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sábado, 22 de agosto de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, RELANZAR LA ECONOMIA O A LOS PARTIDOS

Cualquier venezolano padece tremendamente la tragedia que significa la destrucción de la economía nacional realizada por el chavecismo.

Ningún venezolano necesita que se le proponga el relanzamiento de la economía, como acaba de hacer la MUD dentro del modelo tradicional de realización de campañas electorales caracterizado por numerosas promesas retóricas y repetidas, y por despreciar la inteligencia del electorado.

Los venezolanos conocemos y sufrimos en carne viva nuestras calamidades, y durante mucho tiempo se nos han informado las solucione requeridas, de forma que a la hora de decidir el voto en diciembre no necesitamos que se nos repitan las promesas.

Por otra parte, la MUD debería explicar cómo es que el poder legislativo tiene la capacidad de relanzar la economía venezolana, cómo piensa la MUD que el gobierno chavecista, con sus poderes públicos subordinados, y cuya finalidad es precisamente la destrucción que ya realizó, vaya a aplicar productos legislativos supuestamente democráticos para relanzar la economía.

Sin la explicación correspondiente, por ejemplo de cómo la Asamblea Nacional eliminaría el control de cambios, y/o aumentaría el precio de la gasolina, el planteamiento de la MUD no pasa de ser una simple modalidad de propaganda para incautos.

Ante la realidad de que en cualquier país su desenvolvimiento depende en grado determinante del comportamiento del gobierno, la MUD debe demostrar a la sociedad venezolana que con la aspirada mayoría de votos en la Asamblea Nacional puede, independientemente de la conducta del gobierno, realmente realizar los cambios vitales y esenciales que requiere la recuperación de Venezuela, tal como lo ha venido proclamando estentóreamente.

Se sabe que la gran mayoría de los venezolanos conoce y ha sufrido una de las características principales del chavecismo, como es su confrontación mortal con la democracia, tal como la entendemos los venezolanos, y en consecuencia no cree en la cooperación entre el poder legislativo democrático y los restantes poderes públicos.

La MUD sabe que lo que sienten los venezolanos es una condena total al chavecismo y no un respaldo a su organización.

Los partidos que conforman la MUD saben que no cuentan con simpatía significativa entre los venezolanos, y eso es algo que ni ellos, ni sus propagandistas que pretenden chantajear con el cuento de la unidad a quienes se enfrentan a la continuación del “cogollismo” partidista, a la continuación, por ejemplo, del repartió obsceno de candidaturas, pueden vencer.

Eso lo demuestra el número tan grande de postulaciones diferentes a las de la MUD, las cuales, en número muy significativo, son producto de motivaciones políticas, pero también éticas y morales, las cuales no son apreciadas por los politiqueros que se consideran dueños exclusivos del proceso político, de venezolanos que reacciona con responsabilidad ciudadana.

Muchos venezolanos no votarán por los candidatos menos malos, sino por los buenos, independientemente del chance de ganar que les asignen los supuestos expertos. Si el resultado que obtenga la oposición en diciembre no derrota al gobierno no se le puede en forma simplista achacar a  las candidaturas diferentes a la MUD.

También se puede decir que un resultado adverso al gobierno se podrá explicar por el triunfo de candidatos buenos. Si los partidos quieren recuperar la confianza de los venezolanos tienen que dejar de ser organizaciones de poder totalmente concentrado y cogollérico, las cuales no garantizan el voto, para transformarse profundamente en forma verdaderamente democráticas que atraigan el sufragio.

Por tal razón, este debe ser el principal lineamiento de campaña electoral, el cual puede traducirse concretamente en unos procesos de transformación de cada partido que se pueden cumplir durante el primer semestre de 2016.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv

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sábado, 1 de agosto de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, PARLAMENTARIAS Y REALIDAD

En la politiquería que se practica principalmente en los países no desarrollados satisfactoriamente, como Venezuela, los politiqueros acostumbran decir cualquier cosa que se piensa que conviene, incluyendo mentiras. En el caso de Venezuela, se puede decir que nunca en nuestro país gobernaron unas personas más mentirosas que quienes gobiernan desde 1999, empezando por el presidente de entonces. 

Para éstos, es una obligación tratar de presentar una Venezuela en progreso completo, y ocultar la trágica destrucción del país que han realizado. Son los más mentirosos y los más funestos gobernantes, porque su propósito ha sido destruir la Venezuela democrática para dar paso a una cosa tipo Cuba, la cual, contradictoriamente, ofrece ahora respetar los derecho humanos. 

Pero también se puede decir que se miente en el sector denominado de oposición democrática, por cuanto nunca se ha reconocido la culpa que se tiene por el deterioro mortal de la democracia que se concretó en diciembre de 1998, y nunca se ha solicitado perdón, y porque todavía pretenden manipular al pueblo venezolano con sus proclamas de democracia, mientras continúan encerrándose para repartirse candidaturas, las cuales corresponde decidir al pueblo elector. 

A estas alturas es obvio el comportamiento antidemocrático de los partidos, el cual se traduce en determinar que los ciudadanos venezolano somos de segunda categoría que tenemos que inclinarnos frente al todopoderoso estado, el cual incluye a los partidos. 

Los ciudadanos que conformamos la sociedad civil solo servimos para ayudar a los partidos a conquistar lo que pretenden para ellos, y luego ver que hacen por la sociedad. Se reconoce que el pueblo venezolano no tenía la trayectoria y formación de una sociedad moderna y democrática, y que fueron los partidos, con el liderazgo de venezolanos ejemplares que dolorosamente no fueron continuados, quienes posibilitaron el desarrollo político democrático de nuestra sociedad. 

Pero durante los último años, el comportamiento de los partidos, el sectarismo, el cogollerismo, el clientelismo y la corrupción, entre otros, dio al traste con el progres registrado, y se produjo el error histórico del pueblo venezolano en diciembre de 1998. 

Pero los partidos, parecen estar únicamente interesados en las curules que les ofrecen las encuestas, y no le prestan atención a más nada. No se dan cuenta del sufrimiento de la gente, y ellos, y cualesquiera otras organizaciones, lucen indiferentes. 

Cabe preguntarse, hasta qué punto el pueblo venezolano en las dramáticas condiciones en que vive, se animará a votar? Se cree que se puede esperar que lo haga, pero también se cree que los partidos, la MUD, deben motivarlo con más intensidad. 

Parece que tienen que rectificar, y como propuso Voluntad Popular, acabar con la postulaciones de cogollo. Cada partido debería comprometerse a realizar durante el primer semestre de 2016 un  proceso democrático de renovación que los transforme en organizaciones realmente democráticas, cuyo directivos y candidatos, a todos los niveles, son elegidos en votaciones universales de sus miembros, quienes no deben ser fichas del partido, sino ciudadanos con conciencia y criterio propio, y que en general se conviertan en organizaciones que reconocen y respetan, como iguales, a la sociedad civil, y que procuran el poder, no para el ejercicio por el partido, sino para servir a la sociedad, especialmente a los pobres. 

Algo más que deben hacer los partidos es respetar la realidad y no asumir felizmente que se ganarán las parlamentarias y todo empezará a cambiar, sin reconocer el gran poder que mantendrá el chavecismo con cuatro de los cinco poderes públicos.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv

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viernes, 12 de junio de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, ABSTENCIONISMO O RESPONSABILIDAD

La sensación de impotencia y de resignación se siente crecer continuamente, y si bien debe combatirse y rectificarse, no se puede vencer con la conducta incorregible de los directivos de los partidos políticos, quienes no reconocen la inevitable desaparición de su modelo de comportamiento, para dar paso al que exige el mundo contemporáneo, uno en el cual se deslastra al Estado, incluyendo a esas organizaciones, de su omnipotencia, para dar paso a un gobierno equilibrado con la participación de la sociedad civil, del ciudadano. 
La política no puede seguir teniendo como finalidad simplemente la conquista del poder, sino que ésta debe ser el medio para alcanzar la finalidad verdadera, que el pueblo le duela a los políticos. 
Se habla de conducta incorregible porque es lo que han seguido exhibiendo los partidos, sin recato, con su interés centrado absolutamente en el reparto que se hacen de candidaturas a la Asamblea Nacional, comportamiento similar  al que exhibieron durante los últimos años del período 1958-1998, y que concluyó con la destrucción de la democracia venezolana, no perfecta, pero sin duda el mejor período de nuestra historia republicana. 
En alianza con los auto considerados “notables”, alguno realmente notable en otra esfera del quehacer humano, y con los “amos del valle”, a los politiqueros no les importó pasar factura y frenar el proceso verdaderamente encaminado a sincerizar la economía nacional y a democratizar la elección de gobernantes y representantes populares, porque esto les quitaba un poder inmenso, como era el de designar gobernadores, congresantes y demás. 
Fueron los principales culpables del desastre que entregó el poder a Hugo Chávez, quien se dedicó a su propósito, destruir lo que era Venezuela para levantar sobre su ruina una Cubazuela, lo que de paso le complació el sueño a Fidel Castro, y a todos los resentidos contra la democracia verdadera, y viudos y huérfanos del comunismo. 
Los partidos siguen con la misma conducta, sin mostrar alguna rectificación y sin aceptar el cambio de una actividad noble, la cual debe, se repite, sentir y compartir el dolor del pueblo. Lo único que parece motivarlos es la búsqueda con obsesión de los cargos con intenciones personalista, y en alguna medida grupalistas, obsesión que no le presta atención al hecho de que un cambio en la Asamblea Nacional no constituye un cambio en el estado venezolano. 
Por eso es muy comprensible que muchos venezolanos no sintamos que podemos confiar en ellos,  y que no terminemos de decidir apoyarlos para salir de la tragedia chavecista. Uno no pretende ser dueño de la verdad, y uno respeta por democracia y por formación académica otras opiniones y otra verdades, pero no deja de causar asombro el hecho de que algunas opiniones que se han ganado el respeto, descalifiquen, en casos irrespetuosamente, a esos muchos venezolanos que no terminemos de decidir apoyar el comportamiento de los partidos. 
Quizás, más que una especie de programa de trabajo parlamentario, el cual por razones institucionales no puede ser totalmente novedoso, los partidos deberían presentar un compromiso de renovación democrática. 
Es cierto que los chavecistas autoritarios y totalitarios, totalmente incapacitados, irresponsables e inmorales para la más elemental función de gobierno, resentidos y pasando sus supuestas  facturas, corruptos, unidos a intereses extranjeros antivenezolanos, constituyen la peor administración gubernamental en la historia de Venezuela, si es que se les puede denominar así, y de muchas partes del mundo. 
Es cierto  que son tan incalificables que si la justicia los llega a sentar, no les alcanzarían sus años de vida para pagar la condena. Pero cabe la pregunta si el objetivo de nosotros los venezolanos  es simplemente salir de la plaga o recuperar el país, sin el eufemismo de que se tiene que empezar por el principio.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv 

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miércoles, 6 de mayo de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, ESPERANZA Y SOLIDARIDAD PARA PROGRESAR

El ser humano confronta permanentemente el propósito de su existencia, el cual consiste en hacer lo que significa vivir, es decir procurar muchas cosas simultáneamente, especialmente mantenerse vivo y contribuir con su vida al mejoramiento y progreso de la humanidad de la cual forma parte.

Esto constituye la lucha noble y solidaria por el bien común, porque el hombre debe responder realizando lo que tiene que hacer con el regalo máximo que recibió al nacer, la vida, y se recalca que tiene que mantenerse vivo confrontando con la muerte en todo momento, venciendo a la muerte día tras día, a cuyo fin necesita alimentación, salud, protección , capacitación para proseguir, y otros, pero también requiere esperanza para seguir luchando y no simplemente sobreviviendo.

La vida y la historia del hombre tiene un fin y todos lo encontraremos al morir, y se puede llegar a él viviendo, con esperanza, la solidaridad y la justicia, especialmente con los pobres, y sin necesidad de apelar a la violencia, una equivocación muy grave y frecuente en la historia de América Latina. Se trata de vivir como lo pide el Papa Francisco al pedir políticos a quienes de verdad les duelan los pobres. Es el caso de personas que con su vida se ganaron el respeto, reconocimiento y agradecimiento de la humanidad, y a través de la trascendencia de su obra de vida, la inmortalidad.

Es el caso, por ejemplo, de personas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Juan Pablo II, William Shakespeare Luis Pasteur y muchos otros, porque son  numerosos los hombres que han contribuido al progreso de la humanidad, incluyendo venezolanos. 

Pero el hombre puede escoger el ocio, el no hacer nada, el limitarse a vivir el día, o apegarse a la corrupción y la inmoralidad, negándose el fin de su historia.

Han existido personas malvadas que la han dañado mucho, como, por ejemplo, Hitler y Stalin, y también venezolanos.

Se puede admitir que si la humanidad ha estado registrando deterioro en su calidad de vida durante estos últimos años, que miles de millones de seres humanos necesitan alimentación, salud y capacitación para proseguir realizando la lucha más noble que tiene que realizar el hombre cada día, que ello revela la ausencia de grandes constructores de progreso, y se debe particularizar con nuestro ámbito geográfico, América del Sur. 

Para librar victoriosamente esta lucha, el hombre tiene que cambiar su mentalidad, su forma de vida,  viviendo en su familia, en su lugar de trabajo, o donde quiera que tenga que actuar siempre con los demás, con respecto a los problemas de todos los días, con esperanza y solidaridad, para lograr que el mundo cambie, de manera que imperen la libertad, la justicia y la igualdad.

Solo así se podrá alcanzar desarrollo económico con bienestar, y sin desigualdad injustificable; desarrollo político con democracia, libertad, justicia  y participación equilibrada entre el hombre, o la familia, y el Estado; un desarrollo social, eliminando la pobreza injustificable; un desarrollo cultural con la convivencia armónica de todas las civilizaciones; un desarrollo sostenible en armonía con la preservación ambiental y con el bienestar de las generaciones futuras.

De esta manera el ser humano puede construir y hacer funcionar un nuevo orden mundial más orientado al ser humano, más solidario, más justo, más sencillo, más moral, más capaz de proporcionar satisfacción a las necesidades de la humanidad.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv

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viernes, 10 de abril de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, NAIM Y LA SUPERIORIDAD DE LOS ECONOMISTAS

El brillante economista e intelectual mundialmente reconocido Moises Naim ha publicado un artículo en el cual se piensa que se excede en el cuestionamiento que hace al análisis económico mundial actual.

El hecho de que no pueda responder todas las preguntas básicas que le corresponden no hace que la Economía deje de ser la ciencia social más científica, a fin de cuentas lo mismo ocurre con relación a las otras ciencias sociales, las cuales no pueden responder sus preguntas básicas en mejor forma que como lo hace la economía.

Se debe reconocer que la economía es la ciencia social cuyo instrumental y métodos son los más cercanos a los de las ciencias naturales, o exactas.

Hoy en día tiende a aceptarse en forma creciente y generalizada el planteamiento del Pensamiento Complejo interdisciplinario, según el cual deben aceptarse las deficiencias del análisis científico social fragmentado, incluyendo el de la economía, pero también el de las otras ciencias sociales. Aunque se diga que los  sociólogos y los politólogos reconocen el trabajo interdisciplinario en mayor medida que los economistas, algo que en parte puede explicarse por la más insuficiente  capacidad de estas disciplinas para analizar su problemática sectorial, existen evidencias de que la economía ha reconocido su también insuficiente capacidad teórica para analizar cabalmente su ámbito de estudio, como ocurrió con relación a la gran crisis mundial iniciada en 2008, una de cuyas causas principales, sin embargo, se ha reconocido que escapa del ámbito económico, como también debe reconocerse que en  medida importante la decisión política ha despreciado el análisis técnico económico en muchas ocasiones.

Entre las evidencias citadas, se puede citar el hecho de que el desarrollo de la Teoría Económica ha tenido que fundamentarse en los supuestos relacionados con los factores que esta teoría no puede explicar, como por ejemplo que la cantidad demandada tiene una relación inversa con el precio de los bienes cuando el ingreso de los consumidores es constante.

Desde su génesis, la economía ha aceptado su limitación científica como consecuencia insalvable de que el actor en su análisis es el hombre, el  cual no se puede introducir en una probeta y someterlo a un experimento exacto.

Ese mismo reconocimiento sirve para explicar en parte los desarrollos tendientes a ampliar la explicación científica que proporciona un modelo como el de Insumo Producto, al modificarlo para incorporarle variables sociales; los desarrollos en econometría, el análisis de regresión, el análisis factorial y multifactorial, la Teoría de las Expectativas Racionales y otras.

En la misma dirección se pueden citar las obras de economistas reconocidos que han incorporado en sus análisis aportes de otras disciplinas sociales, tales como Amartya Sen, Gunnar Myrdal, WassilyLeontief, Lawrence Klein, Muhammad Yunus, Robert Lucas, Gary Becker, Thomas Schelling, Daniel Kahneman y Vernon Smith. Se reconoce que ha sido y es necesario que la economía incorpore nuevos métodos y nuevos supuestos sobre la conducta humana, porque su carácter social la hace una ciencia no exacta, y porque la evolución contemporánea de la economía mundial así lo exige, pero eso es también necesario en el campo de las otras ciencias sociales, en las cuales el actor es el mismo, el hombre, y de esto se deduce, no solo que no se justifica hablar de “la superioridad de los economistas”, sino también que tampoco se justifica rebajar la jerarquía científica de la economía dentro del ámbito de las ciencias sociales.

Así como se registra que otros científicos sociales reconocen el trabajo interdisciplinario en mayor medida que los economistas, también se debe reconocer que los mayores aportes al conocimiento de la humanidad en el ámbito de las ciencias sociales lo han proporcionado los economistas.

En este sentido, procede complementar la lista anterior con la mención de quizás los más reconocidos, aunque siempre estas listas no pueden evitar omisiones importantes: Paul Samuelson, Milton Friedman, Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Simon Kuznetz, John Hicks, Kenneth Arrow, Douglass North, Ronald Coase, Robert Solow, George Stigler, James Tobin,  James Buchanan. Obviamente no se puede olvidar a gigantes como Adam Smith, David Ricardo y John Keynes.

Douglas Jatem Villa
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miércoles, 1 de abril de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, INJERENCIA GRINGA Y CARTA DEMOCRÁTICA

Un objetivo equivocado, destruir a Venezuela para sustituirla con algo como Cuba, hace que un sistema funcione mal, y ese mal funcionamiento incrementa las fallas originales en forma de círculo vicioso y caótico, y puede producir su desplome, tal como razona la Teoría del Caos. 

El régimen venezolano llegó al poder con origen democrático y legítimo, pero con la intención de ejercer el poder en forma ilegítima para mantenerse. 

La ilegitimidad ha sido prácticamente una violación descarada de nuestra Constitución, como lo muestra la concentración presidencialista del poder, la injerencia abierta de Cuba como metrópoli, y con el acompañamiento de funcionarios designados con esa finalidad, algo que de paso puede explicar, entre otras cosas, lo que no se comprende respecto de Guyana; la violación de los derechos esenciales de los venezolanos, la manipulación electoral, la malversación del dinero nacional al servicio de un proyecto exógeno compartido con otros gobiernos contrarios al modelo civilizatorio occidental del cual somos parte; el usufructo obsceno e impune del tesoro nacional vía la mayor corrupción en la historia de Venezuela, y el flagrante incumplimiento de las obligaciones elementales con el pueblo, especialmente en materia de abastecimiento y seguridad de vidas y bienes. Sin embargo, a pesar de tan pésimo desempeño el régimen se ha desenvuelto con total libertad de acción, en parte por la incapacidad de los venezolanos demócratas para oponerse al gobierno.

No obstante,  las repercusiones internacionales de la situación de Venezuela en la actualidad, sobre todo por la aparición factres externos, la hacen menos interna, y más un factor de cierto peso en un intento relativamente nuevo de crear una correlación internacional de fuerzas diferente. Al tradicional conflicto del fanatismo islámico con Israel, se han venido agregando el denunciado armamentismo nuclear de Irán, Al Qaeda, el ISIS, la intención expansionista de Rusia,  la crisis económica en Europa, la continuidad del juego de los rasgos indeseables del capitalismo que se traducen en la intolerable desigualdad, el deterioro ambiental, la promoción de un nuevo ordenamiento ideológico contra el modelo occidental y otros, y se tiende a conformar un orden mundial en el cual Venezuela pudiera a ser asiento de situaciones muy graves.

Ya se ha registrado la iniciativa del gobierno de Estados Unidos contra funcionarios venezolanos que pueden haber participado en actividades contrarias a ese país en materia de terrorismo, narcotráfico y manejo ilegítimo y corrompido de capitales, y también señalando violaciones de derechos humanos en nuestro país.

Gobernantes y parlamentarios de otros países, y de funcionarios internacionales han cuestionado al gobierno venezolano. Por su parte los gobernantes de América del Sur parecen resteados contra la denunciada “injerencia gringa” y al lado los gobernantes caribeños lucen subsidiados por PETROCARIBE. Surge el contraste entre la soberanía nacional, según la cual cada nación es independiente y de libre autodeterminación, y el concepto de derechos humanos y justicia, igualmente sostenible por la persona. La Carta Democrática de la OEA dice defender ambos postulados.

No es posible sostener ambos principios en forma absoluta porque la soberanía nacional no es excusa para avalar la violación de derechos humanos y de la justicia. La soberanía de la Alemania nazista no avaló el asesinato racista de millones de judíos.

La imposición de la justicia no es excusa para violar la soberanía nacional de algún país. El caso Snowden parece mostrarlo.

Entonces cabe preguntar qué significa y para qué sirve la Carta Democrática de la OEA. Algunos contrarios a la soberanía nacional y la legitimidad de los gobiernos  piensan que sirve para preservar el cargo y el poder de gobernantes ilegítimos.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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martes, 10 de marzo de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, UNIDAD DEMOCRATICA Y PRIMARIAS

Quizás ni siquiera un 10% de los venezolanos es miembro o parte de algún partido político supuestamente democrático y opositor. Por otra parte, no se sabe cuántas personas inscritas en el PSUV son realmente miembros, o tienen otra razón para vincularse con el partido. 

En realidad, es muy difícil apreciar el grado de democracia interna que realmente caracteriza los partidos, apreciar en qué medida sus directivos y candidatos a los diferentes cargos electivos son elegidos por la militancia, apreciar en qué medida respetan la Constitución que establece que esos candidatos de partidos deben ser elegidos por los militantes mediante las llamadas elecciones primarias. 

Los partidos integrantes de la MUD decidieron que solo en 38 de los 87 circuitos electorales en los cuales se divide Venezuela electoralmente, se realizarán elecciones primarias. 

En otras palabras, con base en la diferenciación ilegítima entre partidos de la MUD basada en los votos obtenidos por esas organizaciones, resolvieron  que cinco o seis personas directivas de los partidos menos pequeños, AD, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y algunas otras organizaciones, decidan que personas serán candidatos a diputados de la Asamblea Nacional; es decir se apropiaron, en forma ilegítima, ilegal e inmoral, de una decisión que constitucionalmente le corresponde a los militantes de esos partidos. 

Se apropiaron de cerca de 50% de las candidaturas. Uno esperaría que VP, Vente Venezuela, AB y Copei, con base en lo afirmado varias veces, solo respaldaran candidatos elegidos en primarias. Más aún, dado que estos partidos pretenden ser la representación de los venezolanos democráticos, de los venezolanos opositores, se puede decir que se apropiaron de un derecho de cerca del 80% de los venezolanos que hoy se oponen al gobierno de Maduro. 

Pero todavía puede haber más hipocresía, y es que en los casos en los cuales no pudieron impedir las primarias, estos partidos pueden actuar en bloque para de esa manera lograr la elección de las personas que ellos hubieran seleccionado mediante los famosos consensos. 

Es difícil entender por qué si ellos consideran que determinadas personas son los mejores candidatos posibles, no confían en que éstos serían elegidos en votación primaria. Este comportamiento no es democrático, es ilegal e inmoral, irresponsable, es casi tan condenable como el del PSUV. 

Es un comportamiento que demuestra que siguen ignoran o desprecian el sentir de la casi totalidad de los venezolanos, de la sociedad civil, que colocan impunemente sus intereses particulares, grupales y hasta personales, por encima de los derechos y necesidades del pueblo venezolano, y por ende, que no merecen siquiera un voto. 

Es un comportamiento que demuestra que no respetan las instituciones, las normas, las reglas de juego, y se sabe que las sociedades que no respetan sus instituciones, especialmente a nivel del Estado, donde están los partidos, o no las tienen, son sociedades que no posibilitan bienestar a sus ciudadanos.

Douglas Jatem Villa
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lunes, 23 de febrero de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, DIÁLOGO ENTRE LOS DEMÓCRATAS VENEZOLANOS

Cada cabeza es un mundo. No hay verdades absolutas. Estas son algunas expresiones verdaderas dentro del contexto en el cual se planteen, a pesar de que una de ellas pareciera no aceptarlas. Aplicando la primera, se puede aceptar que el diálogo entre oficialismo y oposición  es necesario en Venezuela.

Tan necesario es, que en Venezuela no se convive, y el conflicto es tan grande y peligroso, que ya se reconoce y se reclama a nivel internacional, aunque con mucho retraso. En realidad, nadie sensato puede negar la necesidad del diálogo como método de solución de conflictos. Se destacan casos históricos, como el de Bolívar y Morillo, el de la alianza de la Segunda Guerra Mundial, el de Kennedy y Kruschev.

Se debe apreciar que en estos casos los dialogantes lo hicieron bajo la presión evidente de las circunstancias, pero no hasta el punto de haber sido obligados a punta de pistola. En todos estos casos, y en cualquier otro en el cual el diálogo puede resultar fructífero, se cumplió que las partes dialogantes eran representantes legítimos de los intereses en juego, y tuvieron al menos un objetivo en común.
Las cabezas que promueven el diálogo tienen razón. Sin embargo, también se han registrado casos en los cuales el diálogo ha resultado un estruendoso fracaso, como lo relacionado con Hitler, y lo que puede señalarse con relación al Estado Islámico.

Es evidente que no puede esperarse un resultado positivo cuando no hay al menos un objetivo común, cuando una de las partes supuestamente dialogante tiene el objetivo de destruir o dominar a la otra parte, como fue el caso de Hitler, y obviamente el del Estado Islámico, el cual ni siquiera se puede llegar a ver como dialogante algún día. Las cabezas que promueven el diálogo no tienen razón. Aquí parece encajar eso de no hay verdad absoluta.

¿Cuál verdad se tiene aquí? Aquí se tiene la convicción, por no decir filosóficamente la seguridad, de que el diálogo en referencia en Venezuela no es posible. La posición evidente, e indeclinable se agrega, del oficialismo en el sentido de conservar el poder indefinidamente con propósitos calificables de ideológicos, y de aprovechamiento corrupto de los recursos del pueblo venezolano, y por otro lado, de destruir la Venezuela anterior a 1999, la cual todavía sobrevive, aunque a duras penas, anula la posibilidad de que exista un objetivo que puedan compartir las dos partes, y por ende del diálogo.

Quizás valga la pena clarificar la realidad de la no viabilidad del diálogo a la opinión internacional. Más aún, también se aprecia otro obstáculo, el cual es la legitimidad de la representación de las partes, porque la MUD no luce reuniendo las condiciones para ser representante único de los intereses de los venezolanos, democracia, libertad y justicia.

En la MUD están preferentemente dedicados a repartirse los candidatos por consenso, por no decir totalmente, y eso significa que los partidos siguen pensando que pueden irrespetar impunemente a la sociedad.

Sigue siendo necesario el diálogo interno, el que supuestamente realizaron Machado, las damas primero, Ledezma, López y Capriles, y ampliarlo hasta la representatividad de toda la sociedad civil venezolana y así consolidar la fuerza para confrontar con, Constitución y Democracia, al oficialismo, no para dialogar con éste.

Douglas Jatem Villa
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miércoles, 11 de febrero de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, ESCENARIOS DE SALIDA, (II)

Complementando lo expuesto en la parte I relativo a la insuficiencia de la fuerza opositora, conviene decir algo acerca de su incremento. Por un lado, se valora la importancia de la posición unitaria de los dirigentes opositores, López, Capriles, Machado y Ledezma, dado que en la medida en que realmente se materialice, constituye una rectificación de estrategia significativa, y posibilita fortalecer la exigencia a los sectores no radicales del PSUV y del gobierno en el sentido de posibilitar un acuerdo nacional. 
Sin embargo,  se cree que la fundamentación de la fuerza opositora está en las bases populares, no en las bases actuales de los partidos, y que por esta razón el patrón de comportamiento de los directivos políticos debe cambiar. 
Se cree que la oposición venezolana está dividida en dos componentes, el de los partidos y, en atención al evidente deterioro del respaldo popular a estos, el de la sociedad civil que no se identifica con ellos. 
Se acepta que el núcleo de una democracia radica en las organizaciones partidistas. y por esa razón se cree que la democracia venezolana exige que los partidos venezolanos se renueven democráticamente, que incorporen la participación de la militancia en las decisiones importantes, que respeten la autonomía personal del miembro de partido, que no sigan pretendiendo “mandar a la gente” y que la gente los respalde sin aplicar su propio criterio y sus derechos políticos. 
Un ejemplo de conducta cogollerica que no pueden seguir realizando consiste en que el pueblo respalde candidatos electorales producto de un supuesto consenso entre directivos de partidos. 
Se detecta una especie de círculo vicioso, en el sentido de que es imperioso incrementar la fuerza política de la oposición venezolana, la cual en sana lógica debe ser canalizada por los partidos políticos, pero el comportamiento de estos no se modifica en la medida y dirección requeridas para lograr sumar a la población que incremente su fuerza. 
No se le puede exigir confianza en los partidos políticos a la sociedad venezolana mientras ellos no le muestren el respeto debido. 
Resta analizar el tercer escenario, el cual se considera probable, y se puede dividir en dos opciones. En la primera opción, la renuncia de Maduro es materializada por sectores militares gubernamentales que no aceptan el “acuerdo nacional” y se mantienen en el poder, para realizar, durante un tiempo no cuantificable en estos momentos, un gobierno diferente al Socialismo del Siglo XXI, el cual aunque totalitario o dictatorial, no sería de corte comunista y posibilitaría la muy importante y necesaria reactivación de la economía nacional. 
Debe agregarse que con base en la relación de los militares con el pueblo venezolano durante los últimos 15 años, es difícil esperar un tratamiento legítimo.
En todo caso, si la fuerza opositora logra crecer como puede y debe, podrá confrontar con un gobierno militar dictatorial, de esos que abundaron en América Latina hace ya muchos años y fueron derribados, y que son de difícil ejercicio en los tiempos que corren. 
En la segunda opción, la cual también se ve probable y deseable, la renuncia de Maduro es materializada por sectores militares, los cuales promueven consensualmente un proceso electoral que restablezca la institucionalidad y la democracia en Venezuela, en forma similar a lo ocurrido el 23 de enero de 1958.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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domingo, 11 de enero de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, EL CONSENSO ELIMINA EL VOTO

DOUGLAS JÁTEM VILLA
Directivos de la MUD pretenden mantener esa potestad tradicional de decidir qué personas llegan a ocupar los cargos electorales.

Hoy en Venezuela no se puede aceptar que al lado de los desmanes y atropellos totalitarios del chavocastrismo, algunos pseudodemocratas  pretendan mantener esa ilegítima “cuota de poder”.
Se piensa que su comportamiento explica el que se diga que en Venezuela no existe oposición, y por lo tanto que no pueden seguir alegando su supuesta importancia.
En el caso de asuntos esenciales para cualquier sociedad, como los de naturaleza electoral, se tiene que respetar el derecho de los ciudadanos a participar en las decisiones correspondientes.
Un minúsculo grupo de personas representantes de partidos políticos, unos con más peso que otros, no pueden decidir, y que por consenso, ignorando la posición de los miembros de esas organizaciones, que determinadas personas sean candidatos a cargos de elección, ignorando incluso a otras personas que pueden ser mejores postulaciones.
El rechazo es mayor cuando se observan casos en los cuales no hay relación entre los candidatos y las condiciones para cumplir la función en cuestión, sino una especie de reparto de “cuotas de poder” entre los partidos.
No se entiende por qué las candidaturas “por consenso” no se someten al voto en primarias, debiéndose suponer que saldrían victoriosos en esa votación.
Quizás ocurre que la elección por primaria no permite intercambiar las “cuotas de poder”. Por otro lado está el caso de la elección nominal y por lista, y cabe preguntar si el intercambio de cuotas de poder decide cuál candidato va por lista y cuál es nominal, y también por qué los candidatos por lista no se eligen por primarias. Surge la pregunta si entre los candidatos seleccionados por consenso y por lista se pueden encontrar postulados “protegidos” por tratarse de los de mayor rechazo de parte de la gente.
Luce que los directivos de los partidos pretenden vanamente que los venezolanos les sigamos manteniendo como antes y aspiran, sin fundamento, imponer sus candidatos por consenso.
Cabe la pregunta si en la MUD está pesando la esperanza de que los votantes chavecistas, hoy tan alejados, sufragarán por sus candidatos, y sobreestimen su fuerza en momentos en los cuales no pueden concretar la tan cacareada unidad, y tampoco pueden dar por descontado el voto opositor.
Cuando se aprecia el número cada vez más diminuto de personas que votan por partido, se puede pensar que si no se produce la rectificación vital, el resultado que obtendrán podrá ser que la gente no vote, a menos que se repita el patrón de 1998.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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sábado, 3 de enero de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, LA OPCIÓN REITERADA


DOUGLAS JÁTEM VILLA
Los opositores al gobierno chavocastrista significamos diversas posiciones. Sin pretender ser dueños de la verdad, se las respeta, aun las que no se compartan, pero no algunas que parecen buscar intereses particulares.

Sin abjurar de la democracia, se considera una equivocación grave esperar que el juego electoral sea la vía para recuperar la democracia en Venezuela. Sin embargo, admitiendo una improbable elección parlamentaria, no se admite que pudiera haber candidatos no elegidos mediante primarias.

Ya el régimen ha demostrado absolutamente su irreversible naturaleza antidemocrática. Una última demostración ha sido la reciente elección atrabiliaria y arbitraria de integrantes de poderes públicos. No es necesario medir el grado de dictadura o régimen similar que comporta.

En Venezuela es contundente el rechazo al gobierno por parte del pueblo, pero éste se mantiene usufructuando olímpicamente y en forma ilegítima el poder. No se puede creer que el régimen vaya a reconocer alguna derrota electoral, aún en el caso en que hasta un 80% del electorado lo rechace.

Se añade el caso extremo de que el gobierno continuaría su ejercicio ilegítimo aunque fuera derrotado en el campo de la Asamblea Nacional. Se cree que debido a la posición electoralista equivocada que ha adoptado, la MUD perdió respaldo y dejó de ser la representación de la oposición unida para pasar a ser una de las diversas posiciones de oposición. Quizás debería rectificar para recuperarse. Se pueden plantear tres hechos que muestran opciones democráticas distintas a la electoral, como son, en primer lugar, la teoría política que establece como parte del juego democrático, la lucha pacífica en la calle, algo que incluso se considera ordenado por el artículo 350 de nuestra Constitución.

En segundo lugar, se tiene a la historia como demostración muy realista de soluciones distintas, como son los numerosos casos en los cuales gobiernos antidemocráticos han sido desalojados, al menos en grado significativo, por la lucha popular. La historia de la Venezuela de 1958, de las luchas liderizadas por Gandhi y Mandela, e incluso por Martin Luther King, aun dentro de otro contexto, constituyen hechos claramente demostrativos al respecto.

En tercer lugar, se puede citar al factor tiempo, dado lo muy difícil que es que el gobierno actual se pueda sostener hasta el momento en que se realicen las posibles elecciones parlamentarias, y mucho más, que pueda concluir el actual período constitucional.

Los venezolanos opositores constituimos una gran mayoría sin la fuerza requerida para generar un cambio democrático de gobierno. En estas condiciones, debemos extremar la construcción de esa fuerza que se necesita y que la gran mayoría posibilita, recordando la valiente y responsable lucha estudiantil, y evitar contribuir a darle un clima de democracia a un gobierno que se derrumba en su propia incapacidad.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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lunes, 24 de noviembre de 2014

DOUGLAS JÁTEM VILLA, ¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

DOUGLAS JÁTEM VILLA
Asumiendo que la situación del país continuará igual de mala y que probablemente empeorará, cuál de estas dos expresiones describe la conducta que usted seguirá al respecto: a)No participaré en la actividad política. b)Participaré en la lucha por la recuperación de Venezuela?.

Esta es la pregunta que formulé durante la semana que concluye a un grupo de cerca de 25 personas opositoras al gobierno, y calificables como de clase media. Al respecto, un 85% respondió que su conducta sería la indicada por la opción A.

No se pretende que este experimento casi insignificante fundamente alguna conclusión “cuasi científica”, pero si se cree que este resultado no debe calificarse de sorprendente, y mucho  menos de increíble, y que quizás se pueda producir, en términos generales, en cualquier parte de Venezuela, como consecuencia de varias causas o explicaciones posibles.

Se pueden encontrar muchos venezolanos opositores que temen la represalia de un gobierno antidemocrático y poderoso,  que no tolera siquiera la crítica de sectores del Socialismo del Siglo XXI descontentos en mayor y menor grado con la gestión oficial. Se pueden encontrar muchos venezolanos opositores que experimentan anomia y pueden lucir hasta indiferentes porque no perciben que se realice una oposición efectiva, y/o porque no han logrado desarrollar un patrón de comportamiento ciudadano que los llevara a cumplir la responsabilidad esencial de contribuir al logro de una vida digna para el pueblo venezolano.

Se puede comprender que la evidente falta de una oposición política al régimen, la cual ni siquiera intenta impedir los atropellos ilegítimos y las barbaridades gubernamentales, lo que ha contribuido a su cada vez mayor empoderamiento y capacidad de infundir temor, y que revela la debilidad o ausencia de partidos políticos, desmotive a personas que no encuentran que exista un canal de participación, máxime cuando esa debilidad va acompañada de una falta de una verdadera unidad que sea capaz de superar los efectos de las confrontaciones entre intereses partidistas y personales, como por ejemplo la diferencia entre candidaturas seleccionadas por primarias democráticas o por consenso cupular.

Por su parte, se puede pensar que los venezolanos no hemos completado nuestra formación como ciudadanos, porque el proceso de liberación política demoró demasiado tiempo y posteriormente, sin haber tenido tiempo para crear una sociedad civil participativa, el estado petrolero rico nos planteó el pacto del populismo y clientelismo que no supimos resistir, según el cual se le encomendó el destino del país al gobierno de los partidos y algunos sectores privilegiados, mientras el común de la sociedad se contentaba con el subsidio que recibiría.

Es cierto que principalmente después de 1958 se registró un intento de desarrollar una sociedad de ciudadanos participativos, pero debe reconocerse su limitación, hasta el punto de que los partidos no permitieron la elección popular y nominal de concejales hasta 1978, y la de gobernadores y alcaldes hasta 1989. Todavía hoy, hay sectores que pretenden que la gente no participe en la selección de los candidatos a la AN. Más aún, debe agregarse el llamado voto entubado, lo que significa una especie de orden que dan los partidos a sus militantes acerca de cómo votar, lo que aunado a la pésima calidad de muchos candidatos partidistas, explica la pésima gestión de muchos de los “elegidos por el pueblo”, incluyendo por supuesto los innumerables corruptos que han disfrutado de impunidad.

Se puede ver que en esto se apoyó Cioran al decir que sólo la democracia elige enemigos para que gobiernen, y Schlesinger al decir que en la democracia eligen los ignorantes, no en sentido discriminatorio, sino refiriéndose a personas sin criterio propio. Se reitera en este momento la ya vieja exigencia de renovación y transformación verdaderamente democrática, no retórica, a los partidos políticos. Esto que explica los pecados de la democracia que nació en 1958, los cuales no borran sus realizaciones importantes, han sido superados a partir de 1999, en forma inconmensurablemente increíble, por, ya no los pecados, sino los vicios y maldades del chavocastrismo.

Pero en este momento la referencia es principalmente a los ciudadanos venezolanos, en el sentido de evaluar su patrón de comportamiento. No se cuestiona el temor a las atrocidades del gobierno porque la responsabilidad ciudadana no exige el heroismo, y mucho menos, el martirio. Pero si se deben advertir algunas consecuencias, como por ejemplo las relacionadas con el temor al salvajismo hitleriano, y a cualquier salvajismo dictatorial y terrorista, temor que no impidió que tarde o temprano el salvajismo atropellara. No se debe cargarle al ciudadano toda la “culpa” por la falta de sociedad civil, dadas las restricciones y prohibiciones a algunas de sus iniciativas por parte de los entes del poder en el país, pero se deben reconocer errores y equivocaciones mayores y menores, tales como la falta de atención al deterioro moral, el cual ha llegad a afectar la institución de la familia; la prolongación excesiva de los todavía vigentes populismo y clientelismo, la falta de solidaridad con los más necesitados, el facilismo y la irresponsabilidad en las relaciones entre ciudadanos no imputables al gobierno, sino a los mismos ciudadanos, la indiferencia creciente ante el proceso de deterioro de la ciudad asiento de la familia, la indiferencia ante el deterioro de los partidos, la ya mencionada falta de participación en el proceso de recuperación del país y otras.

Sí se puede cargar culpa a los partidos, quizás la mayoritaria, para empezar porque deben ser las organizaciones que mantengan activos y abiertos los canales a través de los cuales los ciudadanos pueden sumar su participación. Sin pretender extender un manto de culpabilidad generalizada, cuya facultad nos es totalmente ajena, y sin eludir la cuota personal de responsabilidad, se puede decir que en general los partidos y los ciudadanos compartimos, en mayor o menor grado, la responsabilidad de no participar debidamente en la lucha por la recuperación del país, y por supuesto que esto exige la rectificación imprescindible, la cual, quizás  nos acerque a algún patrón de comportamiento modelo, como el de Gandhi por ejemplo. Lo otro es que el proceso de recuperación del país recibe y recibirá un aporte importante por parte de la ingobernabilidad hace tanto tiempo vigente.   

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
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domingo, 16 de noviembre de 2014

DOUGLAS JÁTEM VILLA, QUÉ DEBERÍA PASAR EN VENEZUELA?

DOUGLAS JÁTEM VILLA
Varias veces he dicho que no vale la pena hablar del gobierno porque equivale fastidiosamente a condenarlo indefinidamente por pésimo, porque es un tema trillado y rayado, porque no hay nada nuevo que decir.

Ya no produce noticias porque cada día es ejemplo de ingobernabilidad y mentira. Ya se ha dicho que la ingobernabilidad es algo peor que un gobierno pésimo. Es un gobierno tan malo que muchos venezolanos se han ido resignando a aguantar esta torturante tragedia, porque saben que el gobierno ni quiere ni puede hacer algo, una mínima cosa, para combatir la inflación, por ejemplo.

He dicho que ya no quedan palabras condenatorias en el diccionario para calificarlo. Sin embargo, si no nos ocupamos del gobierno daríamos la impresión de ser indiferentes y apáticos, y por ende irresponsables y malos ciudadanos.

En estas condiciones, se tiene que mantener la atención, y en eso es importante algo que leí en la red con relación a lo que pasaría en un país de personas normalmente dignas, en este caso España, si allí ocurrieran las cosas que ocurren en Venezuela.

Cualquiera de nosotros puede pensar en bastantes países con vida digna para sus ciudadanos, incluyendo alguno en América Latina. Llamemos A uno de ellos, pongamosnos en su situación y tratemos de responder una pregunta que contiene varias interrogantes simultáneamente. Qué pasaría en A si la gente tuviera que hacer colas de larga duración para tratar de comprar, en ocasiones infructuosamente, leche, harina y muchos comestibles;  jabón y muchos productos de aseo personal, papel tualé, pañáles para niños y adultos, aspirina y muchísimos medicamentos, automoviles y baterías, cauchos y otros productos necesarios para recuperar la movilidad del automóvil; boletos para viajar al exterior del país, escasos como consecuencia de las deudas del gobierno con las líneas aéreas;  sobrevivir bajo una inflación que puede llegar a superar el 100%, aguantar que se expropien o confisquen en forma arbitraria, ilegal y abusiva, empresas que significan productos para satisfacer necesidades y empleos fuente de ingreso para mucha gente; contemplar sin comprender que se importe el producto del cual el país ha sido durante muchas décadas uno de los principales productores y exportadores del mundo, hacer cola para ser atendido en una situación de emergencia en salud, como para aplicarse un medicamento correspondiente a enfermedades crónicas, como cáncer, VIH, o enfermedades menos graves pero que por proliferación de casos se tornan congestionadas en las áreas de emergencia de los centros hospitalarios, o para realizarse una diálisis renal; aguantar varias horas, en ocasiones más de un día, para contar con servicio eléctrico o agua, abstenerse de realizar algunas actividades para no arriesgar ser uno de los cerca de veinte mil muertos por año por la delincuencia, aguantar varios años para lograr la renovación de los contratos laborales, soportar que los militares sean mejor remunerados que los ciudadanos, aguantar que el presidente concentre en sus manos todos los poderes públicos, anulando el control legislativo, la justicia y el poder del voto popular; soportar las interminables horas de encadenamiento de los medios radioeléctricos dedicadas abusivamente a propagandizar al presidente, aguantar que muchos corruptos roban impunemente el dinero del pueblo, aguantar que se regale dinero a gobernantes y gente de otros países mientras el pueblo sobrevive a duras penas ante tantas carencias, aguantar que se hiciera preso en forma injustificada a un líder opositor.

De entrada, alguien diría que el gobierno en ese país en el cual se vive con dignidad normal, caería inevitablemente, lo cual es una respuesta obvia ante tanta desgracia causada por la gestión gubernamental, o ausencia de gestión.

Surge otra pregunta, la cual es por qué en Venezuela no ocurre nada?. Una respuesta posible sería decir que en Venezuela el gobierno se mantiene porque la gente no vive con la dignidad normal requerida para impedir los abusos gubernamentales.

Otra pregunta resultante es porque en Venezuela no se vive con la dignidad normal? Esta puede ser respondida diciendo que el régimen concentra en forma totalitaria todos los recursos de poder impidiendo a la ciudadanía ejercer los derechos que le garantizan su dignidad. Otra es decir que la ciudadanía no ha cumplido su responsabilidad de ejercer sus derechos a plenitud. Esta última se puede complementar indicando en qué medida el incumplimiento ciudadano es consecuencia de lo anterior, el atropello gubernamental, y en qué medida, de las fallas de la colectividad. Dentro de estas, se tendría a su vez que identificar la cuota de responsabilidad de la sociedad civil, quizás la menor, y la cuota correspondiente a los partidos políticos, obviamente la mayor. Este razonamiento lleva  a una conclusión coherente con el reclamo que se ha hecho a los partidos, y a la MUD, quizás con menor justificación, en el sentido de que no han hecho oposición.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com 
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