Cuesta trabajo comprender, sobre todo para
quienes hemos tenido la suerte de lograr algún desarrollo intelectual, el que
una sola persona pueda trastocar totalmente la vida de un país.
BENITIN Y ENEAS LA DUPLA PERFECTA |
Pero ello ha sido así en muchas ocasiones a
través de la historia de la humanidad, en especial en las épocas donde las
monarquías, los totalitarismos, las dictaduras, eran la forma común de
gobierno. El emperador, el rey, el zar. El jefe de la tribu. El cacique. El
dictador, el militar. Un solo hombre era el omnipotente, el único en decidir.
La vida y la muerte dependían de él. Su palabra era la ley. Yo soy el Estado.
Solo a título de ejemplos: en el pasado siglo, Stalin, comunista e Hitler,
fascista. Más reciente, Idi Amín, Gadafi, Mubarak, Al Assad. Y por aquí cerca
Perón, Pérez Jiménez.
Creo que la democracia como forma de gobierno nace
precisamente para acabar con esa práctica. Con el advenimiento de los gobiernos
democráticos deja de existir el hombre mesiánico, el todopoderoso, el único.
Son equipos de hombres y mujeres quienes tienen la responsabilidad de dirigir
una nación. Hay poderes distintos, independientes, autónomos. Elegidos.
Lógicamente siempre debe haber un único responsable, pero la autoridad se
distribuye entre todos y a todos los niveles. Eso se ha venido cumpliendo, aun
con imperfecciones como toda obra humana, pero en forma general la inmensa
mayoría de las democracias del mundo funciona así. Pero, y siempre hay un pero,
de tiempo en tiempo surgen excepciones a esta regla. Y cuando ello ocurre todo
se trastoca.
A nuestro país le tocó en suerte vivir por
cuatro décadas una democracia que con toda su carga de imperfecciones fue
ejemplo para muchas naciones. Pero parece que los pueblos son inconformes y en
esa búsqueda de la excelencia se cae en graves errores. Y caímos.
De la noche a
la mañana regresamos a etapas que todos creíamos superadas. Por cambiar lo que
pareció ineficiente, defectuoso, el pueblo prefirió sustituir a hombres y
partidos probadamente demócratas, con imperfecciones claro, por alguien que desde
su primera aparición pública dijo quién era. Por la fuerza quiso imponer sus
ideas. Fracasó rotundamente. No engañó a nadie. Pero el pueblo, y de nuevo el
pueblo, por la vía democrática, lo prefirió. Y en una acto soberano puso al
teniente coronel felón al frente de la república. Allí comenzaron nuestros
males.
No entendió la esencia de la democracia, que había sido elegido para
gobernar a todos, para tolerar, para respetar a todos, para ajustarse a la
carta magna, para trabajar, para resolver problemas. Entendió que fue electo
para mandar a unos pocos, a los suyos, para adaptar la constitución a sus
caprichos, para insultar e irrespetar a todos, para crear más problemas, para
hacer uso del país cual hacienda propia. Un cuartel pues.
El culto a la personalidad,
típico de gobiernos totalitarios, comunistas, se impuso. Se creyó con el poder
de ungido para trastocar todo. Y lo trastocó todo. Tenemos un país sin pie ni
cabeza. Destruido o en vías de. Y en estos postreros momentos sin saber quién
gobierna, aunque la conseja general dice que el gobierno está en La Habana y
que son los Castros quienes dirigen las cosas del Estado.
Pero todo llega a su
fin. Murió Cristo. Murió Bolívar. Y el mundo sigue girando. El fin está cerca.
Iolaizola@hotmail.com
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