BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

viernes, 5 de diciembre de 2014

TRINO MÁRQUEZ, LA UNIDAD AL QUIRÓFANO

TRINO MÁRQUEZ
Roberto  Enríquez, presidente de COPEI, presentó una moción para que la MUD se reúna de urgencia y trate los delicados problemas internos que aquejan a la alianza opositora. Enríquez tiene razón: hay que en curar las heridas y reparar los huesos rotos que las recientes confrontaciones y diferencias han dejado, de lo contrario la oposición verá la crisis económica del país como quien ve una película: sin poder intervenir en el guion, ni modificar el curso de los acontecimientos que suceden en la pantalla. Este ambiente de confrontación ha tornado más dramática el descalabro actual. Al atolondramiento del gobierno rojo se suma la crispación dentro del campo opositor.  La falta de una opción creíble y fuerte ha hundido a mucha gente de la clase media y de los sectores populares en la desolación.

Henrique Capriles y Leopoldo López están obligados a llegar a acuerdos unitarios, incluso por el bien de ambos A Capriles le podrían salir canas verdes esperando que se despeje el “Camino”; Leopoldo podría echar raíces en Ramo Verde. En este este esfuerzo tienen que participar María Corina, Antonio Ledezma y todos los demás dirigentes y organizaciones políticas que se agrupan en la MUD. Los jóvenes de Voluntad Popular que tomaron el testigo dejado por Leopoldo deberían entender que la política es un escenario donde se confronta al enemigo y se establecen acuerdos con los aliados. La situación nacional compromete a dialogar y  negociar con los compañeros de ruta. La arrogancia es muy mala consejera. Hasta el cansancio se les ha demostrado que el llamado a la Constituyente es inconveniente porque no desata ninguno de los nudos que pretende zafar y sí crea torniquetes que luego será difícil aflojar. La nación no saldrá más unida, sino más fracturada. Numerosas voces autorizadas han tratado de convencerlos de su grave error, sin embargo, persisten en la equivocación.

Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, AD y Copei insisten en mantener la estrategia electoral. Es lo correcto, pero no hacen ni el menor esfuerzo serio por definir un método para elegir los candidatos a la Asamblea Nacional, ni definir la plataforma programática que esos candidatos les presentarán a los electores. Se han dejado maniatar por la inercia.

El gobierno comete toda clase de excesos contra los presos políticos, los medios de comunicación, los presos comunes y los ciudadanos indefensos, y la oposición se dedica a atacarse internamente. La división entre caprilistas y leopoldistas causa fatiga y hastío. Las carencias que padecen los venezolanos son demasiado punzantes para que el tiempo trascurra entre las costuras que va dejando esa batalla sin cuartel.

Nicolás Maduro y la camarilla que lo rodea, incluidos especialmente los cubanos, no merecen gobernar. Carecen de las credenciales para dirigir el país. Pero, en la acera de enfrente no se percibe una alternativa con opción de triunfo.

Las encuestas nos hablan de la caída perpendicular del gobierno. Sus enemigos son la escasez, el desabastecimiento, la inflación, la inseguridad personal y la corrupción generalizada.

La oposición tendría que capitalizar ese descontento mediante una fórmula que la convierta en una alternativa de triunfo. Las elecciones de los diputados de la Asamblea Nacional  forman una estación en esa ruta. Las coyunturas electorales permiten el debate y la confrontación entre el Gobierno y los opositores. Permiten comparar rostros e iniciativas. Sacarles el máximo provecho a esos episodios,  exige  prepararse. Tomar las decisiones oportunas. No es esa la actitud de las fuerzas y líderes opositores. Sabemos que el Gobierno los ha invisibilizado. Constituye un objetivo clave de la hegemonía comunicacional.
Para contrarrestar esta estrategia hay recurrir a las viejas fórmulas que hacen posible que las condiciones objetivas coincidan con las condiciones subjetivas: el contacto permanente con la gente, las asambleas de ciudadanos, el volanteo, las visitas a las fábricas y casa por casa, la organización popular, la inserción en sindicatos, gremios y federaciones estudiantiles representan algunos de los mecanismos que conviene ensayar.

Esencial es entender que los problemas existen y que deben encararse con el ánimo de resolverlos. Con todo y la crisis, el madurismo podría eternizarse en el poder. ¡Máximo peligro!

Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

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JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A., INSÓLITO: LA GUERRA QUE LOS TOMÓ POR SORPRESA

JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A. 
Los oficialistas han usado como argumento de gobierno las amenazas que según ellos se ciernen sobre Venezuela. Se han querido presentar ante sus seguidores como los protectores dispuestos a hacer lo que sea para defenderlos de la cantidad de enemigos que, entre otras cosas, querrían invadir al país para apoderarse de nuestras casi infinitas riquezas.

Ese discurso cargado de advertencias, la totalidad de ellas falaces, sirvió para justificar un inmenso gasto en baratijas y chatarra militar. Supuestamente contamos con unas fuerzas militares capaces de enfrentar al hipotético enemigo, el imperialismo yanqui, y de esa forma garantizar nuestra soberanía territorial.
El asunto de la guerra y de las amenazas llevó a un ¿prestigioso? conductor de un programa de VTV a cometer la atrocidad de leer un supuesto cable de noticia según el cual los inexistentes portaviones rusos y chinos acudían en defensa de Venezuela ante los disturbios que se produjeron a principios de 2014. Si quiere reír un poco viendo al personaje de marras, pinche aquí http://www.youtube.com/watch?v=UaWj5VrQ21Q
También asistimos a la denuncia de la fantasmagórica guerra económica que enfrentaba el país. Según estas tretas mediáticas, unos grupos traidores a la patria y con una supuesta e inconmensurable capacidad económica, torpedean los esfuerzos del gobierno para mantener los anaqueles llenos y defender el salario de los venezolanos. No hace falta ser muy avezado para darse cuenta que el gobierno perdió esta guerra fantasmal hace ya unos años.
Y la perdió porque en realidad estas guerras solo ocurren en salas situacionales que se ocupan de crear excusas para justificar las terribles pifias de un gobierno incapaz e incompetente en materia económica.
Pero, mientras todo estos discursos belicistas tenían lugar, las salas situacionales del gobierno y de PDVSA fallaron en detectar la verdadera guerra que se estaba desarrollado desde hace años y que representa hoy la derrota definitiva del modelo económico que este gobierno se empeña en mantener.
En tierras remotas, el temido imperio gringo desarrolla un arma letal para la economía de los países petroleros. El avance de la tecnología en explotación permite extraer gas y petróleo de una roca conocida como lutita. El proceso desarrollado por los temidos enemigos imperiales se ejecutó a plena luz del día y con amplia difusión de los medios. Expertos petroleros venezolanos llevan años advirtiendo el advenimiento del petróleo de esquisto y el ascenso de los Estados Unidos al puesto del primer productor de hidrocarburos del mundo. En este video podrá apreciar el funcionamiento de la técnica http://www.youtube.com/watch?v=3S-D6NTKUSk
¿Cómo es posible que las salas situacionales del gobierno y de PDVSA no fuesen capaces de detectar estas amenazas a nuestra endeble economía?  ¿Cómo es posible que no se hayan anticipado las medidas para reducir el impacto que sobre nosotros tendría la guerra petrolera anunciada?
Lo cierto del caso es que vivimos un momento sin precedentes en los anales de nuestra historia petrolera. Estamos a punto de quebrar con precios de petróleo que todavía son mucho mayores que los más altos que disfrutaron todos los gobiernos anteriores.
Las medidas anunciadas por Maduro son infantiles. La reducción de sueldos a capitostes del régimen no representa ni el 0,1% del presupuesto de 2015. Sería mucho más impactante al cambio de 160 bolívares por dólar americano, suspender la beca que disfruta el pretendido piloto de F1 que financia PDVSA.
Lo que nos espera a los venezolanos es una hecatombe económica de dimensiones estelares. Todo por el manejo irresponsable de unos recursos que beneficiaron a los gobiernos parásitos del socialismo del siglo 21, pero que dejaron a los venezolanos en una situación que ya no será de pobreza sino de miseria.
 El gobierno y sus personeros tienen que aprender que arrogarse responsabilidades conlleva consecuencias. No es suficiente asumir la culpa. Además hay que someterse a las sanciones que, sin duda, los venezolanos aplicarán a quienes conducen el gobierno más maula de nuestra historia.
No importa lo que haga o deje de hacer Maduro. El año 2015 será terrible pese a los anuncios del gobierno. No hay manera de escapar del costo político que la acción o la inacción del gobierno provocará. El modelo chavista fracasó tal como lo habíamos predicho durante los últimos quince años.
Lo lastimoso es que las consecuencias serán peores para quienes no disfrutamos del festín de dinero y petróleo botado en el exterior, colitas en los aviones de PDVSA ni costosas y lujosas cenas en restaurantes de Nueva York.
En los oídos me retumban todas esas acusaciones que Chávez lanzaba contra los gobiernos anteriores. Pero esta vez, aplicadas a su gobierno y los incapaces que lo sucedieron en el poder.
Lo peor, Venezuela perdió la guerra petrolera. La única que debió haber anticipado. La única para la cual debió haberse preparado.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo

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LUIS "BALO" FARÍAS, LOS PRESIDENTES DE VENEZUELA… PODER ILIMITADO VS PODER LIMITADO

lLUIS "BALO" FARÍAS
La centralización del poder político y económico ILIMITADO en el jefe del estado, es lo que ha causado y potenciado el fracaso del MODELO CENTRALISTA EN VENEZUELA Y ES UN PROBLEMA ESTRUCTURAL A RESOLVER, QUE NO TIENE SOLUCIÓN CON EL SIMPLE CAMBIO DE UN GOBIERNO POR OTRO O DE UN PRESIDENTE POR  OTRO.

El Estado moderno se define como “Un ordenamiento jurídico (Constitución y Pirámide de Kelsen) para los fines generales que ejerce el poder soberano (Gobierno civil) en un Territorio determinado, al que están subordinados los habitantes de ese territorio”

LA IMPORTANCIA DE LA I (DE ILIMITADO)

Existen dos clases diferentes de Estado según la cantidad de poder que tengan  sus Gobiernos civiles por imperativo de dos principios políticos opuestos: el de la centralización del poder y el de la descentralización del poder.

 El Estado cuyo Gobierno civil tiene PODER ILIMITADO centralizado en una persona (Presidente de la República) se denomina Estado Federal Centralizado (EFC); lo creó en Babilonia en el 1770 aC. El rey Hammurabi, quien organizó el gobierno del naciente imperio babilónico como una federación de  provincias y ciudades centralizadas, donde el gobierno lo ejercía una sola persona (monarquía, gobierno de uno). 

Federal viene del latín FOEDUS un vocablo que inventaron los teólogos cristianos  en Inglaterra en el año 1625 y significa pacto, convenio o alianza.

El EFCentralizado cuyo Gobierno civil tiene PODER ILIMITADO centralizado en una persona, se instaura  mediante un pacto entre personas con poder militar o económico que lo imponen por la fuerza o el engaño. (Caso venezolano, No nace ni se instaura mediante un pacto entre gobernantes y gobernados).

El otro modelo de Estado opuesto al anterior cuyo Gobierno civil tiene PODER LIMITADO, descentralizado en la mayor cantidad de instancias y personas que ejercen de manera conjunta el poder político, económico, educativo, judicial, militar, etc. que se hacen contrapeso y vigilan mutuamente; gobierno de muchos o poliarquía se denomina Estado Federal Descentralizado (EFD) o Estado de las autonomías. Este modelo de Estado se impone mediante un  pacto entre gobernantes y gobernados.

El primer Estado Federal de poder Descentralizado (EFD) de regiones integralmente  autónomas, con Gobierno Civil de poder descentralizado y limitado nació de  un Pacto Social  en el año 1.112 aC. En Canaán. (Primero se llamó Leyes del Reino, Acta de Derechos, luego Pacto Social y después Constitución Política, también lo llaman el ESTADO DE DIOS)

Los judíos, después de 400 años de esclavitud salieron de Egipto, y tras  tomar posesión de la tierra prometida, decidieron crear un Estado con forma de monarquía constitucional mediante un proceso constituyente durante el cual una Asamblea Constituyente de representantes de las 13 regiones de Israel redactó un Pacto Social o Constitución que denominaron Acta de Derechos Pacto o Leyes del Reino ("Vinieron todos los ancianos de Israel... y David hizo pacto con ellos y lo hicieron rey").

El proceso anterior fue rescatado por los calvinistas durante la Reforma Protestante (siglos XVI y XVII) y utilizado para fundar en 1787 los EE UU como una República Federal, una Federación o como ellos la llaman, una Unión (en lugar de monarquía) constitucional federal descentralizada de 13 colonias (estados) integralmente autónomas. Igual ocurrió en Canadá y luego, sin excepción, en todos los países del I Mundo. Los que exhiben las calidades de vida más altas del planeta.

Este modelo es tan bueno, eficaz y eficiente que en toda la tierra incluido el III Mundo, las principales actividades de la sociedad se organizan y gobiernan mediante Estados federales descentralizados llamados federaciones.

Las industrias, comercios, sindicatos, los deportes, los condominios de edificios  y conjuntos residenciales, los Centros Comerciales y los gremios son federaciones, son EFD. Funcionan muy bien: el Presidente de cada federación tiene sus atribuciones indicadas en los Estatutos, cada entidad federada es autónoma y tiene su propio estatuto compatible con el de la Federación. 

Pero el EFDescentralizado no se aplica a todo el país. Esta es una paradoja brutal y destructiva. Venezuela debería ser una federación floreciente y progresista  de 23 estados y municipios autónomos y no lo que es: una federación  pobre, atrasada y depauperada.

Y no es un hecho fortuito: la centralización del poder político y económico ilimitado en el jefe del estado y jefe de gobierno, a medida que crece la población, los problemas y la complejidad de la administración de los asuntos públicos, convierte al Gobierno, independientemente de la personalidad o voluntad de los gobernantes;  en un generador de pobreza, opresión, atraso y corrupción; desde el punto de vista, humano y administrativo es imposible para un Presidente de la República y sus colaboradores, que teniendo todo el poder y las mejores intenciones, puedan gerenciar con eficiencia las innumerables necesidades y complejidades del desarrollo del país.
Este debate, es quizá, el más importante de los últimos 200 años, tiempo suficiente de abrir una gran discusión sobre la influencia de los dos modelos de Estado con que  se organizan y gobiernan desde el siglo XVIII, los países de vastas regiones: el Modelo de Estado federal de poder descentralizado (EFD) desarrollo, modernidad, calidad de vida  y el modelo de Estado federal  de poder centralizado (EFC). Subdesarrollo, miseria, ignorancia, exclusión social

EL MOVIMIENTO CONSTITUYENTE que surge desde el estado Táchira, en su intención de resolver la enorme crisis por la que atravesamos de una manera unitaria, democrática, pacífica, electoral, constitucional, integral, radical y definitiva, ofrece al país, para su debate y consideración, una propuesta para Lograr un cambio del actual modelo Centralista, que tiene atrapado al país desde hace años (con énfasis en los últimos) en el más infame atraso e inmerecida destrucción y opresión por un EFDescentralizado.

“La propuesta de los gochos” como la han bautizado tiene como estrategia, convocar y coordinar, por iniciativa popular, una asamblea nacional constituyente, sin intervención de los poderes constituidos, tal como lo estatuye la constitución vigente en sus artículos 347, 348 y 349, que se encargue de elaborar una nueva constitución cuyo objetivo central sea sustituir el obsoleto centralismo.

En eso andamos y a eso convocamos el país.

Luis Farias
balofarias@gmail.com
@balofarias

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MERCEDES PULIDO, UNIDAD ES VISIÓN Y ACCIÓN

MERCEDES PULIDO
Las ideas convocan y diversifican la acción. Las nuevas relaciones de poder  generan movimientos sociales que en la búsqueda de alternativas abren caminos lentos,  pero irreversibles. Generalmente se inician ante la indignación espontanea,  defienden la  dignidad  de las personas  y fundamentalmente se mueven en mayores espacios de democracia. 

En forma  sostenida se ha discutido tanto nacional como internacionalmente el Informe alternativo sobre el avance y retroceso de la Igualdad de Derechos de la Mujer presentado y discutido  en Ginebra por Isolda Salvatierra y Lilian Arvelo en representación de los múltiples esfuerzos en muchos casos no visibles de la realidad del país. Si algo caracteriza este largo camino  es el respeto a  la diversidad de ideas  traducidas en acciones. Como nos dice Castells  “se habla de búsqueda de democracia, no hay un modelo definido, tampoco una ideología única,  ya que buscan transformar las actuales formas  de convivencia  y se diferencian de la búsqueda del poder porque su objetivo es cambiar las mentes que llevan a la acción”. Son fruto de un constante esfuerzo de encuentros y desencuentros  que mantienen vivos los testimonios como hace algunos días se recordara a Argelia Laya en su permanente esfuerzo de tolerancia y generosidad por mantener viva la dignidad de la mujer. El camino ha sido no resignarse sino replantear continuamente  y promover nuevas opciones de convivencia. 

A pesar de haber eliminado el Ministerio del Ambiente, el camino sigue. En el Perú se discuten y se articulan las nuevas exigencias  del cambio climático que serán llevadas a nivel de decisiones internacionales reforzadas por la red vinculante de la comunicación y el intercambio. Discusiones que se han alimentado  con las amenazas que pesan sobre el conocimiento, investigación y formación científica en el país.  Si bien el gobierno de Venezuela plantea retirarse en la OEA de la Comisión de Derechos Humanos, las organizaciones en la defensa de los mismos, no claudican  continúan  sin violencia, pero con firmeza la sustentación de la violación de los mismos  con la evidencia de torturas y desapariciones, inhumanas situaciones penitenciarias  y la innegable arbitrariedad de los presos políticos. Es un largo caminar silencioso “sin violencia” que pudiera desviar los objetivos.

Todo ello  demuestra el necesario reconocimiento de  las variadas realidades, de actores, de situaciones adversas  y de estrategias que conciban el presente como construcción de futuro. Mantenernos atados al pasado implica negar  la visión de trasformación en marcha de las  aspiraciones expresadas en la inconformidad y en la voluntad  de acción.  De la aceptación de la diversidad surge el poder de lo ciudadano. En ese camino tenemos que transitar con  evidencias que lo hemos hecho y lo haremos exitosamente.                                                                                      
                                                                                                                         
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob

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ALBERTO BARRERA TYSZKA, EL ENIGMA LUCENA

ALBERTO BARRERA TYSZKA
¿A veces sientes que te invade la sensación de que no entiendes bien lo que está ocurriendo a tu alrededor? ¿Te sientes de pronto desconcertado con todo lo que pasa? ¿Percibes con frecuencia que eso que llaman realidad no es más que un permanente desencuentro contigo? ¿Descubres, de repente, que ya llevas demasiado tiempo en modo de desazón, sin encontrar un rumbo, sin saber a qué atenerte, qué esperar del presente y del futuro? No te angusties. No es un problema personal. Todos estamos así. En este país, la confusión es un método.

Margarita López Maya lleva ya meses de militante apostolado recordándonos la importancia crucial que tiene la elección de un Consejo Nacional Electoral ajustado a derecho, que garantice el equilibrio y la transparencia de los procesos comiciales que están por venir. Como bien lo señala, se trata de una “prioridad absoluta”. Sin un CNE independiente, en el contexto de conflictos que vivimos, la legitimidad del Estado será cada vez más frágil, el futuro de la sociedad –más allá de los bandos y de las posturas ideológicas– estará condenado al fracaso.

Por eso mismo resulta tan peligrosa y suicida la forma en que pareciera que se está manejando todo el proceso de selección de las nuevas autoridades del árbitro electoral. Por momentos, se puede sentir que estamos ante un sistema dedicado deliberadamente a producir ambigüedades. El caso de la inclusión o no, a última hora, de Tibisay Lucena y Sandra Oblitas es un buen ejemplo.
Parece un relato de misterio. El enigma Lucena. Cualquier ciudadano común, que es en definitiva el sujeto protagónico de todo evento electoral, solo puede ejercer la perplejidad ante el desorden de informaciones que se dan sobre el tema. La falta de transparencia existe desde el instante mismo en que aparece la noticia. De pronto, en algún medio se cuela que, en la raya final, de manera inesperada, la presidenta del actual CNE inscribe su nombre en la lista de postulaciones. De inmediato, comienza a agitarse la orgía anónima de las redes sociales. Es el festival de la histeria. Se reparten insultos y acusaciones cada dos segundos. Se dice que es una noticia fabricada. Luego aparece la propia Lucena, en una supuesta cuenta de Twitter, desmintiendo la información. Después se afirma que Lucena no tiene cuenta de Twitter. Luego, algunos periódicos reseñan el hecho, confirmando de esta forma que existe cierta certidumbre. Después, Blanca Eekhout, alta funcionara de la oligarquía, asegura en un programa de radio oficial que Lucena tiene derecho de volver a aspirar a su cargo. Más tarde, la oposición hace una denuncia que el oficialismo ignora. 

El poder actúa como si no hubiera conflicto, como si nada estuviera pasando. El ciudadano común mira de lado y lado. Sin saber a quién creerle. Sin entender qué sucede realmente. Ya es víctima del nuevo CNE.

No se trata de un detalle menor. Es un caso particular y trascendente. Tibisay Lucena es una figura polémica. Pasó años construyendo una imagen de personaje sensato, más apegada a la lógica de los números que al fervor ideológico. Llegó incluso a manejarse con cierta sorna ante cualquier reclamo. Se presentaba como la contundencia estadística ante la eterna paranoia opositora. Sin embargo, su parcialización política a favor del partido de gobierno se fue haciendo cada vez más pública e indiscutible. Su brazalete a favor del golpe del 92 es un tatuaje en la memoria de todos los electores.

En ese sentido, Lucena no es un enigma. Todo lo contrario. Ella no representa a la totalidad de un país en crisis. Ella está en un lado del conflicto. No es ni siquiera un problema de alteración o no de resultados electorales. Es algo anterior, es una condición previa, indispensable para un país que requiere dialogar. 

Venezuela necesita urgentemente espacios y símbolos de imparcialidad. Esa sí es nuestra única salida. Para todos. La Constitución exige que el poder electoral garantice “igualdad” e “imparcialidad”. No hay lugar para más misterios. Tibisay Lucena solo garantiza la desconfianza.

Alberto Barrera Tyszka
abarrera60@gmail.com
@Barreratyszka

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DESCONCIERTO CAMBIARIO, PEDRO A. PALMA

Dentro del deformado control cambiario venezolano, vigente desde hace casi doce años, se ha producido una notable distorsión durante los últimos meses, caracterizada por  un sostenido y cada vez más intenso encarecimiento del dólar en el mercado paralelo. Ello se ha debido a múltiples razones, siendo la más importante la caída del petróleo. Como es ya característico, al bajar los precios de los hidrocarburos se deterioran las expectativas cambiarias, ya que se afianza el convencimiento de que los dólares escasearán y que su precio aumentará, por lo que la gente se apresura a comprar divisas antes de que se encarezcan, acelerándose así la materialización del proceso esperado. La situación se ha exacerbado esta vez por la conjunción de otros factores, tales como la escasez cada vez más evidente de reservas internacionales líquidas, la abundancia de bolívares que se pueden canalizar hacia el mercado cambiario debido a la creación masiva de dinero inorgánico por el BCV para financiar gasto público deficitario, y el agravamiento evidente del problema inflacionario.

La caída de la capacidad de compra de los ingresos de las personas que este último fenómeno causa, lleva inexorablemente a la busca de mecanismos o acciones de protección, con el fin de evitar, o por lo menos mitigar, la pérdida de la calidad de vida.  Lo que tradicionalmente se hace en esas circunstancias es adquirir bienes durables cuyo valor se incrementa con la inflación, o comprar divisas sólidas. Dada la crónica escasez de artículos de todo tipo que se vive en el país, las opciones de compra de automóviles, artefactos eléctricos y otros productos no perecederos se ven severamente limitadas, por lo que la alternativa de adquirir monedas fuertes parece ser la más viable. Esa es otra razón que explica el repunte de demanda de dólares y su consiguiente aumento de precio en el mercado libre.
Adicionalmente, la abrupta reducción de los ingresos petroleros y los importantes pagos de servicio de deuda externa hechos durante los últimos dos meses, han limitado la disponibilidad de moneda extranjera, razón por la que las autoridades cambiarias han restringido aún más la aprobación y la provisión de divisas preferenciales. Eso se ha traducido en una mayor demanda de dólares no controlados, cuyo precio se establece por el libre juego de oferta y demanda en el mercado libre, a pesar de ser éste ilegal, ilegalidad que, de paso, contribuye a su encarecimiento.
Todo lo anterior ha creado un verdadero desconcierto cambiario, acentuándose aún más el divorcio entre las tasas de cambio oficiales y la libre, al punto de que esta última aumentó más de 50%  en tan solo tres semanas, elevando su diferencial con el absurdo tipo de cambio preferencial de 6,30 bolívares por dólar que insiste el gobierno en mantener, de 16 veces a comienzos de noviembre a 24 veces a fines de ese mes. Eso tiene hondas consecuencias, particularmente en materia inflacionaria, ya que ante las dificultades cada vez mayores de obtener dólares preferenciales, y dadas las expectativas de devaluación inminente, los precios se establecen cada vez más en base a los costos esperados de reposición, los cuales están directamente relacionados con el precio del dólar paralelo.
Múltiples y muy diversas son las acciones y decisiones que tienen que aplicarse para afrontar y corregir los profundos desequilibrios de la economía, siendo las cambiarias solo algunas de ellas, aunque de capital importancia. En esa materia se debe empezar por la legalización del mercado libre y los ajustes de los tipos cambio oficiales con el fin de corregir la desproporcionada sobrevaluación de la moneda, como pasos previos al desmantelamiento del control de cambios, que debe ser sustituido por un sistema cambiario racional y funcional, caracterizado por la libre convertibilidad de la moneda y por la preservación de un tipo de cambio dinámico y razonable.
Pedro Palma
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa

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EDDY BARRIOS, DE CANASTAS Y CANASTILLAS.

EDDY BARRIOS
Resulta de una crueldad inconcebible , como inaceptable , que a un trabajador se le pague el salario minimo, tanto mas cuando éste no cubre ni siquiera la canasta alimentaria y ¿Qué decir de la canasta básica?

¿Cómo se le ocurre al gobierno o a ningún empresario pensar que un ser humano puede vivir un mes,  con dignidad, con tan exiguos recursos cuando se le pretende pagar Bs. 4.889 mensuales y la canasta alimentaria, promedio de los alimentos marcadores de tal cesta, está en Bs. 15.000 y la básica, aquella que cubre todos los  los gastos de una familia de papá,  mamá y 2 hijos, está por los  Bs 26.000? Este salario minimo no permite comprar ni una canastilla.

Lo peor es que el mismo gobierno, el cual establece las condiciones y es el que fija el salario minimo nacional , sabe muy bien en dónde está la tal canasta alimentaria y la otra, y sin embargo paga a sus trabajadores públicos salarios de miseria, por debajo de la minima y , por cierto , no discute las convenciones o contratos colectivos publicos,  y acusa al sector privado de no sentarse con los sindicatos,  cuando él fija el rumbo y el paso y los empresarios están aguas abajo.

Los empresarios, quienes en un sistema de libre mercado podrian pagar salarios superiores al sector público porque sus presupuestos, a diferencia del que elabora éste último sector, que es de gastos, es de inversión;  vale decir , que deben producir suficiente para remunerar con equidad y justicia al factor trabajo, el cual les genera las ganancias mientras que en el sector público  no se genera riqueza sino que ésta se consume, tomada de un bolso común o cosa pública (Res pública) a la cual hay que aplicar criterios de racionalidad y racionalización para que alcancen para cubrir el funcionamiento del aparato burocrático, pagan muy mal y se constriñen injustificadamente al concepto "salario minimo" cuando éste sólo indica eso, lo mínimo que se le deberia pagar a una persona. Ademas,  pienso y propongo que este concepto se elimine y se asuma solamente el de CANASTA BÁSICA como condicion minima para el sector público y que, si vamos a jugar bien el juego del mercado que hasta lo juegan los paises dizque socialistas, o capitalistas de estado, no se permita a ninguna empresa privada pagar salarios menores a la canasta básica y  que simultáneamente siempre deberá pagar salarios mayores al sector público.

Si asi se hiciere,  el sistema económico funcionaria mejor, de manera mas justa y equitativa y se garantizaría el verdadero bienestar bolivariano al cual nos obliga la constitución...léase, la mayor suma de bienestar y felicidad posible para el pueblo, como nos legara Simon Bolívar en su ideario y como está concebido en el preámbulo constitucional.

Ya basta de hipocrecia , asumamos decuna vez por todas el  sistema democrático liberal en tanto lo político,  como corresponde  a una república moderna, con un sistema económico de mercado con adecuada intervención del estado para regular, establecer reglas claras, cumplir y hacer cumplir la constitución y leyes y ser primo ínter pares para buscar equilibrio y gobernabilidad entre los tres factores productivos, entre el trinomio  Estado-Empresa-Trabajador, bajo la fórmula ecléctica de:"Tanto estado como sea necesario y tan poco como sea posible".

Hablemos claro ...Democracia, Capitalismo y Sociedad...generación de riqueza y distribución justa y equitativa de la misma, honradez y capacidad de los funcionarios,   respeto a la propiedad, a los DD HH y al estado de derecho y así sí volveremos al equilibrio, la racionalidad y el progreso.

Eddy Barrios
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2

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JULIO CÉSAR GARCÍA GUERRERO, LA AGUDEZA Y PENETRACIÓN DE LA FE… EN FIN, SU COMPRENSIÓN.

JULIO CÉSAR GARCÍA GUERRERO
Quiero enseñarles algo sumamente interesante dentro de la fe. Me van a entender mejor... Dios me ha revelado cosas, poniéndomelo en la mente a manera de visión y hay algunas que me he quedado sorprendido y le he respondido, ¿porque me lo dices mi Dios, no me lo hubieras dicho...? no me responde. Pero lo que dijo, te induce a un comportamiento más riguroso en ti, debes ser más cuidadoso y obediente en los asuntos de Dios, para que eso suceda... y se haga realidad. ¿Te podrás imaginar, que es lo que me dijo...? para obligarme a esa actitud y cambio de mi vida...?

Para ser más explícito… no existe ningún privilegio entre nosotros hijos de Dios… todos son amados por igual, ninguno es mas amado que otro, ninguno. Simplemente que “muchos son los llamados y muy pocos los escogidos…” Dios a todos los llama, pero son tan poquitos que captan o escuchan este llamado y luego... que te percatas de esto, debes ser obediente y tratar a como dé a lugar, estar en comunión con su voluntad… es muy bueno, regalarle tu libre albedrío, para que Él lo disponga a su gran deseo.

Lo que Él muchas veces rebela está impregnado de pruebas que debes pasar, lo que viene es muy serio y debemos prepararnos muy bien. Me entristecí, cuando comprendí que en la humanidad actual, en este “final de los tiempos” solo hay 20 personas que atendieron a su llamado y fueron elegidos para enfrentar en este tiempo la aparición del Anticristo y el Falso Profeta… Esto, que les digo, inclusive entre sus sacerdotes, son casi nulos los que han captado este “don” la verdadera vocación de servicio del sacerdocio, ha sido desvirtuado en su esencia, por la intromisión de la masonería desde hace tiempos atrás en la santa sede… de esto trata la “tercera revelación de Fátima” que muchos Papas han omitido darla a conocer e inclusive si lo han mencionado, la han tergiversado… esto se debe a muchas razones.

Esto que he venido contándoles y revelando, son pruebas para ustedes... si creen de inmediato, ideal, si las meditan y queda en el "creer" pera la duda, no es de dudar, sino de sorprenderse que esto pueda hacerse realidad, es permisible y Dios, les incrementa a estas personas la fe… si la duda es tal… causa tristeza a Dios, porque no confían en Dios, Él les respeta su libre albedrío, para que nosotros hagamos lo mismo y por ende, al reconocerle, debemos hacerlo como lo que es… “Dios” y no otra persona cualquiera. Esto, implica aceptar su voluntad.

Hay quienes son eruditos en sus cosas y asuntos... pero esa inteligencia se pierde y deja de surtir el efecto real, porque duda de la verdad, no la toma en cuenta... Hay que conocer los misterios de la vida y se comienza por comprender el "sentido profundo"

Yo me he encontrado con personas videntes, que ellos me han pedido opinión o hacerles comprender alguna visión que tuvieron pero no entendieron, otras las han recibido y me las han manifestado y las he comprendido que me he quedado anonadado de saber, que tienen el don, pero no lo comprenden, les falta aprender a escuchar a Dios en el silencio y a entender sus señales... esto, cuando sucede se atiende y se guarda en el corazón, como lo hacía la virgen... veía cosas en su hijo que algunas no las comprendía de inmediato, pero las meditaba y guardaba en su corazón... esto es lo que debemos hacer, no emitir señalamientos, ni peros e inclusive contradicciones...

De darse a lugar, las contradicciones... la persona aludida, las recibe, lo acepta y guarda en su corazón... si es necesario para explicarlo en su momento, lo contrario se echa en la "papelera de reciclaje"

Lo que he venido contando y revelando viene a ser una prueba para quienes va dirigido y cuando llegue el tiempo en que se hace real todo, la incredulidad de estas personas desaparece y aparece la "fe" más asentada y podemos hablar con claridad y sin tapujos de por medio, o sea, en parábolas para no decir directamente las cosas que no van a comprender de inmediato y vas a tener que explicar, es por qué Jesús hablaba en parábolas.

Debemos estar vigilantes, perseverar en la oración nos otorga el derecho de recibir de Dios su resguardo y protección, de otorgarnos nuestra ansiada “liberación que merecemos” con justicia. No está la razón ni la verdad en quienes nos desgobiernan o sea… nos mal gobiernan, no son aptos ni dignos de tales cargos, lo están ocupando ultrajando nuestra dignidad como personas y ciudadanos de nuestra real identidad “República de Venezuela”  ese nombre que ellos impusieron y cambios en nuestros signos patrios y la deformación de la imagen del Libertador... y, y, y, y,.... no lo queremos, no es nuestro es de ellos... y viene del mal, de la iniquidad misma.

Confíen con ternura en Dios, nos viene nuestra liberación y la transición del inicio de lo que sigue… por designio de nuestro Señor. Sólo debemos esperar y nuestro sacrificio, temor, agobio ponerlo con confianza en sus benditas manos… acudamos a Él como los niños acuden a sus padres, con plena confianza y creencia, sin vacilar. Cuando vayan hacer algo fuera de lugar, dense a la oración y notifíquenselo, díganselo,  metan a Dios en todos sus asuntos… y verán, como les cambia asombrosamente vuestra vida, la de sus hijos, los tuyos... se siente más el amor, la alegría y la felicidad es pura, cristalina, verdad... y lo sabe, el que lo siente... porque Él está cerca. si le amaras como Él te ama... eso es lo que yo quiero y que tanto me cuesta. ahora, lo que hago, es pedírselo... y lo estoy esperando como el niño.

Dios te bendiga…

Julio César García Guerrero
juliocesarg7347@gmail.com
@Juliocesarg7347

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MARIO VARGAS LLOSA, CONFESIONES DE UN LIBERAL LATINOAMERICANO, DESDE ALEMANIA

MARIO VARGAS LLOSA
LINDAU, Alemania.- 

Agradezco muy especialmente al Consejo de los Encuentros Lindau con ganadores del Premio Nobel y a la Fundación Encuentros Lindau por invitarme a dar esta conferencia, pues de acuerdo a sus “considerandos”, han tomado en cuenta no sólo mi labor literaria sino mis ideas y opiniones políticas.
Créanme si les digo que esto es algo bastante novedoso. En el mundo en el que suelo moverme, ya sea en Latinoamérica, Estados Unidos o Europa, cuando alguna persona o alguna institución rinde tributo a mis novelas o ensayos literarios, usualmente agrega de inmediato frases como aunque discrepamos con él, a pesar de que no siempre estamos de acuerdo con él o esto no implica que aceptemos sus críticas u opiniones sobre cuestiones políticas. Aunque ya me he acostumbrado a esta bifurcación de mi persona, me alegra sentirme reintegrado por esta prestigiosa institución, que en vez de someterme a un proceso esquizofrénico, me ve como un ser humano unificado: un hombre que escribe, piensa y participa del debate público. Me gustaría creer que ambas actividades forman parte de una realidad única e inseparable.

Pero ahora, para ser honesto con ustedes e intentar responder a la generosidad de esta invitación, siento que debería explayarme con cierto detalle sobre mis posiciones políticas. Y no es tarea fácil. Mucho me temo que no alcance con decir -tal vez fuese más sabio decir que creo ser- un liberal. Ya de por sí, ese término entraña una primera complicación. Como bien saben, “liberal” tiene significados distintos y usualmente antagónicos, dependiendo de quién lo use y en qué contexto. Mi difunta y querida abuela Carmen, por ejemplo, solía decir que un hombre era liberal para referirse a sus costumbres disolutas, alguien que no sólo no iba a misa sino que además hablaba pestes de los curas. Para ella, el prototipo que encarnaba esa idea de “liberal” era un legendario ancestro mío que un buen día, allá en mi Arequipa natal, le dijo a su esposa que iba hasta la plaza del pueblo a comprar el diario, para nunca más volver. La familia no tuvo noticias de él durante 30 años, hasta que el fugitivo caballero murió en París. ¿Y por qué se escapó a París ese tío liberal, abuela? ¿Y a dónde más si no a París, hijito? ¡Para corromperse, por supuesto! Esta anécdota tal vez esté en el remoto origen de mi liberalismo y de mi pasión por la cultura francesa.

En Estados Unidos y en el mundo anglosajón en general, el término liberal tiene connotaciones izquierdistas y a veces suele asociárselo con el socialismo o con posturas radicales. En contrapartida, en Latinoamérica y España, donde la palabra fue acuñada en el siglo XIX para describir a los rebeldes que luchaban contra la ocupación napoleónica, me llaman liberal -o peor aún, neoliberal-, para exorcizarme o desacreditarme, porque la perversión política de nuestra semántica ha transformado el significado original del término -el de un amante de la libertad que se alza contra la opresión- hasta darle una connotación conservadora o reaccionaria, vale decir, un término que cuando es usado por un progresista, es sinónimo de complicidad con todas las explotaciones e injusticias que padecen los pobres del mundo.

En  Latinoamérica, el liberalismo fue una filosofía intelectual y política progresista que en el siglo XIX se oponía al militarismo y a los dictadores y que aspiraba a la separación entre la Iglesia y el Estado y al establecimiento de una cultura civil y democrática. En la mayoría de esos países, los liberales fueron perseguidos, exiliados, encarcelados o ejecutados por los regímenes brutales que con pocas excepciones -Chile, Costa Rica, Uruguay y paremos de contar-, prosperaron en todo el continente. Pero en el siglo XX, la aspiración de las elites políticas de vanguardia era la revolución, y no la democracia, y esa aspiración era compartida por muchísima gente que quería copiar el ejemplo de la guerrilla de Fidel Castro y sus “barbudos” de Sierra Maestra.

Marx, Fidel y el Che Guevara se convirtieron en íconos de la izquierda y la extrema izquierda. Dentro de ese contexto, los liberales fueron considerados conservadores, defensores del status quo, tergiversados y caricaturizados a tal punto que sus verdaderos objetivos políticos y sus ideas genuinas sólo tenían llegada a círculos muy pequeños, mientras que grandes sectores de la sociedad eran ajenos a ellos. Esa confusión sobre el liberalismo estaba tan extendida que los liberales latinoamericanos se vieron obligados a dedicar gran parte de su tiempo a defenderse de las distorsiones y ridículas acusaciones que recibían por derecha y por izquierda.

Recién en las últimas décadas del siglo XX, las cosas empezaron a cambiar en Latinoamérica, y el liberalismo empezó a ser reconocido como algo profundamente distinto del marxismo extremo y de la extrema derecha, y es importante mencionar que eso fue posible, al menos en la esfera cultural, gracias al valiente esfuerzo del gran poeta y ensayista mexicano Octavio Paz y de sus revistas Plural y Vuelta. Tras la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y la transformación de China en un país capitalista (por más que autoritario), las ideas políticas también evolucionaron en Latinoamérica, y la cultura de la libertad hizo importantes avances en todo el continente.

Más allá de eso, para mucha gente sigue siendo difícil asimilar el verdadero sentido de la palabra “liberal”, y para complicar aún más las cosas, ni siquiera los liberales parecen poder ponerse de acuerdo del todo sobre lo que significa el liberalismo y lo que significa ser un liberal. Quien haya tenido oportunidad de participar de alguna conferencia o congreso de liberales sabrá que esos encuentros suelen ser de lo más divertidos, ya que las discrepancias prevalecen sobre el acuerdo y porque como solía ocurrir con los trotskistas, cuando existían, todo liberal es a la vez un hereje y un sectario en potencia.

Como el liberalismo no es una ideología, vale decir, no es una religión dogmática laica, sino más bien una doctrina abierta y en evolución, que en vez de forzar la realidad para que ceda, se acomoda a la realidad, existen entre los liberales profundas discrepancias y las más diversas tendencias. Respecto de la religión y otros temas sociales, los liberales como yo, agnósticos y propulsores de la separación entre la Iglesia y el Estado y defensores de la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y las drogas, solemos ser ásperamente criticados por otros liberales que tienen opiniones opuestas sobre estas cuestiones. Esas diferencias de opinión son saludables y útiles, ya que no violan los preceptos básicos del liberalismo, a saber, democracia política, economía de mercado y la defensa de los intereses individuales por sobre los intereses del Estado. Hay por ejemplo liberales que creen que la economía es el campo donde deben resolverse todos los problemas, y que el libre mercado es la panacea para los problemas, desde la pobreza hasta el desempleo, desde la discriminación hasta la exclusión social.

Esos liberales, que son como verdaderos algoritmos vivientes, muchas veces le hacen más daño a la causa de la libertad que los marxistas, primeros campeones de la absurda teoría de que la economía es la base de la civilización, fuerza impulsora de la historia de las naciones. Eso es simplemente falso. Son las ideas y la cultura las que marcan la diferencia entre civilización y barbarie, y no la economía. La economía por sí sola, sin el puntal de las ideas y la cultura, tal vez produzca óptimos resultados en los papeles, pero no le da sentido a la vida de las personas, ni les ofrece a los individuos razones para resistir la adversidad, mantenerse unidos en la compasión, o vivir en un ambiente de verdadera humanidad. Es la cultura, ese cuerpo de ideas, creencias y costumbres compartidas -entre las cuales debe incluirse obviamente también la religión-, la que da vida y aliento a la democracia y permite la economía de mercado, con su matemática fría y competitiva de recompensar el éxito y castigar el fracaso, para evitar que todo degenere en una lucha darwiniana en la cual, como dijo Isaiah Berlin, la libertad de los lobos es la muerte de los corderos. El libre mercado es el mejor mecanismo existente para generar riqueza, y cuando se lo complementa con otras instituciones y usos de la cultura democrática puede impulsar el progreso material de una nación a los espectaculares niveles a los que nos tiene habituados. Pero el libre mercado es también un instrumento implacable que sin el componente espiritual e intelectual que aporta la cultura, puede reducir la vida a una feroz batalla egoísta a la que sólo sobreviven los más aptos.

Por lo tanto, el valor central del liberal que yo aspiro a ser es la libertad. Gracias a esa libertad, la humanidad ha podido hacer su viaje de las cavernas a las estrellas y la revolución informática, y progresar desde las variadas formas de colectivismo y asociaciones despóticas hacia los derechos humanos y la democracia representativa. Los cimientos de la libertad son la propiedad privada y el imperio de la ley. Ese sistema garantiza las menores formas de injustica posibles, produce el mayor progreso material y cultural, frena con mayor eficacia la violencia y genera el mayor respeto por los derechos humanos. Para este concepto de liberalismo, la libertad es un concepto único e integral. La libertad política y la libertad económica son inseparables, como las caras de una moneda. Y como en Latinoamérica la libertad no es entendida de esa forma, la región ha sufrido varios intentos fallidos de gobiernos democráticos.

Eso ocurrió ya sea porque las democracias que emergieron después de las dictaduras respetaron la libertad política pero rechazaron la libertad económica, que produjo inevitablemente más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque condujeron a gobiernos autoritarios convencidos de que sólo con mano dura y represión podría garantizarse el funcionamiento del libre mercado.

Esa es una peligrosa falacia que quedó demostrada en países como Perú, durante la dictadura de Alberto Fujimori, y Chile, bajo Augusto Pinochet. El verdadero progreso nunca ha surgido de regímenes como esos. Así se explica el fracaso de las llamadas dictaduras “del libre mercado” de Latinoamérica.

Ninguna economía libre puede funcionar sin un sistema de justicia eficiente e independiente, y ninguna reforma tiene éxito si se implementa sin el control y la crítica de la opinión pública que sólo son posibles en democracia. Quienes creyeron que el general Pinochet era la excepción a la regla porque su régimen obtuve éxitos económicos luego descubrieron, junto con las revelaciones del asesinato y tortura de miles de ciudadanos, que el dictador chileno no solo era un asesino, sino un ladrón que tenía cuentas con millones de dólares en el exterior, como el resto de los dictadores latinoamericanos. La democracia política, la libertad de prensa y el libre mercado son los cimientos de la posición liberal. Pero así formuladas, esas tres expresiones poseen una cualidad abstracta y algebraica que las deshumaniza y las aleja de la experiencia de la gente común. El liberalismo es mucho, mucho más que eso. Básicamente, es tolerancia y respeto por el otro, y especialmente por quienes piensan distinto, por quienes practican otras costumbres, veneran a otro dios o a ninguno. Al aceptar convivir con quienes son diferentes, los seres humanos dieron el paso más extraordinario en el camino hacia la civilización. Fue una predisposición o un deseo que precedió a la democracia y que la hizo posible, y que contribuyó más que cualquier descubrimiento científico o que cualquier sistema filosófico a contrarrestar la violencia y a aplacar el instinto de controlar y matar en las relaciones humanas. Es también lo que despertó una natural desconfianza en el poder, en cualquier poder, y que es como una segunda naturaleza de nosotros, los liberales.

El poder es inevitable, salvo en esas encantadoras utopías de los anarquistas. Pero el poder sí puede ser controlado y contrarrestado para que no se exceda. Es posible despojarlo de sus funciones no autorizadas que oprimen al individuo, ese ser que para nosotros, los liberales, es la piedra angular de la sociedad, y cuyos derechos deben ser respetados y garantizados. La violación de esos derechos desencadena inevitablemente una espiral de abusos que como ondas concéntricas, barren con la idea misma de justicia social.

Defender a los individuos es la consecuencia natural de creer en la libertad como valor individual y social por excelencia, porque en el seno de una sociedad, la libertad se mide por el nivel de autonomía del que gozan los ciudadanos para organizar sus vidas y trabajar en pos de sus objetivos sin interferencias injusticias, vale decir, la lucha por la “libertad negativa”, tal como la definió Isaiah Berlin en su célebre ensayo. El colectivismo era necesario en los albores de la historia, cuando los individuos eran simplemente parte de una tribu y dependían del conjunto de la sociedad para su supervivencia, pero empezó a declinar a medida que el progreso material e intelectual permitieron que el hombre dominara la naturaleza y superara el miedo al rayo, a las bestias, a lo desconocido y al otro, todo aquel que tenía otro color de piel, otro idioma y otras costumbres. Pero el colectivismo ha sobrevivido a través de la historia en esas doctrinas e ideologías que sitúan los supremos valores de un individuo en su pertenencia a un grupo específico (la raza, la clase social, la religión o la nación). Todas esas doctrinas colectivistas -nazismo, fascismo, fanatismo religioso, comunismo y nacionalismo-, son enemigos naturales de la libertad y feroces enemigos de los liberales. En todas las épocas, ese defecto atávico, el colectivismo, ha levantado su horrenda cabeza para amenazar a la civilización y arrastrarnos de vuelta a la era del barbarismo. Ayer tomó el nombre de fascismo y comunismo; hoy se lo conoce como nacionalismo y fundamentalismo religioso.

Un gran pensador liberal, Ludwig von Mises, siempre se opuso a la existencia de partidos liberales porque sentía que esas agrupaciones políticas, al intentar monopolizar el liberalismo, terminaban desnaturalizándolo, encasillándolo, y forzándolo a entrar en los estrechos moldes de la lucha partidaria por el poder. Por el contrario, Mises creía que la filosofía liberal debía ser una cultura general compartida por todos las corrientes y movimientos políticos coexistentes en una sociedad abierta y prodemocrática, una escuela de pensamiento que nutriera a los socialcristianos, los radicales, los socialdemócratas, los conservadores y los socialistas democráticos por igual. Hay mucho de verdad en esa teoría.

De eso modo, en el pasado reciente, hemos visto casos de gobiernos conservadores, como los de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y José María Aznar, que impulsaron profundas reformas liberales. Al mismo tiempo, hemos visto a líderes presuntamente socialistas, como Tony Blair en Inglaterra, Ricardo Lagos en Chile, y actualmente José Mujica en Uruguay, que implementaron políticas económicas y sociales que sólo pueden ser calificadas como liberales.

Aunque el término “liberal” sigue siendo una mala palabra que todo latinoamericano políticamente correcto tiene obligación de detestar, desde hace un tiempo, hay ideas y actitudes esencialmente liberales que han comenzado a infiltrarse por derecha y por izquierda en el continente de las ilusiones perdidas. Eso explica por qué en años recientes, las democracias latinoamericanas no han colapsado ni han sido reemplazadas por dictaduras militares, a pesar de las crisis económicas, la corrupción y el fracaso de tantos gobiernos para alcanzar su potencial.

Por supuesto que algunos siguen allí: Cuba tiene esos fósiles autoritarios, Fidel Castro y su hermano Fidel, que tras 54 años de esclavizar a su país, se han convertido en los líderes de la dictadura más larga de la historia latinoamericana, así como la desafortunada Venezuela, que de la mano del presidente Nicolás Maduro, el sucesor a dedo del comandante Hugo Chávez, sufre ahora las políticas estatistas y marxistas que muy pronto convertirán a Venezuela en una segunda Cuba.

Pero son dos excepciones, y hay que enfatizarlo, en un continente que nunca antes había tenido una sucesión tan larga de gobiernos civiles surgidos de elecciones relativamente libres. Y existen casos interesantes y alentadores como el de Brasil, donde primero Lula da Silva y luego Dilma Rousseff, antes de llegar a la presidencia, abrazaron la doctrina populista, el nacionalismo económico y la tradicional hostilidad de la izquierda hacia los mercados, pero que tras asumir el poder, practicaron la disciplina fiscal y fomentaron la inversión extranjera, la inversión privada y la globalización, a pesar de que ambos gobiernos se sumieron en la corrupción, como ha ocurrido siembre con los gobiernos populistas, y finalmente fracasaron en la continuidad de la reforma.

Más que la revolución, el mayor obstáculo actual para el progreso en Latinoamérica es el populismo. Hay muchas maneras de definir populismo, pero tal vez la más exacta sea que es una forma de demagogia social y económica que sacrifica el futuro de un país a favor de un presente efímero. Con un discurso fogoso imbuido de bravatas, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ha seguido el ejemplo de su marido, el fallecido presidente Néstor Kirchner, con nacionalizaciones, intervencionismo, controles y persecución de la prensa independiente, políticas que han llevado al borde la desintegración a un país que es, potencialmente, uno de los más prósperos del planeta. Otros tristes ejemplos de populismo son la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa y la Nicaragua del comandante sandinista Daniel Ortega, quienes en varios aspectos, siguen implementando el centralismo del control estatal que tantos estragos ha causado en todo nuestro continente.

Pero son las excepciones y no la regla, como era hasta hace poco en Latinoamérica, donde no sólo se están desvaneciendo los dictadores, sino también las políticas económicas que mantuvieron a nuestros pueblos en el subdesarrollo y la pobreza. Hasta la izquierda se ha mostrado reacia a faltar a su palabra de privatizar las jubilaciones -ya se ha hecho en 11 países latinoamericanos, hasta la fecha-, mientras que la izquierda de Estados Unidos, más reaccionaria, se opone a la privatización de la seguridad social. Son todos signos positivos de cierta modernización de la izquierda, que sin reconocerlo, admite que el camino hacia el progreso económico y la justicia social pasa por la democracia y los mercados, algo que los liberales venimos predicando en el desierto desde hace mucho tiempo. De hecho, si la izquierda latinoamericana ha aceptado las políticas liberales, tanto mejor, por más que las disfracen de una retórica que lo niega. Es un paso hacia adelante que deja entrever que Latinoamérica finalmente se estaría deshaciendo del lastre de las dictaduras y el subdesarrollo. Se trata de un avance, al igual que el surgimiento de una derecha civilizada que ya no cree que la solución a los problemas es golpear la puerta de los cuarteles, sino más bien aceptar el voto y las instituciones democráticas y hacerlas funcionar.

Otra señal positiva del incierto escenario latinoamericano actual es que el acendrado y antiguo sentimiento antinorteamericano que recorría el continente ha disminuido notablemente. Lo cierto es que hoy, el sentimiento antinorteamericano es más fuerte en ciertos países de Europa, como Francia y España, que en México o Perú. Es cierto que la guerra en Irak, por ejemplo, movilizó a vastos sectores de todo el espectro político europeo, cuyo único denominador común parecía ser no el amor por la paz sino el resentimiento y el odio hacia Estados Unidos. En Latinoamérica, esa movilización fue marginal y estuvo prácticamente confinada a los sectores de la izquierda más radicalizada, aunque en los últimos días el apoyo de Estados Unidos a la invasión israelí a la Franja de Gaza y la feroz masacre de civiles ha revivido un sentimiento antinorteamericano que parecía haberse desvanecido.

Ese cambio de actitud hacia Estados Unidos reconoce dos razones, una pragmática y otra del orden de los principios. Los latinoamericanos que conservan el sentido común entienden que por razones geográficas, económicas y estratégicas, las relaciones comerciales fluidas y sólidas con Estados Unidos son indispensables para nuestro desarrollo. Además, la política exterior norteamericana, en vez de apoyar a las dictaduras, como hacía en el pasado, ahora apoya sistemáticamente a las democracias y rechaza las tendencias autoritarias. Eso ha contribuido ostensiblemente a reducir la desconfianza y la hostilidad de las filas democráticas latinoamericanas frente a su poderoso vecino del norte.

Ese acercamiento y esa colaboración son cruciales para que Latinoamérica avance rápidamente en su lucha para eliminar la pobreza y el subdesarrollo.

En los últimos años, este liberal que habla ahora frente a ustedes se ha visto enredado con frecuencia en la controversia, por defender una imagen real de Estados Unidos, que las pasiones y los prejuicios políticos han deformado, en ocasiones, hasta el punto de la caricatura. El problema que enfrentamos quienes intentamos combatir esos estereotipos es que ningún país produce tanto material artístico e intelectual antinorteamericano como el propio Estados Unidos -país natal, no olvidemos, de Michael Moore, Oliver Stone y Noam Chomsky-, al punto que uno se pregunta si el antinorteamericanismo es uno de esos astutos productos de exportación fabricados por la C.I.A. para hacer posible que el imperialismo manipule ideológicamente a las masas del Tercer Mundo.

Antes, el antinorteamericanismo era especialmente popular en Latinoamérica, pero ahora se produce en algunos países europeos, especialmente en aquellos que se aferran al pasado que ya fue, y que se resisten a aceptar la globalización y la interdependencia de las naciones en un mundo en el que las fronteras, antes sólidas e inexpugnables, se han vuelto porosas y cada vez más difusas.

Por supuesto que no todo lo que pasa en Estados Unidos es de mi agrado. Lamento, por ejemplo, que muchos estados todavía apliquen ese horror que es la pena de muerte, al igual que muchas otras cosas, como el hecho de que la represión está por encima de la persuasión en la lucha contra las drogas, a pesar de las lecciones que dejó la Prohibición. Pero en el balance de sumas y restas, creo que Estados Unidos es la democracia más abierta y funcional del mundo, y la que tiene mayor capacidad de autocrítica, que le permite renovarse y actualizarse más rápidamente en respuesta a los desafíos y las necesidades de un contexto histórico en cambio. Es una democracia que admiro justamente por lo que temía el profesor Samuel Huntington: una formidable mezcla de razas, culturas, tradiciones y costumbres, que han logrado coexistir sin matarse unas a otras, gracias a la igualdad ante la ley y la flexibilidad de un sistema que hace lugar en su seno para la diversidad, bajo el denominador común del respecto por la ley y por el otro.

En mi opinión, la presencia de 50 millones de personas de origen latinoamericano en Estados Unidos no amenaza la cohesión social o la integridad del país. Por el contrario, potencia a la nación, aportando una corriente de vitalidad cultural de enorme energía, en la cual la familia es un bien sagrado. Con su deseo de progreso, su capacidad de trabajo y su aspiración al éxito, esa influencia latinoamericana será de gran provecho para una sociedad abierta. Sin renegar de sus orígenes, esta comunidad se está integrando con lealtad y cariño a este nuevo país, y forjando fuertes vínculos entre las dos Américas. Y eso es algo de lo que puedo dar fe casi en carne propia.

Cuando mis padres ya no eran jóvenes, se convirtieron en dos de esos millones de latinoamericanos que emigraron a Estados Unidos en busca de oportunidades que su país no les ofrecía. Vivieron en Los Ángeles durante casi 25 años, ganándose la vida con sus manos, algo que nunca habían tenido que hacer en Perú. Durante muchos años, mi madre fue obrera textil en una fábrica llena de mexicanos y centroamericanos, entre los cuales hizo excelentes amigos. Cuando murió mi padre, pensé que mi madre regresaría a Perú, como él le había pedido. Pero ella decidió quedarse, vivir sola, e incluso solicitó y obtuvo la ciudadanía estadounidense, algo que mi padre nunca quiso hacer. Más tarde, cuando los achaques de la edad la obligaron a volver a su tierra natal, siempre recordó Estados Unidos como su segunda patria, con orgullo y gratitud. Para ella, nunca hubo incompatibilidad en sentirse peruana y estadounidense al mismo tiempo: ni el menor atisbo de un conflicto de lealtades. Y creo que el caso de mi madre no es excepcional, y que hay millones de latinoamericanos que sienten lo mismo y que se transformarán en puentes vivientes entre dos culturas de un continente que hace cinco siglos fue integrado a la cultura occidental.

Tal vez este recuerdo sea más que una evocación filial. Tal vez, en este ejemplo veamos un atisbo del futuro. Soñamos, como suelen hacer los novelistas: un mundo libre de fanáticos, terroristas y dictadores, un mundo de distintas razas, credos y tradiciones, coexistiendo en paz gracias a la cultura de la libertad, en el que las fronteras sean puentes que hombres y mujeres pueden cruzar en pos de sus objetivos, y sin más obstáculo que su suprema y libre voluntad.

Entonces, ya no hará falta hablar de libertad, porque será el aire que respiramos, y porque todos seremos verdaderamente libres. El ideal de Ludwig von Mises de una cultura universal, imbuida de respeto por la ley y por los derechos humanos, se habrá hecho realidad.

Traducción de Jaime Arrambide

Mario Vargas Llosa
vargas_llosa@gmail.com
@vargas_llosa

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