Muchos de los que dejamos el pellejo tratando de explicar el entuerto electoral y llamando a votar sabíamos lo difícil que la teníamos. Desenredar los tremendos errores de cálculo del 15-A era sencillamente cuesta arriba y lo único que se podía hacer, con todo en contra, era tratar de explicar lo imposible y procurar cohesionar a los 4,5 millones de siempre para que sirviéramos de muro de contención, ante lo que muchos presentíamos.
La oposición perdió el plebiscito porque a la abstención generalizada de todas las municipales, se le sumó un extra de votos duros furiosos y con algo de razón. Pero se trata de un plebiscito que jamás debió ser anunciado en esas condiciones, porque se arriesgaba a perder toda la imagen que la oposición había logrado el 14-A y pudo evitarse que Maduro saliera "reforzado y fortalecido tras las elecciones" (Washington Post) porque la abstención, contrario al pensamiento pueril de muchos, no solo legitimó a Maduro ante el mundo, sino que envió un claro mensaje a las instituciones, fuerzas armadas y partidos políticos nacionales y extranjeros de que el 14 de abril, Maduro ganó las elecciones.
Habiendo cumplido ya con el mea culpa opositor y reconocida la derrota plebiscitaria, vamos a lo que realmente importa como es determinar que el 8-D hubo un descalabro aún más grande, que fue la derrota de la revolución. Nosotros al menos teníamos el plomo en el ala de los errores de cálculo del 14-A y esperábamos un extra de abstención que se tradujo en pérdida de votos y de algunas alcaldías, pero se ganaron otras que nos hicieron crecer como fuerza democrática, se mantuvo intacto el poder en las capitales más grandes e incluso, no ladramos, sino le rugimos al lobo en su propia cueva: la ciudad de Barinas. O más bien a dos lobos (Pdvsa) al ganar la capital de Monagas y más emblemático que eso, imposible.
Pero el gran perdedor de la contienda fue el partido "Único" de la Revolución, porque en medio de una abrumadora campaña de descrédito, amenazas, arbitrariedades, abusando del control casi total de los medios de comunicación y repartiendo gratis televisores y electrodomésticos (que es lo único que le quedaba para repartir, porque las arcas se vaciaron) recibió la peor noticia de estos últimos años de triunfos, la pérdida de decenas de alcaldías y de otras más grandes y emblemáticas. Por no hablar de que perdió un "plebiscito" aún mayor: El plebiscito del "día de la lealtad y el amor a Chávez".
Por segunda vez en la historia, el comandante habrá visto a lo lejos con sus prismáticos, como le ocurriera en el techo del museo histórico aquel fracasado 4F, cómo el pueblo de nuevo no salió y su partido con legado incluido, terminó desgarrado como la mayor minoría de Venezuela.
La Revolución es sin lugar a dudas la mayor perdedora de todo esto, porque se dispone a profundizar su modelo fracasado en un 2014 profundamente duro en materia económica, social y petrolera (a partir del segundo semestre), con grandes deudas, una caja seca y una crisis de producción nunca antes vista en la historia de Venezuela, con un apoyo verdaderamente patético.
Frente a ese escenario el poder del gobierno ha sido barrido en la Gran Caracas, Maracaibo, San Cristóbal, Mérida y La Asunción y se le suman nada menos que Maturín, Valencia, Barquisimeto y su "linda Barinas" sin contar que el apoyo municipal del gobierno es como un "bolsillo de heladero", lleno de "sencillo", con 98 alcaldías con menos del 6% de la población venezolana, porque el gobierno con los resultados electorales del 8D, quedó en la mayoría de alcaldías, relegado a los estados y municipios altamente dependientes del dinero público o en un sector rural que tradicionalmente ha votado y siempre votará a favor de salir de sus propias crisis locales. Así que el apoyo a una "Revolución" es francamente efímero en esas zonas. En pocas palabras el gobierno marcha a la mayor crisis económica y social de su historia, sin el apoyo con el que siempre ha contado.
El 2014 promete ser de todas, todas, un annus horribilis para el gobierno. Por eso es necesario hacer un alto en los constantes ataques internos contra la oposición, porque la "era electoral" ha terminado y desde este lunes hasta dentro de dos años, el partido oficialista será el único responsable absoluto de todas las catástrofes, que nos esperan como país. La revolución hará aguas en breve amigos míos, sentémonos a ver cómo continúa haciéndose pedazos, porque el 8-D quien ganó fue Venezuela.
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