La ignorancia de quienes se han tomado atribuciones para despedazar al país, no es más que el resultado de un proceso de acumulaciones y distorsiones engendrado por la desventura de un proyecto político-ideológico escrito con sangre de quienes ofrendaron su vida embaucados por la palabra disfrazada pregonada durante la diatriba política acontecida en el marco de los sucesos del 4 de Febrero de 1992.
ESTAMOS
MAL, PERO VAMOS PEOR
La
frase “estamos mal, pero vamos bien” que popularizó Teodoro Petkoff, en su
momento como Ministro de Planificación durante el gobierno del Presidente
Rafael Caldera, pudiese servir de partida para entrarle al análisis al que
invita el término del año 2013. Otro año hostigado por la gestión desastrosa de
un gobierno que, aparte de afrentar derechos y garantías constitucionales, se
ha empeñado en hacerle ver engañosamente al país político y económico que
“estamos bien”. Cuando en efecto “estamos mal”. Aunque debe decirse con el
énfasis que las realidades dejan al descubierto, muy mal o peor.
En
materia económica, los resultados revelan una situación de crisis imposible de
esconder. A pesar del esfuerzo gubernamental de querer “tapar el sol con un
dedo”. Ni siquiera, por el extravagante estilo propagandístico que utiliza el
régimen para pregonar las mentiras elaboradas por creativos cubanos. Sin
embargo, no conforme el régimen de pisotear la economía a lo largo de estos
últimos años, de una manera sin precedente en la historia contemporánea
nacional, ha continuado azotándola. Incluso, con mayor insidia y alevosía. Ya
no con estrategias de mercado cargadas del mayor color y bulla que pueden los
medios oficialistas irradiar con la venia alcahueta de la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones de Venezuela, Conatel.
Ahora
lo hace amenazando con la fuerza que puede representar la mal vista y repudiada,
Milicia Bolivariana como apoyo de las hordas fiscalizadoras de los distintos
organismos gubernamentales creados, precisamente, para confinar y maniatar al
sector privado.
En
materia política, las equivocaciones y exabruptos de estos gobernantes han sido
criterio para decidir lo que mejor le ha parecido. Tanto, que el mismo Tribunal
Supremo de Justicia se convirtió en simple “mascarón de proa” para tapujar
sentencias, veredictos o fallos arreglados a instancia de los intereses propios
del alto poder político enclavado en Miraflores. No obstante, el régimen ha
seguido moviendo sus fichas claves con el perverso propósito de acentuar sus
niveles de manipulación. En este sentido, penetró el Consejo Nacional
Electoral. Y no ahora, sino desde los mismos años de inicio del régimen. De esa
forma, el manejo de asuntos comiciales le permitió asegurar el acceso directo a
los escrutinios que se han dado a lo largo de las catorce elecciones que le han
valido razones “a juro” al régimen para declarar su “intención” democrática.
Explicado
esto, cabe revisar la pertinencia de la frase que justificó los desmanes que
ocurrieron en época del Presidente Caldera pues para entonces, ni el propio
Petkoff pudo aclarar el tamaño de su espinosa expresión. Sin embargo, para la
fecha, es indudable su congruencia con los hechos actuales. La ignorancia de
quienes se han tomado atribuciones para despedazar al país, sumado esto a la
chabacanería asumida como patrón de gestión, no es más que el resultado de un
proceso de acumulaciones y distorsiones engendrado por la desventura de un
proyecto político-ideológico escrito con sangre de quienes ofrendaron su vida
embaucados por la palabra disfrazada pregonada durante la diatriba política
acontecida en el marco de los sucesos del 4 de Febrero de 1992.
Así
que ante los desafueros que el régimen ha venido exponiendo a consecuencia de
la avidez por tener bajo su dominio la concentración social y territorial de la
riqueza y del poder en nombre de un socialismo cómplice de un populismo que
sólo pervierte la moral pública, el enunciado que envuelve tan agrio vocablo de
Teodoro Petkoff tendría mayor sentido si se aplica con el rigor las
circunstancias que aquejan al país. Todas de cara a los hechos que anuncian los
oscuros pronósticos que traerá 2014. O sea, estamos mal, pero vamos peor.
VENTANA
DE PAPEL
¿QUÉ NOS DEPARA 2014?
A
pesar de los esfuerzos por ocultar las verdades, no hay duda de que al final
éstas se imponen. O bien todas, o al menos la más reveladora. En esta dirección
se mueve cualquier predicción o augurio que pretenda acabar con la
incertidumbre que envuelve todo tiempo futuro. Pero frente a lo que han sido
las tendencias políticas nacionales, pareciera que no es del todo necesario
manejar otras capacidades distintas que la información asumida con la mesura
que otorga el análisis político cuando éste se elabora sin más condiciones que
la brinda la ecuanimidad.
Entonces,
las cosas por venir de alguna manera pudieran descifrarse. Aún cuando pudiera
hacerse desde lo más grueso. En todo caso, ¿qué cabe decir ante la terquedad de
un proyecto político dirigido a desguazar el país del modo más elocuente posible? De seguirse el esquema dictado por
el finado presidente Chávez, no hay muchas suposiciones por hacer en el plano
de realidades acometidas.
No
sólo será la desastrosa condición de los establecimientos hospitalarios, una de
las razones para vaticinar el caos de la salud del pueblo cuyo proceso de
maduración viene adelantándose cabalmente. Sino que también habrán que contarse
las tenebrosas situaciones que ya comenzaron a incursionar en ámbitos de la
educación. Asimismo, de la producción de los distintos rubros que forman la
cesta básica. De la seguridad, hoy más olvidada que nunca. De la inversión, ya casi inexistente dado el
afán interventor que convierte todo propósito gubernamental en una trampa
propia de la más absurda inquisición. Al mejor estilo de la época medieval.
Razón hay en las palabra de Johann Wolfgang von Goethe, poeta y filósofo
alemán, al expresar que “no hay nada más aterrador que ver la ignorancia en
acción”.
De
manera que si quiere saberse lo que viene con el nuevo año, sólo hay que medir
el tamaño de la crisis política y económica que oprime a Venezuela y
proyectarla en el tiempo para dar cuenta de la gravedad del asunto con lo cual
tendrá que lidiar cada venezolano con conciencia democrática y con apego a su
herencia sentimental. Así que sin pretender un formal ejercicio de cábala, ya
tiene usted la respuesta en su mano correspondiente a la interrogante: ¿Qué nos
depara 2014?
“MI
VIDA AQUÍ”
Apostar
a la vida, pasa por un serie de conjeturas de las cuales algunas son
inalcanzables cuando no se tiene la preparación ni la condición
humano-espiritual para dar con la respuesta adecuada. No obstante, la
naturaleza ha sabido distinguir a algunas personas capaces de disputarse el
honor que significa manejarse ante la vida con el don maravilloso de “tener
videncias, sentir en el cuerpo los sentimientos de seres descarnados, sus
aromas, o tener referencias de lugares físicos y la facultad de poder ayudar a
pasar a la luz a seres que han fallecido y se encuentran atrapados en un plano
de inexplicables dimensiones”.
Así
ha sido la vida de quien, desde el mundo editorial, dedica su primer libro a
Dios, el Rey Universal “quien me creó”. Es así como las palabras de Adrián
Morell se traducen al papel cuando escribe: “Mi vida aquí. Experiencias
espirituales de planos sensoriales”. Sentir el compromiso que dicta la hermosa
e inmensa responsabilidad de canalizar la vida de otros, no es nada sencillo.
En ello, admite Morell, existe un profundo trabajo por cuanto requiere del
hecho sobrehumano de otear el mundo fáctico guiado desde la presencia
espiritual de seres de luz. Pero siempre, “de la mano de Dios, de ángeles y
arcángeles, de maestros ascendidos”. Justamente, tan elevada condición permite
a Adrián Morell “cumplir con una misión particular de luz”. De esta manera, se
vale de su percepción extrasensorial para ayudar “en el camino evolutivo del
ser”.
En
su libro “Mi Vida Aquí”, da cuenta de cómo ha podido crecer a partir de
experiencias espirituales que concienciaron su encargo divino para irradiar de
esperanza a la humanidad. Por tan noble razón, Adrián Morell se presenta como
“un emisario de la luz” lo que patentiza a través del recorrido de vida que
expone en ciento treinta páginas de vibrante emoción. En ellas explaya buena
parte de sus interesantes vivencias apoyadas en una incomparable sensibilidad
que hace de Morell el maestro que sabe exhortar a vivir ante la razón y la
comprensión. Es lo que enseña en “Mi Vida Aquí”.
“El éxito de una gestión gubernamental, no lo decide un decreto presidencial. Menos un discurso o la propaganda política. Lo decide la correlación entre la calidad de vida de la población, como condición socioeconómica, y el alcance de medidas políticas que garanticen pluralismo, participación y tolerancia, como condición sociopolítica” AJM
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
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