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lunes, 3 de agosto de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, GLOBALIZACIÓN, CAPITALISMO E IDENTIDAD

Prevalece entre la opinión pública la idea de que el mundo económico se encuentra "globalizado" y no son pocos los personajes conocidos que han contribuido (y continúan haciéndolo) en pos de afianzar dicha creencia. Curiosamente, existen magnates de las finanzas que suelen ser tildados de "capitalistas" cuando poco o nada tienen de tales, como sucede con el caso de George Soros, que es uno de esos personajes:

"Soros publicó un artículo titulado “The Capitalist Threat”. En ese trabajo el autor sostiene que en el sistema prevalente hay “demasiada competencia” y una injustificada “creencia en la magia del mercado”. Asimismo, afirma que vivimos en “una verdadera economía global de mercado”. Sin embargo, debemos subrayar que la participación del estado en la renta nacional antes de la primera guerra mundial era entre el 3 y el 8% en países civilizados, mientras que hoy en día nos debatimos entre el 40% y el 50% lo cual implica que la gente debe trabajar más para el gobierno. Las tan cacareadas “reformas del estado” resultan anécdotas si se comparan con los referidos guarismos. Por otra parte, es interesante recordar que antes de 1914 no había tal cosa como pasaportes mientras que hoy renacen los nacionalismos atávicos y xenófobos que la emprenden contra los movimientos migratorios, y por ende nada tienen que ver con la llamada “globalización”. Más aún, las abultadas restricciones extra-zonales de los tratados de integración regional revelan que aún no se han entendido los postulados básicos del librecambio.”[1]
De donde deviene que en lugar de “una verdadera economía global de mercado” lo que en los hechos existe es una “una verdadera economía global del estado" o -mejor dicho quizás- "de los estados”, algo bastante diferente a lo que Soros y muchos como él "entienden" por el término "globalización". Ocurre que ha existido, de un tiempo a esta parte, una verdadera tergiversación de los términos, y la labor de pseudointelectuales no ha sido del todo ajena a esta tarea. Por otro lado, es común confundir el vertiginoso avance tecnológico habido en las últimas décadas con una correlativa "apertura" por parte de los gobiernos de sus economías. Pero, como bien destaca el Dr. Alberto Benegas Lynch (h), los colosales logros en las comunicaciones y la cibernética en general, se han conseguido a pesar de las restricciones con las que los gobiernos encorsetan la iniciativa privada y asfixian los emprendimientos libres y particulares, y no "gracias a" ninguna "acción positiva" de los "estados". Por supuesto que, si consideramos el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales del siglo XX la situación era bastante peor a la de hoy. Pero, con todo, el agudo estatismo que caracterizó la época de las contiendas bélicas dejó una suerte de estatismo residual que acontecimientos tan importantes como la disolución de la URSS y la caída del Muro de Berlín no han conseguido del todo disipar.
"Se dice que hay un problema de “identidad nacional” con la globalización pero este es el resultado de un complejo de inferioridad. Cuando tomamos contacto con personas provenientes de otras culturas, cuando leemos libros que se escriben y se publican en otros lares o cuando escuchamos música compuesta en otras latitudes, enriquecemos nuestra identidad. La empobrecemos en la medida en que se estimule la autarquía y una especie de cultura alambrada. La cultura no es de aquí o de allá, simplemente es. La cultura engrosa el patrimonio de la humanidad. La pérdida de identidad ocurre más bien con la masificación, cuando se dice y se piensa lo que dicen y piensan otros sin tamizar, sin pensar y sin digerir, lo cual inevitablemente termina en vacíos y crisis existenciales de diverso tenor."[2]
Deriva evidente que las críticas a la globalización no son más que otra forma de emprenderla contra el gran enemigo de los estatistas, esto es el librecambio, librecambio que incluye la autónoma movilidad de las personas a través de las fronteras y la de los bienes y servicios que estas desean libremente intercambiar. Nuevamente: hay una manifestación de xenofobia y nacionalismo detrás de tales quejas que conllevan un resentimiento -ya sea oculto o explícito- hacia lo foráneo. Lo que se contradice con el discurso "políticamente correcto" que continuamente perora sobre lo "incorrecto" de "discriminar" al punto del ridículo de llegar a crear una repartición estatal a tal efecto. Sin embargo, las incesantes apelaciones de los demagogos de turno sobre la necesidad de privilegiar lo "nacional y popular" se dan de bruces con sus perpetuas recusaciones hacia los que "discriminan" en cualquier sentido, ya que la arenga nacionalista y populista es claramente discriminatoria contra todo lo extranjero. En una época como la actual, donde reflotan los nacionalismos recurrentes y las muestras de xenofobia, aparece cuanto menos paradójico hablar de "globalización".
Hay -por otra parte- un aspecto que no es menor, y que es el que afecta a la educación, en particular a la universitaria:
"Ha impreso en los universitarios la conciencia de siempre depender del gobierno. Los universitarios han aprendido a odiar el capitalismo, no quieren saber nada de economías de mercado, libre competencia o globalización. Los universitarios de la UNAM saben quién es Carlos Marx, Lenin, Che Guevara; pero nunca han oído, ni leído una línea de Ludwig von Mises, Hayek, Friedman, Rothbard, Hoppe o Jesús Huerta de Soto. Profesores y alumnos de la UNAM se han proyectado como los grandes luchadores contra el neoliberalismo."[3]
Si bien el autor citado arriba hace expresa referencia al caso de la UNAM (México), hay que decir que la situación no es demasiado diferente en el resto de las universidades estatales del mundo, en particular en Latinoamérica. Fenómeno típico -por otra parte- de la educación estatal. Se observa difícil concluir -ante semejante panorama- que en el mundo de nuestros días campea a sus anchas "el capitalismo".
[1] Alberto Benegas Lynch (h) Entre albas y crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento. Edición de Fundación Alberdi. Mendoza. Argentina. Marzo de 2001. Pág. 418
[2] Alberto Benegas Lynch (h) "Economía y globalización". Conferencia pronunciada para los socios del Círculo de Armas, Buenos Aires, agosto 16 de 2000. pág. 4
[3] Santos Mercado Reyes. El fin de la educación pública. México. Pág. 116
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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sábado, 4 de julio de 2015

ARMANDO RIBAS, INFLACION, CAPITALISMO Y GLOBALIZACIÓN, LIBERALISMO, DESDE ARGENTINA,

Voy a insistir en un tema que considero de la mayor importancia para reconocer la problemática del mundo en que vivimos. Voy a comenzar con un problema económico, que es la relación del gasto público con la inflación. Pero no olvidemos al respecto que el gasto tiene un origen ideológico y político. Seguidamente me voy a ocupar de la razón de ser histórica y consecuentemente ideológica de la presente situación en el mundo.

    Como ya hemos visto según Friedman, la causa de la inflación es la expansión monetaria. Por esa razón sostiene que si el gasto se financia con impuestos o con crédito del público no genera inflación. Esa conclusión es válida en la medida que la definición de inflación sea un aumento permanente de los precios de los bienes y servicios. Pero como bien señala George Gilder el gasto público es parte del costo de producir. Por tanto cuando aumenta el gasto aumenta el costo de producción y consecuentemente el nivel de precios.
    El nivel del gasto afecta el comportamiento del sector privado. Decididamente cuando ronda ya el 50% del PBI, de hecho se está violando la propiedad privada, y la consecuencia es la caída en el nivel de inversión. Otro aspecto a tomar en cuenta es que el aumento del gasto asimismo determina un incremento en la corrupción. Ello significa un gasto menos eficiente y consecuentemente un costo mayor al proceso productivo.
    Una vez que la inflación se desata se crea la problemática de la política cambiaria. Ya en Argentina al respecto tenemos una experiencia repetitiva. Se ha intentado una y otra vez detener la inflación controlando el tipo de cambio. La inflación entonces produce una alteración en los precios relativos de los bienes transables y no transables. Mientras más aumentan los no transables más disminuye la competitividad y consecuentemente caen las exportaciones y tienden a aumentar las importaciones. Tal es lo que está ocurriendo hoy en Argentina a pesar de las ventajas comparativas que determinó el aumento de los precios de los commodities.
    Creo que de las anteriores experiencias y el actual comportamiento político en el mundo se nota cada vez más la confusión existente que trasciende el ámbito económico. Esa confusión tal como la previera Nietszche es que socialismo y democracia son sinónimos. Hoy el llanto por los pobres es la fuente del poder político en nombre del pueblo, y la razón de ser del aumento del gasto público para hacerse rico desde el estado. Por ello hoy tenemos que los países democráticos no crecen económicamente y la China crece solo un 7%. Se ha olvidado que la esencia del sistema que transformó al mundo que se inició en Estados Unidos fue que las mayorías no tenían derecho a  violar los derechos de las minorías.
    No obstante esa evidente realidad histórica en un reciente artículo en Foreign Affaire “What Caused Capitalism” Jeremy Adelman cita a uno y otro historiador europeo quienes explican que el capitalismo se inició en Europa, y por supuesto ignora a Estados Unidos como precursor de ese proceso que cambió la historia del mundo. Aun cuando se refiere a Inglaterra habla de la Revolución Industrial y así igualmente ignora que ella no se hubiese producido sin que la precediera la Glorious Revolution, que marcó el inicio de la limitación del poder político y el respeto por los derechos individuales.
    Considerar a Europa el origen de la libertad en el mundo es otra falacia de la llamada civilización Occidental y Cristiana. Pero la realidad es que para intentar saber lo que ocurre en el mundo musulmán, tal como lo sostiene John M. Owen en un artículo del Foreign Affairs “De Calvino al Califato”, es necesario conocer la historia de Europa por siglos. El problema islamista es no haber podido separar la religión de la política, y por tanto como escribiera Montesquieu en sus Cartas Persas “los cristianos son los que más se matan entre ellos”.
    La Globalización indudablemente, es el producto de las comunicaciones. Por ello habría desaparecido la idea del imperialismo y la guerra como forma de enriquecimiento de las naciones a costa de sus vecinos. La lucha política es interna y el llamado antiimperialismo no es más que una excusa para justificar el poder absoluto interno. Así  cada vez más en el llamado Occidente, tal como dijimos anteriormente, triunfa democráticamente el socialismo y la consecuente crisis creada por la falacia de la igualdad que determina el aumento del gasto público. Y ahí reside la crisis con y sin inflación. Y recordemos que el sistema no es económico sino ético, político y jurídico. Donde no se respeta el derecho de propiedad no hay creación de riqueza, sino malversación de la existente.
   
Armando Ribas
aribas@fibertel.com.ar
@aribas3    


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sábado, 2 de mayo de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, VIRTUDES DEL CAPITALISMO,

El sistema capitalista, a pesar de sus imperfecciones, es un sistema de organización social de un gran poder moral, mayor aun que el del socialismo.  Debemos visualizarlo como una autopista de tres vías que corren en paralelo: un sistema económico, uno político y otro cultural, estos tres subsistemas tienen una tendencia al equilibrio, equilibrio que nunca se alcanza, sólo se aproxima.

El capitalismo tiene una primera virtud y es que eleva a los pobres de su precaria condición y les genera hábitos democráticos. El capitalismo inculca una gama especial de virtudes relacionadas con el valor del tiempo, la autonomía personal, la propia iniciativa, la confianza en sí mismo, la importancia de la familia y de la propiedad privada.
Quizás lo más importante, incita al desarrollo de instituciones que fomentan la creatividad, la invención y el descubrimiento.
El pensador neoconservador Michael Novak explica: ‘‘La raíz misma del capitalismo, como lo sugiere el origen de la palabra, es la cabeza humana… el capitalismo considera que el bien común no tiene sus raíces en la intención, sino en la libertad de las personas para tener sus propios conceptos individuales del bien común. Y estos conceptos, tomados en conjunto, producen un nivel más elevado de bien común del que anteriormente era posible”.
La gran contribución del capitalismo a la prosperidad de los pueblos es la de crear un mercado estable, libre, confiable y autónomo, veamos uno de sus aspectos como es el sistema de precios, sistema éste, que se crea en la actividad de la compra-venta de bienes y servicios y que le permite a cada individuo comunicarse con cientos de millones de otros individuos de una manera que, aunque imperfecta, le permite tomar decisiones económicas sensatas con respecto a su propia vida.  Los precios conllevan una información riquísima acerca no solo del valor de las cosas, sino de tendencias, disponibilidades, preferencias del consumidor, escasez, podemos saber qué es lo que gusta, que es lujo, que servicios y productos son necesarios en un momento dado y cuanto la gente está dispuesta a gastar.
Esto hace crecer la libertad, el poder escoger entre varias opciones, aún en lo cultural que, a la larga, es lo que más importa en una democracia, esta libertad hace que sean los consumidores quienes dirijan realmente la economía, gracias a su preferencia y a su poder de compra. Cuando factores externos, ajenos al libre mercado intervienen, empieza una distorsión de los precios, y más aún si se trata del gobierno tratando de imponer regulaciones y límites en la manufactura, distribución y precios finales de los productos, estas intervenciones pueden tornarse grotescas, al punto de querer controlar todas las variables envueltas en la vida de cada producto y dictaminar su precio, no solo de un producto sino de todos, lo que inevitablemente lleva al caos y a que la utilidad de los precios dictados por el libre juego de la oferta y la demanda se anule.
La crítica socialista señala que no hay nada moral en la consecución de la utilidad, pero se empeñan en olvidar que el desarrollo humano es también utilidad, y el capitalismo trata fundamentalmente del desarrollo de los pueblos, entre la miseria y pueblos arruinados es difícil que funcione un mercado y que haya prosperidad. Al capitalismo no le interesa pueblos en guerra y oprimidos, se confunde muchas veces imperialismo con capitalismo, no es lo mismo, el imperialismo de basa en la hegemonía, que es el predominio de una sola tendencia o pensamiento sobre todos los demás, es el principal enemigo de la competencia, de la diversidad y de la innovación que son fundamentales para el capitalismo.
Por supuesto, el capitalismo es un sistema que puede ser penetrado por la corrupción, donde se practique el engaño y la trampa como en cualquier otro sistema, pero tenemos una ventaja; el mercado mismo se encarga de castigar las malas prácticas.  El consumidor, quien es rey en un sistema de libre mercado, se encarga de retirarle su favor a empresas que violen la ley, que no llenen los estándares mínimos de calidad, que abusen de los precios de sus productos, que presten pésimos servicios o que queden en evidencia sus engaños ante el público consumidor.
Cuando Adam Smith formuló su teoría de una economía de mercado; simplemente observaba una realidad que ya estaba allí, el capitalismo era una economía que tuvo un desarrollo histórico, una evolución de siglos, no fue algo inventado por un hombre y postulado como una doctrina, Smith igualmente se percataba que a su alrededor existía una inmensa pobreza y vio la posibilidad de crear riqueza tan vasta, que la pobreza misma pudiera ser reducida algún día.
El capitalismo ha significado un gran avance para la humanidad, vean a su alrededor, ¿Había más agua potable en sociedades precapitalistas? ¿Más salubridad y mejores servicios? ¿Más alimentos y mejor calidad de vida?  Negarle al capitalismo sus contribuciones a un mejor mundo no sólo es ceguera sino egoísmo, aun en el asunto ambiental, que para algunos socialistas es el pecado mortal del capitalismo, las mismas sociedades de mercado son las que han generado los avances científicos que nos han permitido darnos cuenta de la situación y tener la capacidad de reparar el daño o mejorar el ambiente. Porque una de las virtudes del capitalismo es su maleabilidad, su capacidad de adaptación, de generar cambios y nuevas estructuras y relaciones, cosa que le es negada al socialismo porque sus bases son dogmáticas, dependen de manifiestos y teorías, de formulas preestablecidas tanto de gobierno como de sistema económico, estancados en una lucha de clases y en una milenaria aspiración por una dictadura proletaria, no hacen sino frenar el desarrollo de los pueblos y enfrentar el futuro mirando por el espejo retrovisor. No me cansaré de repetir que el capitalismo es la única manera de afrontar un mundo con los graves problemas de superpoblación y escases de recursos, aún con todos sus crisis e injusticias es el único sistema que brinda soluciones reales y no estados policiales y colectivismos suicidas, al contrario es descentralizado, libre, premia las innovaciones y los bajos precios, está al alcance de la gente, tanto en variedad como en calidades y complace a todos los bolsillos.
En cambio, el socialismo, una ideología que rinde culto a la miseria humana, es un generador histórico de pobreza, que es la principal causa del deterioro ambiental en el mundo, su actuación interventora y abusiva en los mercados con el fin de controlarlos, para fines de una supuesta mejor y más equitativa distribución de la riqueza, siempre, y subrayo, siempre, ha terminado en la ruina de las economías, en una mayor generación de pobreza e injusticias sociales. Lo que hace el mercado de manera natural, encausar todas las variables de producción y distribución de productos y servicios de una sociedad, en un precio que convenga a productores, comerciantes y profesionales, como a clientes, compradores y usuarios, trata el socialismo de producirlo encerrando en una oficina a unos “técnicos” y por medio de unas “políticas”  para determinar los precios, de manera centralizada y en secreto de cada uno de los productos que una economía produce, un imposible que siempre termina en tragedia.
Y es que la vida es celebrada por el capitalismo porque el centro de su atención es el hombre, el individuo, su propia valía, su trabajo y su libertad, en el capitalismo el hombre es dueño de su destino, en el comunismo es esclavo de la historia, de las injusticia y de la pobreza.
¿Cómo puede un país surgir, avanzar y tener sueños cuando todo se resuelve en torno a la miseria, a los desposeídos, a las injusticias eternas, a las cuentas que le tenemos que cobrar a los que nos han hecho daño?
“Patria o muerte” he allí su grito de guerra, una ideología enferma que cultiva el dominio del hombre por el hombre, el culto a las armas y la destrucción, creo que más sencillo, inocente y puro era aquel grito de guerra de los venezolanos en los años ochenta “Ta ´barato dame dos” que celebraba la opulencia, las ganas de gastar lo que habíamos ganado con orgullo, los viajes y todas esas cosas inútiles que nos traíamos en las maletas.
Se ha preguntado alguna vez ¿Por que roban los chavistas en el gobierno? ¿Por qué acumulan dólares en sus cuentas en el extranjero? No es para hacer escuelitas, ni para regalar almuerzos en el hospital después que dejen el cargo, sino para hacer lo que hace todo capitalista y consumista en el mundo, para gastarlo en lo que les gusta, para comprar propiedades, autos veloces, viajes exóticos, comidas y bebidas sabrosas, bellos ajuares de diseñadores famosos, suntuosos yates… Son tan hipócritas, se llenan la boca con las miserias ajenas que dicen querer dignificar, pero lo que hacen es medrar de la pobreza de los otros, quitándole a los hijos de la patria, a los que menos tienen el alimento de la boca, robándole la propiedad que necesitan, saboteándoles la educación que pudiera sacarlos de abajo.
Estos ladrones comunistas son de lo peor y están en todas partes, cada uno de nosotros conoce a un vecino, un amigo, un colega que de la noche a la mañana cambió su estilo de vida, que de pronto empezó a ganar millones en un cargo importante, a andar en costosos autos que sus sueldos jamás pudieran haber adquirido, o comprarse el apartamento o la casa que les tomaría varios años pagar por la inicial, son gente que ya ni saludan,  por temor a que le recriminen su tren de vida de ricos y famosos.
Que sabrosa es la cochina vida capitalista, ¡que viva el comunismo!   – 

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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lunes, 9 de marzo de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, ESTATISMO, CAPITALISMO Y DESIGUALDAD

Argentina hacia la década de 1920 se encontraba entre los países con las mejores posiciones económicas, disputando con las potencias mundiales de la época. ¿La razón? Su economía era preponderantemente capitalista, lo que empezó a cambiar hacia la década del 30 del siglo XX en que se inicia el camino primero hacia una economía mixta y luego cada vez más hacia un estatismo más acentuado (peronismo) para volver a un estatismo un poco menos acusado, pero conservando todos los males y descalabros inherentes a las economías mixtas. Situación que se mantiene en el presente con todas sus consecuencias negativas.

Los casos de Alemania, Francia, países nórdicos y Japón que se citan a menudo como "exitosos", lo son en la medida que sus economías no están basadas en la distribución sino en la capitalización. Producción y distribución son dos fenómenos concomitantes, paralelos y simultáneos, como dos caras de una misma moneda y no procesos separados, ni en compartimentas estancos.

Pero, para que la producción (y consecuente distribución) sea posible, el requisito previo, indispensable, y excluyente es la capitalización. Sin capital es imposible producir (e invariablemente distribuir) nada. Ergo, decir que esas economías "deben su éxito" a la distribución es una tremendísima barrabasada propia de incompetentes.

En cuanto a la capitalización, tal y como su mismo nombre lo indica, sólo es posible si la economía es capitalista y no en ningún otro supuesto. Las economías no-capitalistas o anticapitalistas por definición no capitalizan nada, ergo no pueden producir nada, y correlativamente no habrá nada para distribuir. En suma, no pueden recibir siquiera el nombre de "economías". Por ello, querer hablar de "economías mixtas" o "intervencionistas" o "socialistas" o "comunistas" es un contrasentido completo. Estos últimos engendros son antieconomías, no "economías".
Hay que tener muy en cuenta que ningún sistema económico puede disminuir la desigualdad. Si -en cambio- se puede reducir la pobreza. No la desigualdad. Como dice Alberto Benegas Lynch (h) la igualdad es sólo una abstracción de las matemáticas y no existió ni existe en ninguna parte, pese a que se la busca desde que el hombre es hombre. Se trata de una quimera.

La fortuna es fruto del talento o -si se quiere- de la suerte, y ninguno de ambos pueden ser igualados en todos los seres humanos. Y quien tuviera tal potestad dejaría de ser igual a los demás, para pasar a ser un dictador mundial por definición desigual a todos desde su condición de dictador y dueño de todos los bienes y destinos humanos. A este resultado conduciría insistir sobre el dogma de la igualdad como lo hacen los igualitaristas. La pobreza -en cambio- es algo diferente; es un mal que debe ser combatido por todos los medios, y la única arma para batallarlo es el capitalismo y no ninguna otra.

La gente cree que los impuestos abultados disminuyen la pobreza. Pero los tributos exorbitantes son anti-capitalistas, porque aumentan la pobreza. Onerosas tasas impositivas restan, no suman, tan cierto como que 5 - 2 = 3, y que 3 < 5, y no al revés. Quien diga que los "países ricos" lo son porque cobran elevados impuestos deberían volver al colegio primario, porque ni siquiera dominan las reglas de sumar y restar. Si el PBI total de una sociedad es de 100 millones y el gobierno recauda 50 millones en impuestos, tendremos esta cuenta = 100 (PBI) - 50 (impuestos) = 50 (PBI) + 50 (impuestos) = 100 (PBI). ¿Cuál es la "riqueza", el "crecimiento" o el "progreso" que habría "creado" el impuesto? Ninguno. Es igual a cero. Lo único que ocurrió es que la riqueza (ya existente antes del impuesto) simplemente cambió de manos: antes, el 100 % de ella estaba en manos de los productores de esa riqueza. Luego del impuesto, el 50 % de esa riqueza pasó a manos de los burócratas y gobernantes, y sólo el 50 % restante quedó en las de los productivos. ¿Conclusión?: Se enriquecieron los parásitos burócratas a costa de los trabajadores que se empobrecieron. Por supuesto que, la propaganda del gobierno siempre irá a decir que los impuestos "crean riqueza", y es esto lo que la gente cree y repite de memoria casi sin pensar, ya que es lo que todos hemos escuchado sin cesar desde pequeños. Claro ¿qué van a decir los gobiernos contra los impuestos, si estos son el "salario" de burócratas y gobernantes? Si que "crean riqueza", pero sólo para ellos y sus "amigos", pero para nadie más. El pueblo (todos aquellos que no cobran impuestos, sino que sólo se limitan a pagarlos o ir a la cárcel) se empobrece con cada nuevo tributo, o con cada aumento de alícuota de algún gravamen ya existente.

El problema de fondo en esto es la propiedad. Debe ser privada. Esta es la solución. Al pagar impuestos la sociedad productiva (en adelante, SP) se empobrece a favor de la sociedad improductiva que está compuesta por los burócratas, los gobernantes, que con buen tino se los ha llamado la clase parasitaria, (en adelante, abreviada como CP) porque la SP pierde la propiedad privada de lo expoliado por la CP vía impuestos. Al botín, la CP le designa como "recaudación" o "recursos públicos", fórmulas estas más "elegantes", y en apariencia más "decentes" que lo que realmente es: el botín robado a la SP. Es decir, propiedad privada que pasa a ser estatal.

Pero tal como hemos visto, los mal denominados "recursos públicos" no existen. Los recursos siempre son privados. El gobierno los roba y los califica "públicos". Esa es la única diferencia. Pero el nombre que la CP le asigne no cambia la naturaleza ni la esencia final de los bienes expoliados. El gobierno no posee nada sin que antes lo hubiera robado al pueblo (entendiendo aquí por la palabra "pueblo" a no otra cosa que a gente que esta fuera del gobierno, lo que también indicamos SP).

Y la propiedad privada es crucial que se defienda, porque es la única vía existente para capitalizar los recursos. Cuando los recursos privados pasan a ser propiedad estatal su destino es el despilfarro, la dilapidación, el derroche, con lo cual toda la sociedad se convierte en más pobre. Incluyendo a los depredadores burócratas y gobernantes.

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
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sábado, 7 de marzo de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, ESTATISMO, CAPITALISMO Y DESIGUALDAD, VISTO DESDE VARIAS ÓPTICAS

Argentina hacia la década de 1920 se encontraba entre los países con las mejores posiciones económicas, disputando con las potencias mundiales de la época. ¿La razón? Su economía era preponderantemente capitalista, lo que empezó a cambiar hacia la década del 30 del siglo XX en que se inicia el camino primero hacia una economía mixta y luego cada vez más hacia un estatismo más acentuado (peronismo) para volver a un estatismo un poco menos acusado, pero conservando todos los males y descalabros inherentes a las economías mixtas. Situación que se mantiene en el presente con todas sus consecuencias negativas.
Los casos de Alemania, Francia, países nórdicos y Japón que se citan a menudo como "exitosos", lo son en la medida que sus economías no están basadas en la distribución sino en la capitalización. Producción y distribución son dos fenómenos concomitantes, paralelos y simultáneos, como dos caras de una misma moneda y no procesos separados, ni en compartimentas estancos. Pero, para que la producción (y consecuente distribución) sea posible, el requisito previo, indispensable, y excluyente es la capitalización. Sin capital es imposible producir (e invariablemente distribuir) nada. Ergo, decir que esas economías "deben su éxito" a la distribución es una tremendísima barrabasada propia de incompetentes. En cuanto a la capitalización, tal y como su mismo nombre lo indica, sólo es posible si la economía es capitalista y no en ningún otro supuesto. Las economías no-capitalistas o anticapitalistas por definición no capitalizan nada, ergo no pueden producir nada, y correlativamente no habrá nada para distribuir. En suma, no pueden recibir siquiera el nombre de "economías". Por ello, querer hablar de "economías mixtas" o "intervencionistas" o "socialistas" o "comunistas" es un contrasentido completo. Estos últimos engendros son antieconomías, no "economías".
Hay que tener muy en cuenta que ningún sistema económico puede disminuir la desigualdad. Si -en cambio- se puede reducir la pobreza. No la desigualdad. Como dice Alberto Benegas Lynch (h) la igualdad es sólo una abstracción de las matemáticas y no existió ni existe en ninguna parte, pese a que se la busca desde que el hombre es hombre. Se trata de una quimera. La fortuna es fruto del talento o -si se quiere- de la suerte, y ninguno de ambos pueden ser igualados en todos los seres humanos. Y quien tuviera tal potestad dejaría de ser igual a los demás, para pasar a ser un dictador mundial por definición desigual a todos desde su condición de dictador y dueño de todos los bienes y destinos humanos. A este resultado conduciría insistir sobre el dogma de la igualdad como lo hacen los igualitaristas. La pobreza -en cambio- es algo diferente; es un mal que debe ser combatido por todos los medios, y la única arma para batallarlo es el capitalismo y no ninguna otra.
La gente cree que los impuestos abultados disminuyen la pobreza. Pero los tributos exorbitantes son anti-capitalistas, porque aumentan la pobreza. Onerosas tasas impositivas restan, no suman, tan cierto como que 5 - 2 = 3, y que 3 < 5, y no al revés. Quien diga que los "países ricos" lo son porque cobran elevados impuestos deberían volver al colegio primario, porque ni siquiera dominan las reglas de sumar y restar. Si el PBI total de una sociedad es de 100 millones y el gobierno recauda 50 millones en impuestos, tendremos esta cuenta = 100 (PBI) - 50 (impuestos) = 50 (PBI) + 50 (impuestos) = 100 (PBI). ¿Cuál es la "riqueza", el "crecimiento" o el "progreso" que habría "creado" el impuesto? Ninguno. Es igual a cero. Lo único que ocurrió es que la riqueza (ya existente antes del impuesto) simplemente cambió de manos: antes, el 100 % de ella estaba en manos de los productores de esa riqueza. Luego del impuesto, el 50 % de esa riqueza pasó a manos de los burócratas y gobernantes, y sólo el 50 % restante quedó en las de los productivos. ¿Conclusión?: Se enriquecieron los parásitos burócratas a costa de los trabajadores que se empobrecieron. Por supuesto que, la propaganda del gobierno siempre irá a decir que los impuestos "crean riqueza", y es esto lo que la gente cree y repite de memoria casi sin pensar, ya que es lo que todos hemos escuchado sin cesar desde pequeños. Claro ¿qué van a decir los gobiernos contra los impuestos, si estos son el "salario" de burócratas y gobernantes? Si que "crean riqueza", pero sólo para ellos y sus "amigos", pero para nadie más. El pueblo (todos aquellos que no cobran impuestos, sino que sólo se limitan a pagarlos o ir a la cárcel) se empobrece con cada nuevo tributo, o con cada aumento de alícuota de algún gravamen ya existente.
El problema de fondo en esto es la propiedad. Debe ser privada. Esta es la solución. Al pagar impuestos la sociedad productiva (en adelante, SP) se empobrece a favor de la sociedad improductiva que está compuesta por los burócratas, los gobernantes, que con buen tino se los ha llamado la clase parasitaria, (en adelante, abreviada como CP) porque la SP pierde la propiedad privada de lo expoliado por la CP vía impuestos. Al botín, la CP le designa como "recaudación" o "recursos públicos", fórmulas estas más "elegantes", y en apariencia más "decentes" que lo que realmente es: el botín robado a la SP. Es decir, propiedad privada que pasa a ser estatal.
Pero tal como hemos visto, los mal denominados "recursos públicos" no existen. Los recursos siempre son privados. El gobierno los roba y los califica "públicos". Esa es la única diferencia. Pero el nombre que la CP le asigne no cambia la naturaleza ni la esencia final de los bienes expoliados. El gobierno no posee nada sin que antes lo hubiera robado al pueblo (entendiendo aquí por la palabra "pueblo" a no otra cosa que a gente que esta fuera del gobierno, lo que también indicamos SP).
Y la propiedad privada es crucial que se defienda, porque es la única vía existente para capitalizar los recursos. Cuando los recursos privados pasan a ser propiedad estatal su destino es el despilfarro, la dilapidación, el derroche, con lo cual toda la sociedad se convierte en más pobre. Incluyendo a los depredadores burócratas y gobernantes.
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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lunes, 2 de febrero de 2015

ALONSO CAMACARO, SER RICO NO ES MALO

Tradicionalmente la palabra “capitalismo” ha sido una palabra muy mal percibida, peligrosa y conflictiva. Pues trae a la memoria de las personas muchas imágenes desagradables del pasado, entre las que destacan los latrocinios de las cruzadas, los inhumanos “caballeros de industria”,  la explotación femenina e infantil de la revolución industrias y los ríos y mares envenenados de las economías de escala y las chimeneas arrojando humo y contaminación, por parte de países que no actúan las normas para la conservación. A partir de esas imágenes se ha afirma de se afirma y se cree que el capitalismo es destructivo, lo cual es una media verdad.
La verdad es que existen tantas formas de capitalismo, socialismo y democracia como mentes pensantes existen. Pero, lo que demuestran la historia y la realidad es que sin el capitalismo no existiría la humanidad, ni podría expresarse la solidaridad.  Esto es así, porque ¿Cómo pude alguien ser solidario y ayudar materialmente al prójimo, si lo único que posee son buenas intenciones? Nadie puede dar lo que no tiene.
En la actualidad China, Vietnam, Rusia y ahora Cuba  abrazan el capitalismo como una alternativa para desarrollar sus sociedades. Pero en Venezuela, sólo vemos sus debilidades y fallos. Peor aún, millones de nuestros conciudadanos no saben cómo opera el Capitalismo Solidario o cómo puede ayudarles a disfrutar de la vida y a vivir mejor.
En Venezuela, se ha comenzado a escuchar el concepto de “Capitalismo Solidario”, como una vía para salir de la prisión mental que se ha construido con los conceptos de capitalismo neoliberal y socialismo comunista e improductivo. El capitalismo solidario, no es nuevo. El mismo, tiene antecedentes en el nuevo testamento (300 años después de Cristo) donde se señala que el dinero es tan importante como el respeto a Dios. Jesús sabe que el dinero existe, y que es importante (el dracma de mujer, el donativo de la viuda etc.: Lucas 15, 8; Marcos 12, 42). En el siglo XX,  David de Boss (exitoso empresario estadounidense) revisa el tema y en Venezuela lo ha estudiado el economista y antiguo comunista, profesor Emeterio Gómez en su ensayo “Capitalismo Solidario Versus Socialismo del Siglo XXI”, publicado el año 2007.
Para comprender el concepto de capitalismo solidario, es necesario considerar que el concepto de socialismo, planteado por Carlos Marx, surgió del análisis de los modos de producción del ser humano, desarrollado a partir del mismo modelo que utilizó Charles Darwin para explicar la evolución humana, esto implicó que Marx considerara a la sociedad como un producto de la evolución (en constante cambio) la cual alcanza diferentes maneras de organizar las formas de trabajar y producir.
Desde esa visión, el primer modo de producción fue el clan primitivo que evolucionaría hacia la mano de obra gratuita (la esclavitud) que una vez institucionalizada por las leyes daría forma al feudalismo. Posteriormente, el intercambio de productos se generalizó, y lo que sobraba de la producción había que transarlo y mercadearlo para no perder el trabajo y el tiempo invertido. Donde había excedentes que cambiar o  adquirir, se aglomeró la gente, fundando pueblos,  carreteras, puentes, hospicios y ferias anuales de productos, todo lo cual daría origen a las ciudades y al mercantilismo. Es decir,  la metamorfosis del feudalismo hacia el capitalismo.
Desde esta perspectiva, es posible definir el capitalismo como el modo de producción mediante el cual un individuo o grupo de individuos, inventa, crea o  desarrolla medios de producción (tecnología, finanzas y equipos) que requieren el empleo de otros seres humanos como mano de obra. Lo cual posibilita que el dueño de la tierra, el dinero o  la tecnología (el capitalista), obtenga un beneficio con el trabajo de los otros. Todo lo cual se convierte en un ciclo de producir más para generar más dinero, que hasta la fecha y en la mayoría de los casos, rompe el cerco de los principios éticos con tal de convertir las ganancias en poder.
Pero mucha agua ha pasado bajo el puente y si bien en un principio el capital fue la mano de obra gratuita, después fue el dinero y en la actualidad, es la mayor capacidad tecnológica la que logra ejercer la mayor cuota de poder. También es cierto, que hoy día el conocimiento para desarrollar tecnología está más a la mano de cualquiera  que nunca antes en la historia de la humanidad.
En ese escenario el Capitalismo Solidario es una propuesta para cambiar las relaciones de producción existentes; mediante una praxis ética que tenga en cuenta el respeto por el prójimo y el entorno como eje fundamental del sistema económico; debidamente enfocado desde la búsqueda de la excelencia y calidad en la forma de producir -garantizada por el Estado, pero sin su participación-  dirigida a brindar a los usuarios y consumidores, los mejores productos, como garantía para  la sustentabilidad de la especie y del planeta.
 El respeto al prójimo, la solidaridad y la búsqueda de  la excelencia humana como factores que practicados pueden minimizar el afán de ganancias a cualquier precio, son metas posibles de alcanzar mediante una nueva educación que aproveche las herramientas y estrategias que brindan la neurobiología, la psicología social y la educación de la inteligencia emocional, para producir más y mejor en armonía con el entorno. De hecho ya se ha comenzado a estudiar la psicología económica, según la cual ser rico no es malo, sino necesario y agradable, siempre y cuando sea producto del esfuerzo y la creatividad personal y no del aprovechamiento ilegitimo del trabajo de otras personas.
Alonso Camacaro
alonsocamacaro@hotmail.com
@soyservicio

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domingo, 1 de febrero de 2015

RAÚL ZAPATA A., PARTICIPACIÓN POPULAR, LIBERTAD Y CAPITALISMO

Sentir que se puede expresar libremente la opinión, que se puede con el voto y con la voz, influir en los asuntos públicos que nos afecten directa o indirectamente, sin temor a represalias por parte de los que tienen en sus manos el poder del Estado, pasa por limitar de una manera categórica los poderes de la clase política gobernante, para que no puedan tomar represalias contra opiniones y decisiones que no compartan. Para ello es necesario tener una constitución y leyes que empoderen a los ciudadanos y castiguen con severidad cualquier pretensión, desde las alturas del poder, de limitar las libertades individuales, ya sea expropiando, confiscando o limitando el uso y disfrute de sus bienes, o la posibilidad de eliminar o limitar algún otro derecho.
Lograr ese sueño es la gran revolución que necesitamos, la revolución de la libertad y la participación popular, democrática, directa y secreta, a través principalmente del voto, en todas las instancias de poder posible –elecciones de los Fiscales del Ministerio Público y Contralores nacionales, regionales y locales; jefes de policías municipales y regionales; gobernadores, alcaldes, etc.---. Y para ello es necesario democratizar los partidos políticos, institucionalizando las elecciones primarias, para que los parlamentarios y demás funcionarios públicos, libres de disciplinas partidistas,  respondan a la voluntad popular y no a los intereses de las cúpulas, como en las grandes democracias del mundo. Nuestros  partidos políticos deben  dejar de ser sectas, bandas organizadas para aprovecharse de la cosa pública, y la política,” la más excelsa de todos los oficios”, deje de ser percibida por nuestros conciudadanos, como “oficio de pillos y truhanes” 
Los venezolanos hemos sido testigos durante toda nuestra historia, de todas las perversiones que el autoritarismo, el estatismo y el socialismo  permiten. No solo es el desastre en que convierten la mayoría de las empresas en manos del gobierno, sino que además, manipulan a los obreros y empleados, coaccionándolos para que participen en sus actividades partidistas; y favorecen, en las relaciones comerciales de las mismas, a los amigos del partido. Debemos ir hacia formas de gobierno de poderes limitados, reduciéndoles prerrogativas, como a tener o encadenar medios de comunicación, entre otras cosas.
Necesitamos también garantizar los derechos económicos  ciudadanos, mediante un sistema libertades empresa y libre competencia: mediante el capitalismo –que es el único modelo capaz financiar programas sociales dignos y abundantes-- Privatizando las empresas en manos del gobierno y acabando con el proteccionismo a empresarios ineficientes. Libertad, participación y capitalismo, para Venezuela.
Raul Zapata
raulzapataa@hotmail.com
@RaulzapataA

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sábado, 31 de enero de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, ¿ESTADO "DE BIENESTAR" O CAPITALISMO?

El capitalismo no tiene nada que ver con los gobiernos. Por ende, menos tiene que ver con gobiernos "de ricos o de burócratas". Los gobiernos siempre están conformados por burócratas. Y los burócratas se hacen ricos gracias al poder del gobierno. Perennemente ha sido así, salvo honrosas excepciones. Por ello, es del todo incorrecto hablar de "gobiernos capitalistas" lo cual es una aberración ya que, por su propia naturaleza, los gobiernos son anticapitalistas en la medida que ninguno de ellos puede jamás producir absolutamente nada, y el capitalismo es un sistema de producción por encima de cualquier otra consideración.
La mayoría de las personas son ideológicamente anti-capitalistas en tanto que sostienen que "lo ideal" son modelos "intervencionistas", "mixtos", "híbridos", etc., que combinen "lo mejor" del capitalismo y del socialismo. Más allá que no puede hallarse ninguna certeza empírica sobre qué cosa podría catalogarse como "lo mejor" del socialismo, yo no conozco ningún caso de "éxito" de economías "híbridas", ni pasados ni presentes, aun cuando la mayoría de los planes económicos mundiales son de este tipo. Es decir si, son exitosos para sus burócratas, los directores al frente del gobierno y su corte de pseudo-empresarios prebendarios, pero no lo son para nadie que no forme parte de dicho círculo. A partir de la "hibridez", el nivel de vida de esos pueblos cayó en comparación al que tenían a comienzos del siglo XX. En lo que el capitalismo se respeta, pueden mostrar algunas variables positivas. Pero el balance neto es regresivo. Altas tasas fiscales son negativas respecto del nivel de vida de esos pueblos.
Se mencionan -como "modelos"- los casos de los países nórdicos, o de Europa occidental y los denominados "tigres asiáticos" como "ejemplos" de casos "exitosos" de intervencionismo económico o "mixto". Si por "éxito" lo que se quiere decir -en este contexto- es "riqueza", los datos de la historia económica nos revelan que aquellos eran mucho más ricos antes de la primera guerra mundial de lo que lo son hoy. La diferencia radica en que desde el fin de la primera guerra ha avanzado mucho el socialismo. En términos relativos, son menos ricos, aun cuando estén por encima de los países hispanoparlantes. En Latinoamérica existe más socialismo que en Europa y que en U.S.A. Por eso, es comparativamente más pobre, a pesar de sus criollos esquemas "híbridos" que los hunden más en la indigencia. En Argentina, la tasa de fiscalidad gira en torno al 45 % y cada vez hay más necesitados.
En esta línea, el "éxito" de los países europeos occidentales, los nórdicos, y asiáticos, radica en que son mas capitalistas que "híbridos", y no a la inversa. No hay un solo caso de "hibridez" exitoso. Después de la segunda guerra mundial Europa recibió un fuerte impulso económico en virtud del denominado Plan Marshall de postguerra, lo que permitió -en gran medida- la recuperación alemana y de las demás naciones devastadas por la contienda. Los fondos del "plan Marshall" fueron provistos por los contribuyentes de un país con una economía mayormente capitalista (los EEUU). Y si bien fueron otorgados a Europa por el gobierno americano, no quita su origen capitalista (capitales privados).
Lamentablemente, la inyección de capitales recibidos en Europa en virtud de dicho plan no fue adecuadamente aprovechada por los países recipiendarios, en la medida que se reemplazó el fascismo y nazismo por el "estado benefactor" o "de bienestar", no se abandonó el comunismo, ni se implantó una economía capitalista en ninguno de los países que habían estado involucrados en la conflagración. Con todo, se logró un restablecimiento importante que superó el de otras partes del mundo (exceptuando a los EEUU). Pero sería un gravísimo error creer o atribuir al intervencionismo o a la hibridez económica la reconstrucción. Por el contrario, esta se obtuvo merced a la adopción de cierto libre comercio (interno y externo) fuertes desregulaciones de precios y salarios, bajas tasas fiscales, reducción del gasto público, etc. Es decir todas medidas capitalistas.
El gobierno destruye riqueza. Jamás la crea, ni menos aun la "nivela". En el mejor de los casos, le quita a "Juan" para darle a "Pedro". Con lo cual, "Juan" pasa a ser pobre y "Pedro" rico. Es decir, es "un juego de suma cero". La redistribución (esencia del "paradigma mixto" en el que el capitalista produce lo que el gobierno reparte) no crea riqueza. A lo máximo la estanca, pero no la aumenta. Pretender lo contrario es un oxímoron. Argentina es otro ejemplo de país con una alta tasa de redistribucionismo, y a la vez una tasa creciente de pobreza. El resto de Latinoamérica no está en condiciones demasiado diferentes.
Relativo a las populares políticas redistributivas, lamentablemente, la historia no confirma la "tesis" en cuanto a que "quitarle al rico mejora al pobre". Tanto la teoría como la práctica nos dicen lo contrario. Hay suficiente evidencia empírica al respecto.
El capitalismo nada tiene que ver ni con la "autocracia" ni la "corporatocracia", porque son antiéticos estos esquemas con el capitalismo. Como explicó L. v. Mises: el capitalismo es el orden de cooperación social por excelencia, no superado por ninguno otro. El capitalismo no es un sistema político, sino económico.
Por desgracia, quedan pocos países capitalistas hoy en día. Y cada vez menos. Y no subsisten porque tengan "políticas públicas" socialistas, sino a pesar de ellas. Argentina es otro ejemplo de país con "políticas públicas" por toneladas. Y ¡cada vez es más pobre! EEUU declina en la medida que aumenta la cantidad de "políticas públicas". Y así sucede en el resto del planeta. Es una relación proporcionalmente inversa.
Nada hay "gratis" en la vida. Ni educación, ni seguro médico, ni seguro de desempleo, ni vivienda, ni préstamos. Todo tiene un costo. Nada es gratis. Seria hermoso que hubiera algo "gratis". Pero no existe. Todo eso se financia vía impuestos que pagan todos, ricos y menesterosos. Ninguno se salva de pagar impuestos. Hasta el mendigo de la calle los paga vía menor nivel de vida. Nadie se escapa de sufragar directa o indirectamente. Lo que no paga "Juan" es porque lo costeó "Pedro". Y lo que "Pedro" no solventó es porque "Juan" lo pagó. Ni Juan ni Pedro lo recibieron "gratis". Esto es una ley de la naturaleza, más que de la economía.
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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lunes, 29 de diciembre de 2014

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, QUE LA SEGUNDA VICTORIA DEL CAPITALISMO SEA TAMBIÉN DE LA DEMOCRACIA

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA
Nuestra tarea en 2015: hacer que la derrota del comunismo con la rendición de Cuba no sólo sea una victoria del capitalismo sino también de la democracia en Venezuela.
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Definida la naturaleza del régimen (una tiranía títere de Cuba) y la situación actual del país (colapso total provocado por la transferencia de la renta petrolera a la metrópoli y por el traslado del modelo comunista cubano, agravado por la baja del precio del petróleo), situémonos en la realidad americana actual.
Comienza 2015 con la segunda victoria del capitalismo sobre el comunismo. Hace poco celebramos el 25º aniversario de la caída del Muro de Berlín, que simboliza la primera derrota del comunismo por el capitalismo. Entonces desapareció la Unión Soviética, que se fragmentó en varias repúblicas, las cuales adoptaron la economía capitalista. Se independizaron los países satélites, que hicieron lo mismo. El comunismo dejó de existir en Europa. Y los partidos comunistas perdieron el poder, siendo sustituidos por gobernantes democráticos que fueron adhiriendo progresivamente a la Unión Europea. A fines del siglo XX había triunfado el capitalismo en  Europa y también la democracia, quedando derrotado el comunismo.
Los comunistas chinos se adelantaron a los cambios para retener el poder político a pesar de implantar el capitalismo. Iniciaron el viraje antes del derrumbe soviético con el lema: “un país, dos sistemas.” China es hoy un país capitalista con un sistema político comunista de partido único. Es una dictadura, que efectúa elecciones cerradas: sólo votan los comunistas y sólo pueden ser electos los comunistas. No hay derechos políticos, ni siquiera la libertad de expresión y de información. Este modelo ha sido copiado por Vietnam. Así, pues, en Asia triunfó el capitalismo, pero no la democracia.
Derrotado el comunismo en Europa y Asia, se produjo la globalización del capitalismo. En palabras de Hernando de Soto: “La caída del Muro de Berlín cerró un siglo largo de competencia política entre capitalismo y comunismo. El capitalismo queda como la única forma viable de organizar racionalmente una economía moderna. En este momento de la historia, ninguna nación responsable cuenta con otra opción”. Todo lo contrario pensaron dos desubicados: Fidel Castro y Lula da Silva. Decidieron revivir el comunismo en América Latina y para ello el Foro de Sao Paulo (Internacional Comunista de América). Desde luego, estaban condenados al fracaso. Pero durante 15 años se creyeron lo contrario porque consiguieron a un pendejo con real que financiara a la Internacional Comunista. Ese pendejo con real desafió a Estados Unidos sosteniendo a Cuba y trayendo a Rusia e Irán para intervenir en América Latina. Incurrió en la mayor estupidez geopolítica: retar a un gigante sin tener músculo.
Estados Unidos dejó que el gobierno títere desgastara a Venezuela sosteniendo a Cuba, a los chulos del Alba y a las islitas del Caribe, lo que sobrepasaba su capacidad. Dejó que Cuba explotara a Venezuela hasta desangrarla. Dejó que el gobierno títere se desgastara endeudando a Venezuela con Rusia para comprar chatarra militar. Dejó que el gobierno títere desgastara a Venezuela financiando el extremismo musulmán. Y esperó el momento oportuno. Entonces procedió a dar jaque mate a sus enemigos. Irrumpió en el mercado petrolero cambiando el escenario. En una jugada combinada con su socio, Arabia Saudita, ha hecho bajar el precio del petróleo. A Rusia le ha provocado el pánico financiero. Su economía se derrumba. Irán enfrenta la urgencia de un ajuste macroeconómico con riesgo político. Venezuela está en quiebra. Y Cuba, viendo que la rica y grande China no se ofrece a caer en la misma estupidez de sostenerla cometida por los comunistas venezolanos, corre presurosa a rendirse. Es una rendición así se la disfrace. Estados Unidos y la Unión Europea no renuncian al capitalismo. Cuba sí renuncia al comunismo, abriéndole las puertas al capitalismo.
Sin duda el capitalismo ha derrotado al comunismo en América. Es su segunda victoria mundial en apenas 25 años. Pero, cuidado, Cuba intentará imitar el modelo  chino: economía capitalista con los mismos comunistas gobernando. Y hacer lo mismo en Venezuela. Esto es precisamente lo que debemos evitar.
Nuestra tarea en 2015: hacer que la derrota del comunismo no sólo sea victoria del capitalismo, sino también de la democracia.
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A todos los demócratas les auguro un 2015 inolvidable.

Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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sábado, 20 de diciembre de 2014

GABRIEL S. BORAGINA, ¿CAPITALISMO, SOCIALISMO O SISTEMAS "INTERMEDIOS"?

GABRIEL S. BORAGINA
La mayoría de las personas de nuestro tiempo consideran que tanto el socialismo como el capitalismo son sistemas "fracasados" y que se necesita "algo nuevo". Cuando se les pregunta que sería "eso nuevo" que creen podría "reemplazar" ambos sistemas, responden invariablemente que debería tratarse de algo "intermedio" entre los dos, o que reúna las virtudes de uno y de otro. Esta forma de pensar tan popular y tan generalizada en el mundo de hoy ha recibido varios rótulos, por ejemplo unas veces se lo ha llamado "sistema mixto", otras "la tercera vía", otras, "intervencionismo", a veces "humanismo", y así por estilo. 

Sin embargo, esa misma gente suele desconocer que lo que diferencia al socialismo del capitalismo es el régimen que se le dé a la propiedad. Y de esta manera, mientras el socialismo propugna la propiedad "común", el capitalismo se basa en la propiedad privada de los medios de producción. Un sistema "intermedio" -como el que la gente propone- implicaría una suerte de transacción entre ambos tipos de propiedad. Pero como L. v. Mises se ocupó de aclarar magistralmente, no es posible ninguna clase de transacción entre propiedad privada y común:

"El más conocido y más respetado de los sistemas transaccionales cree efectivamente que puede recomendar soluciones a medias como institución permanente. Los reformadores agrarios desean socializar los factores naturales de producción, dejando la propiedad privada de los medios de producción en el resto del sistema económico. Al hacer esto parten de la suposición –considerada como evidente en sí– de que la propiedad común de los medios de producción genera utilidades más elevadas que la propiedad privada de los mismos. Dado que consideran la tierra como el más importante de los medios de producción, desean transferirlo a la sociedad. Con la debacle de la tesis que sostiene que la propiedad pública podría alcanzar mejores resultados que la privada, también se derrumba el concepto de reforma agraria. Quienquiera considere a la tierra como el más importante medio de producción ciertamente debe defender la propiedad privada de la misma si considera a la propiedad privada como la forma de organización económica por excelencia."[1]
Tales razonamientos son igualmente aplicables a cualquier clase de propiedad. Muchos de lo que condenan al capitalismo por defender la propiedad privada no estarían dispuestos a aceptar la propiedad mixta de sus propios bienes. Ninguno de los modernos anticapitalistas estarían proclives a poseer solamente la mitad de la propiedad de su automóvil, de su casa, de sus ropas, muebles, cuentas bancarias, tarjetas de crédito, de su sueldo, etc. y donar la mitad restante de la propiedad de estas cosas al dominio común o, como les gusta decir, "público". Hasta el más socialista o izquierdista se resiste con uñas y dientes cuando se le sugiere que sea el primero en dar el ejemplo en donar tan sólo un 10% de sus bienes a los más pobres o -como les gusta también llamarlos- "excluidos". El anticapitalista pretende invariablemente que sean los demás quienes se desprendan de parte o todas de sus posesiones. Pero él nunca aceptará hacerlo de sus propios bienes y demás pertenencias. Jamás le veremos dar el ejemplo de sí mismo.
Asimismo, el anticapitalista también parece desconocer que si se suprime o disminuye la propiedad privada, también se pierde la liberad como inexorable consecuencia:
"Nuestra generación ha olvidado que el sistema de la propiedad privada es la más importante garantía de libertad, no sólo para quienes poseen propiedad, sino también, y apenas en menor grado, para quienes no la tienen. No hay quien tenga poder completo sobre nosotros, y, como individuos, podemos decidir, en lo que hace a nosotros mismos, gracias tan sólo a que el dominio de los medios de producción está dividido entre muchas personas que actúan independientemente. Si todos los medios de producción estuvieran en una sola mano, fuese nominalmente la de la «sociedad" o fuese la de un dictador, quien ejerciese este dominio tendría un poder completo sobre nosotros. Nadie pondrá seriamente en duda que un miembro de una pequeña minoría racial o religiosa sería más libre sin propiedad, si sus compañeros de comunidad disponían de ella y estaban, por tanto, en condiciones de darle empleo, que lo sería si se hubiera abolido la propiedad privada y se le hiciese propietario de una participación nominal en la propiedad común. Y el poder que un multimillonario, que puede ser mi vecino y quizá mi patrono, tiene sobre mí, ¿no es mucho menor que el que poseería el más pequeño funcionario que manejase el poder coercitivo del Estado, y a cuya discreción estaría sometida mi manera de vivir o trabajar? ¿Y quién negará que un mundo donde los ricos son poderosos es, sin embargo, mejor que aquel donde solamente puede adquirir riquezas el que ya es poderoso?"[2]
Precisamente, lo que garantiza el sistema capitalista y lo que lo hace insuperable respecto de todos los demás sistemas existentes es la circunstancia de que atomiza la propiedad entre muchas manos, es decir, a través del capitalismo el poder se desconcentra y se dispersa. Por el contrario, en el socialismo y los sistemas "intermedios", "mixtos" o "intervencionistas" (o expresiones análogas), el poder tiende a concentrarse entre pocas manos. Y esas escasas manos -por lo general- están todas en el gobierno o cercanas al mismo. El poder absoluto lo detentaría quien poseyera absolutamente toda la propiedad de todo lo existente en el lugar o país en cuestión. Esta es justamente la razón por la cual los gobiernos del mundo son tan propensos a dictar leyes en contra de la propiedad, ya que por su intermedio ganan más y más poder sobre la gente indefensa.
 [1] Ludwig von Mises. "SOCIALISMOS Y PSEUDOSOCIALISMOS" Extractado de Von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analysis, capítulos 14 y 15. La traducción ha tenido como base la versión inglesa publicada por Liberty Classics, Indianápolis, 1981. Traducido y publicado con la debida autorización. Estudios Públicos, 15. Pág. 38.

[2] Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. pág. 140

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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lunes, 15 de diciembre de 2014

GABRIEL S. BORAGINA, ¿CAPITALISMO, SOCIALISMO O SISTEMAS "INTERMEDIOS"?

GABRIEL S. BORAGINA
La mayoría de las personas de nuestro tiempo consideran que tanto el socialismo como el capitalismo son sistemas "fracasados" y que se necesita "algo nuevo". Cuando se les pregunta que sería "eso nuevo" que creen podría "reemplazar" ambos sistemas, responden invariablemente que debería tratarse de algo "intermedio" entre los dos, o que reúna las virtudes de uno y de otro. Esta forma de pensar tan popular y tan generalizada en el mundo de hoy ha recibido varios rótulos, por ejemplo unas veces se lo ha llamado "sistema mixto", otras "la tercera vía", otras, "intervencionismo", a veces "humanismo", y así por estilo. Sin embargo, esa misma gente suele desconocer que lo que diferencia al socialismo del capitalismo es el régimen que se le de a la propiedad. Y de esta manera, mientras el socialismo propugna la propiedad "común", el capitalismo se basa en la propiedad privada de los medios de producción. Un sistema "intermedio" -como el que la gente propone- implicaría una suerte de transacción entre ambos tipos de propiedad. Pero como L. v. Mises se ocupó de aclarar magistralmente, no es posible ninguna clase de transacción entre propiedad privada y común:
"El más conocido y más respetado de los sistemas transaccionales cree efectivamente que puede recomendar soluciones a medias como institución permanente. Los reformadores agrarios desean socializar los factores naturales de producción, dejando la propiedad privada de los medios de producción en el resto del sistema económico. Al hacer esto parten de la suposición –considerada como evidente en sí– de que la propiedad común de los medios de producción genera utilidades más elevadas que la propiedad privada de los mismos. Dado que consideran la tierra como el más importante de los medios de producción, desean transferirlo a la sociedad. Con la debacle de la tesis que sostiene que la propiedad pública podría alcanzar mejores resultados que la privada, también se derrumba el concepto de reforma agraria. Quienquiera considere a la tierra como el más importante medio de producción ciertamente debe defender la propiedad privada de la misma si considera a la propiedad privada como la forma de organización económica por excelencia."[1]
Tales razonamientos son igualmente aplicables a cualquier clase de propiedad. Muchos de lo que condenan al capitalismo por defender la propiedad privada no estarían dispuestos a aceptar la propiedad mixta de sus propios bienes. Ninguno de los modernos anticapitalistas estarían proclives a poseer solamente la mitad de la propiedad de su automóvil, de su casa, de sus ropas, muebles, cuentas bancarias, tarjetas de crédito, de su sueldo, etc. y donar la mitad restante de la propiedad de estas cosas al dominio común o, como les gusta decir, "público". Hasta el más socialista o izquierdista se resiste con uñas y dientes cuando se le sugiere que sea el primero en dar el ejemplo en donar tan sólo un 10% de sus bienes a los más pobres o -como les gusta también llamarlos- "excluidos". El anticapitalista pretende invariablemente que sean los demás quienes se desprendan de parte o todas de sus posesiones. Pero él nunca aceptará hacerlo de sus propios bienes y demás pertenencias. Jamás le veremos dar el ejemplo de sí mismo.
Asimismo, el anticapitalista también parece desconocer que si se suprime o disminuye la propiedad privada, también se pierde la liberad como inexorable consecuencia:
"Nuestra generación ha olvidado que el sistema de la propiedad privada es la más importante garantía de libertad, no sólo para quienes poseen propiedad, sino también, y apenas en menor grado, para quienes no la tienen. No hay quien tenga poder completo sobre nosotros, y, como individuos, podemos decidir, en lo que hace a nosotros mismos, gracias tan sólo a que el dominio de los medios de producción está dividido entre muchas personas que actúan independientemente. Si todos los medios de producción estuvieran en una sola mano, fuese nominalmente la de la «sociedad" o fuese la de un dictador, quien ejerciese este dominio tendría un poder completo sobre nosotros. Nadie pondrá seriamente en duda que un miembro de una pequeña minoría racial o religiosa sería más libre sin propiedad, si sus compañeros de comunidad disponían de ella y estaban, por tanto, en condiciones de darle empleo, que lo sería si se hubiera abolido la propiedad privada y se le hiciese propietario de una participación nominal en la propiedad común. Y el poder que un multimillonario, que puede ser mi vecino y quizá mi patrono, tiene sobre mí, ¿no es mucho menor que el que poseería el más pequeño funcionario que manejase el poder coercitivo del Estado, y a cuya discreción estaría sometida mi manera de vivir o trabajar? ¿Y quién negará que un mundo donde los ricos son poderosos es, sin embargo, mejor que aquel donde solamente puede adquirir riquezas el que ya es poderoso?"[2]
Precisamente, lo que garantiza el sistema capitalista y lo que lo hace insuperable respecto de todos los demás sistemas existentes es la circunstancia de que atomiza la propiedad entre muchas manos, es decir, a través del capitalismo el poder se desconcentra y se dispersa. Por el contrario, en el socialismo y los sistemas "intermedios", "mixtos" o "intervencionistas" (o expresiones análogas), el poder tiende a concentrarse entre pocas manos. Y esas escasas manos -por lo general- están todas en el gobierno o cercanas al mismo. El poder absoluto lo detentaría quien poseyera absolutamente toda la propiedad de todo lo existente en el lugar o país en cuestión. Esta es justamente la razón por la cual los gobiernos del mundo son tan propensos a dictar leyes en contra de la propiedad, ya que por su intermedio ganan más y más poder sobre la gente indefensa.

[1] Ludwig von Mises. "SOCIALISMOS Y PSEUDOSOCIALISMOS" Extractado de Von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analysis, capítulos 14 y 15. La traducción ha tenido como base la versión inglesa publicada por Liberty Classics, Indianápolis, 1981. Traducido y publicado con la debida autorización. Estudios Públicos, 15. Pág. 38.
[2] Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. pág. 140

Gabriel Boragina
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