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miércoles, 10 de diciembre de 2014

JAIME REQUENA, ADIOS IVIC

 
JAIME REQUENA
  
No ha sido suficiente lo que han dicho las personas más calificadas para alterar el rumbo que ha tomado el cambio de la ley del IVIC. Los caporales gobierneros no le han prestado ninguna atención a las opiniones de expertos que rechazan la barbaridad que ellos pretenden hacer. De nada han valido las contundentes evidencias que desmienten la infamia que pone a los científicos del IVIC y sus proyectos de investigación al margen de las necesidades de ese comodín retórico en que se ha convertido el pueblo.

    Como loros, los mujiquitas de hoy, repiten el libreto delineado el 3 de mayo del 2009 en el Aló Presidente # 329. Entonces, el comandante eterno acusó a la gente de Pipe de ser unos "Ciro Peraloca" y de estar "investigando sobre la vida en el planeta Venus". El discurso oficial sigue reducido a conceptos anacrónicos cuando no vacíos, acusaciones falsas y malquerencias a granel.
    Los resultados de quince años de socialismo del siglo XX bien calificado así por Nacho Avalos saltan a la vista, muy especialmente en lo que a ciencia y tecnología se refiere: acabaron con la investigación. Para muestra basta mirar eso de la producción. Este año no llegaremos a 600 publicaciones en revistas periódicas acreditadas. Este número es un tercio de lo que hacíamos hace seis años y lo mismo que producíamos en 1983. ¡Un retroceso de 30 años! Si lo anterior no fuese suficiente, se debe señalar la estampida masiva de talento experimentada en los últimos tres lustros, acentuada desde la fulminación del INTEVEP. Ahora magnificada con la diáspora de jóvenes ingenieros y médicos que emigran antes de recibir una ración de plomo mientras ejercen en sus lugares de trabajo.
    El catálogo de horrores que describe la situación de nuestra ciencia hoy en día pasa por constatar lo desolados que están los laboratorios de investigación de las universidades y en donde se solía hacer remarcado el tiempo verbal pasado el 80% de nuestra ciencia; la dilapidación por no decir sustracción de los recursos LOCTI que ha dejado a nuestra investigación sin financiamiento; el malévolo despropósito de la Misión Ciencia y las chifladuras del comandante eterno como la base para cohetes espaciales y otros cientos más.
    Dos razones no justifican lo que pretenden hacer; la relevancia y trascendencia del IVIC como institución. Primero, en tanto que el IVIC representa el 16% de la ciencia que se hace en el país y, segundo, por hacer aportado su "ethos" o razón y modo de ser del investigador venezolano. IVIC nos enseñó qué es, cómo y para qué se debe hacer ciencia, incluyendo cómo llevarla al conocimiento de la humanidad con miras a su evaluación, verificación y aplicación.
    IVIC hizo de la ciencia algo tan común como la arepa y los logros de la ciencia que capitanea están a la vista. Ejemplo de ello es la Orimulsión aunque en mala hora fue vaporizada por esta maldita revolución en otro de sus ensayos de arreglar lo que no está dañado
Jaime Requena
requena.j@gmail.com
@jaimerequena


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martes, 25 de noviembre de 2014

JAIME REQUENA, BARBIES Y BARBARIE

   
JAIME REQUENA
En el año 1945 el mundo se percató del poder que los átomos encerraban y, brutalmente, de las cenizas de Hiroshima surgió el espectro de la energía nuclear. Cuatro lustros después y desde su novísimo instituto de investigaciones científicas, Venezuela echaba a andar el primer reactor atómico de América Latina. Gracias a las gestiones iniciales de Humberto Fernández Morán ­padre de la criatura­ y la visión de futuro de Marcel Roche, el país se pudo vanagloriar de estar en las fronteras de la ciencia y la tecnología ¡Entonces manábamos modernidad y atrás quedaba la barbarie que conlleva dictaduras o autocracias!

    Hoy en día, por los pasillos del venerable RV-1 ­como se le conoce al reactor nuclear de los Altos de Pipe­ no circulan los pichones de ingenieros nucleares que se solían formar en su escuela, habiendo quedado éste sólo como carcasa de una piscina para albergar desechos radioactivos. No son estos los mejores tiempos de la institución.
    El IVIC está en crisis. Mejor dicho, no logra salir de la crisis que lo acompaña desde hace muchos años y que se comenzó ­más o menos­ por allá en 1983 cuando se hizo añicos la paridad de nuestra moneda con las de divisas extranjeras. Para ese entonces, el IVIC tenía problemas pero casi todos ellos derivados de la pérdida de su primacía en la actividad científica nacional. No porque no estuviera haciendo buena ciencia, sino porque en el país ­y siguiendo su ejemplo­ florecían muchísimos competidores que lo emulaban muy bien. Desde las grandes universidades autónomas, legiones de estudiantes y profesores se partían el lomo haciendo ciencia de primera línea.
    La Asamblea Nacional ­y sin que nadie se lo pidiese­ viene de decidir que el IVIC no sirve ahora y por ello hay que reformarlo. No pretenden retornarlo al pináculo de la actividad de investigación y desarrollo de la nación sino transmutarlo en un dinosaurio carmesí. A espaldas de su directiva, investigadores, estudiantes, personal administrativo u obrero y usuarios, la Asamblea decidió cambiar el Estatuto del IVIC, trastocando su misión y visión.
    Ni la Asamblea ni el Ejecutivo se pasean por considerar las causas que sacuden no sólo a los cimientos del IVIC sino los de todo el estamento científico y tecnológico del país. Mientras la tragedia arropa a nuestros laboratorios, el gobierno dedica sus escasas energías en promover la venta de Barbies importadas a dólar preferencial. No se trata de enfrentar a la falta de generación de relevo, la malversación sistemática de los fondos LOCTI, la obsolescencia de la infraestructura, la criminalización de la meritocracia, la carencia de organización y estructura, la falta sistemática de incentivos y estímulos o la exclusión de lo privado de la actividad. 
Se trata, en realidad, de excluir del imaginario bolivariano a todas las instituciones con logros reconocidos. Como se hizo con el INTEVEP hace diez años, el IVIC que todos queremos no debe seguir existiendo.         
Jaime Requena
requena.j@gmail.com
@jaimerequena

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martes, 28 de octubre de 2014

JAIME REQUENA, EL DESQUITE DE ORIMULSIÓN, CONCIENCIA

    Informó PDVSA que de Argelia están llegando varios buques cargados con millones de barriles de petróleo liviano. El gobierno no trae ese crudo para regalarlo aquí como gasolina, ni para refinarlo en Cienfuegos o dárselo a Daniel "el travieso" Ortega. Lo trae para mezclarlo con nuestro petróleo pesado y venderlo. Para comercializar los crudos pesados de la faja ­la reserva petrolera más grande del globo­ es necesario, primero, bajarles la densidad; hacerlos más líquido.

     Cuando se nacionalizó la industria petrolera hacer eso fue una de las prioridades y se decidió dejar en las manos de ciencia y tecnología la búsqueda de una solución. En unos cuantos años el Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo (INTEVEP) la encontró y, por lo demás, muy ingeniosa. Nuestros investigadores lograron patentar un proceso de licuefacción del bitumen mediante un detergente y agua. En 1986 se empezó a vender Orimulsión. Sin duda, Orimulsión y la harina PAN constituyen los logros más trascendentales de nuestros tecnólogos. Ambos productos pasaron a ser parte de la noción de ser venezolano; arepa y exportador de energía junto a mujeres bellas y "ta’barato, dame dos".
    El éxito de Orimulsión fue demasiado para la burocracia roja rojita y entra en escena un personaje funesto que se encarga de convencer al Comandante Eterno que Orimulsión era basura tecnológica y un pésimo negocio. Bernard Mommer ­el personaje­ aprovechó el paro petrolero para promover la liquidación de la gerencia petrolera tradicional y acabar con se esquema de meritocracia.
Se propuso borrar del imaginario popular la noción de un INTEVEP exitoso. Se empeñó en castigar a quienes habían inventado Orimulsión, ahora protagonistas de la huelga general. Como parte de ese esquema macabro de destrucción de valores, Mommer propuso cambiar Orimulsión por algún otro proceso que le diese salida a los crudos pesados y escogió mezclarlos con crudos livianos.
    A pesar de voces de alerta acerca de la inviabilidad de una estrategia que requiere disponer de un gran volumen de petróleo liviano (que no tenemos) para ser usado como diluyente de crudos pesados (que se disponen en cantidad), se procedió a cambiar lo barato ­jabón y agua del Orinoco­ por petróleo bien caro. Se canceló Orimulsión y el INTEVEP fue desmantelado con el despido masivo y televisivo de miles de sus investigadores, el fatídico martes 4 de febrero de 2003. Tratados como perros sarnosos sus investigadores terminaron yéndose a Canadá, USA, México, Colombia y hasta Arabia.
    Ante una producción petrolera en declive, compromisos inaplazables de pago de deuda china con petróleo y sin un INTEVEP que genere fórmulas innovativas para darle salida económica a nuestros crudos pesados, no queda otra alternativa que quemar dólares comprándole petróleo a otros.
    Estamos pagando la matanza del INTEVEP y de su Orimulsión.
Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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miércoles, 23 de julio de 2014

JAIME REQUENA, PALO ABAJO, CONCIENCIA

    Después de haber salido aplazado en el examen del desempeño de las comunidades de ciencia y tecnología de Suramérica de la revista Nature, como si no fuera poco, tres recientes noticias confirman que nuestra ciencia va por un despeñadero y rumbo a desaparecer. La primera mala nueva tiene que ver con el ambiente, la segunda con la salud y la tercera con la comunicación.

    La primera noticia se refiere a la Fundación Científica Los Roques, a la cual el gobierno le revocó el permiso que le había otorgado en el año 1967 para realizar labores de Investigación en la isla de Dos Mosquises del Parque Nacional Los Roques. De un plumazo, tiraron por la borda el trabajo de investigación en biología marina, arqueología y educación que esa fundación había impulsado durante los últimos 47 años. Una malhadada "Autoridad Única" les dio tres meses a los investigadores para que desmantelen los laboratorios y desalojen las instalaciones.

    Las consecuencias de este Decreto las pagarán los isleños cuando su hábitat se deteriore, se reduzcan los puestos de trabajo, sus hijos dejen de recibir educación en ambiente y quede tirada en el basurero del olvido la historia de esas islas que estaba siendo desenterrada por los investigadores de esa Fundación.Empero, el peor de los males es que sin su objeto ­Los Roques­ no se justifica la existencia de una Fundación dedicada al estudio de ese archipiélago y, así, desaparecerá uno de los últimos aportes del sector privado a la ciencia nacional.
 
  La segunda mala noticia es que está tirando la toalla el Instituto de Hematología y Oncología de la Universidad Central de Venezuela, ente fundado durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez. El instituto tiene años sin acceso a las divisas que necesitan para traer al país los medicamentos requeridos para tratar al cáncer. Acosada por la inseguridad y diezmada por la fuga de talento cierra sus puertas la institución bandera en la formación de nuestros inmunólogos.
   

Para completar el cuadro, nos hemos enterado de que la revista bimestral Interciencia se marcha del país para establecer su nueva base de operaciones en Chile. La revista multidisciplinaria de ciencia y tecnología de las Américas, órgano de la Asociación de Sociedades para el Avance de la Ciencia de los diversos países de la región, fue fundada por Marcel Roche en el año 1975. En estos cuarenta años publicó unos 3.500 artículos de los cuales la mitad reportan hallazgos de lo investigado por los venezolanos; el resto de sus artículos tratan sobre lo hecho desde países vecinos, Brasil o México.
   

Los editores de la revista se vieron forzados a tomar la decisión de emigrar ante: a) las dificultades para conseguir papel o tinta para su impresión en Venezuela, b) la ausencia del subsidio prometido desde el año 2009 por el MinPoPo del ramo y para su publicación en medio digital y c) la negativa de IPOSTEL de aceptar para el envío al extranjero correspondencia. Esto último ­kafkiano por decir lo menos­ no le permite a la revista honrar sus compromisos de suscripción con las mejores bibliotecas del mundo y en donde es leída con avidez.
Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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martes, 8 de julio de 2014

JAIME REQUENA, RECETA PARA VINAGRETA, CONCIENCIA

Primer Teniente Orlando;   
Te escribo en tu condición de asesor al comité creado para reformar el gobierno Bolivariano, en el cual ­por tu pedigrí­ tienes que ser el borrego con mayor descarga urinaria. Siendo el caso que hoy van 7 días y que les han dado 15 para revolucionar total, completa, absoluta e íntegramente la revolución, me gustaría sugerirte unos cambios que nos permitirían tener figuración en las actividades de creación de conocimiento o desarrollo de aplicaciones útiles a la humanidad. Como debes estar al tanto, la revista inglesa Nature acaba de revisar el desempeño de la ciencia, tecnología e innovación en Venezuela, llegando a la conclusión de que no somos nada         Primero. Esa estructura vertical, militar, de órdenes de arriba para abajo, no va bien con el uso de la totuma y eso de las ideas. Lo legal es que cada uno piense como mejor le parezca como lo estableció la Revolución, esa, la de 1789.
    Segundo y sobre organización. Si bien la figura ministerial no es la más adecuada, en aras de la premura déjala así pero ­por favor­ asegúrate que, si la ciencia tiene que andar con muletas, sean las de educación superior y no las de Jesee o fosforito. Como estamos ahora, casados con CANTV, es la propia Pthirus pubis.
    Tercero. Haz que todos los proyectos de investigación sean evaluados por pares calificados y obliga a que se hagan públicos tantos los resultados como los mecanismos de aprobación. Idem para los programas de incentivos.
    Cuarto. Aunque esté mal que no haciendo nada a los compañeritos de la comuna le tiren sus billuyos ­no se puede pretender arreglar todo de un carajazo­ dale facilidades, medios y trabajo a los que no siendo santos de la devoción del partido tienen méritos y ganas de hacer algo por el país Quinto. LOCTI no es lo que debería ser pero cambiarla ahora ­con habilitante y todo­ está más allá de las habilidades del de Miraflores.Así que, déjala como está y solo reglaméntala para que: a) obligue al gobierno a usar los reales que recaba por LOCTI en las cosas que establece la ley y no se los "apropie" para financiar cosas que no tiene nada que ver con ciencia y técnica, b) permita que los entes privados entren en el juego usando ese impuesto para mejorar sus tecnologías de producción, bien sea en sus instalaciones o en concordancia con entes de investigación nacionales.
    Finalmente, haz que dejen de agredir y asediar a las universidades y dales lo que justamente necesiten para que los más competentes profesores, en las mejores instalaciones, con los más modernos métodos, capaciten y transformen a nuestros 
PD. Como no sé con cual SICAD! operas; el 1, 2, 3, 4 o...n (los matemáticos mamadores de gallo aquí le dicen factorial SICAD) y como estoy necesitado de matar un tigrito para palear esa inflación que nos carcome, me puedes pasar el dato en que liga andas: ¿la del pibe Maradona y sus 4.000.000 ­cortesía de la hermana del Alcalde­ o en la conexión francesa?

Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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sábado, 28 de junio de 2014

JAIME REQUENA, DE ESTRELLA A ESTRELLADA

La revista inglesa Nature ­probablemente la más prestigiosa del mundo a la hora de informar sobre avances paradigmáticos en ciencia y técnica­ revisa periódicamente el desempeño de los sistemas nacionales de investigación como parte de su campaña de promoción de esas actividades. 

En el caso de Venezuela, la primera vez que ello ocurrió fue en el año 1957 cuando Nature comentó la puesta en marcha del Instituto Venezolano de Investigaciones Neurológicas y Cerebrales, el cual había sido fundado, un par de años antes, por Humberto Fernández Morán y que, en el año 1959, sería transformado en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) por Marcel Roche. La siguiente oportunidad en que se examinó nuestro devenir científico fue con un agudo reportaje del periodista Paul Dickson al término de la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez y así, sucesivamente, hasta el presente. Todas las revisiones realizadas por Nature han sido positivas con excepción de las hechas durante las presidencias del Comandante Chávez.

Se puede decir que hasta el año 1999, el modelo venezolano de investigación científica y desarrollo tecnológico era algo digno de ser tomado en cuenta por los otros países. No era perfecto ­eso sólo ocurre en el paraíso­ pero era original y estaba rindiendo buenos frutos. El éxito venezolano era evidente; mientras que en los alrededores del año 1950 el número de nuestros investigadores podía ser estimado en una docena, en los albores del siglo XXI, éste llegó a ser el quehacer de unos cuantos miles, con éxitos de valor universal por sus creaciones, invenciones, descubrimientos o innovaciones. Ese éxito no fue azaroso sino el fruto del pensar y accionar de gentes muy singulares; científicos profesionales que idearon un sistema de organización y trabajo que, adaptando métodos y roles foráneos a un medio poco dado a la práctica investigativa, funcionó. Sin duda alguna, en los últimos cuarenta años del siglo XX y después de la educación, el logro más importante de la democracia venezolana fue crear un aparato eficaz y efectivo de ciencia, tecnología e innovación.

En el año 1999, el modelo político que había servido para gobernar al país desde el 23 de enero de 1958 pareció agotado. Se modificaron los objetivos del Estado y la "inclusión social" y la "democracia participativa" pasaron a ser los nuevos paradigmas. Se dio inicio, así, a la Quinta República. La administración de Hugo Chávez Frías tomó como marco ideológico al marxismo leninismo y operacionalmente descansó en la nomenklatura cubana. Bajo el amparo de los clichés de "revolución bolivariana" o "socialismo del siglo XXI", se estableció una neo-dictadura dedicada a eliminar todo aquello que se le opusiera, tuviese algo que ver con la economía de mercado o recordara los logros de los gobiernos anteriores.

En la nueva Carta Magna, ciencia y tecnología pasaron a tener rango constitucional. Un nuevo Ministerio pasó a controlar la actividad siguiendo un modelo delineado por un personaje quien, a la postre, resultó ser de los más funestos: Jorge Giordani. En lo operacional, se eliminaron las instancias de consulta y se abandonó el sano criterio de la probidad para entronizar el clientelismo, tanto en la selección de las autoridades sectoriales como en la aprobación de las subvenciones a los proyectos de investigación. Estos últimos, indefectiblemente enmarcados en una de las áreas estratégicas y prioritarias definidas por un gran plan revolucionario y socialista.

Una Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) estableció los mecanismos de financiamiento de la actividad mediante la recaudación del 0,5% de los ingresos brutos de las empresas. Un "impuesto" que monta cada año al 2,75% del Producto Interno Bruto (PIB). Inicialmente, LOCTI permitía el uso discrecional de esos recursos por el sector privado, pero a partir de la reforma del año 2010, esto quedó negado. Desde entonces, el sector privado está obligado a entregar esos recursos al Estado que ha pasado ser el único ente financiador de la ciencia, la técnica y la innovación en el país. Entre nosotros, la ausencia de soporte de lo privado a la actividad deficiencia desde siempre que LOCTI terminó por consagrar.

En la implementación del modelo ­centralizado y vertical­ para la actividad no sólo se mantuvieron las deficiencias del esquema operacional que se trataba de sustituir y que era desconcentrado y horizontal, sino que se agravaron las existentes y se añadieron nuevas tachas. Falsear la actividad o desvirtuar sus protagonistas es una de esas nuevas faltas. Por ejemplo, comprar un satélite de telecomunicaciones a China, ahora se considera hacer ciencia y ésta no la hacen los investigadores en laboratorios sino unos `cultores’ desde una comuna.

Estas tergiversaciones conceptuales son parte de una política dirigida a descalificar a la academia y menospreciar el mérito profesional. Por ejemplo, durante un Aló Presidente, Chávez arremetió contra el IVIC y sus investigadores, acusándolos de estar de espaldas al pueblo y desprovistos de sensibilidad social por investigar cosas inútiles. Los llamó "Ciro Pera Loca" ­personaje de las tiras cómicas famoso por sus descabellados descubrimientos­ y los invitó a subir a los barrios y hacer ciencia "útil".

A finales del año 2002 se desató una crisis de gobernabilidad política que, en el primer trimestre del año 2003, terminó centrándose en PDVSA. Para acabar con la huelga nacional y retomar el control de las operaciones de la estatal petrolera, Chávez despidió a unos 18 mil de sus empleados en medio de un show televisivo. La nueva dirigencia de PDVSA ¬azuzados por Bernard Mommer¬ aprovechó la crisis para deshacerse de tres cuartos de la fuerza de investigación y desarrollo del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico (INTEVEP), quienes habían logrado inventar en los últimos 20 años del Siglo XX a la Orimulsion®, un desarrollo tecnológico que alcanzó dentro del imaginario popular el status de ícono de la capacidad nacional en ciencia y tecnología.

Orimulsion® había tenido profundas repercusiones nacionales e internacionales, en tanto que permitió tomar conciencia de nuestras capacidades y potenciales en ciencia y tecnología; creó una nueva fuente energética de valor comercial con base en un crudo que no tenía posibilidad de ser comercializado en su estado natural; generó un nuevo paradigma tecnológico al abrir las compuertas a nuevas posibilidades de transformación de crudos pesados y extrapesados y posicionó al país como el de mayor reservas de hidrocarburos del globo. Aunque Orimulsión inicialmente fue alabada por Chávez como un gran logro de nuestra inventiva, cuando se percató de que se trataba de un éxito de la malhadada Cuarta República, cambió de opinión y la mandó al descanso eterno. Como resultado a cerca de mil Ph.D. y Mg.Sc. del INTEVEP les fue prohibido el ingreso a sus laboratorios y, casi todos ellos, se vieron forzados a emigrar para poner sus carreras profesionales a buen resguardo. Así se desmanteló esa institución que desde entonces no ha aportado mucho al conocimiento siendo ahora otra comisaría más del Partido Socialista de Venezuela.

En el empeño de Chávez por ideologizar al país, y dentro del esquema de la superación del revocatorio presidencial del año 2004, apareció la Misión Ciencia, la cual fue presentada al público como una instancia oficial dedicada a identificar el talento y la inventiva del venezolano, impedir la fuga de cerebros e incentivar a la investigación local. En realidad, la Misión Ciencia era una operación política diseñada para cumplir tres propósitos macabros: ideologizar al personal del sector, satanizar el método científico y santificar la proposición postmodernista promovida por Rigoberto Lanz, una propuesta sui generis si nos atenemos a la definición de Mario Bunge.

Como si todo lo anterior no bastara para destrozar a un sistema tan frágil y complejo como el de ciencia, tecnología e innovación, desde el año 2007 Chávez enfiló sus baterías contra las universidades públicas que defendían la autonomía como pilar fundamental de su función. Para doblegarlas, recurrió a su acoso financiero. La conexión entre la actividad científica tecnológica y el financiamiento a la educación superior radica en que el 80% de toda la investigación del país se hace en las grandes universidades autónomas. No se puede hacer ciencia o innovar en laboratorios con instrumentos vetustos y reactivos vencidos, con profesores y estudiantes pesimamente remunerados o con bibliotecas desactualizadas y desinformadas por desconexión de la red de redes.

En ese contexto histórico es que la revista Nature pasó a revisar nuestra capacidad en ciencia y técnica Comienza por observar que los pobladores de la América del Sur aunque representan el 6% de la población global sólo producen el 4% de la ciencia en el mundo. No obstante, durante la última década, se ha multiplicado en promedio por un factor de tres la producción regional de artículos científicos publicados en revistas especializadas y sujetos a revisión por pares. Mientras que Brasil quintuplicó su producción, Colombia y Chile la triplicaron y Argentina la duplicó, Venezuela la redujo a la mitad, siendo el único país de la región cuya producción ha declinado. Específicamente, la bajamos en un 29% en los últimos cuatro años.

Sobre las patentes de desarrollo tecnológico o innovación, Nature destaca que mientras sociedades avanzadas como los Estados Unidos de América producen unas 730 patentes por cada millón de habitantes, en nuestra región Chile se lleva el palmarés con unas 14 patentes por millón de habitantes. Lo sigue Argentina (con 9), Uruguay (con 7), Brasil (con 5), Colombia (con 3), Perú (con 1) y Paraguay (con 0,5). Venezuela no figura en ese cuadro (algo esperable cuando ni la instancia oficial nacional ¬el SAPI¬ las concede).

Refiriéndose a los patrones de colaboración en ciencia y técnica Nature hace notar que países como Brasil, Argentina y Chile son líderes en ello. Venezuela apenas se menciona por establecer tímidos vínculos de colaboración con las comunidades científicas regionales menos representativas. Hasta pequeños actores como Perú se les reconoce que se han esforzado en establecer lazos con grandes centros del saber.

Nature también analiza los esfuerzos de algunos países de la región para re-capturar el talento que perdieron en las últimas décadas del siglo pasado acudiendo a imaginativos e interesantes programas de incentivos dirigidos a reclamar el regreso de sus investigadores. Aunque Venezuela no es mencionada explícitamente es bien sabido que nuestro gobierno no le disgusta (cuando no lo promueve) la salida de sus cuadros profesionales yendo, así, en contracorriente con el resto de los países de la región.

La ciencia y la técnica en la región siguen siendo financiadas primordialmente por los dineros públicos, en contraste con Europa, Asia o Norte América donde el sector privado es quien más aporta financiamiento a la investigación. Mientras que un país como USA invierte en ciencia y técnica el 2,8% de su PIB, en los países de nuestra región oscila alrededor del 0,5% del PIB pero con dos notables excepciones: en un extremo Brasil que llevó su inversión al 1,5% de su PIB y en el otro Venezuela cuyo caso es obviado. Muy probablemente debido a que con el desempeño mostrado por nuestra ciencia y tecnología es imposible que el porcentaje que reclama el Gobierno Nacional para esa actividad ¬2,75% de su PIB¬ sea verdad.

Cuando a los protagonistas de una actividad se les coarta la libertad de pensamiento, el financiamiento es escaso, inoportuno o filtrado para favorecer a ineptos camaradas y perjudicar a quienes poseen méritos pero que no son afectos en lo político-ideológico, no es mucho lo que se puede esperar de ese sistema. Siendo eso así, no causa sorpresa que para Nature las "estrellas" de la actividad científica regional son, en primer lugar Chile en los dominios de la astrofísica; Brasil desde su polo académico de Sao Paulo en salud y agricultura; Colombia en agrociencias y Argentina en biología molecular. En esta oportunidad, Venezuela salió estrellada.

Jaime Requena
requena.j@gmail.com
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viernes, 13 de junio de 2014

JAIME REQUENA, UNIVERSIDADES EN JAQUE, CONCIENCIA

    Desde el año 2007, ha sido una política explícita de la camarilla que nos gobierna, acosar a aquellas grandes universidades públicas aferradas al credo de la autonomía. 

Desde esa época las universidades reciben el mismo presupuesto ­sin ni siquiera corrección monetaria por inflación­ y son el blanco favorito de las críticas gubernamentales que se regodea exponiéndolas como entes elitescos, ineficientes y desconectados de las realidades de su entorno.

    El corifeo de mujiquitas burocráticos niega sistemáticamente cualquier cosa que las universidades soliciten, empezando por el tribunal que anula o impide elecciones universitarias en las que luce perdedor el partido de gobierno, seguido por cualquier oficina del gobierno confiscadora de cosas de su propiedad, hasta llegar al acueducto o empresa eléctrica que les niega atención a sus requerimientos para mejorar el servicio que les presta y por el que ellas pagan.
    Cada día menos estudiantes, de postgrado y pregrado, entran a las aulas de las facultades de ciencia o a las escuelas de medicina o ingeniería o regresan a esas aulas como docente. Los profesores que quedan andan buscando jubilarse para irse a un nuevo empleo y los que todavía no reúnen los requisitos necesarios para ello, también están buscando empleo pero más allá de nuestras fronteras. El ejemplo es Ecuador, un país que no era uno de los destinos turísticos preferidos de los venezolanos y que a pasado a ser una opción para muchos de nuestros investigadores a través de su programa de captación de talento para la nueva ciudad del conocimiento de Correa.
    Ahora experimentamos no una fuga de cerebros sino una ¡hemorragia de talento! El resultado de la política gubernamental de tratar de doblegar a nuestras grandes universidades autónomas está a la vista. Salones de clases derruidos, edificios destrozados; bibliotecas desactualizadas y sin conectividad a la red de redes para nutrir a estudiantes y profesores de nuevos conocimientos; laboratorios envejecidos con instrumentos vetustos y reactivos vencidos; campos deportivos desmantelados; comedores que dan hambre; profesores y estudiantes con remuneraciones o becas de miseria; Cátedras que no pueden comprar ni tiza; Facultades sin generación de relevo ni recursos para enviar un joven a capacitarse o realizar estudios doctorales y .... pare usted de contar.
    Estos son algunos de los motivos para que una vez más el Núcleo de los Coordinadores de los Consejos de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (CDCHT) y Equivalentes de las universidades nacionales en su reunión semestral, en Caracas el 22 de mayo pasado y desde la sede de la Universidad Pedagógica Libertador (UPEL), vuelva a emitir otra alerta más a la nación. Con esta nueva declaración ya se ha perdido la cuenta de las veces que las autoridades universitarias venezolanas han denunciado la crítica situación por la que atraviesan las universidades que dirigen y a las que el gobierno autista no le ha parado ni un ápice.
Jaime Requena     
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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martes, 13 de mayo de 2014

JAIME REQUENA, ¿Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA QUÉ?

    Lo que estamos viviendo en el país es dramático. Lo peor, sin duda, es la falta de gobierno. No es que no exista gente en él ­por el contrario abundan y están en demasía­ sino que los enchufados se dedican a cualquier cosa menos gobernar. Diosdado, por ejemplo es comisario, chofer, abogado litigante o simple verdugo. De Jaua no sé ni que hace aunque sí lo que deja de hacer; como canciller o Lord Protector de Miranda es un cero a la izquierda. Cilia no es la Presidenta de la Fundación del Niño o nada de lo que suelen hacer las primeras damas; ella solo pone a los suyos donde `haiga’.

    Este estado de cosas es una herencia de Chávez a quien el revocatorio le trastocó tanto sus planes que pasó a dejar a Venezuela de lado para asumir el rol de líder planetario. A partir de su segunda presidencia, el bienestar del país no fue de la absoluta atención de su gobierno. Se desmanteló la institucionalidad, se entregó la administración de los asuntos más sensitivos del Estado a los cubiches y se redujo la actividad económica nacional a una mínima expresión. Así se gestó la crisis actual que se labra ahora mediante unas pifias que sólo pueden profundizar el barranco por donde vamos.
   
El descontento activo de los estudiantes ­y de buena parte de la oposición­ pasa por sentir que no existe un gobierno que haga lo que se debe hacer. Esta insatisfacción cunde también entre el resto de los opositores junto a quienes no están en mucha sintonía con el régimen. Ellos no la hacen ostensible por no compartir los métodos empleados por quienes activamente adversan a Maduro. La inflación y su peso determinante sobre el alto costo de la vida, la inseguridad, las violaciones de los derechos humanos, la escasez de alimentos y bienes junto a la ausencia de buenas fuentes de trabajo, son los otros temas que, tornados en estructurales por su eternidad, hacen que casi dos tercios de los venezolanos sienten hoy en día que la situación está de terror, llevando al gobierno a niveles de desaprobación que auguran un conflicto de dimensión alarmante.
   
Los colegas investigadores del país llevan a cuesta todas y cada uno de esas vicisitudes. Empero, su vida es un poco peor que la del resto de nuestros profesionales por dos razones adicionales: sin divisas no se pueden adquirir los consumibles, equipos necesarios, realizar viajes de estudio o recibir la información técnica actualizada para llevar a cabo los proyectos de investigación. Lamentablemente, los insumos para hacer ciencia ­todos ellos­ provienen del exterior, deben ser adquiridos en sitios muy especializados y de contado; el volumen de esas ventas es tan pequeño que no se justifica crédito.

Para colmo de males, los laboratorios ­principalmente localizados en las universidades­ están derruidos, periclitados y bajo ataque continuo por parte del gobierno. Cizalla financiera y desatención de los burócratas que impiden cualquier acción en favor de esas instituciones como sería mejoras en sus instalaciones y apoyo a los servicios que prestan. Por este rosario de males nuestros laboratorios están parados. Allí ya no se hacen experimentos.

Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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viernes, 4 de abril de 2014

JAIME REQUENA, FUTURO INCIERTO, CONCIENCIA

    La complejidad de la vida moderna aumenta por dos razones bastantes simples. La primera tiene que ver con cantidad; se trata del aumento numérico ­cuasi grotesco­ de la población del globo. La segunda se refiere a calidad y envuelve al cambio en la naturaleza de la producción de bienes o servicios y que cada día depende más del cerebro que de la fuerza muscular.
   
Gentes y conocimiento son los factores promotores de la bondad que disfrutan las sociedades. En el pasado lo hicieron como categorías distintas pero ahora, y en los tiempos por venir, lo están haciendo como entidades que se complementan mutuamente.Es por ello que el futuro dependerá de personas capacitadas. Lo anterior no es un intento de filosofar sobre el devenir del hombre. Es una de esas cosas que no necesitan ser pensadas para saberla, y que inconscientemente mueven a muchos, especialmente, a quienes tienen la buena fortuna de no creerse pobladores de algún paraíso.

    A los venezolanos, al nacer nos formatean el disco duro dándonos a creer que nuestro terruño es la primera estación del camino entre el cielo y el resto del mundo. El petróleo ­y la bonanza que conlleva entregarlo simplemente a cambio de dinero­ ha sido el gran responsable de esa fantasía. Una que hasta finales de la segunda mitad del siglo pasado vivimos y cuando un cierto grado de estabilidad y prosperidad alcanzado por una buena parte de nuestra población, nos llevó a pensar que la nave del país estaba navegando por aguas favorables y que se estaba próximo a recalar en buen puerto. Esa alucinación volvió a instaurarse con el chavismo, y hasta con mayor intensidad, a pesar de que supuestamente la revolución había nacido para erradicar espejismos. Actualmente, un buen sector de nuestra sociedad cree que vive mejor que antes y hasta mejor que los vecinos; que los venezolanos como pueblo estamos a punto de ser feliz para siempre. ¡Que se tiene Patria! 

    Sin embargo, con ellos coexiste otro grupo de venezolanos ­tan numeroso como ellos­ que mira con aprensión el futuro y que sienten que la felicidad se les está escapando. Generaciones que vislumbran al camino adoptado por el país como inadecuado. Gentes que quieren prepararse para poder avanzar en un mundo que no les puede ser reducido a más de lo mismo. Estudiantes que comprenden que para vivir mejor tienen que saber de algo y saberlo bien. Jóvenes que necesitan poder sentirse parte del futuro. Personas que entienden que lo gratis o muy barato no existe y que no se puede vivir eternamente de la dádiva.
   
En estas consideraciones yace la raíz del conflicto que los jóvenes venezolanos presentan en la actualidad. Ellos no le ven futuro a la Venezuela en que viven. Ellos están sedientos de oportunidades. No sólo es la obligación del gobierno dárselas sino, garantizárselas. Y ello pasa por respetarlos, empezando por la vida de ellos.

Jaime Requena

@jaimerequena


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jueves, 20 de marzo de 2014

JAIME REQUENA, ESTA REVOLUCION NO CUAJO, CONCIENCIA

    Esta revolución no cuajó. Vacía de logros y carente de acciones, está optando por agraviar a sus cuestionadores y culpar a fantasmas de sus fracasos. De paradigma político, la revolución bolivariana ha devenido en papel; pura retórica. Si el vocablo significa cambios, será por aquello de permutar anaqueles surtidos por estantes vacíos, con el agravante de que luce imposible verlos llenos de nuevo. Si de vueltas se tratase, los últimos acontecimientos recuerdan los de hace una docena de años, con la evocación de la salida incluida. En caso de que sean giros, Chávez por Maduro es equivalente a ir de guatemala a guatepeor.
    
Negar que Venezuela está en un brete es una guasada. Cierto que en el pasado estuvimos mal pero como estamos ahora nunca lo habíamos estado. En 1999, un país ­más o menos unido­ entendió que necesitaba cambiar para atender sus grandes problemas sociales y por ello adoptó soluciones que resultaron ser inconvenientes. De hecho, se escogieron los peores caminos, tanto por su naturaleza como por la manera en que estos fueron puestos en práctica. Los malos remedios trajeron consigo una descomposición del tejido social y económico del país. Hoy por hoy, somos una sociedad fracturada. Nos hemos convertido en una nación improductiva que ha pasado a depender ­totalmente­ del excremento del diablo y de quien lo administra. Nos hemos quedado en la cola del concierto de naciones. La posibilidad de mejorar que parecía entrañar la Constitución de 1999 se evaporó como lo fue el billón de dólares que ha costado el ensayo bolivariano.
    
El futuro del país luce oscuro, muy especialmente para quienes tienen toda una vida por delante. La esperanza se pierde y la paciencia se agota. Entre quienes hacen ciencia, la desilusión es rampante. Sin la ayuda de una generación de relevo, reactivos, insumos, equipos nuevos o mejores facilidades, no es posible crear conocimiento. Los jóvenes, entre ellos los estudiantes, son los que más sienten el descalabro. Ellos están protestando pues son ­y siempre han sido­ el denominador común de los giros, vueltas y cambios que mueven el espíritu; ellos son los revolucionarios eternos.
    
Ante la protesta el gobierno debería prestar atención a las quejas. No sólo se trata de los problemas de inseguridad o desabastecimiento. El meollo es el futuro. Los jóvenes tienen exceso de razones para reclamarlo porque sólo a ellos les pertenece. Ellos no pueden ser condenados a vivir sin sueños.Tildarlos de golpistas o fascistas y enfrentarlos con sicarios uniformados o mercenarios motorizados es la respuesta vacía de quienes sólo se sienten vivos mientras envejecen aprovechándose de los excesos del poder.
   
Sirvan estas líneas para decirles a los estudiantes, especialmente a la hija que sueña con graduarse de ingeniero, que estoy con ellos en razón, espíritu y corazón. Desde lo más adentro de mi ser simpatizo con su causa y por ello condeno su represión.

Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena


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viernes, 21 de febrero de 2014

JAIME REQUENA, 30%, NÚMEROS QUE POSEEN SENTIDO PRÁCTICO, CONCIENCIA,

    La naturaleza dispone de números que poseen sentido práctico; pi, por ejemplo, es la relación aritmética entre la longitud de la circunferencia y su diámetro. Otro de ellos es el número de Euler, la temible `e’ de los logaritmos. Hay muchos más, pero 30 ­con o sin el signo de porciento­ no es uno de ellos.


    Un tercio es lo más parecido a 30%, convertido ahora en guarismo paradigmático una vez que fue elevado ­por cuenta del monje y sus acólitos­ en factor rector de la actividad económica venezolana. El tercio tenía el mérito de haber compartido los avatares del intercambio de bienes y servicios desde los albores de la humanidad. Por miles de años, desde los fenicios hasta nuestros días, las ganancias, los costos (de producción) y los de comercialización (como inversión y mejoras) habían sido distribuidos en partes iguales; es decir, en tercios. Por qué aquí se escogió al 30% y no el 33% o el 27%, escapa a la comprensión. Imagino que tiene algo que ver con la cábala o los locos años 30 del siglo pasado.
    Cualquier número con las funciones de control como las asignadas al 30% carga con implicaciones que desbordan las estrictamente financieras. Por ejemplo, en lo social, se constituye en un límite que demarca las condiciones mínimas del trabajo de las apetencias por progreso, superación o mejoras del asalariado, estos últimos frutos sólo de la riqueza que se pueda engendrar. El límite se erige, entonces, en frontera impenetrable que deslinda una mejor calidad de vida de una existencia apenas sobrellevada.
    Pretender que limitando hacia abajo las ganancias de los negocios se promueve un cambio estructural es una quimera preñada de ingenuidad. Para empezar, necesita sine qua non ser adoptado como norma de absoluto cumplimiento por todo el conjunto de los actores de la actividad económica; de su yugo no se puede escapar ni una sola de las empresas públicas o privadas. Y es que en la medida que el límite sea ley para unos y letra muerta para otros, el modelo económico que se pretende implantar está destinado a fracasar, muy especialmente si el padre de la criatura es el principal transgresor de la norma legal.
    En efecto, algunas* de las actividades comerciales y de negocios del Estado Venezolano desbordan el límite establecido por la novísima Ley de Costos y Precios Justos, como margen de ganancia impuesto al resto de las actividades económicas del país.  Basta citar a PDVSA, la cual no sujeta la venta de sus productos al principio legal de costos de producción más 30%. Cuando el costo de producción de un barril de petróleo venezolano es del orden de US$ 30 y este se vende a US$ 100 o más, es obvio que esa actividad económica tiene un margen de ganancia mayor del 200%; de hecho, siete veces más de lo que la nueva ley considera como justo.
 (*) NOTA: A la mayoría de las actividades económicas en manos del Estado Venezolano no se les puede aplicar esa ley ya que cuando producen lo que dan es pérdida.

conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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miércoles, 5 de febrero de 2014

JAIME REQUENA, $$$ PARA LA CIENCIA

Con dos acciones los burócratas de la esquina de El Chorro esperan contener el descalabro que la investigación ha tenido durante los últimos años en el país. Como primera, el Programa de Estímulo a la Investigación entregará ­por cuenta del impuesto LOCTI­ unos 300 mil bolívares como financiamiento por proyectos de investigación y, como segunda, la ciencia, tecnología e innovación pasaron a ocupar un lugar en la lista oficial de los que pueden optar por divisas baratas; ¡quedaron de últimos!
   
Como bien sea que lo asignado como subvención es supremamente insuficiente y que hasta hoy, lunes 3 de febrero del 2014, eso de divisas baratas es pura fantasía, las acciones anunciadas por el MinPoPoCTI no parecen ser los instrumentos de política que permitirán frenar el desastre ­mucho menos reiniciar un despegue­ de la ciencia, tecnología e innovación local. En efecto, el año comenzó con una devaluación de alguito más de 6 a casi 12 simones por lechuga. Para los cuarto-republicanos, un brinco del cien por cien, para los revolucionarios del BCV, FANB, INE, CAVIM, CORDIPLAN, DISIP, PDVSA, SEBIM, etc... etc..., apenas una nimiedad solucionable con un nuevo esquema y operador cambiario.
    El CenCoEx es un clon de CADIVI + SICAD (y bendecido por el RUSICAD) al cual se tendrá que acudir, con carpeticas foliadas y separadores en tonos rosa, para pedir dolaritos que permitan comprar el libro que se necesita para mantener los conocimientos al día, o cubrir los gastos de asistencia al evento académico que ya no se puede organizar aquí.
    En cuanto a lo de internet, lo asignado (las 300 lechugas, cien verdines menos que el año pasado) a duras penas alcanzan para comprar el programita de computación que impide que se inunde la viejita portátil o pagar la subscripción de Netflix, ese guardaespaldas, nuestro protector televisivo de malandros y secuestradores dueños de la nocturnidad..
    Sobre lo asignado por subvención, vale la pena recordar que en el año 1984 el costo promedio de una publicación científica en Venezuela fue de US$ 77.300 que, reexpresado a valor actual, monta a US$ 173.000. Siendo la publicación la concreción de un proyecto de investigación, esa cantidad puede ser tomada como el costo en el país de un buen proyecto de investigación. 
Ahora, convertido ese monto a simones (a la tasa oficial) resulta que los bolívares otorgados como subvención apenas son una fracción de lo que realmente cuesta una investigación en el país.
    Aparte de que son notoriamente insuficientes los recursos asignados por subvención y que lo de dólares baratos es una entelequia, existe otro escollo para quienes desde aquí dedican su vida a la investigación; nuestras universidades autónomas están siendo sometidas a un irracional acoso y a un salvaje asedio, que las tiene en el suelo y al borde del colapso. Y es precisamente desde esas casas de estudio donde la mayor parte de nuestros científicos y tecnólogos ­más del 80% de todos­ han llevado a cabo la investigación que solía hacerse en el país.
requena.j@gmail.com
@jaimerequena

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sábado, 25 de enero de 2014

JAIME REQUENA, ¿FELIZ AÑO?, CONCIENCIA

    Nada más apropiado para la fecha que desear ¡Feliz Año! a todos con los que interactuamos.

Lamentablemente, los hechos y circunstancias nos conmiman a pasar por alto la bella costumbre. Y es que lo viejo y malo del año pasado no desaparecieron el 31 de diciembre ­como se supone debe ser­ sino que se apersonaron en el nuevo año para continuar devastando y erosionando los fundamentos de nuestra sociedad.
    No sólo se trata de la inseguridad ­personal o jurídica­ o la escasez o la diáspora o la falta de oportunidades y mejoras en la calidad de vida, deficiencias todas que después de 15 largos años dejaron de ser puntuales para entronizarse y volverse crónicas. Tampoco se trata del bolsillo, ese que cada día le queda más grande a los realitos que deberían llenarlo. Se trata del `futuro’, eso que ansiamos y queremos y el cual no se le ve por ningún lado; de esa luz al final del túnel que parece haberse apagado con el pase del año viejo.
    El año 2013 fue malo. Muy malo, especialmente en lo que fuimos buenos haciendo por muchos años. Es así, por ejemplo, que en el pasado dictamos cátedra en promoción, organización y ejecución de ciencia y tecnología. Uno de los tres logros de nuestra era (auténticamente) democrática; esa comprendida entre 1958 y 1998. Los otros dos grandes logros de Venezuela como sociedad en esa época fueron educación (el primero) y salud (el segundo).
    Hablar hoy de salud es pasearse por los módulos de Barrio Adentro y verlos tan carentes de todo como lo están los pabellones de cualquier clínica; tan vacíos de gentes como clausurados de comunidades que siguen aglomerándose a las puertas de vetustos hospitales. Hablar de educación hoy, es otear el abismo que separa a las aulas de clase de cualquier país (Cuba o Norcorea excluidos), con el cacho de cuarto donde se trata de adoctrinar a nuestros jóvenes antes que enseñarlos a aprender.
    Mientras que todos nuestros vecinos (Cuba incluida) duplican cada cuatro o cinco años su producción científica y tecnológica, nosotros, los venezolanos (rojos y azules) la partimos por la mitad. El año pasado ­ese 2013 que no nos deja de abandonar­ produjimos menos de 800 publicaciones en revistas académicas reconocidas como tales. Sin embargo, los responsables de este fracaso se jactan que hemos multiplicado por diez el número de `cultores’ científicos aquí. 
     Vaya contradicción; ¡más gentes para producir mucho menos! Mientras que el mundo se regodea deambulando por nuevas avenidas de investigación, nosotros seguimos empecinados en transitar por vericuetos que difícilmente permitirán resolver unos asuntos que unos burócratas nos exigen a pensar como imprescindibles cuando, en realidad, no son del interés de nadie; antes de ser problemas del saber son asuntos propios de un `hacer’ o poner en práctica lo conocido. Esto para hablar de la ciencia de hoy en nuestro país.

    Aun así, Feliz Año, o lo que quepa de ello.

conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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martes, 20 de noviembre de 2012

JAIME REQUENA, FIESTA DE SABERES; ASOVAC, CONCIENCIA


        Desde ayer se lleva a cabo en la sede de la Universidad Metropolitana (UniMet) la LXII Convención de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC). El evento ­sin duda alguna­ la cita más importante de nuestra ciencia está reuniendo en la ciudad de Caracas a unos 1.500 científicos. Como ya es costumbre, y desde su fundación por allá en el año 1950, todos los años la AsoVAC convoca en estas fechas a los científicos venezolanos para que compartan con estudiantes y colegas los resultados de sus investigaciones.
   Esta vez, a lo largo de esta semana ­18 al 23 de noviembre­ se presentarán 730 trabajos originales en las áreas de biociencias, ciencias exactas, ciencias sociales y tecnología. Un sesenta por ciento de los trabajos científicos y tecnológicos que se estarán presentando en Caracas provienen de entes universitarios o académicos universitarios del interior del país.
    Más allá de la presentación por jóvenes y expertos de sus avances de investigación en 102 conferencias, sesiones de carteles presenciales y, como novedad, carteles virtuales, durante la Convención se desarrollarán 93 eventos especiales, entre ellos 5 asambleas de sociedades, 15 conferencias especiales, 7 seminarios, 5 exposiciones, 27 foros, 23 simposia, talleres y multitud de cursos. Mediante este ambicioso programa académico que abarca la Convención, los miembros de AsoVAC se proponen darle una mirada al futuro de la ciencia y la tecnología en Venezuela.
   Pero no todo será puramente académico en la Convención. En un mural aledaño al recién inaugurado Paraninfo "Luisa Rodríguez de Mendoza" de la UniMet, el artista venezolano Rolando Peña develará una obra suya llamada "El Barril de Higgs", alegórica a la partícula elemental fundamental que tanto ha dado de hablar en el último año. La creación artística ­regalada a la AsoVAC por la Fundación Banco Mercantil­ será donada a la UniMet en reconocimiento a la ayuda prestada por esta universidad y su fundación, FundaMet, a la realización del magno evento anual de AsoVAC.
    La Convención se lleva a cabo gracias también a la ayuda de numerosos entes privados nacionales como FundaVAC, la Fundación Empresas POLAR y extranjeros como la ONUDI. Del ámbito oficial venezolano, la Convención contó con el decidido respaldo del Banco Central de Venezuela. Una vez más, el BCV reconoció la valía de AsoVAC y sus Convenciones Anuales.
    En cuanto al gobierno nacional propiamente dicho, este no ayudó en nada. El Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología ni siquiera se molestó en honrar su pomposo nombre aunque sólo fuese por vergüenza ajena. No obstante, se agradece el que tampoco haya interferido con esta fiesta de los saberes. Es bien sabido que todo lo que tenga que ver con el buen trabajo de calidad que estudiantes, científicos, tecnólogos e innovadores venezolanos hacen y que llevan el sello `Hecho en Venezuela’, no es objeto de la atención de los burócratas ni de La Habana ni los de la Esquina de El Chorro.

conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

JAIME REQUENA , CHOCOLATE LIGERO, CONCIENCIA

        Según reza la convocatoria al financiamiento de Proyectos de Investigación del Programa de Estímulo del Investigador, la construcción del nuevo modelo de país tiene como fin la "Suprema Felicidad Social Perdurable". Para coadyuvar a lograr esa utopía, el Gobierno piensa emplear ese 2% del Producto Interno Bruto que se supone el país le dedica a la ciencia y la tecnología.

PLANTA DE STEVIA
    Catorce son las áreas definidas como estratégicas para gastar en lo que queda del año 2012 de lo recaudado por el impuesto LOCTI.  Sin otra información oficial que justifique la selección de esas áreas prioritarias de investigación y en ausencia de una explicación sobre su interrelación con el desarrollo económico, pareciera que el propósito fijado en el Proyecto Nacional Simón Bolívar no es plausible.

    Es cierto que algunas de las áreas definidas en la convocatoria son las clásicas, pero desafortunadamente ellas son las menores en número. Así se lista al cambio climático, salud (en sus vertientes indígena y telemática), geología o minas y energía. Sobre estos temas no vale la pena comentar ya que cualquier cosa que dentro de ellas logremos, será siempre un interesante complemento a lo que se está haciendo en otras latitudes. En esos campos todavía hay mucho por conocer.

    El cuestionamiento radica sobre las otras áreas de la convocatoria ­la mayoría en número­ y que por ser tan concretas terminan siendo irrelevantes. Así se encuentra la floricultura o sistemas de producción de plantas como el cacao y la stevia con las que se pretende "satisfacer las necesidades de la población y contribuir a la solución de problemas que frenan el desarrollo social".

    Sobre la floricultura se puede decir que los venezolanos siempre hemos estado pendientes de la belleza. No en vano la orquídea ( Cattleya labiata) es la flor nacional. 

En relación al tema, tantos siglos de tradición y nuestra pasión por el dulce podrían estar detrás de la decisión oficial de dedicarle unos buenos churupos a la Theobroma cacao y a la exótica Stevia rebaudiana o caajé ("ka’a he’" en guaraní). Investigar sobre la stevia debe en teoría rendir beneficios planetarios aunque como edulcorante natural de bajo contenido calórico tiene bemoles y muchos detractores. Su uso está prohibido o restringido en un buen número de países. 

Ciertamente los agricultores del Cono Sur nos lo agradecerán, después de todo la stevia es autóctona de esos lares. En nuestro caso y de lograr su industrialización, podría compensar la caída en la producción nacional de azúcar, asunto nada despreciable en momentos en que hemos sido informados que ­siguiendo el ejemplo cubano­ se va a proseguir con la política de tierra arrasada tan efectiva en nuestros cultivares de Saccharum officinarum.

    Stevia puede que nos endulce la vida pero seguro que no nos alimenta.

@jaimerequena 

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