Con
el título “Socialismo”, una caricatura presenta un médico y un profesor
universitario con sus bolsillos sin dinero mientras un militar maneja una
hermosa Hummer; al caricaturista le faltó precisar que se refiere a lo que
algunos llaman “Socialismo del Siglo XXI”. Dos interrogantes surgen: 1.- ¿De
dónde apareció el calificativo socialista cuando el militarista y primer
mandatario fallecido Chávez no lo mencionaba en su propuesta electoral de
1998?; y 2.- ¿Realmente son socialistas?.
Chávez
siempre amasó un proyecto militarista – abstencionista; no fue sino luego de la
amnistía que le concedió Caldera en su otra “pacificación” (recuérdese a Arias
Cárdenas dirigiendo el Programa de Alimentación Materno Infantil - PAMI),
cuando el Movimiento Revolucionario Bolivariano (MBR) dejó de ser una
organización militar clandestina y pasó como entidad política a participar en
las elecciones del año 1998 como Movimiento Quinta República, con un programa
vacío en cuanto a propuestas económicas. Al estilo de Eudomar Santos: “como
vaya viniendo vamos viendo”, luego de
críticas de empresarios y políticos por no poseer un verdadero programa
económico, fue cuando el fallecido Chávez elaboró “El programa económico de
transición 1999-2000”; pero ni su programa electoral ni éste mencionaban un
socialismo y menos un impulso a las cooperativas.
Ya
en el gobierno puso en marcha su militarismo. Podó las líneas de mando sacando
a quienes no lo seguían hacia el sector público, el servicio exterior, o sus
casas; diseño la formación de oficiales en aras de la propuesta cívico –
militar ceresolista, negando en los hechos la constitucional participación
protagónica. Era obvio: Los militares no creen en el precepto marxista de que
el primer paso hacia el socialismo es el primero hacia la extinción del Estado:
¿cómo justificar el armamentismo y el dominio del paìs y sus fronteras?.
¿Militares impulsando participación?, ¡jamás!, la manipulan a conveniencia.
En
paralelo, habló de Cuba como el Mar de la Felicidad y comenzó a sustituir su
incoherente y libresco discurso por uno dizque socialista; en ese cambio
influyó Miquilena y el peso de los militantes del PCV, ex militantes del MIR,
los “cuadros” del PPT, los del dividido MAS, y algunos radicales que
oportunamente deseaban oxigenar sus proyectos a sabiendas de que “eso” no era
socialismo. No se equivocó Noam Chomsky al recular y señalar el atraso de esas
propuestas guerrilleras, golpistas, y
militaristas de los 60; los calificativos “socialismo” y “Siglo XXI” le
quedaban grandes.
El
golpe de gracia lo pretendió al constituir el
PSUV como “partido único de la revolución” pero no pudo; el PCV,
por ejemplo, no tiró por la borda su
caudal histórico y sus relaciones internacionales. Tampoco le resultaría fácil
sumar al sector mayoritariamente adeco – copeyano que en el 99 lo apoyò
electoralmente, y el PSUV no pasó de ser un aparato electoral. ¿es que
realmente creyó que ese electorado atomizado era socialista?, ¿pensó que con
misiones y discursos sobre “el mar de la felicidad” o formando jóvenes de la
Misión Miranda en Cuba era suficiente para formar socialistas?. No entendió que
la experiencia de Así se templó el acero no era replicable en la Venezuela
actual.
Militarismo es dominio del jefe único y de su
rosca aunque justo es reconocer que la
amplia mayoría de los militares de bajo rango no gozan de las prebendas de la
cúpula; es despersonalización uniformada, simples números de muertos en
batallas, y es jerarquía e imposición, basta con ver al mandón Cabello en la
Asamblea Nacional; de esas imposiciones se derivan autoritarismos y lógicos
totalitarismos, los valores del militarismo se transmitieron a los colectivos, los milicianos, y los camisas
rojas que obligados rellenan marchas. Los civiles que no se les ponen firmes
pasan a segundo plano y son objeto de coacción, de la Lista Tascòn, y de
presidios.
Aplazados
en economía y sin haber producido un kilo de papas en su vida, los jerarcas de
ese socialismo desconocen los procesos empresariales y, ¡gran contradicción!,
utilizan herramientas capitalistas en el manejo del aparato público y las
empresas estatizadas; algunos afirman provenir de la clase obrera pero son los
peores patronos: no actualizan contratos laborales y de firman uno como el de
Pdvsa, forman una alharaca en la Plaza Venezuela; no conceder cargos fijos para
despedir “disidentes” a conveniencia y no cuentan con el poder de la razón pero
si con el monopolio de las armas, las cárceles y los tribunales contra los
trabajadores, Sidor y Ferrominera son muestras.
En
lo internacional deportan humildes colombianos como distracción de lo
electoral; no explican cómo en tres lustros no vieron el imperialismo Inglés en
Guyana ni las apetencias militaristas brasileras que desde la dictadura militar
tienen al Orinoco como norte de su zona estratégica. Para rematar, mientras los
pragmáticos cubanos (los mismos que
previendo la salida de Chávez, se reunieron a principio de esta década con el
Buró Político de AD y luego buscaron la popa del barco estadounidense por las
remesas y el turismo), esos pragmático repito, analizan, y los vietnamitas
también, el modelo sueco como opción ante sus fracasos; mientras, los
maduristas siguen confundiendo socialismo con comunismo y escarban en el
fracasado modelo cubano.
En la base de estas concepciones sobre el
socialismo se encuentra el enfrentamiento entre dos modelos organizacionales
opuestos:
1.-
El Modelo Burocrático, propio del ejército y la estructura del PSUV, con la opacidad del secreto burocrático para
no rendir cuentas y facilitar la corrupción; burócratas que no creen en la
división de los poderes, la democracia y la participación, pero si en Maduro y
Cabello como cabeza de la pirámide burocrática y mesías sustitutos del
fallecido Chávez.
2.-
El Modelo Autogestionario, impulsor de la democracia por voluntad propia, con
igualdad y autonomía de condiciones al decidir y actuar, respetuoso de los
derechos individuales y colectivos, cuya mejor expresión son las OES,
particularmente las cooperativas genuinas, no las falsas capitalistas y de
maletín constituidas por dizque socialistas para evadir impuestos.
Un
Socialismo Democrático se anota con el Modelo Autogestionario y las OES.
Socialismo no es cambiar el nombre de instituciones y destruirlas sin crear
sustitutas; tampoco modificar el escudo, la bandera, y la historia; no es
construir sistemas ineficientes y represivos. Socialista que se respete no
destruye redes productivas ni expropia empresas para quebrarlas y causar
escasez y desempleo, no actúa como nuevo
rico que despilfarra la lotería petrolera para luego pone la maquinita de hacer
billetes como baratijas para
congraciarse con sus seguidores.
Socialismo
no es generar ejércitos de lumpen-pedigüeños mediante fofas y estériles
“misiones”, ni disfrazar dos millones de desempleados como empleados públicos;
no es destruir sindicatos ni, a cuenta del dominio de los medios de
información, cercenar los partidos de oposición e impedir la libre expresión
ciudadana, no es jugar con el futuro de los ciudadanos repitiendo las mismas
ofertas cada cuatro años.
Socialismo
no es cercar las universidades por temor a que el conocimiento los desplace, o
convertirlas en cuarteles de caletres de El Capital y de ¿Qué hacer? que ni los
jerarcas conocen; tampoco rebajar el salario de un profesor titular a menos de
25 US$, que no alcanzan para comprar un libro, mientras sus homólogos del
modelo burocrático, los generales, tienen dinero y hummers para sus andanzas.
Socialismo es respetar la Autonomía Universitaria e impulsar la libre
circulación de las ideas en las universidades y el paìs.
El
Socialismo debe ser un proceso con claros valores y principios democráticos, de
libertad, participación, respeto y solidaridad, con claras oportunidades de
formación y capacitación para el trabajo. No es igualar a los ciudadanos hacia
niveles de pobreza, ¡lo contrario!, es subir la calidad de vida de la población
mediante mecanismos como el estudio y el trabajo para superar la pobreza; es el
impulso a iniciativas individuales para constituir empresas socialmente
responsables, es impulsar iniciativas asociativas que conduzcan a hacer de la
Economìa Social un eje transformador del paìs con base en los preceptos
nuestros como cooperativistas que incluimos el término en la Constitución de
1999 convencidos de que es la mejor fórmula para que la gente organizada supere
con valores, principios y economías de
escala sus problemas comunes mediante asociaciones, mutuales y cooperativas en
aras de una economía variada que rompa con la monoproducción.
Socialismo
es en esencia creación de valor y éste solo se crea solo con trabajo, por lo
tanto impulsa la creación de puestos productivos, la innovación, la
productividad, el sindicalismo, la democracia económica, la no explotación
humana por el capitalismo monopolista o por el estatismo capitalista salvaje
que todo lo que toca lo estatiza, lo militariza y lo quiebra. Socialismo es
igualdad de derechos y equidad en la distribución de los ingresos: a mayor
trabajo y aportes a la sociedad mayor reconocimiento e ingresos, al lumpen no
aportante, cero reconocimiento e ingresos.
Una
propuesta socialista debe ser honesta y transparente; basarse en las mejores
tradiciones y “los poderes creadores del pueblo”, sin dirigentes mesiánicos ni
seguidores pedigüeños; una propuesta socialista no permite exclusiones, marcha
hacia “un nosotros” integrador, asociativo, en el que todos nos sintamos
miembros de una Venezuela unida y nuestra; una Venezuela sin rencores y con
justicia transparente para castigar a corruptos, narcos, grupos armados
realengos, y a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad.
Por
ello el Socialismo necesita un Estado fuerte, no obeso dueño de areperas, uno
que revierta eficazmente a la población los ingresos impositivos y petroleros, que mantenga relaciones en
condiciones de igualdad con el mayor número de países; y pertenezca y respete
los acuerdos de los organismos internacionales para fortalecer su presencia en
el concierto mundial.
Definitivamente,
los oportunistas del Siglo XXI desprestigiaron el término Socialismo y otros
importantes para quienes deseamos un Socialismo Democrático que apunte a la
autogestión. Desprestigiaron: Democracia participativa, participación
protagónica, cogestión, autogestión, ciudadanos y ciudadanía, partidos
políticos, sufragio, gobierno municipal, sindicalismo, comunidades, unidad
familiar, trabajo comunitario, programas sociales y cooperativismo entre otros.
Nos costará tiempo y esfuerzos devolverles prestancia.
La
recuperación de la democracia no será fácil para quienes deseamos una
democracia sólida como condición para proponer ese Socialismo Democrático; por
ahora, el 6 de diciembre, saquemos a los QUE NO DEBEN ESTAR de la Asamblea
Nacional.
Oscar
Bastidas-Delgado
oscarbastidasdelgado@gmail.com
@oscarbastidas25
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