Cuando George Orwell, un dia de mayo de 1944, esbozó en una carta los
riesgos que amenazaban al mundo, no estaba elucubrando. Socialista crítico,
desapegado de la ideología marxista, intuía que Stalin tenía trasas de ser un
Fuhrer con otro uniforme. No se equivocó.
1984, título seleccionado por los editores para publicarla en 1949,
constituyó un relato de advertencia desesperada sobre los métodos y los daños
que la liquidación de la democracia, verdadero aparato respiratorio de la
sociedad, estaba ocasionando en la URSS, mientras a nombre del socialismo se
construía el primer régimen para negarlo.
19 años después de la fecha a la que alude el título de la novela, que
debería ser incluida en un género distinto al de la política ficción, sombras
siniestras comenzaron a oscurecer el horizonte de nuestro país.
Sistemáticamente el régimen está repitiendo a Orwell y demostrando que éste
asertó en características que son inevitables cuando el poder pervierte las
intenciones originariamente revolucionarias.
Las regresiones antipolíticas que está dibujando al gobierno tal y como
él quiere llegar a ser, alcanza similitudes alarmantes con 1984. En los últimos
seis meses se han materializado unas transformaciones totalitarias en el
Estado, al que aún le conviene mantener un patio interno para el recreo de
opositores y fachada democrática hacia afuera, que está imponiéndole a la
sociedad formas muy perfeccionadas de control y acostumbramiento a una vida
teñida por la autocracia.
Estudiantes de los primeros años de bachillerato,
influidos por la rescritura de la historia y los reflejos de la ideología
oficial, están siendo modelados como hijos del autoritarismo. ¿Qué viene
despues?
Experimentamos una transición hacia las peores dseverguenzas humanas. Ya
tenemos un sistema comunicacional que invierte la realidad, que cambia el
sentido de las palabras para que paz sea
guerra o el cuartel de la planicie (como se conoció siempre por la meseta sobre
la que se construyó en 1910) deba llamarse de la montaña; existe la policia
para perseguir el pensamiento y castigar las “infracciones” de opinión, se creó el viceministerio de la
felicidad, se personalizan abiertamente campañas de odio y se intenta
pulverizar todo indicio de oposición, así sea en las propias filas del partido
único de la revolución.
Pero los vientos soplan cada vez más fuertes contra la precipitación del
gobierno hacia la ineficacia y una represión ejecutada en muchos órdenes
distintos al policial. En el seno del
electorado oficialista está creciendo otra oposición con un rumbo que
aumenta la inestabilidad política y agrava los problemas de inflación,
inseguridad, escasez caída de la producción interna o furor de la corrupción.
Los signos de una implosión del régimen se acentúan. La mayoría piensa
que la situación del país esta mal y no tiene buenas expectativas de
mejoramiento para el 2014. La cúpula gubernamental está perdiendo credibilidad
y la sensación general sobre el agotamiento de este ciclo está rodando hacia
una convicción.
En ese cuadro es importante potenciar
salidas democráticas y constitucionales. Nadie quiere un desenlace militar. Los
que estan favoreciendo el predominio de la presencia militar en el gobierno,
también parecen querer evitarlo.
Todas esas circunstancias revueltas, hacen que 8 de diciembre, además de su significación para los destinos de cada ciudad, sea un evento para refutar la estrategia gubernamental conflictivista y dar un primer paso irrefutable para connsiderar otras opciones civiles de reconstrucción de nuestras oportunidades de país.
@garciasim
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