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miércoles, 12 de febrero de 2014

EDUARDO GUZMÁN PÉREZ, SI HAY RESPONSABLES DEL CAOS

En medio de esta tragedia  nacional a  Maduro solo le ocurre declarar a  Venezuela: “Territorio socialista de paz y amor”
La situación de caos social, político y  bancarrota económica y ruina fiscal, en que desemboco  el país  luego de 14 años del inmenso despelote, derroche, malversación y corrupción   que significo el gobierno del difunto comandante galáctico,  y estos 10 meses de incapacidad  e inercia del gobierno-teatro  del protempore Maduro, tienen que tener responsables y dejársele de ocultar a los venezolanos y al mundo la  inmensa tragedia que vive el país. Y detener de una vez  la mentira y el engaño y el engaño y la mentira  de la tragedia en que estamos envueltos. 
La debacle económica, la ruina fiscal, el aniquilamiento de quienes generaban riqueza, el Estado estetizante manus militaris  que se quiere apropiar de los medios de producción al estilo cubano-soviético, y el desmantelamiento de  PDVSA que era quien generaba el sueldo de Venezuela tiene que tener responsables.  De toda esta tragedia y sus consecuencias   el país nacional y  el país quebrado y desfalcado señala con su dedo acusatorio de este despelota   y sus  consecuencias dramáticas a la incapacidad de  Rafael Ramírez, Nelson Merentes y Jorge Giordani, y  ahora, un hecho que tiene que causar la  alarma  es la inclusión  en  esta drama, a  militares del ejército que de hecho serán corresponsables   finales del caos, y eso tiene una lectura  evidente.  Un caos sin precedentes en la vida nacional,  una crisis inflacionaria demoledora, escases de alimentos, pérdida de las reservas internacionales   que es el resultado  de un modelo económico comunista fracasado  que hizo aguas por doquier. Una crisis que se quiere revertir con medidas de fuerza, coacción, leyes punitivas y amenazas por doquier, entre ellas,  evitando que el caos  existente lo refleje la prensa escrita, no entregándole papel para cerrar  como en Cuba la prensa libre y el pueblo no sepa la tragedia que vive el país, que hoy  se manifiesta con la violencia social callejera, el crimen qué azota la sociedad y la monstruosas colas  que hace el pueblo como en  Cuba para adquirir los alimentos.
Ramírez, Giordani y Merentes tienen que explicarle al país  ¿por qué PDVSA de 3.millones 330 mil barriles que producía en 1998 bajo a 2.800.000, en este caso durante la administración Ramirez-Jose Luis Parada-Coronado? Y  ¿Porque la deuda de PDVSA pasa de US$  3.700 millones en el 2005 a US$ 80 mil millones hoy día. Y hay que preguntarle a Giordani  el cerebro de esta tragedia con el poder omnímodo que ha tenido,  ¿que hicieron los reales  que son 1 billón 340 mil millones de dólares que le han entrado al fisco nacional en 15 años? Y,  finalmente, al señor Merentes  quien ha pasado por todos los cargos habidos  en la administración pública: Del  Bandes de donde Chávez lo saco por malos procedimientos y luego perdonarlo la Contraloría,  lo para pasaron  al  BCV, en donde demostró su  enorme capacidad de destrucción de la economía nacional. ¿Que como?, pues   financiando sin control con dinero inorgánico a la destruida PDVSA. Los demás lo sabe usted amigo  lector, dejemos hoy hasta allí, no más. Alea jacta est
Jose Eduardo Guzman Perez
 guzmanperez@gmail.com

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SAÚL GODOY GÓMEZ, LAS CARTAS MARCADAS DEL SOCIALISMO (1 DE 3)

Ya he explicado suficientemente cómo el socialismo ha sido un sistema político que, desde sus inicios, se ha vestido con las causas más justas y nobles de la humanidad para, finalmente, una vez con el control del poder político, darle un zarpazo a las libertades fundamentales del ser humano y esclavizar a la sociedad a la sombra de un estado omnipresente e interventor.
He escuchado por la radio a nuestros socialistas endógenos, en un estado tal de delirio, que ahora les ha dado por comparar al socialismo con el amor maternal, en cuanto a que se trata de una entrega total; ya el desespero es evidente, la formación de sus cuadros ha entrado en una etapa de fanatismo y su prédica se ha convertido en un peligroso fundamentalismo, financiado por PDVSA, no se sabe con qué infames propósitos.
Está sucediendo en nuestro país; Venezuela, bajo la hegemonía del socialismo se está convirtiendo en un inmenso campo de concentración, las facciones más ultrosas reclaman la inmediata destrucción de lo que queda del aparato productivo nacional para lanzar al país en una catástrofe ambiental; ya hay sitios en el interior del país donde la comida escasea de manera importante, al punto que se teme un éxodo de la población hacia las capitales donde aún hay provisiones.
Pero vamos ahora a sumergirnos en sus mecanismos ocultos e internos, para ver cómo hacen el fraude ideológico, porque son las ideas, las malas ideas, las que nos trajeron a esta aventura, vamos a desmontar algunas de sus mentiras fundamentales, y tenemos que empezar por un hecho cardinal, al contrario del capitalismo, que ha sido una construcción de muchas personas y pueblos, cuyas prácticas devienen de las costumbres a través de un largo periodo de tiempo y suman errores y éxitos de una manera de hacer las cosas, de una forma de vida que necesitó de la participación de toda la sociedad para evolucionar, el socialismo, es la obra de un solo hombre, de Karl Marx, quien creyó haber descubierto unas leyes históricas que trabajan sobre el hombre y la sociedad y con las cuales profetizó el destino de la humanidad; si probamos que la obra de este hombre está equivocada, podremos cantar el fraude.
Pero antes de avanzar en las entelequias marxistas, debemos aclarar, antes de Marx existía el comunismo y formas utópicas del socialismo, eran prácticas sociales que existían en las tribus más primitivas y que luego fueron incorporadas en sectas, como en el cristianismo primitivo, perseguidas y obligadas a vivir prácticamente bajo tierra; estas sectas se componían de grupos pequeños, donde todos los miembros se conocían, compartían no sólo conocimientos sagrados sino una vida en común, y por ello el comunismo funcionaba, había un líder carismático y vínculos afectivos y de fe muy fuertes, que hacían posible la sobrevivencia en medio de los enemigos.
Varios estudios de antropología sugieren que el modelo tribal funciona en grupos humanos de reducido número y abarcando un territorio pequeño, pero suficiente para permitir la autonomía de cada miembro, el antropólogo Joseph Birdsell, que estudió a los bosquimanos en Australia, nos reporta que la tribu no pasaba de 500 individuos y estaba compuesta por bandas más pequeñas, de entre quince y cincuenta individuos, en control de aproximadamente 80 kilómetros cuadrados de territorio. Similares magnitudes encontraron los antropólogos Chang entre los Yanomamis en el Amazonas y Epel con los Shoshone en el medio oeste norteamericano.
Cuando el grupo desborda estos límites de sustentabilidad, el modelo tribal deja de funcionar, la tribu se convierte en “nación” o reinado, como el caso de los Cherokee o de los Zulú en África, un conjunto de tribus, unidas por vínculos de sangre y cultura, donde la práctica del comunismo es sustituida por la del intercambio comercial libre entre tribus, el trueque da a lugar a un sistema de precios muy básico y a una especialización del trabajo por regiones.
Por ello la insistencia de los comunistas en grupos pequeños, en comunas, que es la vuelta a la forma de la tribu como célula fundamental de su sistema; más que un ideal “progresista” es, en realidad, un retroceso a formas arcaicas de asociación.
La igualdad en las comunas sólo puede ser lograda por un reconocimiento personal entre miembros del grupo, la practica altruista de compartir se basa en que la propiedad es de la tribu, administrada por el jefe, quien reparte y asigna; la historia de las comunas que han logrado mayores éxitos demuestra que esos grupos se sostienen mientras vivan sus líderes carismáticos, al ellos desparecer, las comunas se disuelven. Todas las experiencias societarias del socialismo utópico han tenido esas características, que fueron las que tomó Marx, y les dio un giro histórico.
Marx estaba muy al tanto de los experimentos societarios de Robert Owen, amigo personal de Engels, su socio y camarada; conoció de testigos presenciales la experiencia de la comuna de París y trató de manipularla para sus fines políticos, pero la misma fracasó antes de que pudiera lograr metas concretas; finalmente, fueron esas experiencias grupales las que privaron en su intento por conformar las primeras organizaciones obreras y artesanales, tanto en Alemania como en Inglaterra.
Marx era un economista, y él más que nadie estaba enterado del problema que surgía al aplicar el comunismo a los grandes números, a sociedades completas, por ello su insistencia en la dictadura del proletariado, sabía que, sin el elemento autoritario y violento del ejercicio del poder, no podría ordenar el reparto equitativo de bienes y servicios en una nación. La libertad resultaba ser un lujo inaceptable en el comunismo, sólo cuando apareciera el Nuevo Hombre y quedaran abolidas las clases sociales se aceptaría de buen grado este nuevo orden.
Cuando tuvo lugar el experimento de la Unión Soviética, nunca mantuvo el comunismo a tantos técnicos y expertos resolviendo el problema de aplicar la igualdad en una población tan grande, el problema de la producción y el consumo se convirtió en un dolor de cabeza, la planificación de la economía centralizada fracasaba una y otra vez en proveer a todos lo más básico y de manera oportuna, no menos de veinte millones de personas perdieron la vida por hambre y frío, mientras los burócratas en Moscú buscaban cómo resolverle los problemas, expropiaban de todo lo que se producía, los hacían mudarse a nuevos asentamientos para producir lo que el plan indicaba, nunca llegaban los insumos a tiempo y completos, la escasez era la regla; la felicidad y la prosperidad del pueblo fueron pospuestas para un futuro lejano que nunca llegaba, mientras el pueblo ruso vivió entre la miseria, el terror y la desinformación.
Vistos estos antecedentes, hagamos nuestro primer señalamiento: el socialismo es una ideología, al contrario, el capitalismo se constituye como un conjunto de observaciones sobre unas prácticas productivas y de organización de los mercados; al ser una ideología, el socialismo está basado en una teoría, en unos conceptos previos a la experiencia, además ha devenido en dogma, en una serie de preceptos morales concebidos en la ilusión de resolver todos los problemas y ambicionando construir una sociedad perfecta.
Los socialistas y comunistas pretenden ver al capitalismo como una ideología, cuando éste jamás ha tenido como fin la práctica de recetas infalibles, ni el remedio para todos los problemas sociales; el capitalismo promueve, y esta es la gran diferencia entre ambos, los valores de la libertad en el individuo y propicia los medios para que el hombre se desarrolle a plenitud y así alcanzar el avance de toda la sociedad.
En los próximos artículos veremos en donde falló el pensamiento marxista y por qué el socialismo es una ideología con pies de barro – 
Saul Godoy s
aulgodoy@gmail.com

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JOSÉ LUÍS MÉNDEZ, MIEDO INSTAURADO

El miedo, en sus más distintas manifestaciones se ha apoderado  de la sociedad venezolana. La gente en general, siente temor cuando sale  la calle por el grado de violencia desenfrenada  del  hampa  y de la delincuencia  común. 
Pero detrás de ese temor, hay otro aun mayor, el que deja la sensación casi palpable, de la inexistencia  o carencia de una autoridad que tenga la voluntad de luchar contra ese flagelo social que acaba con la vida de los venezolanos diariamente. O lo que es peor, que el  gobierno que detenta el  poder  coercitivo del  Estado, deja con su discurso permanente, la impresión de que  no le importa mucho  el problema de la inseguridad en las calles, y que incluso lo  alienta. Una veintena de fracasados planes  en materia de seguridad durante estos últimos quince años y un lenguaje ambiguo, entre el bien y el mal, que confunde  pueblo con delincuencia, así  lo demuestran. De esas  recientes soluciones que no sirvieron de nada, recordamos la de sacar los militares a la calle; ahora le toca  al patrullaje inteligente y vigilancia por cuadrantes.
Pero las personas tienen, igualmente,  otro tipo de miedos. Tienen terror a quedarse sin alimentos básicos como leche, harina, azúcar o pollo. Un tipo de miedo que el venezolano del siglo pasado no llegó a conocer, que le era ajeno por completo y en el que nunca pensó pudiera ocurrirle, siendo  habitante de un país petrolero, o mejor dicho, de una potencia petrolera donde la abundancia era  su común denominador. Un miedo que si se conoce en otras latitudes, como consecuencia de la guerra o de unas condiciones  económicas  precarias.
El otro miedo que perturba al venezolano desde hace ya un buen rato, por no decir años, es el de que cada vez más,  estamos perdiendo la libertad de poder decir lo que queramos, siempre que queramos, en forma de manifestación  o protesta contra la autoridad. Desde aquel fatídico 11 de abril del 2002, pasando por otras protestas ciudadanas de menor escala, como por ejempló, las estudiantiles en el Táchira de hace unos días, la aparición ya usual, de francotiradores o encapuchados en motocicletas, disparando sin recato alguno contra quienes se atreven a manifestar públicamente su oposición y critica al gobierno, es una constante que como medio represivo, busca amedrentar a la gente y garantizar que ninguna protesta pública colectiva vaya a tener éxito.
Pavor casi reverencial, que de manera similar se ha instaurado también en los medios de comunicación, nacionales y regionales, a través de la autocensura, consecuencia de medidas políticas anteriores de cierre, contra canales de televisión y emisoras de radio, de los cuales hemos visto desparecer programas de opinión donde se solía hacía critica al gobierno, así como a sus conductores, situación que la escasez actual de papel para los periódicos agrava de manera brutal, pues en el fondo, es un ataque a la libertad de expresión,
El temor al futuro también invade a los venezolanos, quizás el más terrible de todos, pues se impone como una sombra larga y oscura sobre el quehacer del venezolano y el de su familia. Miedo que se traduce en inseguridad de vida propia,  en el desarrollo del individuo, en cada vez menos posibilidades de estudios, de encontrar un trabajo que permita vivir en condiciones dignas, de constituir una familia, de que el sueldo o el ingreso producto del esfuerzo propio  alcance para labrarse ese futuro.
Últimamente, un nuevo sobresalto nos sacude. Esta vez con características de pánico. Nos referimos a la imposibilidad  cada vez más acentuada de poder adquirir un pasaje al exterior en las líneas aéreas nacionales e internacionales. Un aislamiento que sin vivir en una isla, deja en la genta un sentimiento de impotencia y de cerco, de bloqueo, similar al que viven los cubanos de La Habana.
 Qué duda cabe que el miedo se ha institucionalizado en Venezuela.
Jose Mendez
xlmlf1@gmail.com

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NELSON ACOSTA ESPINOZA, ¿PÉREZ Y CHÁVEZ UN MISMO ITINERARIO POLÍTICO?

Esta es una pregunta que suena atrevida en el contexto de la celebración de un aniversario más de la asonada militar del 4 de febrero del 1992. Sin embargo, me parece valioso insistir en esta línea de argumentación 

¿Qué queremos decir?  ¿En qué sentido estos dos personajes compartieron un mismo itinerario histórico?  No se asombre amigo lector. Existe un viejo refrán que señala que los extremos se acercan. En este caso, entonces, la pregunta a formular sería, ¿cuál extremo es ese, en donde coinciden estos adversarios históricos? A ver.

En su segunda presidencia Carlos Andrés Pérez intento modificar la estructura de poder y la economía del país. A tal efecto se diseño un plan de la nación bajo el nombre de "El Gran Viraje". En forma sucinta se intentaba modificar el modelo sustitutivo por uno de economía de mercado y, de esta forma, acompañar las tendencias de la globalización y las liberalizaciones de las economías mundiales, minimizando el tamaño e intervención del estado dando prioridad a la actividad privada. Igualmente se impulsó el proceso de descentralización del sistema político nacional, con las elecciones de gobernadores y alcaldes por primera vez en la historia democrática de Venezuela. 
Estas iniciativas se llevaron a cabo desde una perspectiva tecnocrática. No se intento generar una estrategia de contenido popular que sustentara esta profunda transformación de la sociedad venezolana. Se pretendió llevarla a cabo desde los aparatos administrativos del estado, sin enfrentar con decisión a los viejos actores que ofrecían una resistencia activa. Los resultados son conocidos. Se frustró este ensayo por modificar y modernizar la sociedad venezolana.
En cierto sentido, el socialismo del siglo XXI, es un Gran Viraje, pero,  al revés. El gobierno socialista del difunto presidente Chávez y el actual presidente Maduro, han desmantelado la organización estatal heredada de la democracia. Se han estatizado las empresas básicas y revertido los procesos de descentralización iniciados a finales de la década de los ochenta. 
El común denominador con el gobierno de Carlos Andrés Pérez radica en que se intenta llevar a cabo esta profunda transformación desde la administración de los aparatos del estado. El socialismo del siglo XXI ha privilegiado una visión instrumental de Estado; vale decir una agencia que puede ser conquistada y ocupada por el partido mayoritario después de las elecciones y ser usada como instrumento exclusivo de sus políticas.  
Al igual que Carlos Andrés Pérez este socialismo del siglo XXI intenta introducir modificaciones sustantivas a la sociedad desde el estado desplegando una política de carácter asistencialista. Distintos fines, idénticos medios.
Démosle una vuelta a la tuerca y preguntemos ¿qué hacer, entonces? 
Veamos. Estamos ante la posibilidad de fundar un nuevo relato político y construir un nuevo sujeto popular cuya identidad sea percibida como un alter ego de la oligarquía socialista que asumió el poder en el país. 
Hoy en día el tramado institucional del estado no está en capacidad de procesar  demandas sociales (vivienda, seguridad, transporte, empleo, etc.) y, en consecuencia, el gobierno ha perdido legitimidad y eficacia. 
Este es el momento propicio para encadenar esta diversidad de demandas no satisfechas y cristalizarlas en torno a determinados símbolos populares que impliquen la negación del actual orden institucional. 
Para lograr este objetivo se requiere de un relato, una oposición que se asuma como alternativa de poder y enlace su oferta con los símbolos populares. 
Para ello sería necesaria la emergencia de un líder que canalice esta lucha y dicotomice el espacio social y político del país. La pregunta brota a boca de jarro, ¿existe este líder? Pronto lo sabremos.
nelson acosta acostnelson@gmail.com

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AMÉRICO MARTÍN, LOS DEDOS, EL PIANO

Se nos escapan las cuestiones obvias. Al gran escritor y humorista inglés Gilbert Chesterton se le ocurrió decir que si miras una cosa novecientos noventa y nueve veces estás a salvo, pero si la miras la vez mil corres el horrendo peligro de verla por primera vez.
EL PIANO SE TOCA CON LOS 10 DEDOS
Cuando se le carga en exceso la mano a la MUD reprochándole que solo sabe dirigir elecciones se pasa por alto que ese organismo fue diseñado exactamente para eso, para dirigir elecciones y esmerarse en encontrar la manera de resolver la cuadratura del círculo: unir todas las corrientes opositoras a fin de impedir que fueran trituradas por la máquina ventajista de un gobierno inescrupuloso. Lo mejor es que esas corrientes divergen en la totalidad de los asuntos, menos en uno: la necesidad de derrotar el modelo autocrático que les impide seguir debatiendo sin peligro de parar en la cárcel o ser perseguidos.
Y eso en Venezuela no podía ni puede lograrse sin derrotar al actual gobierno y restablecer el libre juego de opiniones en el marco de una democracia más o menos confiable. El pluralismo y la diversidad son la fuerza, no la debilidad de la democracia siempre que se sobreponga lo que une por sobre lo que separa. Era la misión de la MUD y sería bien mezquino no admitir que su desempeño fue francamente bueno.
Pero pasadas las elecciones y a sabiendas de que no habrá otras sino dentro de dos años, la MUD sencillamente no está habilitada para dirigir el hervidero económico social que calienta las impaciencias de la mayoría de los venezolanos. Su estructura plural no le da para eso.
Reprocharle que no se ocupe sino de elecciones, es como molestarse porque un chef de alta cocina se dedique exclusivamente a sus especialidades culinarias olvidando las restantes necesidades del país, como por ejemplo la dirección de los trabajadores de Guayana o del movimiento universitario.
Ahora se trata de solidarizarse con las protestas legítimas que se extienden por el país y que con más razón lo seguirán haciendo a lo largo de 2014, un año crítico como pocos en el largo pasado. Eso hace obligante la reformulación, lo que a su vez pasa por preguntarse como ejercer funciones de dirección y preservar la carísima unidad, en un ambiente de liderazgos múltiples, vinculados orgánicamente a cada uno de los sectores que reclaman con los puños en alto la satisfacción de sus necesidades. Ese es el verdadero reto y la materia candente a ser resuelta.
Lo mejor es el ensayo y el error. Para decirlo como Mao Zedong a días de su victoria, cuando aún no se había encanallado en el poder: ¡Qué florezcan mil flores!¡Que compitan cien escuelas filosóficas!
Que líderes de distinta procedencia salgan a la palestra no solo no es malo, sino que es excelente. Lo ingenuo es contraponer propuestas en el plano del maniqueísmo: tú o yo, lo mío y no lo tuyo, salir a la calle y no dialogar o dialogar y quedarse en su casa. Esas son disyuntivas falsas y sin sentido.
El diálogo generalmente favorecerá a la democracia y perjudicará a los autócratas, siempre que transcurra sin candidez. Salir a la calle no supone rechazar el diálogo. Los actos emanados de dirigentes con opción y aspiraciones no tienen por qué excluirse o entenderse como verdades absolutas. La lucha democrática es en todos los territorios y con plenitud de formas legales; se da en espacios variados sin que la selección de unas implique retirar las demás.
El diálogo le quema las manos a un gobierno por principio negado a propiciarlo. Y si apela a él con el deseo de desnaturalizarlo perderá en el país y en el seno de su propio movimiento, como por lo demás ya está ocurriendo.
Los actos públicos de protesta o animados por el deseo de ampliar las dimensiones del debate son excelentes siempre que no pretendan erigirse en soluciones únicas. Salir a la calle es pues una buena –pero no única- táctica
Pero entendamos lo obvio. Hacer actos públicos no equivale a dirigir procesos sociales. En Guayana o en el área petrolera los trabajadores ya tienen sus propios líderes y no sería cosa de que una parte de la MUD pretendiera asumir la dirección de esos trabajadores y la otra se dedicara a convocarlos a actos públicos.
En las Universidades, igual. En el área educativa los padres y representantes, junto a maestros, directores, estudiantes y federaciones magisteriales han consolidado, al calor de luchas constantes, un movimiento ejemplar, respetado y poderoso como pocos, armado de programas y líneas para desarrollarlo. En su conjunto respetan a la MUD y también a los dirigentes que se presentan juntos a exponer otros criterios, pero no le entregarán la dirección a nadie.
Todos esos procesos deben ir más allá de sus fronteras, deben alcanzar unidad de objetivos y esa es la nueva sustancia de la unidad. En su reformulación, la dirigencia opositora ha de respetar a los líderes emanados de las contiendas parciales. Hay que ayudarlos, potenciar la unidad y buscarla con ellos. Se debe ayudar, relacionar, procurar claridad. Es una tutoría.
La amplísima variedad de causas y corrientes opositoras aconseja combatir unidos en cada pulgada de terreno y participar sin abstenerse nunca. Porque aparte del célebre Concierto de Maurice Ravel para la mano izquierda, el piano en realidad debe tocarse con los diez dedos y las dos manos. El todo es que emane una sola melodía, la melodía de la unidad, la melodía de la democracia.
@AmericoMartin

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