“Socialismo y muerte no es un lema, es una realidad”. Frase del rap “Viva Cuba Libre” del grupo Los Aldeanos.
El odio se siembra en los ciudadanos cuando
se les obliga a aceptar un estilo de gobierno, un sistema sociopolítico que no
comparten. Y se les obliga utilizando las amas más aberrantes para un ser
humano: el chantaje del hambre, la supresión de la libertad, la agresión contra
sus derechos.
Venezuela ha llegado a un punto de no
retorno, tanto para un gobierno que se comporta descaradamente como una
dictadura militar autoritaria como para una ciudadanía que lucha por cambiar
una vida sin ninguna calidad en un país carente de garantías.
El grave error del gobierno es
compartido por organizaciones de naciones, por sesudos analistas y por
congéneres autoritarios: creer que esto se trata de una conspiración de la
oposición para derrocar a un presidente cuando en realidad es una protesta
social de un pueblo harto de abusos.
Solo hay que ver las reacciones hacia los
políticos que quieren ejercer vocerías o intervenir en la organización de las
protestas: inmediatamente son frenados (y a veces hasta de mala manera)
dejándoles muy en claro que la protesta, sobre todo la estudiantil, no es un
movimiento político. La anarquía de alguna manera se ha dispuesto en torno al
liderazgo juvenil, que comete errores de estrategia, que no acepta consejos de
quienes tienen experiencia en lides políticas, pero que lo subsanan con la
pasión y el apoyo de un entorno que entiende que esta lucha necesita de esa
fogosidad y arrojo.
Nadie puede creer a un gobierno que es el
segundo comprador de armas en el continente después de Estados Unidos, cuando
señala que está enfrentando a una oposición violenta y armada, que es culpable
de los muertos y heridos de estas jornadas de protesta. Los teléfonos
inteligentes que todo lo graban y difunden, desmontan la mentira oficial.
El lenguaje agresivo, las acusaciones sin
pruebas ni fundamento, las contramarchas, reuniones con unidades de batalla,
mítines encendidos donde se rompen relaciones, se ordenan encarcelamientos y se
utiliza un lenguaje bárbaro en contra de ciudadanos venezolanos que luchan sin
armas por sus derechos, ha sido el cuchillo en la garganta del régimen. Ante
los ojos del mundo civilizado y democrático quedan pocas dudas de la especie de
la cual están hechos estos gobernantes que acusan de traidora a María Corina
Machado porque va a la OEA a denunciarlos, pero que reciben órdenes, personal y
entrenamiento del comunismo cubano, que tiene gran experiencia en como doblegar
por las malas a un pueblo.
Después del desfile de impúdicos militares
que violando la Constitución nacional se declaran miembros del chavismo y
defensores de un grupo político, queda poco por ver. La represión, las
torturas, los allanamientos y detenciones sin órdenes, el descaro de pintarle
al país una paloma de la paz, pone en la picota sus conferencias pacíficas.
Nadie se sienta con su verdugo y desde el
primer día, la comisión de la verdad de la Asamblea Nacional nace con el
estigma de la persecución.
Es incalificable un gobierno que en tan
difícil posición de represores de la ciudadanía se lanza a encarcelar a
Leopoldo López y a enjuiciar a María Corina Machado. La masa no está para
bollos, pero el gobierno sigue sin entenderlo. Confía demasiado en sus tanques,
sus armas y en la milicia servil. Quieren rendir al pueblo por hambre,
castigándolo suprimiendo servicios básicos como electricidad, gas o agua;
amenazándolo con represalias en sus derechos ciudadanos a acceder a beneficios
sociales.
Los estudiantes y la sociedad civil le están
dando una lección de dignidad al régimen. Algo que parece no entiende. Habla de
paz pero siguen golpeando cuerpos y corazones. Mal asunto éste cuando quienes
gobiernan se desconectan del país, tratando de minimizarlo (“son cuatro gatos”,
“apenas algunos municipios”), cuando el malestar está en el interior de todos
los venezolanos que padecen las mismas necesidades. Quince años de fracaso nada
les ha enseñado y aún en situación terminal insisten en la misma inútil
medicina: si no gobiernan para todos los venezolanos, si no escuchan a todos
los venezolanos, si no enmiendan el camino del comunismo que la mayoría
rechaza, mal acabarán.
El diálogo es una pantalla que pronto
demostrará su inutilidad, la paz jamás se obtendrá sin justicia para todos. Al
régimen lo está tumbando su sordera, su vileza, su incapacidad. Ya no hay
recursos para comprar voluntades. Estos son los últimos estertores de quienes
dividieron con odio y no supieron respetar a un pueblo. Va a costar sangre,
sudor y lágrimas, pero Paz sin Libertad, no va.
Charito
Rojas
charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
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