BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

miércoles, 18 de septiembre de 2013

EDILIO PEÑA, LA GLORIA DEL MARTIRIO

La guerra es una tragedia administrada por la técnica armamentista. Es el arte de la muerte. El parque militar de los ejércitos es sustentado por ese principio práctico en que deriva la política, una vez agotada. 

En campos de batalla, bandos enfrentados celarán poseer mayor poder de fuego que su contario, en la medida en que el fragor de la lucha acrecienta el deseo de triunfar. 

Aunque no siempre es suficiente el poder de fuego, si los conductores de la guerra no poseen ingenio militar para implementar tácticas y estrategias novedosas que sorprendan al enemigo, para conseguir derrotarlo. 

Agotada la técnica armamentista tradicional, así como la capacidad de los conductores militares, la ética de la guerra establecida en pactos, tratados o convenciones –como el de Ginebra- sucumben a la tentación de violarlo y hacer uso de armas letales prohibidas, pretendiendo acortar el camino hacia la victoria. Los hallazgos científicos y micro electrónicos terminaron por convertir la técnica armamentista en sofisticado instrumento de horror, para aniquilar tanto al enemigo como a inocentes que los secundan, asomados a una ventana o jugando en medio de una calle, bajo la lluvia de la metralla.

Víctima absoluta de la guerra es la inocencia, representada por los niños. 

Exterminados antes de tener memoria suficiente para recordar y comprender por qué ahora lucen la piel de un anciano, el desmembramiento del cuerpo, o el rostro del monstruo que les aterrorizaba en sueños. 

El retrato de Dorian Gray
Quien triunfa en una guerra, teme después que sobrevivientes de soldados muertos en combate, hayan procreado un fruto amado  e inocente, que les vengue a futuro. 

Los dictadores, en el poder por vías de guerra civil, religiosa o revolucionaria, sufren la idea de que en su contra se fragüe un tiranicidio desde la edad más temprana. El gusano del desvelo los lleva a blindarse en impenetrables anillos de seguridad, a pesar de que en el bosque profundo de la noche, sospechen que en algunos de estos anillos, se halla su virtual y frío asesino, como el espectral cuchillo que conduce a Macbeth a matar al rey Duncan, en la obra de William Shakespeare.

Aun en su senectud, Fidel Castro no puede sentirse seguro en sus pesadillas de sangre, de la inocencia sembrada que dejó el general Arnaldo Ochoa, después de que Castro ordenó su fusilamiento por ser  rival seguro, que lo hacía temblar de envidia ante la leyenda de Ochoa, ganada al frente de cuarenta mil hombres en batallas de campo, allá en el corazón de África. 

Guerra que Fidel Castro no podía dirigir a través de un teléfono satelital, mientras asesinaba con alfileres rojos,  el mapa del extenso continente negro. 

Aquél que mata por razones mezquinas o gloriosas, inevitable es que desate el león de  la venganza. Será acechado por éste, y los muros del poder no serán suficientes para preservarlo ni de su misma paranoia. 

En el porvenir, la víctima puede ser encarnada por alguien inesperado, y ejecutar sin dilación, al victimario o dictador. Quien disparó a la cabeza de Muamar Gadafi, es uno de ellos.

El dictador advierte el peligro en la flor de la inocencia. Apura convertirla en aliada fiel o sus pétalos, en sangre. 

Hitler creó un ejército de niños dispuesto a dar la vida por él. El anterior presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad -quien fue instructor de la organización Basij-, adoctrinaba niños para la gloria del martirio, forzados a inmolarse durante los ocho años de la guerra contra Iraq. A estos niños, que marchaban con una llave de plástico en el cuello, Ahmadineyad les asignaba la  terrible tarea de barrer campos minados por iraquíes, a cambio de prometerles, una vez que estallaran las minas, llegar pronto al paraíso. 

Luego, en honor  a los mártires inocentes, los tanques iraníes pasarían raudos sobre sus restos diseminados y vencerían finalmente a los enemigos iraquíes. Mahmud Ahmadineyad como presidente en ejercicio de Irán, recibiría una réplica de la espada de Simón Bolívar, por parte de Hugo Chávez. Quizá el finado presidente, ensoñaba tener también, un ejército de niños a disposición de su   aventura totalitaria.

Quien usufructúa la presidencia de Venezuela, se ha hecho solidario y corresponsal del gobierno criminal de Siria, –con asombroso nivel de insensibilidad- en la masacre más espantosa con gas Sarín ejecutada en el siglo XXI, por órdenes de Bashar al-Asad, donde numerosos niños murieron. 

Con su declaración, el ilegítimo expone a la sociedad venezolana, al convertirla en objetivo militar de esa organización terrorista que combate contra el ejército sirio: Al Qaeda, la misma que degrada y entorpece a la verdadera oposición de Siria, en su accionar contra el dictador Bashar al-Asad. 

Recordemos que es costumbre de Al Qaeda, en sus acciones terroristas en el mundo, no importarle la geografía, si tiene que ir tras sus enemigos, así sean inocentes que sueñan con ir al paraíso, pero no por los senderos de la muerte.

edilio2@yahoo.com
@edilio_p

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PACIANO PADRÓN, LA ETERNA DEUDA EXTERNA

El predecesor del ilegítimo -hace ya más de catorce años- expresó con razón que nuestra deuda externa es eterna; lo que no dijo entonces es que él la haría más grande y más eterna, valga la expresión. El régimen comunista-castrista que soportamos multiplicó por ocho la deuda de Venezuela con otros países.

Lo que resulta más contradictorio es que crece la deuda justo cuando Venezuela tiene los más altos ingresos de divisas en su historia.  En los últimos tres lustros  el país ha recibido más dólares por concepto petrolero, que todos los que ingresaron durante la totalidad de los gobiernos republicanos, comenzando desde 1811 con la Primera República. Tales ingresos extraordinariamente cuantiosos no son consecuencia de ninguna acertada política del gobierno, son simplemente el producto del incremento de los precios del petróleo en el mundo por razones coyunturales. Esos ingresos se han despilfarrado, la ineficiencia y la corrupción han hecho leña de ellos; la mala administración se los ha tragado, se han ido por la cloaca de la corrupción.

         La deuda de la República llega a 1.5 billones de bolívares, entiéndase bien, billones, con “b” de barbaridad y brutalidad. Tal deuda equivale a cuatro veces el presupuesto venezolano, según cifras recientes de Transparencia Venezuela. Haciendo un ejercicio ficticio e improcedente, y sin considerar los intereses pautados, pagaríamos la deuda externa en cuatro años, si durante ese tiempo el cien por ciento del presupuesto, sin que quede un solo bolívar para más nada, se dedica a cancelarla. Tremendo freno para el desarrollo es la herencia de este régimen anti-patriótico, irresponsable y corrupto hasta los tuétanos.
        
La deuda externa del país ha sido octuplicada durante este nefasto y putrefacto régimen que ya se aproxima a los quince años. Retumban las palabras del “Comandante eterno”: la deuda externa venezolana es eterna. La desgracia actual puede revertirse y la  vamos a revertir.

         La deuda pública de la República es hoy de aproximadamente 88 mil 919 millones de dólares, mientras que la de PDVSA es de 230 mil millones de dólares. Nuestra empresa petrolera es un saco de piedras en los hombros de la República, antes fue prosperidad y riqueza, hoy, si bien genera recursos al Estado, se ha endeudado de tal manera que se traga los ingresos. El gobierno de Venezuela -cuando tengamos gobierno- debe asumir y enfrentar con firmeza esta situación que requiere de una fuerte dosis de buena administración y sanas políticas gerenciales.

         PDVSA cuenta entre sus activos deudas por cobrar por 42.706 millones de dólares, de los cuales más de 20 mil millones son acreencias de los países de Petrocaribe. Me atrevo a asegurar que esa deuda en muchos casos no será cancelada nunca, bien por dificultades económicas de los países deudores y morosos,  o porque tales deudas no tienen verdaderas garantías para convertirse efectivamente en dinero que ingrese a las arcas de PDVSA y al Tesoro Nacional.

         Nuestra petrolera adeuda a sus proveedores 16.747 millones de dólares, 35% más que en 2011 y casi 100% más que en 1998. Dicho de otra manera, PDVSA es mala paga, le incumple a sus proveedores, a quienes le tienden la mano para surtirla de los elementos necesarios para su producción. El pasivo de la petrolera estatal venezolana el año pasado era de 142 mil 596 millones de dólares, lo que significa un incremento del 86% en dos años.

Un endeudamiento que no tiene freno ni lógica de ninguna naturaleza, es una verdadera locura. Si en Venezuela tuviéramos un Parlamento, si existiera un Ministerio Público y un Poder Judicial, ya estarían presos quienes por ineptitud o corrupción han endeudado ilegal y alocadamente al país.  

E-Mail: pacianopadron@gmail.com. 
Twitter: @padronpaciano.

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ERNESTO GARCÍA MAC GREGOR, EL COMUNISMO DE LOS BOLIBURGUESES, VERDADES DOLOROSAS

Que fastidioso resulta oír a cada rato las insoportables, abusivas y obligatorias cadenas nacionales con la misma cantaleta de siempre, revendiendo refritos revolucionarios obsoletos. El discurso sigue siendo el mismo: el capitalismo abusador, el imperialismo que nos va a invadir, la burguesía golpista y magnicida, la oposición saboteadora. Que falta de originalidad. Pero sobre todo, que tan lejos de la realidad abrumadora. Porque en verdad, el capitalismo salvaje y exhibicionista, con su sabrosa sociedad de consumo es la regla de los boliburgueses enchufados.

Lo cierto es que no se puede jugar al comunismo en un país capitalista en plena era de globalización. Como dice Jesús Elorza, si el índice inflacionario es elevado, lo bajan diciendo que todo es por culpa del imperialismo. Si las reservas internacionales disminuyen, alegan que esa falsa información proviene de una campaña orquestada por EEUU contra la revolución bolivariana. Si el desempleo alcanza cifras elevadísimas, todo es por culpa de la oligarquía golpista. Si las reservas de oro son trasladadas a La Habana, señalan que eso no es problema de nadie puesto que Cuba y Venezuela constituyen un solo país.
Hoy vemos los resultados del modelo económico comunista impuesto por Chávez y su equipo de gobierno en estos últimos 14 años. Las viviendas regaladas no tienen documento de propiedad y ahora Maduro exige pagarlas. Ya Chávez había anunciado que la tierra en Venezuela no es de nadie porque es de todos y que no hay títulos de propiedad a semejanza con Cuba. Por su parte, las tierras y las empresas que se expropiaron en nombre del socialismo están abandonadas o en la quiebra generando los altísimos niveles de escasez que hoy sufrimos.
Por otra parte, no cabe la menor duda que el pueblo no quiere convertirse en Cuba y jamás, por muy paupérrimo que sea y por mucha adoración que se le tenga al que te conté, va a aceptar convertirse en comunista. Lo que ocurre es que la gente aguanta callada (por ahora) porque nadie quiere perder su condición de activista del proceso y dejar de recibir la guanábana de las misiones.  Que oiga quien tiene oídos…

garciamacgregor@gmail.com

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EGILDO LUJAN NAVA, TRABAJANDO POR EL ARMISTICIO, FORMATO DEL FUTURO…

Aquellos que viven en Venezuela hurgando entre los hechos del Siglo XIX para justificar los aciertos o fracasos que ellos lideran en pleno Siglo XXI, no pueden continuar recurriendo a las tergiversaciones interesadas sin tener que asumir el costo de semejante atropello a la verdad.

Tal osadía, ciertamente, ha servido para llenar el recipiente de las satisfacciones subjetivas y de la alimentación de un ego que carece de dimensiones definidas. No obstante, ofende a gran parte de la población que, por formación familiar o escolar, siempre entendió de qué se trató, por ejemplo, la lucha independentista. A la vez que trata de desvirtuar  las razones por las que ese mismo contingente de venezolanos hoy se resiste a cultivar una actitud pasiva e indiferente ante la pretensión de los que se empeñan en llenar cerebros infantiles de falsas concepciones de las relaciones interpersonales, como de construir una frágil conciencia sobre lo que significa ser realmente hijo de Venezuela.

En el nombre de los que idearon, pensaron, trabajaron y lucharon por darle forma y figura a esta  Nación que luego sería Patria verdadera, ha emergido una secta cuya mayor distinción histórica ha sido la de autodenominarse más venezolanos que el resto de sus hermanos; más patriotas que la otra parte que ha definido mental y espiritualmente su propia manera de amar a la Patria; más auténticos y sinceros en su lucha contra la fantasmagoría de las supuestas fuerzas indignas y malignas que nacen en las entrañas de un imperialismo, cuya autenticidad, sin embargo, no pasa de ser útil cartón piedra en los llamados “backing” de las arengas templeteras que alimentan el remozado populismo tropical en estos rincones del continente.

Barata social y políticamente hablando sería semejante conducta, si esa secta no hubiera trascendido sus bien recibidas pretensiones transformadoras iniciales, para convertirse después en esa especie de fuerza destructora de la base institucional pública de la Patria que dicen amar y defender. Porque la verdad es que si de alguna conquista ella puede hoy ufanarse dentro y fuera del territorio nacional, es de haber volteado al país con sus sueños de vanguardia, secuestrar sus esperanzas de constante transformación, y llenar el presente de trincheras individuales y familiares para diseñar y materializar sobrevivencia permanente, de largo aliento.

En el orden económico, como en el social y el moral, poca diferencia visual y espiritual existe entre las imágenes globales que reseñan el dolor del masacrado pueblo sirio, por su empeño en vivir en libertad, y el cementerio de motivaciones y entusiasmo que las expropiaciones, los despojos y llamados rescates de tierras incultas ha provocado un accionar inspirado en una presunta justa distribución de las tierras y necesaria lucha de clases.

Por temérsele a la libertad económica y al libre devenir de una sociedad con capacidad para disentir, no ha importado condenar a esa misma sociedad a entregarse a la obligación de vivir de colas en colas para adquirir los bienes que le permitan satisfacer sus necesidades básicas, recibir un servicio médico asistencial preventivo y curativo digno, una educación para el desarrollo motivacional y productivo, y  una enseñanza conductual acorde con lo que significa vivir rodeado de fundamentaciones éticas y morales.

Ante tal cultivo de inexplicables acciones de parte de quienes han convertido los símbolos patrios en el ícono referencial de su manera de construir “país-potencia”, los inevitables como lógicos resultados pasan a ser ahora, según la concepción sectaria de los que detectan la subyacencia del riesgo de alimentar impaciencia sin capacidad de apaciguarla a la brevedad, el rostro de una supuesta guerra económica que “obliga” a actuar contra sus responsables, los hacedores de sabotajes, los enemigos de la paz y de la concordia.

Venezuela, entonces, es campo abierto de la peor de las guerras que puede vivir país alguno: el de la posibilidad de tener que someterse a la violencia del hambre. La verdad es que no poder comprar un kilo de harina precocida, aceite comestible, leche fría y en polvo, margarina  o azúcar, es una batalla que pierde el consumidor.

No poder entender cómo es que si se exportan cada día por un precio superior de los  100$ los barriles de petróleo que quedan de la producción de 2.300.000 barriles diarios y el consumo interno de 800.000, no haya posibilidad de atender las necesidades mínimas de las fincas y empresas que producen y los comercios que distribuyen los bienes producidos. ¿Y esa es una batalla que gana quién o pierden quiénes?.

Asimismo, a diario se multiplican los exhortos y llamados a una importante lucha contra la corrupción. Pero los observadores de esa otra faceta de la guerra económica, los venezolanos, son suspicaces, se manifiestan escépticos ante la manera como se pretende erradicar esa plaga moral. ¿Acaso porque no califica como batalla, sino como una simple riña callejera?.

Pocos entienden en qué consiste y cuál es la base de esa llamada “guerra económica”. Aunque, comparativamente con el rebuscamiento de siempre de los vericuetos históricos para tratar de hacer entender que los fracasos de hoy no pasan de ser errores circunstanciales, es una tesis novedosa. Pero no convincente.

Porque aquello que los venezolanos esperan con extrema urgencia, si es que hubiera esa llamada “guerra económica”, es la inmediata aparición de alguna vaga propuesta dirigida a lograr que entre los ministros de la economía, el Banco Central de Venezuela y la presidencia de la República se suscriba un armisticio, cuyo único propósito sea el de diseñar un Plan de Gobierno en materia económica para disciplinar el gasto público, atacar las causas de la inflación, estimular el crecimiento sustentable de la economía y respetar el derecho de propiedad, única manera de reactivar las inversiones nacionales y extranjeras.

Mientras que la nación siga estando a merced de cada grupo en disputa por esa especie de botín en el que se ha convertido el ejercicio del poder en Venezuela, y que cada tendencia siga actuando de espalda a la de los otros, ese gran vocero que se “encadena” permanentemente  para desentenderse de dichas intrigas, jamás podrá convencer a seguidores y adversarios sobre la sinceridad y firmeza de sus llamados públicos.

Dicho armisticio, obviamente, sería el gran paso inicial  para que lo que comenzó a hacerse sentir en todo el país hace ya doscientos días, no siga siendo la peor referencia  sobre la  Venezuela del Siglo XXI, que se empeña en vivir de las deformaciones históricas del Siglo XIX: la escasez de papel sanitario. Y esa sí es una batalla que ganarían todos los venezolanos. ¿0 es que tampoco hay disposición o capacidad gubernamental para, dentro de esa supuesta  “guerra económica”, lograr que el pudor colectivo nacional se administre de manera íntima en las salas de baño de los hogares de los venezolanos, sin que tenga que ventilarse en las marquesinas de Wall Street en Nueva York?

egildolujan@gmail.com

ENVIADO A NUESTRO CORREOS POR
Edecio Brito Escobar (CNP-314)
ebritoe@gmail.com

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NELSON MAICA C., PUEBLO VICTIMA DEL GOBIERNO 1, POLITICA

1.      Nota 1. Veamos: Herbert Spencer, 1820-1903, ingles, positivista, ingeniero civil. Sostenía que la evolución natural es la clave de toda la realidad; los organismos biológicos evolucionan adquiriendo nuevos rasgos por adaptación al medio ambiente que se hacen hereditarios.
2.      La evolución natural conlleva a la supervivencia del más fuerte; pero es preciso que los demás ayuden a los más débiles.
3.      Apoyaba la caridad voluntaria; pero no con los impuestos.
4.      Según él, la sociedad evoluciona hacia formas más complejas de acuerdo con la sobrevivencia del más fuerte, tanto a nivel individual como a sociedades.
5.      Se opuso a toda manifestación de socialismos porque viola el principio de “igual libertad”.
6.      Una voz contra la excesiva, en su opinión, reglamentación por las ramas del estado y en particular por la rama legislativa.
7.      Reacción frente a la avalancha de ordenamiento social que el legislativo genera, supuestamente, empujado por la propia dinámica social y por la politiquería de los legisladores.
8.      Es posible que la dinámica social requiera de cierta legislación; pero la politiquería de los legisladores, tal vez pase, también, por querer o desear, erróneamente, que la sociedad puede moldearse a su voluntad.
9.      Lo equitativo seria que el órgano legislativo se concrete a garantizar el mantenimiento mínimo de criterios de igualdad capaces de impedir que los grupos sociales fuertes se impongan y/o se aprovechen de los grupos más débiles.
10. H Spencer es partidario de la supervivencia de los más fuertes, de los más aptos.
11. No ve con buenos ojos que reglamentos y leyes protejan en demasía a los grupos sociales vulnerables.
12. Para H Spencer la gran superstición política del pasado fue el derecho divino de los reyes y, del presente, el derecho divino de los parlamentos.
13. ¿Qué ha pasado? La sociedad civil no ha tomado debida nota y precauciones; en consecuencia, la libertad del individuo viene cediendo, está disminuyendo más y más y una de las causas es la legislación.
14. Las medidas dictatoriales, autoritarias, se multiplican con rapidez, han estrechado continuamente las libertades individuales.
15. Se ha promulgado reglamentación, cada vez en mayor cantidad, que restringe al ciudadano en esferas donde sus acciones eran anteriormente libres y lo han obligado a acciones que previamente  podía realizar o no, según su deseo.
16. Se le ha impuesto al ciudadano pesadas cargas públicas, de todo tipo, que restringen su libertad y disminuyen la parte de su salario que podía gastar como quisiera y le han aumentado la parte que se le quita para los funcionarios del gobierno. La tendencia no es a disminuir, sino a aumentar.
17. Parece ser que llego el momento de tocar la campana de alerta y de actuar decididamente frente a los males que nos amenazan desde el gobierno.
18. Habrá que hacer frente a las críticas, objeciones, etc., que seguramente surgirán; pero para luego es tarde.
19. Los liberales de antes ahora son conservadores; los revolucionarios de antes ahora son liberales, conservadores, socialistas, comunistas, y, así, sucesivamente. Todo cambia, todo evoluciona, todo se transforma.
20. Tomemos un ejemplo. Imaginación. Empecemos por el principio. Conservadores y Liberales. Ambos, en un tiempo ha, representaron dos tipos de organizaciones sociales: Esparta y Atenas, Militar e Industrial, Pretorianos y Artistas, etc.
21. Antiguamente: Militar = Estado / Industriosos = Contrato. Hoy, entre las naciones occidentales, el régimen de contrato, ha llegado a ser general.
22. Pero los ciudadanos, la persona, la gente, independientemente de la organización social a la cual pertenezca y el sistema de regulación que prive, realiza actividades de todo tipo y las combina con el fin de vivir. Bajo una regulación obligatoria y bajo una regulación voluntaria o como se les de nombrar.
23. La estructura con regulación obligatoria se asemeja a un ejército formado por individuos reclutados a la fuerza, ubicados en unidades con diversos grados y tienen que obedecer órdenes bajo pena de muerte y reciben alimento, vestido y paga, distribuidos arbitrariamente.
24. La estructura con regulación voluntaria se asemeja a un grupo, conglomerado, unidad, asociación, etc., de productores y/o distribuidores quienes libremente acuerdan recibir una recompensa especifica por devolución de servicios prestados específicos, y pueden, a voluntad, previo aviso, abandonar la organización si no les agrada o conviene.
25. La aparición de estas dos formas de organización, que algunos denominan cooperación y otras, incluso en Inglaterra (donde hay copiosa documentación), se realizo de forma lenta y gradual.
26. Mucho tiempo antes de que aparecieran los nombres de conservadores y liberales hay huellas de grupos, partidos, etc., conectados con el militarismo y/o con los industriales.
27. Y fue en las ciudades con mucha gente, donde había trabajadores y comerciantes relacionándose, comprando y vendiendo, cooperando, bajo la figura del contrato, donde emergió la resistencia, la oposición, a una reglamentación coercitiva, por la fuerza, que ejercía el gobierno.
28. El gobierno ejecutaba su fuerza, su dominación, su control, con más facilidad en las zonas rurales, en manos de jefes militares, subordinados, con ideas y tradiciones primitivas; se explica porque fueron, durante el periodo de la revolución, captados y/o monopolizados por los conservadores. Entre tanto las ciudades grandes, con manufacturas, comercios y puertos se inclinaron por los liberales. Así, para algunos, se impuso el origen de los dos partidos.
29. Otros hechos fueron imponiendo realidad y doctrinas. El liberalismo se opuso a restablecer el poder monárquico sin límites y restricciones.
30. Los liberales consideraban la monarquía como una institución civil establecida por la nación para beneficio de todos sus miembros; para los conservadores el monarca era el delegado del cielo en la tierra.
31. Para los liberales la sujeción de los ciudadanos al gobernante era condicional y, para los conservadores era incondicional.
32. Henry St John, primer vizconde de Bolingbroke, 1678-1751, estadista y escritor inglés, nos dejo una descripción de los liberales y conservadores para finales del siglo XVII, veamos: “El poder y la soberanía del pueblo, un contrato original, la autoridad e independencia del parlamento, libertad, resistencia, exclusión, deposición, abdicación, estas eran ideas que se asociaban por cada liberal que eran inconciliables e incompatibles con el concepto conservador”… “Derecho divino, hereditario, inconmutable, sucesión lineal, obediencia pasiva, prerrogativa, no resistencia, esclavitud, voto negativo y, en ocasiones, también papismo, se asociaban por muchos al concepto de conservador y se suponían incompatibles igualmente con la idea de liberal”.
33. Al comparar ambas ideas nos encontramos con: liberales: resistir y disminuir el poder coercitivo del gobernante sobre gobernados; conservador: mantener y aumentar el poder coercitivo del gobernante sobre los gobernados.
34. En Inglaterra los principios liberales se encuentran evidenciados en: el Acta del Habeas Corpus. Los jueces fueron declarados independientes de la Corona. La derrota del Bill de no-resistencia. En el Bill de Derechos (asegurar a los gobernados contra las agresiones monárquicas). Se importantizo el principio de la cooperación voluntaria. Etc.
35. Posteriormente, la política “del partido” siguió la misma tendencia. Mr. Green, luego de la muerte de la Reina Ana, apunto: “Los ingleses habían olvidado que era posible perseguir por diferencias de religión, suprimir libertades como la de prensa, cometer arbitrariedades en la administración de justicia y/o gobernar sin parlamento”.
36. Durante la última guerra y, después, se experimento la restricción de la libertad individual, apareció un movimiento hacia el militarismo que se manifestó con medidas coercitivas contra las personas y propiedades, supresión de reuniones públicas, amordazar la prensa.
37. La influencia liberal permitió el resurgimiento del régimen industrial y volver a su peculiar tipo de estructura; derogar las leyes que prohibían las asociaciones entre artesanos y las que entorpecían su libertad de viajar; se permitió a los disidentes profesar sus creencias sin sufrir determinadas penas civiles; libero a los católicos para profesar su religión sin menoscabo de su libertad.
38. En cuanto a la libertad se fue extendiendo mediante Actas; se prohibió la trata de negros y su mantenimiento en esclavitud; se abolió el monopolio de la compañía de la Indias Orientales y se abrió para todos el comercio con Oriente.
39. Por el Bill de la Reforma y el Bill de la Reforma Municipal se disminuyo el número de los no representados para que tanto en la nación como en el municipio la mayoría dejara de estar bajo el poder de la minoría. Los disidentes no fueron obligados por más tiempo a someterse al matrimonio eclesiástico y se les permitió casarse civilmente.
40. Más tarde se quito la disminución y supresión de restricciones para comprar mercancías extranjeras y para emplear barcos y marineros extranjeros; también, se elimino la censura de prensa.
41. Todos estos cambios se debió a los liberales y a su sintonía con principios sostenidos y profesados por la mayoría de la población. Principios comunes a todos.
42. ¿Por qué recordar esto? Para no olvidar lo que fue el liberalismo del pasado y se pueda comprender mejor el liberalismo del presente. Todas esas medidas tomadas tenían un carácter común y, parece, que nuestros líderes actuales, sobre todo los de oposición, se les ha olvidado el carácter común que deben tener los planteamientos políticos ahora.
43. Estos cambios realizados en esa época por los liberales disminuyeron y pararon la posibilidad de la instauración inmediata, por el gobierno, de la cooperación obligatoria en la vida social y permitieron el crecimiento de la cooperación voluntaria, libre.
44. Los liberales impidieron, de una u otra forma, un mayor peso de la autoridad del gobierno y aumentar el área de libertad de cada ciudadano.
45. El liberalismo representa la libertad individual contra el autoritarismo, el gobierno autoritario, hoy, aquí, contra el castro comunismo. La historia, los hechos, lo confirman. Hoy, aquí, el pueblo es víctima del gobierno castro comunista. Represión, terror, crimen. Inseguridad. Hambre. Escasez. Colas.
46. ¿Los liberales han perdido de vista sus logros? No. Todo tiene su explicación. Todo cambia.

Para mí, no importa si les echas la culpa de todo a los judíos, a los homosexuales, al sexo masculino, a los masones, a los jesuitas, a los parásitos del estado de bienestar, a la elite del poder, al sexo femenino, a los vegetarianos o al partido comunista. Desde el momento en que necesitas echar la culpa a otro simplemente no tienes preparado el cerebro de manera eficiente para resolver tus problemas”, Robert Anton Wilson, Usa, 1932-2007.

“Yo soy mi propia limitación. Sin mi limitación, yo soy”. Palabras pintadas sobre una puerta de una edificación Maya.

nelsonmaica@gmail.com


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SAÚL GODOY GÓMEZ, EL NACIONALISMO

Isaiah Berlin estaba conteste en que, dentro de las necesidades del ser humano, éste  requiere de  comida, saciar su sed, tener seguridad, un techo y, entre las muchas cosas que necesita, precisa “pertenecer”, ser parte de una sociedad, con un mismo lenguaje, estar con gente que comparta una misma cultura, que entre ellos se sienta a gusto, que cuando hablen, no haya que explicar muchas cosas, pues todos se entienden.

Pero si además se le da la promesa y la ilusión de que van a pertenecer a un grupo dominante, con poder, a un Estado Nación con un plan histórico, con un pasado glorioso y un futuro de triunfos, la oferta puede ser demasiado tentadora, sobre todo para gente ignara, incapacitada para decidir por ellos mismos cosas tan importantes como qué hacer con sus vidas; una propuesta de esta naturaleza les resuelve todas sus angustias, ya no tienen que pensar, todo viene preparado, las preguntas y las respuestas, qué hacer y cómo hacerlo, a dónde ir, con quién estar, qué decir… sólo hay que seguir al líder, obedecer y jamás cuestionarse las razones y las consecuencias de sus actos.
El nacionalismo necesita de las masas, mientras más necesitadas e ignorantes mejor, y, por supuesto, de un líder (tratar de hacer nacionalismo sin un líder es un absurdo, pero es imposible tratar de hacerlo con un extranjero). Entre los líderes, el demagogo es el más peligroso, ya que utiliza las ideas y la palabra sin importar sus consecuencias, y al contrario de otro tipo de conductores de hombres, que usan el poder de la masa para fines constructivos y para el progreso de sus naciones, el demagogo conduce a las masas, inevitablemente, por caminos oscuros hacia la destrucción.
Eso fue lo que hizo Hitler en la primera mitad del siglo XX en Alemania, y lo que hizo Stalin en Rusia, Mao en China, Pol Pot en Camboya, Fidel en Cuba, Chávez en Venezuela; por supuesto, cada uno de esos nacionalismos tenía sus diferencias, sus características regionales e históricas, sus muy particulares líderes y circunstancias; pero, a pesar de los matices, había un trasfondo común para todos esos nacionalismos: una patria y un proyecto.
En primer lugar, tenemos que admitir que el nacionalismo representa la fuerza social más poderosa en muchos lugares del mundo, y no es exclusivo de la derecha, la izquierda lo sufre con igual intensidad y frecuencia; no importa la ideología cuando el nacionalismo revuelve las pasiones más profundas de un pueblo, y como pasión que es, apela a las más básicas y primitivas  de las pulsiones del ser humano, esas que atañen a la tribu, al grupo, al terruño, a los ancestros… por ello no es de extrañar que muchos intelectuales y personas preparadas se dejen arrastrar por esa marejada de patriotismo y supremacía, consciente o inconscientemente se entregan a la fiebre de un líder y una cultura, creen fervientemente en la superioridad de ideales y posibilidades del grupo, en sus promesas de una mayor gloria y alcances, que están fuera de las posibilidades de un individuo.
El nacionalismo necesita de una herida abierta o una humillación, el resentimiento es clave para el surgimiento de este movimiento, bien sea por un pasado colonial, una guerra perdida, una ideología diferente, la envidia a una cultura superior inalcanzable, la riqueza de los otros… Siempre hay una o varias razones que funcionan como espuelas en los ijares del pueblo y que el líder utiliza para provocar ese reclamo histórico, ese deber impostergable de hacer justicia; aquí surge el segundo ingrediente, pegadito del resentimiento y el desprecio hacia los otros, y es la creencia inculcada por el líder a las masas de un destino superior para su pueblo, primero en la negativa a seguir patrones o copiar comportamientos ¿O es que no somos tan buenos como ellos… quizás hasta mejores?  Entonces empieza el proceso de transformar en veneno todo lo que viene de “allá” para “acá”, comienza la descalificación del otro, de su sistema de vida, de su cultura, todo con la intención de alimentar el odio y definir el enemigo.
Berlin asume que se trata de un complejo de inferioridad, sublimado en uno de superioridad, con el fin de justificar agresiones, levantar muros, iniciar persecuciones, expulsar embajadores y declarar la guerra. Para ello hay que enaltecer los valores autóctonos, se devela un pasado glorioso, de grandes avances, con idearios insuperables y dignos de seguir, algunos llegan a falsificar evidencias y modificar la historia para construir una edad dorada que todo el mundo quisiera tener como suya.
De aquí nace un perverso altruismo; el deber de una nación de imponer a las otras su visión del mundo, sus costumbres, sus glorias, se transforma en un acto de “caridad” al ayudar a los otros a surgir, al civilizarlos en la verdad verdadera, esa es la misión que justifica el dominio y el conflicto.
Berlin creía en una conciencia nacional, saludable, armónica y necesaria para los pueblos; al llevarla al extremo, los nacionalistas la convirtieron en una patología. Uno de sus más nocivos catalizadores, nos señala, es la soberanía, que es cosa muy distinta a la independencia nacional; la soberanía conduce a los grupos humanos en curso directo hacia el conflicto y los enfrentamientos, es por ello que los nacionalismos tienen en la soberanía su piedra angular, la idea de soberanía sostiene todo el edificio del nacionalismo, la soberanía es y será, según Berlin, el mayor obstáculo para una convivencia mundial.

(Este artículo se basó en una entrevista para radio que le hizo Bryan Mcgee, en 1992, a Sir Isaiah Berlin). – 

saulgodoy@gmail.com


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ROSALÍA MOROS DE BORREGALES, REFUGIO EN EL OCÉANO

Me encuentro sumergida a 18 metros de profundidad en nuestro mar Caribe deleitándome de la diversidad de especies en el arrecife de coral. Una vez que he superado toda la parafernalia de los equipos y la técnica para sumergirme, puedo sentirme bienvenida en un ambiente al cual no he sido invitada; sin embargo, pareciera recibirme calurosamente. No solo me permite disfrutar de sus colores, de la belleza que encierra su diversidad, también suscita en mí una profunda inspiración. Basta mirar a la naturaleza en cualquiera de sus ecosistemas para darnos cuenta que, al igual que los seres humanos, la vida en familia es el común denominador entre las diferentes especies.

Mientras nado lentamente mis ojos se recrean con un cardumen de intensos morados que al ver de cerca parecieran haber pasado por la paleta de un pintor; más allá me embelesa otro cardumen, tan numeroso que tengo que atravesarlo con patadas dóciles que no quieren perturbar la armonía de estos diminutos peces amarillos, adornados con una fina línea negra en sus lomos, así como la elegancia de un caballero que da el toque final a su atuendo con una fina corbata. En cada inhalación retengo el aire, expando mis pulmones, lo respiro serenamente. Quizá por eso, al concluir cada inmersión, en mi tanque hay suficiente reserva como para empezar de nuevo. Así como hay suficiente reserva en mi corazón para continuar cada mañana esta obra de amor. Mientras avanzo me encuentro de frente con una linda parejita de peces ángel, pareciera que mi presencia no les molesta en absoluto, los percibo amables. Entonces, me doy vuelta y los sigo con mi mirada hasta que los pierdo cuando entran en una de esas cuevas que tienen como hogar, como refugio en el arrecife de coral.

Inspirada en esa parejita alcanzo a mi esposo, quisiera llenarle el corazón de poesía. En el mundo submarino nos hablamos por medio de señas, le tomo la mano y se la acaricio tratando de infundirle en ese toque, todo el amor que me une a él. Su rostro se voltea hacia mí se quita la boquilla y dibuja un beso con sus labios. Le sonrío con los ojos, vuelvo mi mirada al arrecife y agradezco a Dios por mi matrimonio, por mis hijos, por el refugio que representa mi familia. Nunca antes había llorado debajo del agua, un sentimiento enorme me embarga, las lágrimas fluyen copiosamente de mis ojos, debo hacer algunos ajustes para rectificar mi visibilidad y mis oídos. No tengo miedo, me siento confiada en Dios, también confiada en mi compañero de buceo. Aunque a veces nuestras vidas han sido como ese arrecife de coral, llenas de vericuetos; siempre, en cada quiebre del camino hemos encontrado en Dios el tesoro que nos ha impulsado a seguir adelante en la construcción de este amor.

Me encanta sumergirme para mirar debajo de las cavernas que forma el arrecife, siempre encuentro especies hermosas, extravagantes, de colores vibrantes. Así como el arrecife alberga miles de especies en sus más intrincados recovecos, así la vida alberga miles de enseñanzas en cada hueco que caemos, en cada obstáculo que encontramos en el camino. Pero en Dios siempre hay un horizonte lleno de posibilidades infinitas para aquellos que comprometidos se atreven a explorar las profundidades del océano del amor.  Estoy absorta en mis pensamientos, en esta conversación de mi alma con Dios.  De repente, uno de mis hijos me hace la señal de una tortuga con su mano. Como un consuelo inmediato la emoción de poder ver a esta bella criatura me llena de alegría, tomo una gran bocanada de aire y nado con fuerza tratando de alcanzarla, mientras ella nada hábilmente con gracia y destreza. Logro estar muy cerca, aunque tengo por norma no tocar nada en este hermoso mundo submarino, no me resisto a la tentación de pasar mi mano cariñosamente sobre su caparazón, apenas la rozo y quedo sorprendida por la suavidad que acaricia mis dedos.

Como uniéndose a la celebración de mi aniversario cinco tortugas más van apareciendo una a una en nuestro nadar. Pienso, tantas veces nos quedamos anclados en la tristeza, en la pérdida, en el dolor de una experiencia amarga y damos todo por terminado cuando el océano de posibilidades yace incógnito ante nosotros. Ha llegado el momento de subir a la superficie, he vivido intensamente esta inmersión. 

Como siempre, en el ascenso mi esposo me toma de la mano. Al ver su mano tomando por completo la mía siento que nos faltan muchos océanos por explorar, muchos mares que nuestro barco aún debe surcar. Y así como hoy el océano fue mi refugio, siento que siempre, tomados de la mano, encontraremos refugio en el océano de Dios.

"El Dios eterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos. Expulsará de tu presencia al enemigo". Deuteronomio 33:27

rosymoros@gmail.com

@RosaliaMorosB

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JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE, ¿NOTICIERO DE LA VERDAD?

La última ocurrencia del señor Maduro de decretar un espacio radial y televisivo donde, dos veces al día,  el gobierno dispondrá de un noticiero que diga la verdad, puede resultar para algunos una idea más de esas que no tienen ni pies ni cabeza, que busca llamar la atención, al mismo tiempo que mantener otro frente de lucha contra  las supuestas mentiras que propalan los medios de comunicación privados de la oposición. Para otros, la medida debe ser vista con mucha seriedad, como un mecanismo electoral y de control de largo alcance, más allá de las próximas elecciones municipales, como un verdadero instrumento de hegemonía informativa y propagandística que tiene como único propósito imponer la información del gobierno como la única verdad posible.

Como quiera que se vea y sin entrar a ahondar en sus objetivos políticos, lo cierto es que hay aspectos de la medida que crean dudas a priori y los cuales requieren una  explicación. Uno de ellos tiene que ver con los destinatarios de ese noticiero, ¿a quién va dirigido realmente?  Si es a los votantes de la oposición, no creemos que  nadie le vaya a prestar atención; si por el contrario va destinado a fortalecer la opinión de los electores que votaron por Maduro en las pasadas elecciones presidenciales de abril, o a  recuperar los votos que el chavismo perdió en dichos comicios, pensamos que el problema a resolver seria a quien que creerle, lo que nos lleva  a la segunda cuestión a aclarar. En efecto, si el gobierno en estos momentos posee al menos una media docena de canales de televisión y un  sinnúmero de emisoras de radio  entre comunitarias, alternativas y propias dentro de la red del Estado, así como varios medios de divulgación impresa y digital, que han venido diciendo lo que el gobierno quiere, entonces ¿para qué hace falta un noticiero distinto?, ¿es que acaso las noticias que se venían divulgando por esos informativos oficiales no eran ciertas? O será  cosa de que quienes informan ahora en esos medios oficialistas no son veraces y  por eso a Maduro, con un nuevo noticiario, si le van a creer. Si eso fuese así, como quedan, entonces, las constantes y cansonas cadenas de radio y de televisión con que el propio Maduro, copiando a Chávez, ha venido informando a la opinión pública semanalmente, casi a diario; o resulta ahora que tampoco  él  ha sabido explicarse. No será que al oficialismo le hace falta aquel  “Aló Presidente” de los domingos,  a través  del cual Chávez anunciaba  a la opinión pública lo que iba  a hacer y este “Noticiero de la Verdad” buscaría  suplir su ausencia,  explicando no lo que piensa hacer sino lo que ya hizo. De ser así, hay que recordar que la verosimilitud del  programa “Aló Presidente” venia de su conductor y que tanto para decir verdades o mentiras de manera creíble quien las transmite debe  ser  igualmente creíble.
Otro aspecto a considerar, de gran sensibilidad social y política, es el que encierra el nombre del espacio informativo anunciado por Maduro, que según dijo es el de “Noticiero de la Verdad”, por todo lo que se desprende de allí. 
Y es que si de un noticiario del gobierno, que debe tener carácter de oficial se afirma que lo difundido en él es la verdad, pues esa “verdad” se convierta en la verdad oficial, ante lo que cualquier otra “verdad” queda convertida en mentira. 
Y que pasará, cabe preguntarse, cuando la misma noticia no sea comunicada o explicada por un medio de los catalogados hasta ahora, como opositores, de la misma manera que lo hace ese “Noticiero de la Verdad”; ¿habrá que rectificarla, o se impondrán sanciones? pudiera seguirse preguntando uno mismo, ¿O simplemente seguirán coexistiendo ambas en el ambiente como puntos de vista diferentes, dentro de es eterna lucha  de la verdad contra la mentira?, ¿Hasta qué punto algunos medios no se quedaran a esperar la versión  de ese “Noticiero de la Verdad” antes de emitir la suya propia, en una especie nueva de autocensura rutinaria?
Lo que sí parece incuestionable, es que un espacio informativo del Estado en cadena nacional de radio y televisión,  forzando a la población a que lo escuche o lo vea, ya levanta, por si solo, sospechas de todo tipo, incluso dudas de si  será la verdad, toda la verdad y solamente la verdad la que se transmita. Y es que por más que lo intente el señor Maduro, la verdad no se puede imponer como una camisa de fuerza; no al menos, mientras los seres humanos se esfuercen en buscarla, no obstante y aun en contra de sus distintos  puntos de vista.       

Xlmlf1@gmail.com

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GABRIEL S. BORAGINA, LOS ESTRAGOS DE LA ENVIDIA

El diccionario de la Real Academia Española define: "envidia. (Del lat. invidĭa).

1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee."

Del análisis de la anterior definición, no resultará difícil concluir que el paradigma del envidioso es -sin lugar a dudas- el ladrón. Es precisamente la envidia lo que lleva al ladrón a robar. Y si bien todo ladrón es un envidioso, no todo envidioso resulta ser un ladrón. Podría afirmarse además que, una mayoría muy importante de envidiosos no llegan al extremo de robar por sí mismos. No nos interesan por el momento los envidiosos que encomiendan a expertos ladrones el despojar de sus pertenencias a las personas envidiadas, sino que concentraremos nuestra atención en ese gran número de envidiosos que encargan a la clase política y –específicamente- al gobierno robarles a unos para darles a otros.

Esto es precisamente lo que sucede en aquellas sociedades donde las mayorías votan gobiernos que prometen "políticas redistributivas" bajo rótulos sentimentalistas y psicológicamente efectivos, como los tan popularmente machacados de "políticas sociales, de bienestar, de felicidad, justicia social y por el estilo.

Un complejo de culpa hace que una mayoría de envidiosos se nieguen a sí mismos esa tan deplorable condición. Dirán que no piden cosas o beneficios para ellos, sino para los más menesterosos. Pero -como dejamos dicho- esta forma de expresarse (o de pensarse) es un autoengaño, y una manera de intentar descargarse culpas o proyectarlas en otros que, quien no quiere reconocerse a sí mismo como envidioso, instrumenta en su "defensa" cuando quiere convencer a otros de ello, o en su autodefensa cuando a quien procura persuadirse es a sí mismo. Pedir que otros roben para otros en nuestras sociedades modernas hasta puede llegar a sonar "humanitario" y "respetable" y, por supuesto, forma parte de lo political correctness.

Lo cierto es que, todos aquellos que votan plataformas políticas que promueven "políticas sociales" de reparto o redistribucionistas, creen que mediante tales políticas "todos" saldrán beneficiados, incluyendo el propio votante en cuestión y más allá del error de tal hacer. Es decir, quién vota así, también espera recibir alguna porción o tajada (mayor o menor) del redistribucionismo. Y ello, por mucho que lo niegue y que insista que vota en ese sentido "por el bien de los demás". Y si, en el fondo de su alma, obra de tal manera porque cree que él (o ella) también saldrá favorecido en ese reparto, es porque sufre de alguna dosis de envidia, por poca o mucha que está en realidad fuere.

El blanco preferido de la envida es, por supuesto, la propiedad privada:

"Pervive, sin embargo, no obstante tanta persecución, la institución dominical. Ni la animosidad de los gobernantes, ni la hostilidad de escritores y moralistas, ni la oposición de iglesias y escuelas éticas, ni el resentimiento de las masas, fomentado por instintiva y profunda envidia, pudieron acabar con ella. Todos los sucedáneos, todos los nuevos sistemas de producción y distribución fracasaron, poniendo de manifiesto su absurda condición."[1]

La envidia, asimismo, es una de las causas de los nacionalismos:

"El resentimiento y la envidia como una de las causas de los nacionalismos también explican el caso de no pocos latinoamericanos; dice Carlos Rangel que “Una manera menos objetable que la exaltación de la barbarie como lo auténtico y autóctono nuestro, pero igualmente deformante como manera de vernos y autojustificarnos los latinoamericanos, es suponer y sostener que tenemos cualidades espirituales místicas que nos ponen por encima del vulgar éxito materialista de los Estados Unidos. Y esto a pesar que durante toda nuestra historia independiente, hasta la aparición tardía del marxismo entre nosotros, habíamos sido deudores casi exclusivamente de los EE.UU. por nuestras ideas políticas y nuestras leyes; y si no por la práctica, por lo menos por la retórica de la democracia y la libertad”.[2]

Igualmente, es la envidia la que promueve y mecaniza las políticas fiscales:

"Más que un impuesto, la sobretasa progresiva es un disuasivo a la inversión, dictado en beneficio de las carreras políticas de los demagogos. E inspirados en el innoble sentimiento de la envidia, motor de la ideología socialista. Análogo es el impuesto a los artículos “de lujo”: el rico no deja de comprar su yate por el impuesto al lujo, simplemente reajusta el precio de aquello que vende."[3]

Para el profesor S. Mercado Reyes, hablando del nacimiento de los burgueses:

"Forman poco a poco todo un movimiento social pues su laboriosidad, su ir y venir para todos lados les llega a dar la imagen de gente que acumula riquezas y se hacen presa de la envidia de los señores feudales que empiezan por imponerles impuestos o a negarles el permiso de vender o producir en los feudos del rey. Pero el movimiento de estos burgueses es imparable, así que la vieja corriente centralizadora debe tomar nuevo maquillaje y ahora se presentará como la reivindicadora de las clases pobres. Este nuevo maquillaje de la vieja corriente centralizadora, feudal tomará el nombre de socialismo."[4]

En otras palabras, el sentimiento de la envidia estuvo presente casi siempre, desde los señores feudales, pasando por los socialistas, nacionalistas y –como dice L. v. Mises más arriba- " los gobernantes,...escritores y moralistas,...iglesias y escuelas éticas,...el resentimiento de las masas". Es decir se encuentra más generalizado de lo que muchos parecen creer que lo está.

En fin, los envidiosos son tantos que, su número explica el éxito electoral de los populismos e intervencionismos que asolan el mundo de nuestros días generando más y mayor pobreza donde sin ellos la riqueza rebosaría por doquier.

[1] Ludwig von Mises, Liberalismo. Editorial Planeta-Agostini. Pág. 93.

[2] Alberto Benegas Lynch (h). Entre albas y crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento. Edición de Fundación Alberdi. Mendoza. Argentina. Marzo de 2001. pág. 438 y 439.

[3] Alberto Mansueti. Las leyes malas (y el camino de salida). Guatemala, octubre de 2009, pág. 220

[4] Santos Mercado Reyes. El fin de la educación pública. México. Pág. 37

gabriel.boragina@gmail.com

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