Ayer, en una cadena televisiva que el encuentro entre Ghana y Uruguay logró recortar a una miserable media hora, el Presidente se lanzó contra el canal independiente Globovisión, y trató de atemorizar a los periodistas y a los directivos de ese medio, "advirtiendo que el Gobierno podría tomar acciones de la empresa en pago por grandes cantidades de dinero que se llevaron del país sus dueños".
La campañita, porque no puede ser calificada de otra cosa, lleva oculto un mensaje muy cobarde y militarista, valga decir: o se portan bien o los cerco, les limito sus suministros y luego los tomo por asalto. Desde luego que quien habla así es un bravucón acostumbrado a imponer sus decisiones a rajatabla a los sectores que están desvalidos ante las instancias de la ley y la justicia controladas por el poder bolivariano y su oligarquía militar.
Cuando alguien controla todos los poderes y humilla a los demás ante la voluntad de un solo hombre, entonces cualquier infeliz se siente macho, prepotente y triunfador. Valdría la pena ver a un bolivariano en esa misma actitud si tuviéramos una democracia verdadera en la cual los poderes se controlaran y balancearan entre sí para darle una voluntad democrática al conjunto de la sociedad.
La ferocidad del discurso presidencial y de sus pioneritos obedientes en la Asamblea Nacional, en la Fiscalía y en la Contraloría (sin obviar al Tribunal Supremo, que es como el Triángulo de las Bermudas, donde cualquier buena intención naufraga) tiene un solo sentido, el del meteorólogo que anuncia las tormentas y predice sus propias maldades sobre la tierra. Ojalá este jefe militar fuera una agraciada pitonisa que acertara alguna verdad para que salgamos adelante.
Nuestra uniformada pitonisa, ergo comandante, sólo augura más terror, expropiaciones de tierras rurales y apropiaciones, ataques contra los productores del campo y abatimiento de los sectores industriales y comerciales. Hasta los buhoneros tiemblan ante la amenaza de que la pequeña propiedad privada informal será clausurada por los guardias rojos de la revolución.
Como conclusión de este panorama alarmante, habría que definir el premeditado asalto oficialista al paquete de acciones que tienen Zuloaga y Mezerhane en Globovisión, (anunciado por Chávez) como una manera cobarde de ejercer la represión desde el poder.
¿Por qué es cobarde? Porque nadie puede estar amenazando a los demás sólo porque se es presidente y decir ¡Qué rico, soy poderoso y le meto miedo a los demás! Los venezolanos no somos así: somos decentes y no corruptos. La mayoría del país reta a Miraflores para que pase a la práctica y expropie a Globovisión.
Atrévete, ciérrala y métela luego en tus cadenas. Hazlo ya. ¿Tienes miedo, como aquella madrugada cuando no supiste dirigir el golpe? ¿O cuando lloraste en la Orchila? Deja de amenazar... actúa si eres varón.
La campañita, porque no puede ser calificada de otra cosa, lleva oculto un mensaje muy cobarde y militarista, valga decir: o se portan bien o los cerco, les limito sus suministros y luego los tomo por asalto. Desde luego que quien habla así es un bravucón acostumbrado a imponer sus decisiones a rajatabla a los sectores que están desvalidos ante las instancias de la ley y la justicia controladas por el poder bolivariano y su oligarquía militar.
Cuando alguien controla todos los poderes y humilla a los demás ante la voluntad de un solo hombre, entonces cualquier infeliz se siente macho, prepotente y triunfador. Valdría la pena ver a un bolivariano en esa misma actitud si tuviéramos una democracia verdadera en la cual los poderes se controlaran y balancearan entre sí para darle una voluntad democrática al conjunto de la sociedad.
La ferocidad del discurso presidencial y de sus pioneritos obedientes en la Asamblea Nacional, en la Fiscalía y en la Contraloría (sin obviar al Tribunal Supremo, que es como el Triángulo de las Bermudas, donde cualquier buena intención naufraga) tiene un solo sentido, el del meteorólogo que anuncia las tormentas y predice sus propias maldades sobre la tierra. Ojalá este jefe militar fuera una agraciada pitonisa que acertara alguna verdad para que salgamos adelante.
Nuestra uniformada pitonisa, ergo comandante, sólo augura más terror, expropiaciones de tierras rurales y apropiaciones, ataques contra los productores del campo y abatimiento de los sectores industriales y comerciales. Hasta los buhoneros tiemblan ante la amenaza de que la pequeña propiedad privada informal será clausurada por los guardias rojos de la revolución.
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¿Por qué es cobarde? Porque nadie puede estar amenazando a los demás sólo porque se es presidente y decir ¡Qué rico, soy poderoso y le meto miedo a los demás! Los venezolanos no somos así: somos decentes y no corruptos. La mayoría del país reta a Miraflores para que pase a la práctica y expropie a Globovisión.
Atrévete, ciérrala y métela luego en tus cadenas. Hazlo ya. ¿Tienes miedo, como aquella madrugada cuando no supiste dirigir el golpe? ¿O cuando lloraste en la Orchila? Deja de amenazar... actúa si eres varón.
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