Nada más apropiado para la fecha que desear ¡Feliz Año! a todos con los
que interactuamos.
Lamentablemente,
los hechos y circunstancias nos conmiman a pasar por alto la bella costumbre. Y
es que lo viejo y malo del año pasado no desaparecieron el 31 de diciembre
como se supone debe ser sino que se apersonaron en el nuevo año para
continuar devastando y erosionando los fundamentos de nuestra sociedad.
No
sólo se trata de la inseguridad personal o jurídica o la escasez o la
diáspora o la falta de oportunidades y mejoras en la calidad de vida,
deficiencias todas que después de 15 largos años dejaron de ser puntuales para
entronizarse y volverse crónicas. Tampoco se trata del bolsillo, ese que cada
día le queda más grande a los realitos que deberían llenarlo. Se trata del
`futuro’, eso que ansiamos y queremos y el cual no se le ve por ningún lado; de
esa luz al final del túnel que parece haberse apagado con el pase del año
viejo.
El
año 2013 fue malo. Muy malo, especialmente en lo que fuimos buenos haciendo por
muchos años. Es así, por ejemplo, que en el pasado dictamos cátedra en
promoción, organización y ejecución de ciencia y tecnología. Uno de los tres
logros de nuestra era (auténticamente) democrática; esa comprendida entre 1958
y 1998. Los otros dos grandes logros de Venezuela como sociedad en esa época
fueron educación (el primero) y salud (el segundo).
Hablar hoy de salud es pasearse por los módulos de Barrio Adentro y
verlos tan carentes de todo como lo están los pabellones de cualquier clínica;
tan vacíos de gentes como clausurados de comunidades que siguen aglomerándose a
las puertas de vetustos hospitales. Hablar de educación hoy, es otear el abismo
que separa a las aulas de clase de cualquier país (Cuba o Norcorea excluidos),
con el cacho de cuarto donde se trata de adoctrinar a nuestros jóvenes antes
que enseñarlos a aprender.
Mientras que todos nuestros vecinos (Cuba incluida) duplican cada cuatro o cinco años su producción científica y tecnológica, nosotros, los venezolanos (rojos y azules) la partimos por la mitad. El año pasado ese 2013 que no nos deja de abandonar produjimos menos de 800 publicaciones en revistas académicas reconocidas como tales. Sin embargo, los responsables de este fracaso se jactan que hemos multiplicado por diez el número de `cultores’ científicos aquí.
Vaya
contradicción; ¡más gentes para producir mucho menos! Mientras que el mundo se
regodea deambulando por nuevas avenidas de investigación, nosotros seguimos
empecinados en transitar por vericuetos que difícilmente permitirán resolver
unos asuntos que unos burócratas nos exigen a pensar como imprescindibles
cuando, en realidad, no son del interés de nadie; antes de ser problemas del
saber son asuntos propios de un `hacer’ o poner en práctica lo conocido. Esto
para hablar de la ciencia de hoy en nuestro país.
Aun así, Feliz Año, o lo que quepa de ello.
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena
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