El sistema capitalista, a pesar de sus
imperfecciones, es un sistema de organización social de un gran poder moral,
mayor aun que el del socialismo. Debemos
visualizarlo como una autopista de tres vías que corren en paralelo: un sistema
económico, uno político y otro cultural, estos tres subsistemas tienen una
tendencia al equilibrio, equilibrio que nunca se alcanza, sólo se aproxima.
El capitalismo tiene una primera virtud y es
que eleva a los pobres de su precaria condición y les genera hábitos
democráticos. El capitalismo inculca una gama especial de virtudes relacionadas
con el valor del tiempo, la autonomía personal, la propia iniciativa, la
confianza en sí mismo, la importancia de la familia y de la propiedad privada.
Quizás lo más importante, incita al
desarrollo de instituciones que fomentan la creatividad, la invención y el
descubrimiento.
El pensador neoconservador Michael Novak explica: ‘‘La raíz misma del capitalismo, como lo sugiere el origen de la palabra, es la cabeza humana… el capitalismo considera que el bien común no tiene sus raíces en la intención, sino en la libertad de las personas para tener sus propios conceptos individuales del bien común. Y estos conceptos, tomados en conjunto, producen un nivel más elevado de bien común del que anteriormente era posible”.
La gran contribución del capitalismo a la
prosperidad de los pueblos es la de crear un mercado estable, libre, confiable
y autónomo, veamos uno de sus aspectos como es el sistema de precios, sistema
éste, que se crea en la actividad de la compra-venta de bienes y servicios y
que le permite a cada individuo comunicarse con cientos de millones de otros
individuos de una manera que, aunque imperfecta, le permite tomar decisiones
económicas sensatas con respecto a su propia vida. Los precios conllevan una información
riquísima acerca no solo del valor de las cosas, sino de tendencias,
disponibilidades, preferencias del consumidor, escasez, podemos saber qué es lo
que gusta, que es lujo, que servicios y productos son necesarios en un momento
dado y cuanto la gente está dispuesta a gastar.
Esto hace crecer la libertad, el poder
escoger entre varias opciones, aún en lo cultural que, a la larga, es lo que
más importa en una democracia, esta libertad hace que sean los consumidores
quienes dirijan realmente la economía, gracias a su preferencia y a su poder de
compra. Cuando factores externos, ajenos al libre mercado intervienen, empieza
una distorsión de los precios, y más aún si se trata del gobierno tratando de
imponer regulaciones y límites en la manufactura, distribución y precios
finales de los productos, estas intervenciones pueden tornarse grotescas, al
punto de querer controlar todas las variables envueltas en la vida de cada
producto y dictaminar su precio, no solo de un producto sino de todos, lo que
inevitablemente lleva al caos y a que la utilidad de los precios dictados por
el libre juego de la oferta y la demanda se anule.
La crítica socialista señala que no hay nada
moral en la consecución de la utilidad, pero se empeñan en olvidar que el
desarrollo humano es también utilidad, y el capitalismo trata fundamentalmente
del desarrollo de los pueblos, entre la miseria y pueblos arruinados es difícil
que funcione un mercado y que haya prosperidad. Al capitalismo no le interesa
pueblos en guerra y oprimidos, se confunde muchas veces imperialismo con
capitalismo, no es lo mismo, el imperialismo de basa en la hegemonía, que es el
predominio de una sola tendencia o pensamiento sobre todos los demás, es el principal
enemigo de la competencia, de la diversidad y de la innovación que son
fundamentales para el capitalismo.
Por supuesto, el capitalismo es un sistema
que puede ser penetrado por la corrupción, donde se practique el engaño y la
trampa como en cualquier otro sistema, pero tenemos una ventaja; el mercado
mismo se encarga de castigar las malas prácticas. El consumidor, quien es rey en un sistema de
libre mercado, se encarga de retirarle su favor a empresas que violen la ley,
que no llenen los estándares mínimos de calidad, que abusen de los precios de
sus productos, que presten pésimos servicios o que queden en evidencia sus
engaños ante el público consumidor.
Cuando Adam Smith formuló su teoría de una
economía de mercado; simplemente observaba una realidad que ya estaba allí, el
capitalismo era una economía que tuvo un desarrollo histórico, una evolución de
siglos, no fue algo inventado por un hombre y postulado como una doctrina,
Smith igualmente se percataba que a su alrededor existía una inmensa pobreza y
vio la posibilidad de crear riqueza tan vasta, que la pobreza misma pudiera ser
reducida algún día.
El capitalismo ha significado un gran avance
para la humanidad, vean a su alrededor, ¿Había más agua potable en sociedades
precapitalistas? ¿Más salubridad y mejores servicios? ¿Más alimentos y mejor
calidad de vida? Negarle al capitalismo
sus contribuciones a un mejor mundo no sólo es ceguera sino egoísmo, aun en el
asunto ambiental, que para algunos socialistas es el pecado mortal del
capitalismo, las mismas sociedades de mercado son las que han generado los
avances científicos que nos han permitido darnos cuenta de la situación y tener
la capacidad de reparar el daño o mejorar el ambiente. Porque una de las
virtudes del capitalismo es su maleabilidad, su capacidad de adaptación, de
generar cambios y nuevas estructuras y relaciones, cosa que le es negada al
socialismo porque sus bases son dogmáticas, dependen de manifiestos y teorías,
de formulas preestablecidas tanto de gobierno como de sistema económico,
estancados en una lucha de clases y en una milenaria aspiración por una
dictadura proletaria, no hacen sino frenar el desarrollo de los pueblos y
enfrentar el futuro mirando por el espejo retrovisor. No me cansaré de repetir
que el capitalismo es la única manera de afrontar un mundo con los graves
problemas de superpoblación y escases de recursos, aún con todos sus crisis e
injusticias es el único sistema que brinda soluciones reales y no estados
policiales y colectivismos suicidas, al contrario es descentralizado, libre,
premia las innovaciones y los bajos precios, está al alcance de la gente, tanto
en variedad como en calidades y complace a todos los bolsillos.
En cambio, el socialismo, una ideología que
rinde culto a la miseria humana, es un generador histórico de pobreza, que es
la principal causa del deterioro ambiental en el mundo, su actuación
interventora y abusiva en los mercados con el fin de controlarlos, para fines
de una supuesta mejor y más equitativa distribución de la riqueza, siempre, y
subrayo, siempre, ha terminado en la ruina de las economías, en una mayor
generación de pobreza e injusticias sociales. Lo que hace el mercado de manera
natural, encausar todas las variables de producción y distribución de productos
y servicios de una sociedad, en un precio que convenga a productores,
comerciantes y profesionales, como a clientes, compradores y usuarios, trata el
socialismo de producirlo encerrando en una oficina a unos “técnicos” y por
medio de unas “políticas” para
determinar los precios, de manera centralizada y en secreto de cada uno de los
productos que una economía produce, un imposible que siempre termina en
tragedia.
Y es que la vida es celebrada por el capitalismo porque el centro de su atención es el hombre, el individuo, su propia valía, su trabajo y su libertad, en el capitalismo el hombre es dueño de su destino, en el comunismo es esclavo de la historia, de las injusticia y de la pobreza.
¿Cómo puede un país surgir, avanzar y tener
sueños cuando todo se resuelve en torno a la miseria, a los desposeídos, a las
injusticias eternas, a las cuentas que le tenemos que cobrar a los que nos han
hecho daño?
“Patria o muerte” he allí su grito de guerra,
una ideología enferma que cultiva el dominio del hombre por el hombre, el culto
a las armas y la destrucción, creo que más sencillo, inocente y puro era aquel
grito de guerra de los venezolanos en los años ochenta “Ta ´barato dame dos”
que celebraba la opulencia, las ganas de gastar lo que habíamos ganado con
orgullo, los viajes y todas esas cosas inútiles que nos traíamos en las
maletas.
Se ha preguntado alguna vez ¿Por que roban los chavistas en el gobierno? ¿Por qué acumulan dólares en sus cuentas en el extranjero? No es para hacer escuelitas, ni para regalar almuerzos en el hospital después que dejen el cargo, sino para hacer lo que hace todo capitalista y consumista en el mundo, para gastarlo en lo que les gusta, para comprar propiedades, autos veloces, viajes exóticos, comidas y bebidas sabrosas, bellos ajuares de diseñadores famosos, suntuosos yates… Son tan hipócritas, se llenan la boca con las miserias ajenas que dicen querer dignificar, pero lo que hacen es medrar de la pobreza de los otros, quitándole a los hijos de la patria, a los que menos tienen el alimento de la boca, robándole la propiedad que necesitan, saboteándoles la educación que pudiera sacarlos de abajo.
Estos ladrones comunistas son de lo peor y
están en todas partes, cada uno de nosotros conoce a un vecino, un amigo, un
colega que de la noche a la mañana cambió su estilo de vida, que de pronto
empezó a ganar millones en un cargo importante, a andar en costosos autos que
sus sueldos jamás pudieran haber adquirido, o comprarse el apartamento o la
casa que les tomaría varios años pagar por la inicial, son gente que ya ni
saludan, por temor a que le recriminen
su tren de vida de ricos y famosos.
Que
sabrosa es la cochina vida capitalista, ¡que viva el comunismo! –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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