BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

sábado, 8 de diciembre de 2007

*APOYO A GLOBOVISION FIRMA Y PASALO


*APOYO A GLOBOVISION
FIRMA Y PASALO:
Estimados amigos demócratas, les envío un link solicitando el apoyo a Globovision que se encuentra al igual que sucedió con Radio Caracas en peligro de ser sancionada con cierre.Una vez tengamos una buena cantidad de nombres le haremos entrega en acto publico de copia de las mismas a Alberto Federico Ravell.Thor Hedderich


To: Demócratas de VenezuelaNosotros los abajo firmantes declaramos que nuevamente el régimen de Hugo Chavez Frias pretende incautar el derecho de los Venezolanos a una libre información. Rechazamos la concentración de medios en manos del gobierno de Hugo Chavez Frias y manifestamos nuestro total apoyo a Globovision y a su director Alberto Federico Ravell y de igual manera condenamos cualquier amenaza o medida que se tome en contra de la libertad de expresión y manifestación representada por ellos. ! PASALO !
NOTA: EN LA ENCUESTA QUE PASO "EL REPUBLICANO" SOBRE QUE HARIAMOS SI INTENTAN CERRAR A GLOBOVISION EL 94% RESPONDIO: TOMAR LA CALLE

*COMUNICACIÓN DEL CARDENAL JORGE UROSA SABINO A TODOS LOS EXCMOS SRES. ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA



Caracas, 7 de diciembre de 2007
Queridos Hermanos:
Reciban un cordialísimo saludo.
Espero estén muy bien.
Quiero informarles que esta tarde, a las 3:20, cuando salía del Palacio, en mi carro con mi chofer, fui violentamente agredido verbal y físicamente, aunque no recibí golpes, pues estos y las patadas se los propinaron al carro (Un Yaris de la Arquidiócesis de Caracas). Fueron unas 15 personas, de las que integran el grupo violento llamado "la esquina caliente
Salía de la Puerta del Palacio, a mitad de la cuadra, hacia la esquina de Gradillas. Había poco espacio para maniobrar, por los peatones, y carros parados a ambos lados de la calle. Coincidencialmente (¿), en ese momento, un camión nos obstaculizó el paso. Poco a poco, y gracias también al apoyo de dos funcionarios de la Reserva, pudimos llegar a Gradillas. Tardamos unos 7 minutos para hacerlo.
No hubo protección por parte de la Policía de Caracas, apostada a las puertas del Concejo Municipal – al lado del Palacio. He dejado dos mensajes sobre el asunto al Ministro Pedro Carreño, quien no me ha devuelto la llamada.
Gracias a Dios, por esta vez salí incólume. Les informo esto para su conocimiento y gobierno.
Un abrazo. Unión de oraciones. Feliz Navidad.
+Jorge Urosa Savino
From: "Oficina de Información Arquidiócesis de Caracas" Date: Fri, 7 Dec 2007 21:17:35 -0400
Subject: Cardenal Jorge Urosa Savino: Informe de Agresión

*MARÍA ELENA SALINAS ESCRIBE PARA EL DIARIO: “PONER UN ALTO A CHAVEZ”





07 Diciembre 2007
Actualizado: 10:28 PM hora de Cd. Juárez
Periodista
Miami— Primero fue el rey de España quien dijo al presidente venezolano Hugo Chávez que se callara, y ahora es la gente de su propio país la que le está diciendo “ya basta”.
El más reciente intento de Chávez de modificar la constitución e ingresar de un gigantesco salto a una sociedad socialista, fue rechazado por los votantes venezolanos en un referéndum llevado a cabo el pasado 2 de diciembre. Chávez fue rechazado no solamente por el 40 por ciento de la población que se hace llamar “la oposición”, sino también por una gran cantidad de “chavistas”, quienes hasta entonces habían dado carta abierta al líder y a su “revolución bolivarista”.
La diferencia de dos puntos en los resultados deja entrever que algunos de los seguidores de Chávez pudieron haber votado en contra de los cambios propuestos, pero también en contra del líder al no haber acudido a las urnas.
Desde 1998, el ex líder de un golpe militar ha logrado convencer a la mayor parte del país de que él es la respuesta a sus problemas. En cinco ocasiones les ha pedido que se acerquen a votar, ya sea para elegirlo, reelegirlo o apoyar enmiendas constitucionales que de manera paulatina le han permitido ejercer el control de la mayor parte de las instituciones venezolanas.
Chávez ha tenido éxito al momento de ganarse su apoyo, prometiendo incentivos financieros para los pobres, una sensación de control para quienes están cansados de la corrupción mostrada por los antiguos partidos políticos tradicionales, y un sentimiento de pertenencia para quienes no tienen derecho a votar. Ha sido capaz de reducir los niveles de pobreza invirtiendo millones de ingresos procedentes del petróleo en programas sociales.
Pero aunque muchos venezolanos hayan recibido con agrado los cambios, comienzan a percatarse de que el llamado socialismo del siglo XXI bien podría tratarse de una dictadura comunista al estilo de la de Cuba.
Y es entonces que la población se muestra reacia. Al cubrir pasadas elecciones en Venezuela, a menudo pregunté a los votantes si no temían que su país pudiera convertirse en un estado comunista y Hugo Chávez en otro Fidel Castro. A pesar de la evidente presencia de operativos cubanos en distintas áreas de la sociedad venezolana, la respuesta era, de manera sistemática: “No, eso no pasará aquí”.
Eso creían –hasta que empezaron a ver con más detenimiento algunos de los cambios a la constitución aprobados por la asamblea nacional, mismos que Chávez les pedía que ratificaran en el referéndum. Algunos de esos cambios fueron particularmente atractivos para la mayoría de la clase trabajadora: reducir la semana laboral de 44 a 36 horas, crear un fondo para las personas empleadas de manera informal que les garantizara prestaciones como primas vacacionales y pensiones, extender el derecho a la educación gratuita de la preparatoria a la universidad.
Sin embargo, a los votantes no se les dio a elegir cuáles enmiendas serían implementadas y cuáles bloqueadas. La menor carga de trabajo y el acceso a más prestaciones venían de la mano de la creación de un gobierno totalitario que, entre otras cosas, permitiría a Chávez ejercer la presidencia de manera indefinida.
También daría al presidente el poder de reemplazar a funcionarios electos por líderes nombrados por Chávez en provincias y municipios. Concedería al jefe de estado el poder absoluto sobre los asuntos financieros del país al conferirle el control del banco central, hoy en día una de las pocas instituciones que aún se mantienen autónomas. Y posiblemente, en una de las cláusulas más peligrosas, otorgaría al presidente la autoridad para declarar estado de emergencia, lo cual le permitiría suspender derechos básicos que, de acuerdo con Derechos Humanos, son “intocables conforme a la ley internacional”.
El día de las elecciones, una de las más grandes sorpresas no fue que las reformas constitucionales fueran rechazadas dado que la mayoría de las encuestas habían previsto el fracaso, sino que Chávez aceptara la derrota sin presentar batalla. Sus partidarios comentan que lo anterior demuestra que no es un dictador sino un verdadero líder demócrata. No obstante, sus oponentes están más al tanto. Quienes han seguido de cerca su búsqueda por revolucionar no solamente su país sino la región como un todo, saben que no se detendrá ante nada.
A menos, como todo mundo presenció el pasado 2 de diciembre, que los habitantes de Venezuela decidan poner un alto a Chávez.

*ROGER SANTODOMINGO ESCRIBE PARA BARÓMETRO: “IMPRESIONABLES”


El domingo, o para ser más preciso, el lunes 3 de diciembre en la madrugada, mi corazón, impresionado, aplaudía al de Hugo Chávez (ese órgano que dice haber consultado en el momento dilemático de aceptar el resultado electoral). Visiblemente contrariado, el Presidente aparecía en televisión, minutos después del primer boletín del CNE, anunciando, mano en el pecho, la derrota de su propuesta para cambiar radicalmente la estructura política del país. Chávez había cometido un pecado muy humano: soberbio, había subestimado a sus adversarios y sobreestimado sus propias posibilidades. Esto último no es sino la consecuencia de construir murallas alrededor suyo, dejándose aislar de la fría realidad que llevaba un año señalándole, para acomodarse, calentito, en ese mundo de fantasía rojo rojito de sus adulantes.
La paradoja del presidente Chávez la he ilustrado antes con el mito de Ícaro, el personaje clásico cuyo padre le confeccionó alas de cera para escapar de un laberinto que lo mantenía prisionero. Porque, como Ícaro, Chávez no supo comprender el significado de su victoria de hace un año. Como Ícaro, engolosinado con su extraordinario poder, Chávez quiso volar demasiado alto y el sol le derritió las alas, precipitando él mismo su caída.
Sin embargo, sería un error y otro pecado no reconocer que esa madrugada actuó con gallardía. Aún cuando las "cautas sugerencias" de su alto mando no califiquen como "presiones" (¡Magnífica la crónica de Hernán Lugo!*), Chávez tuvo un gesto sin precedentes en un caudillo latinoamericano: reconoció su humillante derrota por un estrecho margen de votos. Aún con todo ese mesianismo y arrogancia de la izquierda iluminada, según la cual el pueblo inmaduro de Venezuela no está en condiciones aún de entender la propuesta socialista parida por una inteligencia superior como la suya, Chávez tuvo la hombría de aceptar el principio elemental de la democracia que dicta la obligación de respetar la voluntad de la mayoría por más estúpida (o "mierda") que le parezca.
Este gesto es uno que bien pudo enrostrar a su George W. Bush, con quien este principio elemental fue puesto en duda con su presidencia (por lo cual nos sentiríamos agradecidos si el mandatario estadounidense se abstuviera de hablar de la democracia venezolana que, demostrado está hoy, está sana para la media latinoamericana, aunque palidezca y esté a años luz del estándar de la consolidada y efectiva democracia del primer mundo). Así que lo confieso, impresionable como soy, me sentí orgulloso y recuperé la esperanza de que este país podría superar sus diferencias y convertirse, nuevamente, en una referencia democrática para la región en un futuro no tan lejano.
La paradoja o esquizofrenia venezolana, detectada recientemente por las encuestas y que ha dado dolores de cabeza a los analistas: el que la mayoría sigue simpatizando con Hugo Chávez, aún cuando no comparta sus propuestas (el cierre de RCTV, el socialismo del s. XXI, el partido único y la política de apartheid y odio de clases y razas), por primera vez fue testeada en las urnas y Chávez sufre sus consecuencias.
Medir la victoria
Ahora bien, el disfrute de la impresión de vivir en un país democrático –con una democracia imperfecta, sí, pero democracia al fin– se ha trastocado ahora cuando Chávez reaparece intentando desbaratar con los pies (o con su lengua) lo que tan difícilmente obtuvo con su proceder: la confianza en su (frágil) talante democrático. Frágil porque un demócrata auténtico no tiene dilemas ante una derrota electoral, más si está en posición de control total del sistema, por lo que se hace imposible imaginar que se cometería un fraude en su contra
Sin embargo, a pesar de la impresionante estupidez política que esto implica, debería aliviar a los observadores el identificar un patrón de acción en un líder imprevisible: se confirma su tendencia a valorar los mecanismos democráticos cuando le son propicios y descalificarlos cuando le son adversos. Es la democracia sólo como instrumento, no como fin. Vuelve a recurrir a la lógica guerrerista, en lugar de tomar la oportunidad y su posición aventajada para buscar consensos para el progreso colectivo. Chávez no tomó la rama de olivo que le ofrecieron sus adversarios y volvió a la carga, huyendo hacia delante, llamando excremento a la mayoría que, efectivamente, expresó su desacuerdo con el socialismo chavista y advirtiendo que él insistirá en su proyecto radical aunque la gente lo rechace.
No obstante, destaquemos otro gesto positivo de Chávez cuando, después de medir su propia derrota, ofreció un consejo gratis a sus adversarios: midan bien su victoria. Y una manera de medir la victoria es entender que Chávez no está muerto y la revolución enterrada, sino que la democracia dio signos de vida y se está produciendo una recuperación de la confianza en el sistema electoral. Si los adversarios de Chávez logran articular una oferta superior de consenso (que incluya al chavismo descontento) y la comunican efectivamente, tienen una oportunidad de oro para lucirse en las elecciones regionales del 2008. Es a partir de allí que podrá trazarse una ruta viable para las elecciones presidenciales.
Porque esto sí pueden asegurarlo: este es el último mandato constitucional de Hugo Chávez. El mito de que de Miraflores sale muerto (mito reforzado por él, claro, que ve magnicidios por todos lados cuando él sólo desea gobernar "hasta el 2050") se cae igual que el mito de su invenciblilidad. Porque en la medida que se conozca más su propuesta de reforma -y su maltrecho carisma empiece a oler aún peor-, sus opciones de apelar directamente al pueblo para pedir un cheque en blanco serán infinitamente menores. El próximo presidente será un sucesor con la bendición del caudillo o uno que, del seno de la nueva oposición, se forje en los próximos cuatro o cinco años de lucha democrática.
Así que no puede uno ser tan impresionable y pisar el peine de la confrontación artificial. Al fracasar esta intentona de reforma radical, quedaron derrotadas también las pretensiones de una minoría desesperada que cifraba su esperanza en un golpe de Estado y que, ante el triunfo electoral, ven conspiraciones en los códigos secretos de la sopa de letras. El discurso del derrotado es revelador, pues no esconde su objetivo: que por supuesto no es tanto el entusiasmar a sus huestes desencantadas (hay que ver que manera tan poco acertada de seducir usando palabrotas) sino apelar al pesimismo y la desesperanza de sus adversarios y despertar el ánimo antidemocrático latente en un sector de la oposición.
De manera que estas Navidades se cargan de esperanzas, sí,¡pero no es como para irse a DisneyWorld!

*THE ECONOMIST: EL COMIENZO DEL FIN. EL SEMANARIO BRITÁNICO DESTACA EN UN EDITORIAL QUE LOS VENEZOLANOS NO PUEDEN COMPRAR LECHE AUNQUE EL PRECIO DEL P





LONDRES EFE
La revista cuestionó eficiencia de la revolución NELSON CASTRO La derrota de Hugo Chávez en el reciente referéndum sobre la reforma constitucional representa "el principio del fin de la revolución bolivariana y su influencia en América Latina", escribe en su último editorial el semanario británico The Economist.
La revista reconoce, sin embargo, que la revolución no va a terminar de modo inmediato, pues el Presidente venezolano "sigue siendo popular, continúa mandando en todas las instituciones del Estado y controla ingresos récord", además de haber "bruñido sus credenciales democráticas reconociendo la derrota" en esa consulta popular.
Chávez anunció, después de conocer el resultado del referéndum, que no se da por vencido y lo intentará de nuevo, pero "si lo hace, probablemente pierda" ya que "algo fundamental ha cambiado en Venezuela", escribe la publicación.
The Economist señala en primer lugar que la oposición "se ha revitalizado gracias a un nuevo y vigoroso movimiento estudiantil, no contaminado por el pasado". Agrega que mientras tanto crecen "la apatía y la desilusión" entre los fieles del chavismo.
Ese último fenómeno se explica, según la revista, como reacción a "la total incompetencia de la revolución bolivariana y a una política económica temerariamente expansionista", que tiene como consecuencia que los venezolanos de a pie no puedan comprar leche aun cuando el petróleo alcanza un precio de 90 dólares el barril.
En tercer lugar, comenta el semanario, la reforma constitucional ha dado lugar a una división en el campo chavista entre "autoritarios y demócratas".
Chávez se enfrenta ahora a una alternativa: pasar rápidamente a una "economía de comando" (centralizada) o cambiar de política, agrega The Economist, según el cual su derrota en el referéndum le dificulta optar por lo primero, pues se arriesga a una división en la Fuerza Armada y al estallido de violencia.
"Su mejor opción, dice la revista, sería dar marcha atrás, hacer las paces con los moderados de su propio campo y enfriar la economía, lo cual requeriría por su parte una exhibición de humildad que aún no ha mostrado y que socavaría su popularidad".
"La mejor noticia es que poderosas figuras tanto de la Fuerza Armada como del movimiento chavista están comprometidas con la democracia", tercera fuerza del país que confía en que Venezuela pueda "navegar pacíficamente hacia la alternancia en el poder".
El periódico considera que las ramificaciones de la derrota de Chávez "van mucho más allá de Venezuela", pues el propio mandatario siempre ha proclamado que la revolución bolivariana es continental.
Las presiones económicas internas pueden obligar a Chávez a recortar antes de que termine su mandato en 2013 su generosa ayuda exterior, incluida la entrega de petróleo barato a Cuba.
Esto confiere mayor urgencia, comenta The Economist, a los esfuerzos del presidente cubano en funciones, Raúl Castro, tendientes a "emprender reformas económicas frente a la aparente oposición de su hermano mayor, Fidel".
En Bolivia, Evo Morales, que es el discípulo más cercano a Chávez, "tropieza con creciente oposición" a su intento de "imponer una nueva Constitución que cimente su poder", mientras que en Ecuador otro "autoproclamado socialista del siglo XXI, Rafael Correa, está marcando rápidamente distancia entre sus ideas y las de Chávez".
El semanario británico concluye señala en el editorial que "aunque de alguna forma amenazan la democracia, gentes como Chávez y Morales pueden haberla ampliado de hecho pues representan a grupos que se habían sentido antes excluidos".
"Su error, agrega, es "aferrarse a un socialismo anticuado, que pasa por la centralización del poder político y el control estatal de la economía", algo "por lo que los venezolanos no sienten entusiasmo".

TANIA DELGADO ESCRIBE PARA LA RED: “REBELIÓN” ESCRITO EN TRES TIEMPOS

PRIMER TIEMPO. EL SENTIMIENTO DE LA DERROTA.

La derrota más allá de ser una realidad objetiva, es también un sentimiento. Se puede sentir uno derrotado sin estarlo realmente, o estarlo efectivamente sin sentirlo. Hoy, creo que la realidad y el sentimiento van de la mano: nos sentimos derrotados porque efectivamente lo hemos sido.

Hay quienes se esmeran en decir que la derrota no es tal, que a veces perdiendo se gana, que ahora sí nadie podrá decir que en Venezuela hay una dictadura, que esta derrota reafirma el talante democrático del gobierno e incluso que esta derrota pudo habernos salvado de un escenario de violencia, en fin, que era mejor así.

En efecto, podemos intentar verle el lado positivo a este "trance", habrá que hacerlo para enfrentar los retos que este escenario nos plantea, pero creo fundamental que no nos escudemos en argumentos hipotéticos para salvarnos, en la pequeñez de nuestra individualidad, del amargo sentimiento de la derrota.

Decir que perdiendo se gana, es minimizar la apuesta y es resignarse ante la derrota. Es como si dijéramos que ganar, después de todo, no era tan importante. O como si dijéramos que si hipotéticamente hubiésemos ganado (lo que no ocurrió) en realidad no ganábamos nada. La verdad es que con esta derrota no hemos ganado nada y hemos perdido en cambio una oportunidad de oro, la oportunidad de enfrentarnos definitiva y decididamente al desafío histórico de construir, con nuestras propias manos, una sociedad de iguales.

Tampoco podemos creer que ahora nadie podrá decir que en Venezuela hay una dictadura. Pensar que esto será así, es desconocer quién es y cómo se comporta la derecha. Si nos remitimos a las pruebas que la derecha nos ha dado, entonces tendríamos que constatar que así como lo han dicho en los últimos nueve años, a pesar de los 12 procesos electorales que han legitimado, relegitimado y machacado la legitimidad de este gobierno, así seguirán diciéndolo. Seguirán diciéndolo, ahora y siempre, mientras perdure para nosotros la esperanza, y mientras perdure para ellos la amenaza, de que en este país las cosas sigan cambiando. Seguirán diciéndolo mientras se mantenga el gobierno revolucionario. Es más, seguirán diciendo que Chávez es un dictador, cuando mucho alguno matizará sus palabras y dirá que es un "dictador en ciernes". Ocurre que el argumento de la dictadura no es un argumento que la derecha esté dispuesta a desechar. Es un argumento cómodo que cómodamente tiene eco en el concierto internacional de las voces de la reacción.

Decir que esta derrota reafirma el talante democrático del gobierno, esconde peligrosamente dos ideas, o mejor, esconde dos ideas muy peligrosas: por un lado, que efectivamente atesorábamos alguna duda sobre la vocación de este gobierno que de tan democrático a veces pasa francamente por pendejo; y por otro lado, que es necesario seguir demostrándolo. Yo me pregunto a quién se lo tenemos que demostrar: ¿A la derecha? ¿A la nacional? ¿A la internacional? ¿A ambas? ¿Per secula seculorum? ¿Y cómo para qué? ¿Y a cuenta de qué? ¿O es que la cosa es convencernos nosotros mismos que ya estamos convencidos?

También se dice que esta derrota pudo habernos salvado de un escenario de violencia. Es decir, que mejor perdíamos para que la derecha no quemase el país. Mejor perdíamos y empeñábamos el futuro de la patria, para que la derecha no desatase la violencia. Mejor perdíamos y abandonábamos lo construido hasta ahora para que la derecha no nos atacase. Mejor perdíamos y claudicábamos. La pregunta es: ¿Quién dijo que este proceso estaría exento de la violencia? ¿Es que acaso este proceso no es una respuesta a la violencia que intrínsecamente comporta la sociedad capitalista? ¿Es que acaso la revolución no pasa por violentar esta sociedad transformando su estructura desde sus cimientos? ¿Qué clase de revolucionarios son los que se amilanan ante la amenaza y el chantaje? ¿Qué vaina es, pues? Tenemos que estar preparados para la violencia, para neutralizarla siempre que se pueda, pero también para enfrentarla cuando lo que esté en juego sea el futuro de la revolución.

Lo prefiero así… ¡Por ahora! - dijo el Comandante. Este mensaje lo entiendo en la voz del líder, en la voz de quien está al frente de cada batalla y de quien tiene la responsabilidad de canalizar la fuerza de la revolución. Pero que nadie se acomode, aquí nadie puede bajar la guardia y dar por terminada la pelea.

SEGUNDO TIEMPO. LA REALIDAD DE LA DERROTA.

Los buenos historiadores sostienen que la historia no se escribe sobre la base de los imponderables, o lo que es lo mismo que la historia no acepta hipótesis: la historia es lo que ha sido y lo que es, y punto, la historia no se escribe por adelantado ni en condicional. Así las cosas, no vale aquello de que si tuviéramos ruedas fuéramos bicicletas.

No vale decir ahora que la derrota se debe a la campaña de miedo que desplegó la derecha, porque eso equivale a pensar que si la derecha hubiera fallado en su estrategia mediática entonces hubiésemos ganado: seamos honestos la cuenta no da.

En este sentido solo podemos constatar nuestra culpa asumiendo: 1) si el miedo hizo presa a la pequeña burguesía (esa que no se define por sus haberes sino por su falta de consciencia de clase) es en parte nuestra responsabilidad porque tácitamente aceptamos que esos miedos tenían algún fundamento y entonces ni siquiera nos propusimos atacarlos dando por perdidos esos votos de antemano; 2) si el miedo hizo presa a los nuestros, entonces somos más culpables aún, porque nuestra campaña fue convencionalmente mediática y reactiva, y no incitó al debate profundo, ese que permite que la gente se apropie de los procesos y se haga protagonista.

Luego, si no fue el miedo lo que condujo a la abstención de los nuestros, entonces fue la duda (me niego a pensar que hubo otras razones como la indiferencia o la desidia). Y en ese caso también somos culpabilísimos. Quienes dudaron, y antes que votar contra Chávez prefirieron no votar, se abstuvieron porque no estaban seguros, porque no sentían suya la propuesta. Quizás sí la de Chávez, pero no el amasijo de artículos que la Asamblea agregó con una pasmosa falta de criterio. Es probable que la Asamblea estuviera preñada de buenas intenciones (¿de verdad?) pero sorprende (¿sorprende?) su falta de sentido de la oportunidad. Y es que no es lo mismo proponer la cobertura universal para todos los trabajadores y trabajadoras, como lo hiciera el Comandante, que asegurarse el curul (y el sueldito… que no es tan ito) como lo hicieran los diputados en su propio beneficio, con el aliento de más de un ex diputados hoy Ministro. Tratando de hacer pasar lo grotesco tras lo sublime, enredaron el papagayo, con este y otros artículos y esto sin duda es uno de los elementos que contribuyó con la abstención y la derrota.

Y si no fue ni la duda ni el miedo, entonces fue el malestar. El malestar que provoca constatar en el día a día que la cosa mejora pero está lejos aún de revolucionarse. Aquí creo que hay que hacer varias lecturas. Por un lado, pienso que aún cuando el malestar sea fundado, el voto castigo o el castigo de no votar no contribuye con la creación y consolidación de mecanismos que garanticen la profundización del proceso y al contrario le imprime un freno peligroso a la revolución. Por otro lado, creo que aún cuando la revolución no haya resuelto todos los problemas, se ha alcanzado mucho más que antes y de lo que era posible alcanzar en cualquier otro contexto político. Y en fin, estoy convencida de que aún cuando haya mucho de qué quejarse, si la derecha retoma el poder entonces no solo perderemos todas nuestras conquistas sino que perderemos también el derecho a protestar. Entonces ni siquiera habrá espacio para la esperanza. Si en este caso, considero que la abstención y el voto castigo son un error político es porque no me cabe la menor duda de que la derecha no dejará escapar la más mínima ocasión para dar el zarpazo, y que en lugar de auto flagelarnos con un voto castigo o con el castigo de no votar (porque en fin de cuentas los dolientes de este país somos los único afectados) había que hacer prueba de consciencia y de unión.

Visto desde otro ángulo, y a pesar de mi percepción del fenómeno, otra cosa de la que estoy profundamente convencida es que con o sin razón, errónea o acertadamente, lo ocurrido el domingo debe ser comprendido en toda su complejidad, interpretando con mucha sabiduría las voces del pueblo para entonces actuar consecuentemente. La agudización de las contradicciones no nos puede llevar a pactar con la derecha pero tampoco a la fractura interna.

Siguiendo con lo que no es posible decir ahora que la derrota nos sorprendió. Diría que no vale decir ahora que los Alcaldes, los Gobernadores y los Ministros no hicieron bien su trabajo. Es cierto que muchos no lo han hecho, y es cierto que muchos no lo harán, por oportunistas y pasa-agachao, pero lo que tenemos que constatar es que nosotros tampoco estamos haciendo nuestro trabajo de contralores. Qué cuando lo hacemos no nos escuchan, también es verdad. Qué cuando somos críticos nos tildan rapidito de contrarrevolucionarios, también es cierto. ¿Y qué? Ahora es que tiene que tomar todo su sentido la idea de la corresponsabilidad.

Tampoco vale decir ahora que la derrota es el resultado de la incapacidad de los batallones, de los Consejos Comunales, del PSUV, de las Misiones o de la estructura del Estado. No vale sacar cuentas sobre cuantas franelas, afiches o refrigerios faltaron. El problema no es de incapacidad en términos de maquinaria electoral, el problema es de conciencia revolucionaria. Ni los Batallones, ni los Consejos Comunales ni el PSUV, ni las Misiones y mucho menos la estructura del Estado, están funcionando como entidades políticas. No se han o no los hemos politizado, no lo suficiente. Son espacios de poder, eso sí, donde se libran las más pueriles batallas por el minúsculo poder de vecindad o por el gran poder de la burocracia y de los recursos del Estado, pero en donde falta mucho camino que recorrer para alcanzar la profundidad del debate y la intensidad del compromiso que se requieren a su vez para trascender lo coyuntural.

Y mucho menos vale decir ahora que la derrota tiene que ver con una coyuntura convulsa de dimes y diretes con Presidentes vecinos, Reyes de ultramar y otros enemigos de la Revolución; tampoco tiene que ver con el desgaste que produjo el enorme esfuerzo realizado por aportarle un poco de paz a nuestros hermanos colombianos. Aún cuando estas confrontaciones no se hubieran planteado, igual hubiésemos perdido. Y en el caso que Chávez las hubiese rehuido entonces no solo habríamos perdido en el referéndum sino que habríamos perdido parte de nuestra dignidad frente a nuestros enemigos y nos habríamos traicionado si mezquinamente hubiésemos descartado la posibilidad de ayudar a nuestros hermanos.

TERCER TIEMPO. ¿QUÉ HACER AHORA?.

Tenemos que aceptar que la revolución se ha construido y seguirá erigiéndose sobre la base de una estrecha relación entre el líder de este bloque histórico y su pueblo, y que más allá de cualquier intelectualosa valoración de esta relación como contraproducente, tenemos que ocuparnos de la construcción de estructuras intermediarias que permitan atender con mayor eficacia no solo los problemas de lo cotidiano sino también la formación y consciencia política de todos los que estamos empujando este proyecto.

Así, tenemos que evaluar con mucho más desprendimiento si la estructura de los batallones permite profundizar el debate e incluso más importante aún, si permite crear lazos inquebrantables de solidaridad entre camaradas y recrear valores de convivencia cónsonos con el proyecto revolucionario.

Tenemos que repensar los batallones y los consejos comunales desde una perspectiva más amplia que nos permita mirar más allá de nuestras narices, del hueco en la calle, de la tubería, del transporte, del mercal de la esquina, es decir, que nos permita mirar más allá de lo doméstico, y que permita entonces trascender nuestra cotidianidad y pensar el colectivo de una manera más integral y más integradora que le dé cabida a un proyecto de país y de futuro.

Tenemos que dejar de mirar a las Misiones como una instancia asistencial. Esa no es su vocación, su vocación es la inclusión, es la atención, es la formación, es la formación política, es la educación para la transformación.

Tenemos que tomar conciencia de que la contrarrevolución no actúa solamente de frente y por televisión, sigue actuando, y con mucho éxito, en la estructura del Estado. Si la estructura del Estado sigue siendo "ineficiente" (palabrota tecnocrática) ya no es sólo por la herencia que nos dejó la cuarta República, ya no es sólo porque llegamos al poder sin saber cómo hacer funcionar la administración pública, ya no es sólo porque la corrupción sigue siendo una práctica a todos los niveles. Si la estructura del Estado sigue sin responder a los desafíos de la Revolución es una vez más porque no hemos alcanzado los niveles de conciencia política que se requieren y que pasan por modificar nuestros comportamientos cotidianos y comprender el impacto de nuestras acciones. La quinta columna no se personifica en agentes de la CIA disfrazados de funcionarios de tercera. La quinta columna se alimenta del escuálido disfrazado que pasa agachado en las narices de sus jefes revolucionarios, del oportunista disfrazado de chavista para la ocasión, del "revolucionario" confeso que le huye a la militancia, a la calle y a la gente, del "revolucionario" de voz en pecho que prefiere sacrificar a su camarada que sacrificar su carguito, del revolucionario que se resigna en su impotencia… la quinta columna se alimenta, del "revolucionario" con poder al que le faltan cojones.

Hemos puesto la Revolución en peligro, ahora tenemos que arrear con nuestros errores, tenemos que saber interpretar incluso con una buena dosis de dramatismo el momento político, no vale seguir pensando que podemos estar tranquilos, que el equipo gana. O radicalizamos la revolución desde abajo y desde adentro o fracasamos definitivamente.

*DAYANA CRISTINA DUZOGLOU LEDO. ESCRIBE PARA LA RED: “EN LIBERTAD CONDICIONAL LOS DIOSES EXHUMADOS”


AYER:
“Su rostro (escultura, fotografía, dibujo) esta en todas partes en el Continente Soviético, como el de Lenin. No hay un rincón, un establecimiento, cuartel, oficina, escaparate, en donde no aparezca sobre fondo rojo entre una lista de pintorescas estadísticas socialistas (y un icono antirreligioso), y la hoz enlazando el martillo. Últimamente se ha colocado en todas partes, en los muros de Rusia y de las Republicas, un afiche que representa, en muy grandes dimensiones, los perfiles superpuestos de dos muertos y de un vivo: Karl Marx, Lenin, Stalin. Y multipliquemos todavía por mil; no hay muchas piezas de obreros o de intelectuales donde no figure Stalin.” “Este pueblo, de la sexta parte del mundo, ese pueblo nuevo, que amáis o que odiáis, tiene esa cabeza”
Henry Barbusse: Stalin.
1961:
“Cinco mil delegados y funcionarios del Partido Comunista aplaudieron hoy delirantemente al votar el Congreso del Partido a favor de una resolución para que el cadáver de Joseph Stalin sea removido del gran mausoleo en donde reposa junto al de Lenin en la Plaza Roja de Moscú”
Cable internacional, Moscú, Octubre 30, 1961
HOY:
No existe la “Unión Soviética”, es un capitulo amargo en la historia de el otrora llamado “Continente Soviético”

A una semana de las elecciones mas importante del periodo pseudo-socialista que vivimos, el panorama político es complejo y delicado. Después del triunfo del NO conveniente para Chávez, pesa una responsabilidad suprema sobre los hombros del TSJ, del “defensor” del pueblo, del contralor y de todo el tren ejecutivo del muchacho rebelde de Sabanetas que tienen una responsabilidad legal que se debe concretar mientras la democracia se abre paso en donde el liderazgo de la oposición y de la disidencia debe entender cuales son las prioridades de lucha que exigen los tiempos.
La libertad sigue amenazada pero ya no solo para los venezolanos de un solo bloque que vivimos en libertad condicional dada la inseguridad desbordada y la ilegalidad galopante. Ahora los delincuentes al poder tienen que rendir cuentas sobre sus bienes, sus vinculaciones con la corrupción, el terrorismo, el narco-trafico y la guerrilla.
“Sin querer queriendo” Chávez, Baduel, Miquilena y todos los que ya no asimilan el caos general en que vivimos se auto asignaron portadores de luchas individuales que pueden tener efecto boomerang en donde muchos terminaran suicidandose o auto-suicidandose, según el punto de vista que se adopte. A Chávez, ya nadie lo quiere matar porque ahora se tiene que medir con ciudadanos dignos encabezados por el Movimiento estudiantil Venezolano.
El General retirado Raul Isaias Baduel tiene que definir una posición coherente en donde demuestre su apoyo y avoque su lucha en pro de los derechos civiles y políticos de los presos políticos y de RCTV.
El Fiscal General de la Republica, hombre que se dice calcular, debe vender el Rolls Royce (vehiculo que entra dentro de la Mision Hummer), debe dejar de creerse el dueño de todos los guisos y rendirle cuentas al país antes de que termine siendo el cabecilla de la banda de delincuentes que hoy cree manejar a su antojo.
Los militares y la dirigencia politica en general debería asumir con mas seriedad los problemas que no cambiaron el dos de Diciembre y fijarse prioridades antes de emprender campañas y luchas electoreras teniendo presente que se deben ir recuperando todo espacio de de lucha democrática.
Y en respuesta a quienes siguen regañando a los que NO votamos solo quiero recordarles que NO votar es un derecho consagrado en la Constitución Bolivariana porque no somos Cuba todavía, en donde votar es una obligación impuesta por el Castro-comunismo. Basada en mi credibilidad en el Consejo Supremo electoral, me imagino que termine votando SI en la persona del nietecito de Hugo Rafael quien seguramente le pudo demostrar a su abuelito que la tinta no era indeleble.
Solo empezamos el comienzo de una etapa que sera determinante en la lucha de una nueva Venezuela realmente demócrata y plural donde la Constitución Bolivariana esta supeditada a los Convenios Internacionales y donde el articulo 333 y 350 siguen mas vigentes que nunca.
Los que creemos en la democracia debemos optar por ir presos TODOS antes de vivir con libertades limitadas y presos que han sido encarcelados injustamente por ejercer su libertad de expresión o defender el pueblo.
El pueblo digno representado hoy por la lucha de los manos blancas debe centrar su lucha en la defensa de lo que todavía no hemos recuperado y debe defender la libertad de los que hoy como Enrique Mendoza van a ir presos por el solo hecho de ser VERDADEROS DEMOCRATAS.
Hoy los traidores a la Patria son los que se encuentran en el paredón y es hora de demostrar quien verdaderamente engrosara las filas de la verdad y la democracia en VENEZUELA.
DAYANA CRISTINA DUZOGLOU LEDO, ANÁLISIS DE RESULTADOS DEL 2D, EL REPUBLICANO, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR