teniendo fuerzas suficientes para resistir la subversión militar, el dictador decidió abandonar el país.

Es natural  --y no podría ser muy de otra manera--  que los venezolanos nos sintamos agotados, cansados después de estos más que largos 14 años. Pero es ese el reto que se nos presenta en la hora presente. No a la desesperación, a la desesperanza y, sobre todo, a la injusticia SI HAY FUTURO Y ESTÁ EN NUESTRA VOLUNTAD Y EN NUESTRAS MANOS!

Capriles se confiesa: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle”

La oposición venezolana de Henrique Capriles también se ha visto afectada por un hecho inesperado. La venta del canal Globovisión, considerada como una trinchera del antichavismo, derivó en un giro brusco de su política editorial que dejó a los opositores al régimen sin altavoz. “En 2012 tomé la decisión de hacer todo lo que estuviera en nuestro poder para lograr que la oposición ganara las elecciones de octubre. Era la oportunidad, como venezolanos, para recuperar nuestro país.

 En Globovisión lo hicimos extraordinariamente bien y casi lo logramos, pero la oposición perdió”, afirmó el antiguo dueño del canal, Guillermo Zuloaga, en su misiva de despedida a los trabajadores.Los nuevos propietarios, sospechosos de vínculos con el Gobierno, decidieron cortar con el compromiso de transmitir en directo las informaciones emanadas por voceros de la oposición. “Hay mucha autocensura. Ernesto Villegas [ministro de Comunicación e Información]ha dado órdenes de que no se transmitan mis actos. Está encima de esto”, dijo Capriles en una conversación con este diario. Al mismo tiempo, el presidente Nicolás Maduro viajaba por el mundo en busca de apoyo internacional para su endeble mandato y copaba los espacios en la televisión, tal y como lo hizo su predecesor. Un trabajo de la ONG Monitoreo Ciudadano determinó que entre el 3 de junio y el 3 julio Maduro apareció en las pantallas de Venezolana de Televisión, el canal del Estado, durante 48 horas y cuatro minutos, a un promedio de dos horas diarias. Desde el 14 de abril y el 3 de julio el Gobierno ha obligado a los demás medios a retransmitir su señal 65 horas y 26 minutos, 32 minutos diarios.

En esas circuntancias, el excandidato presidencial decidió transmitir a través de su página web (www.capriles.tv) un programa semanal de televisión para hacer frente a lo que considera un cerco a su liderazgo y superar lo que sin remilgos define como la autocensura de las cadenas privadas de Venezuela. Capriles visualiza a ese espacio, que ha llamadoVenezuela somos todos, como el momento para opinar sobre temas de política nacional y mantener a su base unida y movilizada.

El pasado martes este diario fue invitado a presenciar el programa. Lo primero que sorprende son los equipos con los que cuenta para poder hacer una transmisión. La terraza del piso 1 de su antigua sede de campaña es un set de televisión. Hay cuatro cámaras, una consola que mezcla las imágenes tomadas por cada una de ellas y una antena parabólica. El programa es transmitido en directo y por satélite.

Capriles, que viste una camisa azul celeste y un pantalón verde de drill, llegó al set estrechando manos y saludando con energía. Cuatro periodistas le esperaban sentados a una mesa. Eran los invitados del programa. Después de saludar a la audiencia, de criticar a Maduro por desear que Edward Snowden, el exanalista que reveló el espionaje electrónico de EE UU, aterrice en Venezuela; después incluso de ironizar sobre la costumbre de un miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela de cuidar del brillo de sus uñas antes que los indicadores de su gestión, Capriles criticó, a lo largo de la hora y media que duró el programa, a quienes cuestionan a través de las redes sociales la forma en la que ha conducido la crisis política.

“Hay mucha gente que se dice de oposición que se pasa el 70% de su tiempo atacándonos. El esfuerzo debe ser más propositivo”, dijo. “Los que quieren tomar la calle no son capaces de dejar de ir a la playa el fin de semana para organizarse. No tiene que venir un líder a decirle qué tienen que hacer. Organícense. ¿Qué hacen ellos para fortalecer la alternativa democrática? Nada. Yo sigo proponiendo, pero esto es una lucha de todos. Hay que salir del Twitter y recorrer el país”.

Al finalizar el programa Capriles defendió su estrategia a este diario: “Creo que tengo la responsabilidad, a sabiendas de que Venezuela es un país desinstitucionalizado, de no dejarme llevar por las emociones, sino a apelar a la razón. La emotividad es propia de un proceso electoral y no un acto racional. Hay personas que establecen una comparación con lo que se produjo en Brasil. O lo que pasó en Siria. Yo no puedo pedirle a la gente que salga a la calle, que sea asesinada y luego pasar la página. Esa no es mi visión”.
¿Está en sus horas más bajas?

“Yo trato de buscar el lado positivo de las cosas. Creo que hemos logrado desenmascarar al gobierno. Había que desenmascarar el desigual proceso electoral para darle más valor a la lucha. Creo en la construcción de una fuerza popular lo suficientemente amplia para imponer democráticamente los cambios. Puedo equivocarme. Yo me la estoy jugando”, responde.
(Fuente: Internacional.elpais.com)

ppaulbello@gmail.com

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