Algunos venezolanos hemos observamos con estupor como
significativos sectores de la sociedad y especialmente en niveles
intelectualmente “destacados” se revela
el desarrollo de una especie de inclinación hacia el esoterismo.
Parecieran estar buscando salidas a la crisis
que sofoca al país, en un acto de prestidigitación, o un milagro de los tantos
que registra nuestra Iglesia católica para consuelo de muchos o que un trance
algún nigromante los dote de una especie de manual profético , que les detalle
como articular una oposición política, como discutir con todos lo venezolanos
un proyecto de país inclusivo. Que les indique además los mecanismos que les
permita articular ese propósito y seleccionar un candidato que sea el guía,
potable a los ojos de todos los venezolanos que nos sitúe en el plano de dar
una dura batalla y de paso desaloje por la vía fáctica de Miraflores a este
gobierno.
“Negar un hecho, es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”. Isaac Asimov
Ubicando algunas pistas…
Sin duda alguna las
interpretaciones astrológicas tienen un término desde mucho antes de que se
originaran las revoluciones del neolítico, tal como lo explican las catas
irrefutables resultado de las excavaciones e investigaciones arqueológicas,
cuyas mejores expresiones son hasta el presente, las más antiguas de que se
tienen referencia constatable, desarrolladas en el creciente fértil
mesopotámico expandido en las distintas ciudades-estado sumerias.
De ese discernimiento antiguo, se
derivaron numerosas cepas del conocimiento actual, pero las dos rolas más
gruesas de ese árbol que aún se conservan y tienen pertinencia en el mundo
moderno son la Kabalá y la Astrología. Por supuesto que desde estos dos
cimientes se han derivado a partir de aquel tiempo en disímiles formas de
interpretación, esotéricas y exotéricas, es decir, que han nacido de cada una
de ellas y poseen expresiones concretas conforme a su adopción por las naciones
de otros confines distintos al de su origen.
Pero no se trata de extenderme
sobre este desarrollo del pensamiento, cuyas aristas están en la genética del
pensamiento científico y filosófico. De lo que se trata es de caracterizar que
en atrevido intento de replicar lo que plantea el orden del manual del conocido
astrólogo, Reynaldo Dos Santos y apelado
por los astrólogos que se dice políticos, que posiblemente estén bien
estructurados. Pero al indagar lo
referente al subtítulo llamado Carta Astral vemos que el autor lo resume e
incluye en el aparte de lo que denomina los conceptos astrológicos.
De antiguo en esa materia toda
interpretación estaba vinculada a lo que hoy llamamos Nación o Pueblo. Así en
el Súmer, cada ciudad-estado, por ejemplo, Ur, sus intérpretes y observadores
del cielo, desentrañaban las señales del movimiento de los astros para la
ciudad de Ur, para salvaguardar, sus intereses como pueblo y nación. Así se
decía “viene tal acontecimiento para el pueblo de Ur”. También, nativos de esta
ciudad, migraron en busca de nuevas tierras, llamada especialmente como “tierra
prometida” “el Cannán”, hastiados de los acosos de acadios y babilonios,
dirigidos por un señor llamado Abrán ( o Abrahán), patriarca de la judeidad y
padre de los ismaelitas (árabes) y de
los issacitas (hebreos). Así a partir de este hecho se decía “viene tal
acontecimiento para el pueblo judío”. En el camino se fueron desprendiendo en
la búsqueda de esas tierras las otras once tribus que marcharon por caminos
propios y distintos. Llevaban como bagaje tanto lo astrológico como lo numerológico
para esclarecer las incógnitas que se le exhibieran o para vaticinar aquellas
que pudieran presentárseles. Pero sin duda alguna los intérpretes sabían a la
perfección la cronología como pueblo originario y a partir de esta comprensión
fijaban los tiempos faustos (fastos) y los infaustos (nefastos). El principio
de los períodos faustos estaba señalado en cada nacimiento social que
contribuía a etápicamente al robustecimiento del espíritu de nación y de
pueblo; siendo lo contrario a ello lo caracterizado por la destrucción, el
desasosiego y la desesperanza: lo Nefasto.
Hasta el presente sólo el
perseguido eterno pueblo de Israel se ha conservado como tal en más de cinco
mil setecientos años de prolongación y sobrevivencia.
Siempre ha movido mi curiosidad
estos análisis de pretendidas Cartas Astrales de Venezuela, porque parten de
una fecha occidentalizada y afincados allí analizan, las más de las veces.
Para examinar el período actual a
partir de la llamada Carta Astral hay que tomar en cuenta las cronologías de lo
originario, que es en todo caso el nacimiento de un pueblo (en este caso
Venezuela), es decir, inicialmente su Carta Natal, del que se deriva el
concepto de Nación, pero que histórica, etnológica, arqueológicamente y
etológicamnte, la encontramos asentada sobre un territorio perfectamente
definido, que le da estatuto de País. Hay que advertir, para encauzar el
problema en su justa dimensión, como por ejemplo puede existir una nación, como
el caso de la gitana, que no constituye País porque no tiene ni está asentada
en un territorio propio. Los pueblos, integrados por hombres que conservan casi
de manera similar, las mismas etapas o fases de un ser humano: nacen, crecen,
se desarrollan, se emparejan y/o mezclan, se reproducen, adquieren madurez,
experiencia, se interrelacionan, envejecen y finalmente mueren, no sin dejar
antes de su caída nuevas vidas que
continúan en cumplimiento de la ley de polaridad (de lo viejo a lo
nuevo). En el caso comentado la Nación Venezolana, estaba constituida inicialmente por asentamientos o
agrupaciones sociales, nómadas o sedentarias, que la identifica respecto a las
demás naciones existentes en ese momento del pasado remoto, las características
culturales que le son comunes como la etnia, lengua, religión, tradición o
historia común, cuya relación ha sido establecida, en el caso de referencia a
la tierra precolombina venezolana, que simboliza, etápicamente, inclinada a
constituirse en la madre social, al factor femenino recipiendario, a la espera
del factor masculino que se le ayunte y fecunde, que es lo que científicamente hoy denominamos como etapas o
periodos, los cuales para el caso son: el Paleoindio (definida dicha etapa
conforme a los Restos Arqueológicos encontrados en El Camare, Las Lagunas
(15000.12000 a.C.), El Jobo (10000-8000 A.c.), Las Casitas (8000-5000 a.C.);
Estado Falcón, Manzanillo (13000-10000 a.C.), Estado Zulia, y, Tupuken
(6000-3000 a.C.), Estado Bolívar, el mesoindio y el neoindio), comprendida
entre los años 15.000 y 5.000 a. C. en la que hubo grandes cambios climáticos
en Venezuela, dónde el antiguo venezolano que habitaba estas tierras era un
cazador de grandes animales como los
mastodontes y megaterios, que Vivian al aire libre en pequeños grupos que
acampaban y cazaban en los valles, montañas y costas del noroeste del país), el
Medoindio, comprendida entre los años
5.000 y 1.000 a. C., en la cual los cambios climáticos y las modificaciones de
fauna y vegetación van a significar un cambio o salto cualitativo en las
condiciones de vida, en la cual comienzan a extinguirse los grandes mamíferos y
los antiguos habitantes van a deslizar su condición de recolectores-cazadores,
para convertirse en recolectores de conchas marinas y pescadores, que va a
definir a esta etapa conforme a lo que atestiguan los restos Arqueológicos
hallados en Cubagua (2235 a.C.) Estado Nueva Esparta, Manicuare (1930-1190
a.C.). Carúpano, Estado Sucre, Pedro García y Punta Gorda (1795-80 a.C. 165
d.C.), Estado Sucre; el Heneal y Cero
de Las Iguanas, Tucacas, Estado Falcón y Zonas costeras de Zulia, Falcón y
Sucre y las islas frente al noreste de Venezuela. El Neoindio: Esta etapa
estará comprendida entre los años 1.000 a. C. y 1.500 d. C., en el cual
encontramos la presencia de una agricultura intensiva y extensiva de granos y
tubérculos (yuca en el oriente, maíz en el occidente y papa en la cordillera
andina), así como la cerámica y el establecimiento de comunidades de mayor
población y la aparición de grandes movimientos migratorios y sus referencias
culturales que van a operar desde el occidente hasta el lago de Valencia y
desde el sur hacia el centro, que definen
esta etapa, conforme a las áreas
culturales y grupos indígenas presentes, según los estudios de reconstrucción
del pasado prehispánico hasta el siglo XV, realizados por Miguel Acosta
Saignes, así como sus seguidores, la Tierra de Gracia Prehispánica para la
época del descubrimiento, ha sido dividida en diez áreas culturales:
Recolectores Occidentales, Pescadores del Lago, Caribes Occidentales,
Timoto-Cuicas, Arawacos Occidentales, Caribes de la Costa, Recolectores,
Cazadores y Pescadores, Área mixta de Guayana y
Otomanos. Durante este período se combinan la caza y la recolección.
Algunos cazadores y recolectores de frutos se desplazaron hacia las áreas costeras
y se dedicaron básicamente a la pesca y a la recolección de conchas marinas.
Las conchas, además de servirles de alimento, eran utilizadas para elaborar
anzuelos y gubias. Los recolectores marinos del mesoindio eran comunidades
seminómadas, agrupadas en bandas, que complementaban su alimentación con
productos de la caza y con vegetales. Construían canoas para la navegación, y
fabricaron metates para moler, redes de pesca, anzuelos de conchas, hachas,
cinceles de concha, y demás. Es el período más reciente y que supone mayor
complejidad tanto en labores de subsistencia como en las formas de organización
política y social de las comunidades aborígenes de Venezuela. El cambio más
importante en este sentido fue la introducción de la alfarería. Esta permitió
la fabricación de nuevos instrumentos, además de los que ya se producían con
elementos naturales como la piedra y la concha. Igualmente posibilitó la
conservación de los alimentos sólidos y líquidos y su mayor duración. Tales
avances fueron de una influencia determinante en el desarrollo de la
agricultura y en la estabilización de la vida sedentaria. Los cultivados se
iniciaron en el bajo Orinoco y luego se extendieron por todo el territorio. Los
agricultores venezolanos evolucionaron hasta alcanzar la vida aldeana, sin
alcanzar el desarrollo de ciudades. Los que se ubicaron en las áreas bajas,
cercanas a los ríos, lagos y costas, se dedicaron a una agricultura
conservadora basada principalmente en el cultivo de raíces como la yuca, y
aprovechaban los recursos de las selvas y ríos para cazar, pescar y recolectar
frutos. Los plantadores de las áreas altas, llegaron a desarrollar técnicas de
cultivo como el riego, la construcción de canales, silos y terrazas, cultivaron
el maíz, y tuvieron una vida política, social y económica más compleja. Durante
este período los agricultores convivían con otros grupos que apoyaban su
subsistencia en la caza, la pesca y la recolección sin practicar la
agricultura. (Volveremos sobre el fondo del tema).
Pedro R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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