BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL
martes, 20 de diciembre de 2011
MARÍA BLANCO: VIVIR DENTRO DE NUESTRAS POSIBILIDADES (FUENTE INSTITUTO JUAN DE MARIANA DESDE ESPAÑA)
jueves, 8 de diciembre de 2011
ZENAIR BRITO CABALLERO: DEMOCRACIA EN EL SIGLO XXI
![]() |
ORGULLOSAMENTE MINORÍA ABSOLUTA |
martes, 27 de septiembre de 2011
ROGELIO ALANIZ: PLURALISMO Y HEGEMONÍA (DESDE ARGENTINA)
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
jueves, 19 de agosto de 2010
LA PREVALENCIA DE LA DISYUNCIÓN, TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ
Estamos entrando en lo colectivo sin colectivo, esto es, vamos contra nosotros mismos. Ya no se conjugan en la población lo general y lo particular, o lo que es lo mismo, la asunción del punto de vista del común desde un propio punto de vista. En lo que ahora tenemos prevalece la disyunción: a cada uno se le hace valer supuestamente su particularidad mediante un “ejercicio profesional de la política” basado en la demagogia del disfraz y de la construcción de callejones sin salida.

La política no puede funcionar sin ideas. En buena parte es una ciencia de las ideas. La organización social del hombre no nació como la vida ni crece como las plantas. La política que carece de empuje proveedor de consistencia es una futilidad. Dado que las formas políticas son invención del hombre no puede desgajarse de la política la capacidad renovadora. Bien se dice que el pueblo no existe, lo crea la política. De esta manera hay que decir que la principal actividad de lo político es dar sentido y toda democracia pasa a ser un proceso ininterrumpido de transformación.
De esta manera la política y la democracia, es decir, la acción y sus resultados, no pueden ser otra cosa que inserción constante de nuevas opciones o, dicho en otras palabras, ampliación permanente de la libertad. Tenemos, pues, que volver a leer lo político sacándolo del cansancio, del aburrimiento y, sobre todo, de un conservadurismo que brota ante las ideas y ante la esencia misma de lo político y de la democracia, puesto que todo lo establecido siempre resiste las ideas innovadoras.
Es a través de la política que se constituye el vínculo social. Si no enfrentamos este proceso creativo la política pasa a ser inepta para explicar las desigualdades que crecieron paralelas a la libertad y se convierte en algo deleznable para el común de la gente que nunca podrá entender lo que es ejercicio de la ciudadanía. Continuar pensando que la democracia es como es, que la justicia se administra como se administra, que las instituciones son como son y no pueden ser de otra manera, equivale a un corsé al pensamiento y a la esencia misma de los conceptos política y democracia.
Otra cosa que debemos aceptar es la política como conflicto y los conflictos expresión del animus político. Y a la democracia como capaz de administrar los conflictos mediante una renovación permanente. Una cosa son las instituciones básicas, aptas para administrar el control de estabilización, y otra la permanente manifestación de ideas que amplían los espacios hasta una libertad transformadora. Está claro que las llamadas instituciones y los intermediarios sociales ya no responden a las exigencias de los tiempos y, por tanto, hay que buscar nuevos mecanismos.
Esta es la realidad de un país a escasos días de unas elecciones que vuelven a ser llamadas “la última oportunidad”, otra aberración, pues la democracia no tiene nunca una última oportunidad. Basta haberse paseado un poco por los procesos históricos, basta no meter en una gaveta todos los papeles, basta no fusilar de antemano el juego (utilizada esta palabra con seriedad) de las posibilidades políticas, para concluir que en este país se utilizan frases al voleo, se dicen impertinencias a granel, se utiliza muy mal el lenguaje.
La verdadera revolución es la voz moral. El populismo es una asunción de un modo radical para lograr la homogeneidad sobre lo imaginario. La posibilidad de un gobierno omnisciente no cabe en el siglo XXI. El verdadero político es el que hace el mundo inteligible para el pueblo, esto es, el que le suministra las herramientas para actuar con eficacia sobre lo ya entendido. El populismo no se combate con populismo. El populismo debe ser combatido con la siembra de la comprensión llevada al grado de un estado de alerta.
La legitimidad electoral y la legitimidad social pueden contrastarse o encontrarse. La manera de encontrar la segunda excede al simple hecho de buscar el voto en una campaña electoral plena de promesas, generalmente demagógicas. Buscando la segunda suele encontrarse la primera. El planteamiento inteligible que produce efectos previos mejora notablemente la capacidad de escogencia. Las campañas electorales son la culminación de un proceso en donde el individuo manifiesta una preferencia. La masificada propaganda en nada podría modificar una asunción previa ganada en una democracia de cercanía generada por los líderes verdaderos que en ese proceso electoral buscan la voluntad mayoritaria del pueblo.
No se puede combatir demagogia con demagogia. El proceso de crear lucidez y pertenencia es ajeno a las palabras altisonantes y mentirosas. El proceso de repetición demagógica por parte de dos o más adversarios en una contienda por el voto conduce a soliviantar un individualismo feroz que se traduce en apostar a la mayor oferta engañosa. El vencedor, naturalmente, será el que ejerce el poder o, si se ha cumplido con la tarea pedagógica, el que ha hecho una obra previa de configuración de cuerpo sobre el que limita su acción a la campaña electoral misma.
Mayoría electoral no es mayoría social por acto automático. Legitimidad forzada no es confianza. Así la legitimidad del poder y la legitimidad del ejercicio democrático estarán afincadas sobre un barro extremadamente frágil y, lo más grave, la democracia se derrumbará por efecto directo de todos, de los que ejercen el poder y de quienes pretenden sustituirlo, de los demagogos multiplicados, obligando al poder al ejercicio de la fuerza para atender compulsivamente las exigencias sociales. Quienes no entienden de la existencia de instituciones invisibles y de la necesidad de hacerle comprender el mundo al pueblo, de hacérselo inteligible, bien podrían cerrar la brecha electoral, aún disminuida y extremadamente condicionada que en estos días aún ocupa el horizonte.
teodulolopezm@yahoo.com
LA JACTANCIA DE LAS MAYORÍAS. ALBERTO MEDINA MÉNDEZ. DESDE ARGENTINA
Cada vez preocupa mas como muchos confunden ciertas ideas y han convertido a la democracia en una palabra vacía sin significado, con lo que ello implica.
Los riesgos son muchos y además de la nutrida experiencia que poseemos como humanos, esta se está enriqueciendo con renovados experimentos que no nos llevarán a buen puerto.
Me pareció que valía la pena reflexionar sobre ello y por eso este material que espero sirva para leerlo, reflexionar,y porque no, difundirlo.
Un saludo
Alberto Medina Méndez, desde Corrientes, Argentina
La jactancia de las mayorías.
Hace tiempo que las democracias del mundo vienen transmitiendo una lógica peligrosa. Tal vez el problema no es la democracia en si misma, sino la forma de interpretarla en la que muchos insisten y que parece haberse desarrollado, a tal punto, de universalizarse.
Es que muchos siguen entendiendo que el que reúne más voluntades tiene razón. Y creen que cada elección, cada convocatoria electoral, supone una pulseada en la que quien obtiene mas votos no solo impone su criterio, sino que además se hace merecedor de cierta superioridad intelectual avalada por esos números.
Esta deformación del concepto democrático les ha hecho pensar a demasiados, que algunas cuestiones elementales están en juego en cada compulsa, y esto no debiera estar en discusión. Básicamente porque la democracia solo pretende constituirse en un engranaje, ni siquiera el óptimo siempre, que posibilita la resolución de conflictos a través de un mecanismo relativamente amigable.

No se puede perder de vista que cada votación, cada desafío electoral, es solo un recurso y no el fin en si mismo. Se trata solo de esa mecánica que posibilita que la decisión sea menos violenta sin dejar de serlo, porque en ese contexto siempre estarán los que acuerden y quienes no lo hagan. Por lo tanto un sector, por pequeño que sea, se verá obligado, sin mediar su voluntad, a obedecer las instrucciones impuestas por el resto.
En ese esquema, es siempre importante entender que esa votación, esa elección, es una fotografía instantánea, que solo refleja un momento, ese momento, una decisión circunstancial y una mirada coyuntural que solo se corresponde con ese preciso instante.
Es por eso, que ciertos derechos inalienables, no están sujetos a esa voluntad difusa que proponen ciertas reglas democráticas. La convivencia humana es un arte. Las normas que la rigen mucho más aun, al estar plagadas de subjetividad. Pero resulta imprescindible que ciertos valores no estén en revisión permanente, porque se pone en riesgo a la sociedad toda, haciéndola presa de los impulsos, de la espasmódica reacción que proponen las decisiones sin mesura, sin serenidad, empujadas por la pasión.
Ninguna decisión plagada de odio y rencor, o de amor instintivo, goza de la racionalidad que precisan las determinaciones importantes. Hay que recordarlo y repetirlo, la democracia es solo un medio y no un fin en si mismo. Sus formas suponen un acuerdo, más o menos, amistoso entre las partes, pero no por ello voluntario.
Solo se trata de acordar del mejor modo posible cuando ya no funcionó ningún otro método de dialogo y negociación. A veces, quienes hacen un culto de esta herramienta, caen en la trampa de su exacerbación, sublimación y endiosamiento. Idealizan en exceso el instrumento solo para simular lo políticamente correcto. Solo defienden esta institución democrática, en tanto y en cuanto, les sirve para imponer su voluntad por vías legales, de difícil cuestionamiento popular, bajo el paraguas de una supuesta legitimidad.
Pero habrá que entender que cada sociedad que se somete a una elección, que cada votación de los cuerpos deliberativos que tienen la responsabilidad de legislar, solo recurren a estos instrumentos como el, hasta hoy, mejor recurso disponible y no porque el hacerlo los convierta mágicamente en decisiones acertadas.
Muchas atrocidades ha sufrido el mundo de la mano de las mayorías circunstanciales. Genocidios, interrupciones institucionales, pérdida de libertades y casi todas las atrocidades imaginables, han provenido de mayorías, más o menos, explicitadas. Se han apropiado discrecionalmente, de la vida, la libertad y la propiedad de muchos, sin medias tintas, aduciendo siempre razones superiores que lo justificaban con creces.
Habrá que cuidarse de aquellos que hacen de la democracia un ABSOLUTO. Son solo déspotas oportunistas que no creen en las bondades de la humanidad, y mucho menos en la libertad de los individuos. Utilizan la democracia como el dispositivo que les permite sojuzgar a muchos, humillarlos hasta volverlos indignos y aplastarlos como enemigos.
Muchos de los acólitos y de los entornos fanatizados de esos líderes, proponen democratizar más a la sociedad, no porque crean en ella, sino porque la herramienta les viene como anillo al dedo, para seguir avanzando con prepotencia, bajo el cálido refugio de los números favorables, de las voluntades acumuladas.
En los próximos comicios electorales, no nos sigamos engañando. Solo definiremos quienes conducirán la administración del Estado, pero para nada vamos a dirimir quien tiene razón o no, quien acierta en sus decisiones o yerra el camino. Solo es un mecanismo, el mejor que ha encontrado hasta ahora la humanidad, para resolver sus conflictos, en un mundo que privilegia la armonía. No se trata de la panacea absoluta. Muchas veces se ha utilizado el sistema para subyugar a los que piensan diferente.
Habrá que seguir reflexionando sobre esta democracia, que bien entendida, debe velar, justamente por las minorías. Ayn Rand decía que la menor minoría es el individuo y que aquellos que niegan los derechos individuales no pueden llamarse defensores de las minorías. Los derechos individuales no están sujetos al voto público. Una mayoría no tiene derecho a votar la derogación de derechos de una minoría. La función política de los derechos es precisamente la de proteger a la minoría de la opresión de la mayoría.
Las libertades, el derecho a la vida y a la propiedad, parecen ser el blanco elegido de las democracias modernas para imponer las voluntades de algunos por sobre la de otros. En ese caso estamos en manos de los caprichos despóticos de una sociedad que supone equivocadamente que los más pueden obligar a los menos.
La garantía para evitar que esa lógica cuántica, no nos conduzca hacia las tiranías, prolongando liderazgos hasta el infinito, linchamientos ante hechos abominables que hagan del ojo por ojo la regla de la convivencia, o del despojo sistemático de los bienes una mecánica de rutina amparada en las necesidades ajenas, es justamente una democracia bien entendida, bien comprendida, con límites y contrapesos.
El antojo de las mayorías es solo un juego, muy peligroso, por el que se han cometido las más despreciables aberraciones de la historia humana. Ampararse en las mayorías y caer en la petulancia de explicitar reiterados gestos de soberbia, nos llevará por un camino que ya conocemos y del que no hemos obtenido las mejores experiencias.
Las sociedades, sobre todo las ocasionales mayorías, deben tener en claro el limite de su poder. Una inmensa cantidad de voluntades no otorga la razón. La jactancia de esas mayorías que pretenden arrogarse el monopolio de la verdad, constituye la amenaza más potente de las democracias contemporáneas.
Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
Skype: amedinamendez
www.albertomedinamendez.com
PUBLICADO EN EL DIARIO ÉPOCA DE CORRIENTES, ARGENTINA, EL MIÉRCOLES 11 DE AGOSTO DE 2010.
jueves, 24 de julio de 2008
*CNE RATIFICA USO DE MOROCHAS PARA LAS ELECCIONES REGIONALES

LOS ELECTORES TENDRÁN LA OPCIÓN DE LAS MOROCHAS PARA ESCOGER SUS CANDIDATOS A CARGOS LEGISLATIVOS (PAULO PÉREZ ZAMBRANO)
Manuel Rosales debe separarse de su cargo para optar a la Alcaldía de Maracaibo
EUGENIO G. MARTÍNEZ
EL UNIVERSAL
La distribución proporcional de las curules en las 23 asambleas legislativas estadales será una quimera. ¿Por qué? Los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) decidieron avalar la práctica electoral conocida como "las morochas" para las elecciones regionales del 23 de noviembre; esta decisión provocará que las minorías sean excluidas de la distribución proporcional de los cargos que ordena la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política y la propia Carta Magna.
La técnica de las morochas -o la desvinculación del voto nominal y tipo lista- garantiza a los partidos políticos mayoritarios obtener puestos que deberían corresponder, por el principio de distribución proporcional de los cargos, a las organizaciones minoritarias.
Aunque la oposición, concretamente el partido Convergencia y Eduardo Lappi, son los creadores de la técnica y Un Nuevo Tiempo (UNT) ha obtenido excelentes resultados de su aplicación en el estado Zulia, el gran beneficiado de que el CNE no distribuya proporcionalmente los cargos es el oficialismo, que logró, entre las elecciones regionales del año 2004 y las elecciones locales del año 2005, capitalizar a favor de sus candidatos cargos adicionales que en realidad corresponderían a los partidos minoritarios del país.
En los comicios regionales celebrados hace cuatro años el oficialismo logró 178 curules (76,1%) en los consejos legislativos de los estados al postular a sus candidatos nominales a través de la tarjeta de Podemos, y a sus candidatos tipo lista empleando la tarjeta del MVR.
Si los candidatos lista y nominales hubiesen sido inscritos por el MVR, el CNE sólo podría haberles adjudicado 153 escaños (65,4%). En esa oportunidad la oposición obtuvo 56 cargos (23,9%) en vez de las 81 (34,6%) curules que le corresponderían por la distribución proporcional de los cargos. En las elecciones municipales del 7 de agosto del año 2005 el oficialismo (a través de la tarjeta del MVR) ganó 58% de los cargos, obteniendo sólo 35,1% de los votos. Aunque esta técnica viola el principio de distribución proporcional de los cargos, es avalada -desde el año 2005- por el TSJ.
Rosales debe separarse
Las normas de postulación aprobadas por los rectores establecen que los gobernadores y alcaldes que aspiren a ser reelegidos podrán permanecer en sus cargos. Este no es el caso de Manuel Rosales, que al optar a un puesto diferente al que ejerce en la actualidad deberá separarse de su cargo de gobernador para poder inscribir su candidatura a la Alcaldía de Maracaibo.
emartinez@eluniversal.com