Las políticas públicas son escasamente solicitudes contenidas en la extensión de un discurso cuyo análisis no pasa la menor prueba de sintaxis. O peor aún, de epistemología o de ontología política.
UN
PROBLEMA DE VERGÜENZA NACIONAL
Cuando
el ejercicio de la política se hace al margen de principios que motivan la
conciencia del hombre para propósitos que dignifiquen la vida de una nación, el
destino de ésta se enrarece. Al extremo, que las decisiones tomadas por el
gobierno se convierten en armas de opresión dirigidas a subyugar el
funcionamiento del susodicho Estado. En medio de tan obscurecidas realidades,
la política decanta entre mecanismos de reprensión y revanchismo político
atiborrados de odio y violencia.
Es
cuando se potencian las aberraciones a partir de las cuales se disparan las
frustraciones de gobernantes cuya ignorancia se amalgama con una estremecedora
corrupción de la cual se valen para disimular el mal uso del poder público. Así
obtienen una ventaja ilegítima que permite ganar el espacio político desde el
cual esta estirpe de gobernantes corruptos procuran asegurar su dominio frente
a la sociedad. Por eso, Simón Bolívar había sentenciado que “nada es tan
peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El
pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se
origina la usurpación y la tiranía”. Desde luego, en el fragor de tan
trastornada situación, ciudadanos con tal desquicio político, se aprovechan de
la misma para sobornar, depravar, pervertir, malograr y vapulear lo posible en provecho económico
propio o de otra índole. Es decir, se posiciona la corrupción en toda su
extensión, fuerza, sentido y dirección.
Desgraciadamente,
es lo que está viviendo Venezuela a consecuencia de los agudos problemas que
azotan todos sus ámbitos. Una economía equivocadamente encauzada. La
administración gubernamental, torpemente manejada. La sociedad venezolana,
crudamente humillada por efecto de maniáticas conminaciones. Las políticas
públicas son escasamente solicitudes contenidas en la extensión de un discurso
cuyo análisis no pasa la menor prueba de sintaxis. O peor aún, de epistemología o de ontología política.
Producto
de tanta displicencia y lasitud, el país podría reaccionar de cruda manera. No
hay recursos morales, ni tampoco éticos, para garantizar la preeminencia de los
derechos sociales y de familia, culturales y educativos, económicos,
ambientales y civiles que la Constitución de la República ordena. Menos de los
deberes que le son impuesto al Poder Público para actuar en consonancia con los
preceptos que la misma Carta Magna determina.
Las
realidades nacionales se volvieron opacas de cara a objetivos de desarrollo
económico y social que fungieron de promesas al momento de demandar el voto
popular en medio de proceso eleccionarios que, inútilmente, coparon momentos
disfrazados de democráticos. La funcionalidad del país, se ha complicado al
punto que todo se desordenó. A tal ritmo, que Venezuela pareciera haber
retrocedido en el tiempo toda vez que las disposiciones por revertir el
embrollo causado por la baratija de
modelo de gestión seguido en nombre del impugnado “socialismo”, ha llevado la
vida del país por enturbiados y lagañosos caminos. La consigna es despojar,
arruinar, expropiar, condenar, apresar, encarcelar, atracar y hasta linchar. El
neopopulismo militarista arrastró la nación a padecer un sentimiento de
deshonor por la ignominia de gobernantes a quienes las consideraciones de
moralidad y de derecho le son indiferentes. No hay duda de que por culpa de tan
grave y rojo desarreglo, Venezuela ha caído en una situación de afrenta pública
caracterizada por un problema de vergüenza nacional.
VENTANA DE PAPEL
UN
PEATONAL LLAMADO VENEZUELA
Hace
diecisiete años, Boconó fue testigo de un animado acuerdo entre hombres y
mujeres ganados a la actividad física. Particularmente, Agustín Infante
(Q.E.P.D), Ceferino García y José Cabezas. Ello, con el propósito de emprender
una caminata que recorriera la senda de la Campaña Admirable, hecho éste
acontecido en 1813 con la idea de iniciar la Guerra de Independencia de
Venezuela.
Con
el paso de los años, este grupo organizado en Asociación de Caminantes de
Boconó, ASOCABOC, fue captando deportistas que se interesaron en emprender el
recorrido desde la ciudad de Mérida, cada 20 de Agosto, atravesando el paso de
los Andes. Es decir, Mucuchíes, Chachopo, Jajó, Niquitao y Boconó para cubrir
una distancia que supera los 180 Km.
Tan
ejemplar esfuerzo es representativo del país que cada deportista sueña. Más,
porque en su imaginario están anclados sentimientos de amistad, solidaridad y
confraternidad. No hay duda de que ellos poseen las condiciones físicas que
exige dicho trajín. Pero eso no basta. Cumplir tan agotadoras jornadas,
requiere además contar con la sensibilidad y el afecto que enmarca una acción
de tal naturaleza. Y aunque el objetivo de dicho Peatonal, así denominado, no
es ganarlo en cuanto a tiempo o lugar de llegada, lo importante es la participación
de los más de ochenta caminantes que van abriéndose surco a medida que va
avanzándose a lo largo de la empinada ruta. Es casi emular un viaje a través de
la vida. Sobre todo, cuando se comprende que en la vida no existen caminos
llanos. Ya lo decía el poeta italiano de ascendencia alemana, Arturo Graf.
“Todo son subidas o bajadas”.
Cada
trecho del camino se convierte en un franco momento para aprender. Este
Peatonal, se realiza también por el puro placer de sentir la brisa fría de cada
rincón desde los cuales estos caminadores se empalagan de las visuales que
regala la geografía andina. Puede decirse, que es un Peatonal llamado
Venezuela.
SOLDADESCA
INFELIZ
No
hay duda alguna. El régimen revolucionario se ha valido de criterios
ideológicos lo más distanciado de la doctrina bolivariana. La figura del
Libertador y algunos de sus pensamientos, son utilizados con la más retorcida
hipocresía a fin de aprovecharse de la falta de malicia de muchos que caen en
el engaño de creer las ficciones con las cuales se manipula la candidez del
venezolano.
La
lectura de los discursos de Simón Bolívar, brinda los elementos conceptuales
necesarios para entender que sus ideas estaban por encima de cualquier
circunstancia. Es cuando fácilmente se advierte que Venezuela no vive un
sistema político democrático caracterizado por el control civil sobre el
estamento militar. Esta situación ha llevado a imponerse un régimen autocrático
donde se tiene absurdamente un predominio militar que alcanzó a trastocar la
subordinación de este cuerpo a la esfera civil. Bolívar llegó a escribir que
“Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el
arbitro de las leyes ni del gobierno. Es defensor de su libertad”.
Si
esta sentencia se revisa desde la perspectiva de la presentes realidades que
encara el país, se concluye con lo que arriba se asiente respecto de ver que la
ecuación del poder en Venezuela se invirtió. Particularmente, al observarse que
el déficit del control civil ha venido acentuándose en los últimos tiempos. Más
aún con la llegada del actual presidente de la República lo cual ha coadyuvado
a que se consolide la intervención de los militares en política. Esto
contribuyó a que el país cayera en una especie de aberración funcional en
materia política. En consecuencia, Venezuela perdió de vista objetivos de
desarrollo económico, político y social quedando atrapada en la negación de un
modernismo en el cual se tiene a la política como el bastión a partir del cual
se hace posible avanzar hacia demostrados estadios de desarrollo. La
menesterosa cultura política del venezolano ha permitido que estas realidades
se apropien del discurrir nacional.
No
ha habido formas estructuradas organizacional y políticamente de contener estos
desviados comportamientos. Más, cuando es posible concluir que la situación que
vive el país por causa del presente y perverso militarismo, lo cual es
vergonzoso reconocerlo, cuenta con todas las variables políticas y sociales
manejadas por el régimen, para pensar que de estancarse el país en medio de tan
deplorable realidad, le acecha un sombrío futuro al país. Y ello es provocado,
en contrario con los ideales bolivarianos, en buena medida por cuadros
militares que no entienden la política a manera de realzar libertades. O sea, por
una soldadesca infeliz.
“La
vergüenza no es sólo un asunto de sentimiento. También de actitud. Sobre todo,
en política. Más, cuando la indiferencia ante la moralidad lleva a políticos de
oficio a desentenderse de las realidades que también a ellos afectan”. AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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