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lunes, 16 de febrero de 2015

CARLOS BLANCO, HACE UN AÑO, LA SALIDA, TIEMPO DE PALABRA, AHORA EN LOS MEDIOS

A comienzos de 2014 convergieron tres procesos sin relación causal explícita, pero engranados en el drama venezolano: el deterioro masivo de la calidad de vida de los ciudadanos de menores ingresos; el llamado de María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Gabriel Puerta Aponte, los diputados de “la Movida Parlamentaria” y otros dirigentes, a discutir en asambleas de ciudadanos los métodos constitucionales para producir “la salida” de Maduro (renuncia, Asamblea Constituyente, elecciones adelantadas, etc.); y la protesta estudiantil iniciada en la región andina, que tuvo un momento estelar el 12 de febrero con la manifestación convocada por Juan Requesens, presidente de la Federación de Centros de la UCV, y la dirección estudiantil en Caracas y que culminó en la Fiscalía General, luego de lo cual se produjeron, a manos de los cuerpos policiales, los asesinatos del estudiante Bassil Dacosta y del activista chavista Juancho Montoya, hechos que contribuyeron a la extensión de la rebelión estudiantil por todo el país. Estos factores se alinearon, retroalimentaron y produjeron una protesta nacional sin precedentes, así como mostraron que el régimen estaba dispuesto a la represión más despiadada, con un desenlace de 43 asesinados, miles de presos, torturados, perseguidos y hostigados.
A la luz de lo ocurrido vale la pena reflexionar. Un hecho fundamental es que nadie previó y posiblemente no se podía prever el grado de furia acumulada en la sociedad y que habría de estallar apenas se abriera una rendija. Es una enseñanza: cierto que no se puede adivinar el futuro en un mundo tan azaroso, pero hay que imaginar los escenarios más improbables.
Entonces se descorrió el barniz democrático que el gobierno se empeñaba en mantener. No era la primera vez que mataba, pero rebasó todo cálculo el que las órdenes de Maduro a militares, policías y paramilitares, fuesen las de reprimir a sangre y fuego indiscriminados las manifestaciones inicialmente pacíficas en casi todos los casos. En su marco se dieron las “guarimbas” que cuando no tuvieron carácter defensivo fueron aventureras.
Un hecho político esencial fue que la lucha juvenil y el liderazgo político que sin vacilar la acompañó, mostraron al mundo la realidad de un régimen dictatorial; develamiento que inició una reacción internacional que tuvo un nuevo momento con la reciente visita de los ex presidentes de Colombia, Chile y México.
Quedó para siempre el arrojo de la juventud y la renuncia de Maduro, demorada por ahora, pero sazonada y madurada para su logro.
Carlos Blanco G.
carlos.blanco@comcast.net.
@carlosblancog .
www.tiempodepalabra.com
http://www.tiempodepalabra.com/#sec=tiempo_de_palabra&s=8&a=473

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domingo, 25 de enero de 2015

ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA, EL 23 DE ENERO: LA SALIDA

1. 

“Una invitación a disertar sobre el Pacto de Punto Fijo me ha obligado a revisar los hechos que lo concitaran, sobre todo en la circunstancia histórica de vivir en condiciones, en muchos sentidos, inmensamente más graves y devastadoras para el país que las imperantes cuando la sociedad venezolana decidiera, en un momento de grave orfandad política, pero acompañada por la juventud laboral, universitaria y liceana, el liderazgo emergente en los partidos, particularmente en Acción Democrática, la Iglesia católica y militares patriotas empujar a la dictadura al destierro y erradicar muchas de sus taras y males mediante el soberbio expediente de la rebelión popular del 23 de enero, el establecimiento de un gobierno de transición, la firma del Pacto de Punto Fijo así como del acuerdo mínimo de gobierno y la construcción de la extraordinaria democracia social, política y económica que terminaría siendo llamada la Democracia de Punto Fijo. Un sistema de libertades y garantías constitucionales de 40 años: el período más pacífico, constitucionalista, próspero y progresista de nuestra historia republicana. Un período que debió haber contado con una populosa e invencible falange de defensores a ultranza, pero que por caprichos, rencores e inconsistencias de males endémicos y ancestrales terminaría sus días tirada a la basura y ultrajada por la escoria que ella misma, en sus descuidos, procreara”.

“Lo insólito y sorprendente es que aún hoy, incluso en los sectores de la élite dirigente de la oposición, sobran quienes lejos de solidarizarse con nuestra democracia – la única real y verdadera de nuestra bicentenaria historia republicana – se suman al desprecio, hábilmente instrumentalizado por la barbarie militarista para quebrarle la columna vertebral al sistema y abrirle los portones al golpismo caudillesco de rancia y muy pestilente estirpe. Al leer el aparato bibliográfico que me acompaña – soy un auténtico coleccionista de los libros de nuestra historia – me impresiona la ingente obra realizada desde el primer día de gobierno puntofijista – vale decir: consensuado, respetuoso de las leyes y obediente de la separación de los poderes, la alternabilidad, el respeto a los DDHH y el desarrollo económico y social preferentemente dirigido a los sectores más necesitados de nuestra población – hasta el arribo de su sepulturero. Enrique Aristeguieta Gramcko, de cuya amistad me precio y acompañante en el foro que al respecto celebramos este mediodía en la Universidad Metropolitana, la enumera a vuelo de pájaro: marea, es vertiginosa”.
“La estulticia golpista y proto golpista ha querido difamarla aferrándose a las obras del dictador militar, aquel cuyo pescuezo retoñaría de muy mala manera cuarenta años más tarde: algunas importantes construcciones de gran formato, unas ya planificadas durante el gobierno de Medina Angarita, otras bajo su esfuerzo desarrollista y llevadas a la práctica durante el gobierno de la dictadura. No le llegan al tobillo a las ingentes obras de ingeniería vial, puentes, carreteras, infraestructura, desarrollo habitacional, autopistas, represas, establecimientos educativos, hospitalarios, etc. Sin contar con la gigantesca obra puesta en acción que transformó la Venezuela rural en la pujante democracia social de nuestra modernidad: la electrificación del país, la nacionalización plena del petróleo, la creación de PDVSA – no para importar pollos podridos y transferir gigantescos montos numerarios a los amigotes del presidente, golpistas de medio pelo y tiranos cuasi centenarios sino para montar centros de desarrollo industrial, acerías, metalúrgicas, – el gigantesco desarrollo educacional – pasando de 3 a más de 100 establecimientos universitarios y becando a decenas de miles de jóvenes venezolanos para estudiar en la mejores universidades del mundo -, el despertar, en fin, social y cultural de nuestra democracia. Todo lo cual con el barril de petróleo a mucho menos de 10 dólares. Exhibir la existencia del sistema sinfónico de orquestas infantiles como obra de Hugo Chávez es tan absurdo, irreverente y obsceno como lo sería considerar que el Metro de Caracas, la Cota Mil y la Avenida Libertador fueron creadas bajo el empuje del teniente coronel o sus esbirros. Suyos serán y para el ominoso recuerdo de su infinita mediocridad los campamentos aladrillados debidos a arquitectos neofascistas del régimen que exhiben para inmensa vergüenza de los demócratas su desfachatada firma. Conventillos disfrazados de edificios de apartamentos que tendrán el mismo triste final que tuviera su promotor: la ruina”.
“Este 23 de enero debiera haber sido día de profunda reflexión. ¿Qué nos une y qué nos separa de la acción popular de la más extraordinaria fecha de nuestro calendario histórico? ¿Qué les ha sucedido entre tanto al cerebro y al corazón de la Nación? ¿Vale comparar la MUD con la Junta Patriótica y a algunos de los presidenciables de la oposición con Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba o Rafael Caldera? ¿Cuán bajo hemos descendido como Nación desde entonces?”
“La Iglesia ha recordado la efemérides con el mejor de los reconocimientos: un documento a la altura de la Carta Pastoral del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco. The rest is silence”.
2. 
El texto antes citado fue publicado el 23 de enero del 2014. En su esencia -la defensa de la Democracia de Punto Fijo y las bases estructurales que pusiera en pie – sus consideraciones continúan tan vigentes como hace un año. Constituyen un balance irreprochable. Salvo en un punto: el régimen todavía imperante ha agravado entre tanto las circunstancias que provocaran la insurrección cívico militar que derrocara al dictador y lo aventara para siempre del país. Con aterradores agravantes: nuestra economía no es la boyante empresa que pusiera en pie la dictadura desarrollista; la pobreza que entonces existía se ha convertido en miseria y depauperación; un abismo de incomprensiones, odios y rencores separa a nuestras clases sociales; el valor de la moneda ha sido ultrajado hasta extremos irrisorios, por no decir trágicos; la entidad de las Fuerzas Armadas ha sido arrastrada por el fango y el desprecio; el endeudamiento público es colosal y mientras el 23 de enero supuso en lo económico una cierta continuidad con las bases estructurales sentadas por el desarrollismo, hoy las bases de un modelo seudo socialista catastrófico que nos ha hundido en el abismo deberán ser removidas de cuajo para intentar la reconstrucción de la Nación. Con un lastre reconocido hace ya más de un siglo por nuestros pensadores: como todas las revoluciones del pasado, la chavista ha envilecido a millones y millones de compatriotas y generalizado la corrupción y la inmoralidad a extremos nunca antes conocidos. Venezuela es hoy una parodia de Sodoma y Gomorra.
Si la insurrección popular del 23 de enero de 1958 dispuso de una sorprendente unanimidad social, cívico-militar, esperanzada y llena de futuro, hoy resulta inimaginable un consenso generalizado y nacional que logre la renuncia y el desalojo del régimen dictatorial sin atravesar por graves amenazas, disturbios y eventuales conmociones. El veneno marxista infiltrado en el cuerpo social por el castrocomunismo ha logrado que sus fuerzas, que entonces coadyuvaran con los restantes sectores democráticos a derrocar al dictador, hoy le sirvan de último sostén: son, como los colectivos y el PSUV, el parapeto civil que, unido a la presencia de altos mandos de las fuerzas armadas invasoras y sus tropas de ocupación, sostienen al gobierno más corrupto, incapaz, ineficiente y devastador que conozca la historia de la República. Es sobre esa macolla de generalato corrompido, tropa y generales cubanos, así como trasnochados sobrevivientes del marxismo leninismo que se alza el gobernante más despreciado de nuestra historia.
En pocas palabras: la Venezuela del general Marcos Pérez Jiménez, al margen de sus brutales violaciones a los derechos humanos y la naturaleza policial de su sistema de dominación, era un islote de felicidad, próspero y en pleno desarrollo en comparación con la Venezuela atropellada por el chavismo: devastada materialmente, enconada y pervertida socialmente, enquistada por el terrorismo islámico, la subversión castrista y el odio de clases. ¿Un 23 de enero al día de hoy?
3. 
Es el 23 de enero de 1958, no obstante, el único antecedente legítimo que pueda servirnos de precedente histórico para una salida a la crisis existencial que nos aqueja al día de hoy, cincuenta y siete años después. Que encuentra en los mismos sectores que entonces permitieron el alzamiento nacional un reencuentro de nuestro pueblo con su democracia: la juventud universitaria, la sociedad civil, los partidos, la Iglesia. Y last but not least: los sectores más conscientes, patrióticos y nacionalistas, el reservorio de nuestras fuerzas armadas. Convocados por un espíritu unitario al reconocimiento de la autoridad supra constitucional de una Junta Patriótica – es la idea: el nombre poco importa – , como puente de transición hacia un proceso electoral y la elección universal de las nuevas autoridades.
Desde la escritura del escrito con que encabezamos este artículo, se han cumplido tareas de magnitudes históricas, así, por omnipresentes, no lo podamos reconocer con claridad: se ha consolidado, en primer lugar, un nuevo liderazgo nacional, ampliamente reconocido por la sociedad democrática, como lo confirman todas las encuestas de opinión, en las figuras de María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma. Dando pruebas de una gran lucidez y madurez política, ese nuevo liderazgo ha buscado afanosa e incansablemente la unidad con los liderazgos consagrados y superando todos los escollos, prejuicios y malentendidos, hoy se fortalece la unidad entre el llamado Congreso Ciudadano y la Mesa de Unidad Democrática. Debemos resaltar al respecto los auspiciosos encuentros que han tenido lugar entre Henrique Capriles y los líderes del Congreso Ciudadano.
Y un último elemento de importancia capital: la sociedad democrática, reforzada por los amplios sectores desencantados de otro delirio de utopías trasnochadas que despierta del encantamiento a la pesadilla de una realidad espantosa, reconoce en la necesidad estratégica de un cambio profundo y verdadero la única vía para reencontrarnos con nosotros mismos. Subordinando toda acción táctica – calle y/o elecciones – al supremo fin estratégico: el desalojo del régimen y la limpieza a fondo de una realidad que la historia nos conmina a superar y dejar atrás.
Razones todas para el optimismo. Me encuentro de paso y casualmente con Monseñor Ovidio Pérez Morales, me sonríe emocionado: “estamos muy optimistas. El amanecer ya se aproxima”. Es el latido del tiempo que nace. Es el parto del futuro que ya comienza a anunciarse.
Antonio Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
‏@Sangarccs

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jueves, 14 de agosto de 2014

ROBERTO GIUSTI, LENIN Y LA SALIDA

A estas alturas ya casi resulta una perogrullada otorgarle la razón a aquellos dirigentes de la oposición  que advierten sobre la necesidad de construir una mayoría sólida para proceder luego a decidir qué estrategia debe definirse en dirección al cambio político. 

Esas simplezas, que muchas veces, por lo elemental de su planteamiento, pasan desapercibidas, se convierten en la causa de los desencuentros, estos sí, trágicos, que vive, por ejemplo,  la alternativa democrática venezolana.

La diferencia en cuanto al método de lucha, elemento que el caso de los marxistas ha implicado los grandes cismas entre los partidarios de la violencia como herramienta para la toma del poder y aquellos que se acogen a las formas democráticas, lo determina el caudal del apoyo popular que se pueda tener y la única forma de pasar por encima de esa realidad política, convertida en dificultad esencial, es acudiendo a un atinado aprovechamiento de la coyuntura y, sobre todo, al poder igualador de las armas y a la existencia de una disciplinada organización de cuadros y agitadores que conviertan en asonada popular lo que en principio era la conjura de un grupo de exaltados. Así procedió Lenin, líder de una facción bolchevique minoritaria, en el abigarrado panorama pre- revolucionario y ya sabemos todo lo que vino después.

La Venezuela agobiada de principios del siglo XXI no calza, para nada, en los moldes de la agonizante Rusia zarista de los inicios del siglo XX, pero, a veces, los esquemas se reproducen, en medio de sus variantes, con curiosa fidelidad. Así, es posible  explicarse el surgimiento de un movimiento como el de La Salida, que se produjo inmediatamente después de una derrota electoral (municipales de diciembre), es decir, en el momento menos indicado y cuando todo parecía indicar que el chavismo había recuperado parte del terreno electoral que perdió en abril del 2013.  La diferencia está en que quienes lideraron el movimiento intentaron calentar la calle para luego, ante una rebelión nacional, forzar los cambios y los resultados están a la vista.

Queda demostrado entonces que el cambio político  (al menos en nuestro país) no se logra con una minoría, por muy activa que se muestre, ni tampoco con una frágil mayoría, en un país donde un gobierno, igualmente minoritario, actúa como si tuviera el apoyo del 90% de la población, amparado en el uso discrecional  de todos los poderes.

Por eso resulta trágico, para quienes creen en la democracia, que la oposición no deponga sus diferencias "metodológicas" y desperdicie su potencial electoral, sumida en la disputa estéril, cuando el país espera y desespera  por la existencia de una referencia clara, sólida y creíble que encauce y le dé  forma a un descontento que, por ahora, no encuentra salida.

Roberto Giusti
@rgiustia

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miércoles, 25 de junio de 2014

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY , LA SALIDA DE JORGE GIORDANI

No voy a referirme a cuestiones anecdóticas, a juicios relativos a su gestión ductora del régimen en materia económica ni a caer en lugares comunes. Me referiré exclusivamente a las críticas que el destituido vertió en la carta pública donde aduce razones de conciencia para emitir sus juicios. Abono a su favor que quizás sea el único de la alta esfera gubernamental, aunque equivocado, que tiene conciencia revolucionaria. Por mi parte no concibo la existencia dual entre la pretendida condición revolucionaria con el robo, coimas y demás conductas infamantes que la imposibilitan.
 
Planteó la necesidad de construir un liderazgo político colectivo y la urgencia de una mayor y más profunda articulación del sector militar, el peligro de tratar de imitar el comportamiento de Chávez en cuanto a la política comunicacional, el desconocimiento del hecho económico sobrepuesto a la voluntad política, falta de consulta para toma de decisiones  económicas financieras con el equipo y la aparición del denominado asesoría francesa, Pdvsa y Banco Central pretendiendo jugar con colores propios, decisiones del gasto público ajenas al control presupuestario, aparición de conductas diferentes al liderazgo de Chávez mostrando debilidades y diferencias notables, imposibilidad de ser copiado el estilo y la originalidad del difunto, incomprensión de Maduro del hecho económico, devaluación y aluvión de gastos, atacar la corrupción frenándola y nuevos mecanismos de manejo para el gasto público, propuesta de reducción del gasto público  real en defensa del poder de compra de los grupos más vulnerables y la corrección de derroches y corrupciones, inicio de nueva  oleada de grandes gastos sin los requisitos aludidos decididos sin estudio previo e improvisados de hecho.

Resulta doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo, y que parece querer afirmarlo en la repetición sin la debida coherencia de los planteamientos como lo afirmaba Chávez. Otorgamiento de recursos masivos a todos quienes lo solicitan sin un programa fiscal encuadrado en una planificación socialista que le dé consistencia a las actividades solicitantes. Surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República y concentración en otros centros de poder. La improvisación en cuadros sin experiencia y designaciones poco adecuadas para el manejo de los grandes fondos del Estado pone en jaque la unidad de los cuadros bolivarianos.  
  
He puesto en cursivas los dos párrafos anteriores por considerar que en estas aseveraciones está lo medular e importante de su denuncia. Los politólogos, sociólogos y demás afines ejecutarán análisis sesudos y conceptuales importantes porque provienen de alguien cuya preeminencia y ubicación en el cogollo que rendía cuentas al jefe fallecido, con signos de adoración encomiables, y al hijo putativo, con matices de profundo desprecio, por la condición de capitis deminutio a que fue sometido.
 
Cumplido este requisito previo, importante en lo teórico y fáctico aportado, considero que todos los líderes, sin excepción alguna, del amplio sector que le hace oposición al régimen deben ponderar las denuncias independientemente de las premisas que se puedan tener. Esta especie de autodiagnóstico se debe estudiar "con frialdad de catedrático" pero con el "ojo zahorí" de los líderes avezados dispuestos a consolidar la condición de estrategas políticos en el más alto concepto de la palabra. De esta cantera podrán constatar los fines y propósitos del régimen.
 
Para quienes piensan y desean la posibilidad cierta de que el gobierno se reinserte en la vía prevista por la Constitución Nacional a través de la necesaria recomposición del CNE, Salas Constitucional y Electoral del TSJ y demás poderes con periodo vencidos y próximos a vencer, así como también la libertad de Simonovis, Sairam Rivas y los otros presos políticos. Constituyen dos puntos irrenunciables que deben estar en la agenda del diálogo para la negociación política pertinente. Existe un escollo casi insalvable porque el presidente Maduro niega de plano esa posibilidad que permitiría la relegitimación de los citados poderes. De mantenerse inalterables, haría nugatoria la ocasión de resolver la grave controversia política y social por vía democrática.
 
Todas las críticas y denuncias formuladas por el destituido, víctima ya de la iracundia verbal oficialista pescueceando en conjunto para hacerse notar. Casi todas, por no decir todas, están en franca contradicción con el texto constitucional y otras normas de rango legal.

Me voy a permitir insistir, a efectos clarificadores, en solo uno que constituye el peligro cierto, anunciado e inminente a que estamos expuestos: "planteo la necesidad y la urgencia de una mayor y profunda articulación del sector militar". Ésta es la espada –milico civil– de Damocles que pende sobre nuestras cabezas.
 
Jose Rafael Avendaño
cheye@cantv.net
@CheyeJR

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lunes, 21 de abril de 2014

NELSON CASTELLANO-HERNANDEZ, LA SALIDA

La oposición va por buen camino, con o sin concertación se encuentra actuando en diferentes frentes. Dirigentes como Capriles, Aveledo, María Corina, Ledezma, Leopoldo, Borges o Diego Arria los mueve un mismo objetivo patriótico.

Los estudiantes y el pueblo que está en la calle coinciden con ellos. Las diferencias que existen entre los dirigentes y las que puedan existir entre algunos de ellos y los que batallan en la vía pública es tan solo en el método de lucha.

Es así que se gana una batalla, lo que a primera vista parecería contradictorio se convierte en algo esencial para la acción. La toma de conciencia de la realidad opresora, por parte de todos los sectores involucrados, deviene el principio del movimiento y la vitalidad que conduce hoy en día la oposición venezolana.

Como ha sido dicho, la juventud y el pueblo continuarán en la calle hasta que se logre revertir este proceso de negación del ser humano.

Nadie se rendirá hasta que no haya justicia, esto pasa por juzgar a los asesinos y disolver los colectivos armados. Pasa por la libertad de todos los estudiantes detenidos, la de los presos políticos y que se deje de perseguir la universidad autónoma.

Será necesario restituir derechos, curules, que el régimen abandone la subordinación a los Castro y rectifique la desastrosa gestión socio-económica de Venezuela.

Para que vuelva la paz es necesario elegir un Consejo Nacional Electoral neutral y contar con un Poder Judicial independiente.

Es hora que el Gobierno entienda, que es eso o es "la salida" que está planteando la calle.

El legado del difunto y la pésima gestión de su heredero han precipitado al país en un abismo, el odio, la división de un pueblo y la represión, solo podrán sanar  con un proceso de reconstrucción y de educación.

Eso hay que desearlo y ponerlo en marcha, no bastarán discursos ni falsas promesas, le gente espera acciones sinceras, sin ellas el diálogo no tendrá cabida y no pasará de ser una farsa.

La gran responsabilidad la tiene el Gobierno, si lo que busca es una táctica dilatoria, la reacción será proporcional a la traición. Demuestra claramente que desea corregir el rumbo o el desafecto del pueblo los conducirá al ostracismo.

La comunidad internacional ha tirado la señal de alarma, el Régimen lo sabe y la teme, el tiempo es corto. Tendrá que empezar por amarrar "sus locos" como dice la expresión popular, los que parecen actuar movidos por sus intereses particulares y que de alguna manera boicotean cualquier iniciativa de entendimiento.

En todo caso se evidencia el descontrol que existe en la gestión gubernamental y por lo cual cada quien va por su lado, lo que desespera a Fidel, Raúl y sus cónsules.

Llegó la hora de escoger como pasar a la historia, tanto para el gobierno como para la oposición. El primero está en desventaja, la violencia lo puso en entredicho, su margen de acción puede ser brutal y sanguinario, pero limitado.

La oposición está llamada a escribir nuevas páginas en la historia, unidos en lo esencial, en lo que nos hace demócratas. Actuando en los diferentes frentes, acorralaremos al autoritario que pretende seguir abusando del poder y atropellando con la fuerza.

La identidad está de parte de un pueblo que reclama justicia y libertad. Que aspira vivir en su patria con seguridad, que no acepta que en un país rico no se consiga, ni medicinas ni comida.

El desafío de los líderes es captar esa identidad, superar las diferencias y las contradicciones que existen en todos los estratos sociales. Comprender la dependencia reciproca que existe.

Con imaginación, estrategias y presencia se logrará la transición del sentir de unos a los otros. Más importante aún, que cada ser que se rebela y que sufre se convierte en el otro.

Es necesario tener conciencia de la conexión universal en la lucha, de la sintonía de los aparentemente contrarios y de la evolución de la sociedad.

La comprensión de todos esos fenómenos y de su interrelación, nos mostrará el verdadero camino. A partir de ese momento estaremos listos.

Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com

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viernes, 28 de febrero de 2014

ÁLVARO VARGAS LLOSA: LEOPOLDO LÓPEZ: UN “HOMBRE PELIGROSO”


Leopoldo Lopez Mendoza “López fue Capriles antes de Capriles..”

■ Ante el asombro de Maduro, López sigue en marcha, convertido ahora en un icono del movimiento de resistencia desde su prisión militar de Ramo Verde.

Tras varios días en la clandestinidad, Leopoldo López, uno de los líderes del movimiento de resistencia de Venezuela, se entregó durante una masiva manifestación de protesta y proclamó: “Si mi encarcelamiento sirve para que el país despierte, ha valido la pena”.

La dictadura chavista encabezada por Nicolás Maduro lo ha acusado de actos de violencia relacionados con las recientes protestas. En realidad, como múltiples testimonios y una gran cantidad de pruebas gráficas lo demuestran, la violencia ha sido perpetrada por los grupos paramilitares, conocidos como “colectivos”, que el gobierno ha armado y ensalzado como protectores de la revolución bolivariana.

Estas milicias son similares a las que el gobierno cubano emplea rutinariamente contra sus críticos. No debería ser una sorpresa. Cuba participa activamente con el régimen venezolano y ha jugado un papel preponderante en el diseño y operación del aparato de seguridad. Los lazos de Maduro con La Habana se remontan a la década de 1980, cuando fue entrenado en la tristemente célebre Escuela Superior del Partido Comunista, también conocida como “Ñico López”. Desertores de los servicios de inteligencia han indicado que él ha tenido estrechas relaciones con el Departamento América de Castro, encargado de propagar la revolución por toda América Latina.

¿Por qué es tan peligroso Leopoldo López? Por varias razones.

• 1. Él no tiene miedo. El mundo lo ha descubierto recientemente, pero los venezolanos lo han sabido desde hace bastante tiempo.

• 2. Aunque su linaje se remonta a la lucha independentista de Bolívar, no tiene conexión con las cuatro décadas que antecedieron a la llegada al poder de Chávez-conocidas como “puntofijismo” después del Pacto de Punto Fijo suscripto en 1958 por los principales partidos políticos y asociado en la mente de los partidarios del gobierno con la corrupción y un profundo abismo social. El régimen de Chávez ha construido su legitimidad revolucionaria sobre la demonización del período democrático, el “antiguo régimen” que se suponía que Venezuela dejaría atrás. Pero López, que tiene sólo 42 años, saltó a la fama junto con otros líderes jóvenes, incluido Henrique Capriles-el hombre que encabezó la oposición en las fraudulentas elecciones del año pasado-como miembro de Primero Justicia, una nueva organización política en la época en la cual el difunto Chávez llegó al poder.

• 3.- Durante varios años, López fue más popular que Chávez a pesar de que era el alcalde de un pequeño municipio de Caracas. Temiéndolo como un potencial contendiente, el gobierno le prohibió ocupar cargos políticos. El vacío en la oposición fue llenado por Capriles. Pero López fue Capriles antes de Capriles.

• 4.- López es un sobreviviente, una condición poco común en un hombre de sus raíces sociales si usted ve el mundo a través del lente de la lucha de clases. Aunque la maquinaria chavista fue capaz de hacer a un lado al oponente entrenado en Harvard despojándolo de sus derechos, ante el asombro de Maduro López sigue en marcha, convertido ahora en un icono del movimiento de resistencia desde su prisión militar de Ramo Verde.

• 5.- Él ha demostrado un sentido de la épica, una cualidad política más usualmente asociada a la izquierda en América Latina. No hay movimiento de resistencia exitoso sin una narrativa épica. López la está escribiendo.

• 6.- Él también posee un sentido de la estética política. Walter Benjamin habló de la estetización de la política en un contexto diferente. La secuencia que se inició con las protestas del 14 de febrero y terminó con las emotivas imágenes de López entregándose será legendaria. Vestido de blanco, sosteniendo una bandera y algunas flores, el héroe, padre de dos niños pequeños, se despidió con un beso de su esposa en medio de un mar de simpatizantes y posteriormente se entregó a los matones de la Guardia Nacional, quienes lo empujaron brutalmente dentro de un vehículo blindado.

Para los venezolanos amantes de la libertad, esas imágenes serán el equivalente al día, en 1992, cuando un desconocido teniente coronel, Hugo Chávez, apareció en la televisión después de su fallido golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez y anunció que sus objetivos no habían sido alcanzados “por el momento”.

• 7.- López ha entendido que la presión en las calles, la resistencia civil pacífica, es indispensable en la lucha contra la tiranía. Razón por la cual, junto con la diputada María Corina Machado y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, se ha embarcado en lo que él llama “la salida” con el fin de forzar una transición al Estado de Derecho. Para Maduro y sus patrocinadores cubanos este es un problema importante. Amenaza su estrategia, diseñada para perpetuar el régimen quitándole toda esperanza de cambio a los millones de víctimas tras quince largos años de populismo autoritario. Ellos desean que los críticos venezolanos se conviertan en lo que los disidentes cubanos son actualmente-un grupo de individuos inmensamente heroico pero políticamente impotente al cual el gobierno no tiene problema alguno en abrumar cuando se vuelve demasiado ruidoso.

Maduro y los cubanos tienen razón: López es un tipo peligroso.

avllosa@independent.org
Susana Abad (@susanaabad)
@ElIndependent

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jueves, 27 de febrero de 2014

NELSON ACOSTA ESPINOZA, LA SALIDA, LA POLÍTICA ES ASÍ

De entrada lo señalo: rindo tributo y respeto a los estudiantes y jóvenes que  han salido a la calle a reclamar los derechos de todos los venezolanos. Estas jornadas deben verse como la respuesta ciudadana a los múltiples agravios que ha sufrido la sociedad venezolana a lo largo de estos últimos 15 años. Su protesta, entonces,  es legítima y moralmente correcta.

Esta rebelión ciudadana ha servido, igualmente, para despertar la conciencia ciudadana y colocarla en una situación de alerta. En cierto sentido, ha jugado el rol de contrafuerte a cierta tendencia, inevitable en las actuales circunstancias, de acostumbrarse a lo que hay. No escapa a la atención del lector que estábamos sumergidos en una "resaca" política debido, entre otras circunstancias, a la derrota electoral sufrida en las elecciones municipales y a la carencia de un guión político, por parte de la MUD, ajustados a las circunstancias post electorales. La población, enfrentada a los anaqueles vacíos, inflación, inseguridad y deterioro creciente de su calidad de vida, no encontraba el interlocutor político apropiado que la acompañara en los múltiples conflictos diarios en los cuales se encontraba involucrado. Los estudiantes y jóvenes han ocupado ese espacio vacío.
Un aspecto que vale la pena enfatizar es el espectro social de los ciudadanos que se han sumado a esta rebelión ciudadana. Se ha señalado, por algunos actores contrarios a esta forma protesta, la procedencia clase media de sus actores. En este sentido, han intentado descalificar la protesta (mas de los mismo del 2002) y apuntan su poca conexión con sectores "pobres" de la población. Aquí vale la pena preguntarse ¿quiénes, hoy en día, son los sectores empobrecidos de la población? Amigo lector, me voy a permitir ser un poco vanguardista en este aspecto. Me refiero a la forma poco convencional de definir nuestra pobreza. Veamos. Pobres son: los sin carro; los sin seguro de HCM; los sin tarjeta de crédito; los sin dólares de CADIVI; los sin habitación, los sin crédito hipotecario, y pare usted de contar. En fin, si sumamos la población que se encuentra en estas categorías encontraríamos que un 80% puede considerarse empobrecida. Y esta categoría arropa por igual a la antigua clase media, que formo la democracia, y los habitantes que tradicionalmente se encuentra fuera de los circuitos de consumo masivo. Una de los objetivos, no formulado explícitamente, de esta protesta estudiantil ha sido la incorporación, paulatina, de estos sectores empobrecidos de la población urbana.
Creo que estamos ante la situación de proporcionar una nueva direccionalidad a esta lucha iniciada por los estudiantes. Ellos han encendido la chispa inicial, ahora es necesario incendiar la pradera cívica y democrática. Orientar el descontento dentro de las lógicas democráticas. Aquí es donde las organizaciones agrupadas dentro de la MUD deben jugar un papel de primerísima importancia. Los jóvenes no pueden permanecer indefinidamente en la calle. Es indispensable, entonces, que estas organizaciones se activen y acompañen a los ciudadanos en sus luchas cotidianas. Aprovechar esta toma de conciencia y encuadrar todas estas disputas en una propuesta al país que se difunda y se defienda en la calle.
Partidos políticos, asociaciones gremiales, colegios profesionales, organizaciones empresariales, universidades, iglesias, en fin, toda esa armazón que constituye la sociedad civil y política, debe activarse para poder construir un frente que impida que el país se hunda en el abismo que propician las políticas de este gobierno.
Así entiendo LA SALIDA. Militar orgánicamente en ella sería el mejor tributo a los jóvenes caídos en estas protestas.
Mi solidaridad con Leopoldo López y Voluntad Popular.

Nelson Acosta
acostnelson@gmail.com

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jueves, 20 de febrero de 2014

ASDRÚBAL ROMERO MUJICA, ¿TIENE FUERZA LA SALIDA?

Partiendo del deseo de comentar brevemente el muy interesante artículo del politólogo Yván Serra (“EL PUNTO MEDIO” en su blog periscopio2.wordpress.com), terminé escribiendo estas reflexiones para cuya comprensión no es, estrictamente, necesaria la lectura de la referencia, aunque desde luego les recomiendo que lo hagan. El planteamiento central es si la acometida estratégica La Salida impulsada por Leopoldo López, la diputada Maria Corina Machado y otras personalidades de la oposición, tiene la fuerza suficiente como para lograr el objetivo tácitamente definido en su denominación, es decir: la salida de este gobierno mediante algún mecanismo previsto constitucionalmente, por ejemplo: la renuncia, que es la opción de mi preferencia.

En opinión de Serra: no la tiene. Para el momento en el cual escribo estas líneas, puedo coincidir con su opinión si ella está referida a un lapso de tiempo breve como el que muchos habitantes de este país quisiéramos. Refiriéndose el precitado autor específicamente a Valencia: mientras en el norte –zona donde habita la clase media- se respiraba el 12F un ambiente de alta conmoción política, en el sur o en el municipio Los Guayos –zonas donde se ubican mayormente barriadas populares- se respiraba un ambiente de total normalidad. Más allá de esta observación puntual, Serra refuerza su tesis con un interesante gráfico en el cual se muestra el perseverante déficit de votos opositores en los municipios con menores ingresos per capita. “Mientras esta realidad no cambie será difícil salir del Régimen por la vía electoral o por otra vía” y acciones como La Salida, a la cual Serra le endilga un reducido criterio estratégico, poco contribuyen en este sentido. Si esto fuese un debate, tendría que sentirme severamente limitado por la fortaleza argumental de mi adversario.

Pero no voy a rebatir la validez de ese argumento, yo lo que simplemente creo es que ante la pasividad de la MUD, más temprano que tarde actores políticos de la oposición iban a emerger con una posición más protestaria y acorde con lo que viene demandando la gravísima situación del país. Es decir: ya hay señales evidentes que a la pobre Venezuela nos la están zumbando por un despeñadero y lo contrario: que no existiera algún sector de la oposición que se envistiese de ese sentir que los venezolanos no tenemos horchata circulando por nuestras venas, es lo que habría lucido incomprensible y antinatural ante los ojos de todo el mundo.

A los fines de desarrollar mi tesis, me voy a permitir previamente dos breves incisos. En primer lugar: no incluyo a Capriles en el señalamiento de la pasividad porque él ya tomó, en su momento, una decisión que respeté aunque no compartí y, como consecuencia de ella, tiene el nada fácil desafío de ejercer la Gobernación de Mirada en las actuales circunstancias. Tal como previmos, no está en capacidad de ejercer, simultáneamente, una activa y efectiva coordinación de la política opositora como la que se requiere ante un régimen como el que confrontamos. En segundo lugar: habida cuenta que en los espacios de opinión, muchos le asignan a La Salida el carácter de ser una acción política típica de clase media y muy similar a la del 2002, voy a permitirme una licencia para redefinir esa clase media incluyendo a todas las familias que dependan, económicamente, de personas adscritas a un ente público o privado mediante una relación de trabajo formal, con prescindencia de que su nivel de ingresos sea inferior a lo que los estándares tradicionales definen como clase media.

Son, precisamente, los miembros de esa clase media los que tienen mayor conciencia del nivel de destrucción que este régimen le ha perpetrado al país. Saben lo que está pasando con los medios de comunicación: ven y padecen cómo el Régimen ha condenado a muerte a la prensa escrita; mientras tienen que acceder por las redes sociales al video de los Tupamaros en Mérida atemorizando, impunemente, a la población civil, porque si buscan enterarse a través de cualquier canal televisivo se encontrarán con recetas de cómo hacer patacones a la maracucha o huevo frito (me permito un plagio de mi admirado, ahora más, Chataing). Esa clase media es la que sabe que las ensambladoras se van y que mejor cuida a su carrito porque quizás sea ese el último que tenga por muchos años. Es la que teme que algún miembro de la familia caiga en una enfermedad grave porque no sabe si conseguirá los fármacos adecuados o, simplemente, la clínica privada que presta mejor servicio a su seguro de hospitalización ya habrá quebrado. Es la que siente una profunda tristeza, acompañada contradictoriamente de alegre resignación, al ver que sus jóvenes hijos quieren abandonar el país porque éste ya no les ofrece ningún futuro. Esa clase media sabe, perfectamente, que la escasez se va a agudizar y, lo que más le preocupa, tiene conciencia que su velocidad de empobrecimiento es cada vez más acelerada. Lo que posiblemente no sepa es que ha comenzado a transitar por un período de empobrecimiento exponencial (la velocidad de empobrecimiento es proporcional a la magnitud del mismo) porque esta precisión entra en el reino de lo técnico, pero lo intuye cuando monitorea, día a día, el valor del dólar paralelo y ve con él volar sus esperanzas por una calidad de vida como la que tenía antes. Esa clase media está arrecha, sin eufemismos, como lo expresa Serra en su excelente análisis preliminar del problema, y ha esperado, con vehemencia, a que la oposición haga algo. La inexistencia de una iniciativa que diera respuesta a esa esperanza, sería un peligroso vacío que, como bien lo señala Axel Capriles en otro excelente artículo “La Locura Colectiva”, nos empaquetaría a todos en ese proceso en línea de la guerra psicológica que nos vienen aplicando: confusión- decepción-frustración-adaptación. Eso es lo que quiere este régimen comunista: que terminemos cansándonos porque ya no hay nada que hacer y adaptándonos a lo inaceptable.

Es en este escenario que Leopoldo y compañía insurgen y asumen el reto. En mi opinión, han hecho lo acertado. ¿O es que acaso decenas de analistas del tema político en este país –incluido- no veníamos hablando, desde hace meses, de la necesidad de superar ese divorcio entre MUD y sociedad mediante la articulación de sus demandas sociales con la plataforma de acción política? ¡Es lo que han hecho! Además, mediante una propuesta pacífica, porque salir a la calle a protestar contra las pésimas ejecutorias de este régimen es un derecho que tenemos, que no podemos dejarnos quitar y que no tiene por qué implicar violencia. Y este régimen, tan absurdamente pretencioso, tendría que ir aprendiendo a convivir con la protesta social como el precio a pagar por su estruendoso fracaso. Si el régimen prefiere salir con sus colectivos armados a exacerbar la violencia; si dentro de la oposición hay compatriotas que ya no quieren poner el otro cachete y caen en el juego de la violencia, éstos son problemas que se escapan del control de quienes asumen la protesta como una acción política indispensable en este momento y que, además, es perfectamente normal y aceptable en todo el mundo democrático. Cada cual tendrá que asumir su responsabilidad, pero ello no puede detenernos en nuestro accionar.

Potestar no es un atajo, es un derecho y una necesidad en esta muy delicada etapa que vive el país. Quizás, la denominación utilizada para la arremetida estratégica "La Salida" sea un tanto agresiva, al insinuar un “¡Vete ya!” que no es posible en el corto plazo que anhela la gran mayoría de la clase media. Tiene Serra toda la razón al señalar el “hashtag” del "#13FVnzlaEnlaCalleNicolás..." como políticamente inmaduro e inconveniente en el contexto de un proceso que será, impredeciblemente, complejo. Pero, por otra parte: ¿Por qué no interpretar “La Salida” como el inicio de un proceso conducente a sentar las bases para que se produzca esa salida en el tiempo que los hechos irán dictaminando? Ya no hay tiempo para sentarse pasivamente a esperar. Todas las tendencias apuntan, incontrovertiblemente, hacia el desastre y ninguna de las acciones anunciadas por este gobierno las revierte, todo lo contrario: las agrava. De hecho, si ellos fueran, en un mínimo grado, responsables renunciarían porque no creo que no estén conscientes que han quebrado al país y lo han conducido hacia un callejón económico sin salida. De esto, también comienza a tener conciencia esa clase media a la que tanta referencia he hecho en este análisis. Si hay otro sector de la sociedad que todavía se siente lo suficientemente cómodo como para no motivarse a protestar, eso no excluye el derecho que tenemos nosotros para hacerlo. Habrá que incluir dentro de La Salida programas dirigidos a hacerle ver a ese otro sector la inminencia de una crisis que también los arrastrará a ellos, como bien lo dice Serra en la parte final de su análisis. Es a la clase media a quien le corresponde asumir el rol como generadora de la opinión impulsora de los cambios que se requieren en el país. Es el rol que suele tener y así se le reconoce en todos los países que funcionan democráticamente en el planeta. Por esta razón es que, en ninguno de estos países, los gobiernos se plantean gobernar a espaldas de la clase media, eso sólo ha sido posible aquí porque contaban con un arsenal de recursos económicos que ya malbarataron.

Los malbarataron y ahora las circunstancias económicas en las que se da este proceso son radicalmente distintas, realidad ésta que no pareciera ser tomada en cuenta por esos analistas políticos que insisten en calificar a “La Salida” como una repetición de los errores del 2002. Ni la clase media se encuentra en las mismas condiciones de desesperanza y entrampamiento, por lo tanto ya no es la misma del 2002; ni tampoco el país cuenta con los mismos recursos para salir del atolladero. ¡Ni remotamente es el mismo! Cada día que pase, las señales de destrucción de nuestras posibilidades como país serán más devastadoras. Es cuestión de responsabilidad, por nosotros y por nuestras generaciones futuras, activarnos ante este régimen para hacer valer nuestro profundo descontento y propiciar una salida a esta crisis. A este régimen tan pretencioso, le corresponderá entender que tenemos razones valederas para protestar; y si no lo hacen, peor para ellos. La Salida es la única opción que tenemos, por lo tanto tiene que tener la fuerza que sea requerida o, definitivamente, perderemos al país.

@asdromero

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jueves, 13 de febrero de 2014

CIPRIANO HEREDIA S., LA SALIDA: CALLE CON UNIDAD

En nuestra entrega de la semana pasada, planteábamos como consideración final que, frente a la terrible crisis moral, institucional, política, económica y social que atraviesa el país, los venezolanos teníamos tres alternativas: resignarnos y acostumbrarnos mansamente a vivir sin libertad y en medio de todo tipo de limitaciones; mantener una actitud de queja y crítica permanente, pero sólo en conversaciones familiares o a través de redes sociales que no tienen mayor impacto real; o tomar la calle de manera pacífica pero decidida para protestar en contra de tanta arbitrariedad, mal gobierno y corrupción.

Frente a estas tres opciones, nos manifestábamos abiertamente por la última, porque es la única capaz de impulsar un cambio en nuestra arruinada Venezuela; esa en la que muere una persona cada media hora, en la que no se encuentra harina, azúcar, leche y papel tualé, en la que los precios suben a diario y en la que los presos políticos enfermos se mueren de mengua en las cárceles.
Esta opción de movilización activa ha sido llamada por María Corina Machado y Leopoldo López “La salida”, entendiéndose con esto que la calle es el vehículo y el escenario a la vez, para fomentar cualquiera de las opciones que plantea la Constitución para provocar un cambio de Gobierno, las cuales van desde el Referendo Revocatorio, pasando por una nueva Constituyente, hasta la posibilidad de exigir de manera militante la renuncia del Presidente de la República.
A esta alternativa nos hemos sumado el Alcalde Ledezma y los miembros de Alianza Bravo Pueblo, añadiéndole un elemento de gran importancia: si todo esto se hace en unidad, mejor. Tenemos plena consciencia de que la MUD necesita una renovación en varios sentidos, y uno de los que más se discute es el de la estrategia y el camino a seguir en un período que no es electoral y en el cual la crisis se agrava aceleradamente. Frente a esto, nuestro propósito no es dividir, ni mucho menos destruir la Unidad (a ella la entendemos como un valor superior, una imperiosa necesidad y la fuente de nuestra fortaleza), por lo que la idea es más bien que todos los factores se sumen a esta iniciativa. “Todos somos necesarios”, afirmaba Ledezma en su discurso del 02 de febrero en la Plaza Brión, y así es.
Por otro lado, se hace pertinente hacer una reflexión sobre la visión de que esta opción sería un “atajo”, que además tendría connotaciones golpistas y violentas. Frente a eso, lo primero que debemos reiterar es que el llamado es a la protesta pacífica o “no violencia activa”, como se ha llamado en la literatura moderna. Así como también es importante  recordar que lo que se busca en definitiva es activar alguno de los mecanismos previstos en la Constitución, por lo que mal puede llamarse “atajo” a lo que está establecido en ella como un camino posible.
Me veo de anciano contándole a mis futuros nietos lo vivido en los turbulentos años de 2001 a 2004 y, luego, las grandes batallas electorales que dimos bajo el paraguas de la MUD y con las cuales crecimos sin duda desarrollando importantes liderazgos locales, regionales y nacionales en medio de difíciles condiciones, pero también me veo contándoles como tomamos la calle en 2014 junto a los estudiantes, los trabajadores, los maestros, las amas de casa y todos aquellos que legítimamente salieron a protestar y logramos encontrar un camino para salvar al país. No quisiera jamás verme como un abuelito cubano en largo exilio “mayamero”, que simplemente añorará la Venezuela que conoció de joven, arrepentido además de lo que no hicimos a tiempo.
¡La salida es calle con Unidad!
@CiprianoHeredia         

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domingo, 9 de febrero de 2014

CARLOS BLANCO, LA SALIDA, TIEMPO DE PALABRA

"La transición hacia la democracia implicará acuerdos inevitables entre ambos sectores"
LA SALIDA

Acusar o sugerir que Antonio Ledezma, Leopoldo López, María Corina Machado, la Movida Parlamentaria (MP) y los demás promotores de "La Salida" están en el fomento de un golpe de estado, es una de dos cosas: una delación, si realmente los denunciantes creen que esos dirigentes conspiran; o un crimen, aun cuando sea culposo, porque es lanzar la jauría en su contra. Por estos días se observa a altos funcionarios y al nuevo aspirante a sustituir a Nicolás Maduro, el gobernador del Táchira, centrados en Leopoldo López como responsable de disturbios, para lo cual la idea de que este busca un "atajo" no hace sino tenderle la cama a la represión.

Es obvio que hay disensos dentro de las fuerzas democráticas. Nada más natural. Sólo el debate clarifica y permite llegar a acuerdos. Hay un sector que estima que la única ruta conveniente es la que promueve la acumulación de fuerzas a través de las elecciones. Su argumento central es que otras acciones (paros, marchas a Miraflores, protestas violentas) han fracasado, mientras en las elecciones se ha ganado fortaleza. Lo conveniente sería prepararse para las elecciones parlamentarias de 2015 y luego a las presidenciales de 2019. Habría tiempo para organizarse y, eventualmente, ganar. Sin duda que esta postura tiene algún atractivo para los políticos: es previsible, permite que los chavistas de a pie se desencanten por sus propios medios y que Nicolás Maduro fracase, también por sus propios medios.

Frente a esta postura está otra. El país no espera porque no solo se desintegra el Estado capturado por las mafias, sino que la sociedad, agobiada por la escasez y el crimen, no aguanta más. El caos y la anarquía ya existentes han llegado a cotas inmanejables y por tal razón el reemplazo del régimen de Maduro debería hacerse cuanto antes. Sin duda que en el país hay quienes creen que la restauración de la democracia pasa por un golpe de estado, similar al de Chávez en 1992; sin embargo, no es esta la postura que promueven Ledezma, Leopoldo, María Corina y la MP.

Los dirigentes mencionados han planteado que el reemplazo de Maduro puede y debe hacerse dentro de las posibilidades que plantea la Constitución. Allí se contemplan instrumentos que pueden servir a ese propósito como son la renuncia de quien ejerce ilegítimamente el cargo de Presidente, el referendo revocatorio, la Asamblea Constituyente, entre otros. Esos son los medios a los que se han referido y para debatir su pertinencia han convocado a las Asambleas de Ciudadanos con el propósito de organizar y proponer una salida constitucional. Tanto las propuestas como los métodos sugeridos están enmarcados dentro de la Constitución que el régimen viola.

Quien esto escribe ha apoyado la idea de la Constituyente, pero no deja de reconocer que hay también razones para dudar de su pertinencia. Transmite la idea deseable del cambio no solo del Presidente sino de todos los jefes del poder público nacional; sin embargo no parece ser el vehículo adecuado en el momento actual, en un contexto lleno de urgencias, protestas y demandas de soluciones más inmediatas. Y con este CNE.

Un movimiento favorable a la renuncia de Maduro pudiera ser el instrumento más lógico, lo cual es tesis que se ha enarbolado en distintos momentos de la vida del país. En los 60 hubo el famoso y fallido "renuncia Rómulo" de la izquierda insurrecta; más adelante "los notables" se la solicitaron a Carlos Andrés Pérez, sin éxito; luego le fue exigida a Hugo Chávez en 2002, "la cual aceptó"; y ahora pudiera ser la salida a la catástrofe nacional. Todo legal, pacífico, constitucional y democrático. De manera que la acusación sobre la búsqueda de atajos y la sugerencia, nada velada, de que están en una estrategia golpista, es una contribución a la represión de dirigentes que solo cometen la incorrección de tener una posición diferente y defenderla con el coraje que se les conoce.

LOS FUNDAMENTOS.

Los fundamentos de la visión del sector radical de la oposición es que la sola estrategia electoral no ha resuelto ni apunta a resolver la situación. No se postula desecharla; al contrario, se ha usado sistemáticamente con la sola excepción de la clamorosa abstención de 2005, luego abandonada en la cuneta por los dirigentes, entre ellos varios de sus autores. Se argumenta que la sola estrategia electoral puede conducir a crecer pero no a ganar si es que el objetivo es crear condiciones para sustituir al régimen actual. Por ello se podría decir, como dijo José Vicente Rangel en el Nuevo Circo, en el marco de su primera candidatura a la presidencia: "Estamos dispuestos a llegar al poder aunque sea por la vía electoral".

Por supuesto, hay cuestiones de interpretación. Para el sector oficial de la oposición las luchas hasta 2007 fueron un fracaso. Olvidan que estas movilizaron a la sociedad hasta niveles jamás vistos en Venezuela y América Latina, y consiguieron el objetivo de eyectar a Chávez. Quedó sembrada en la conciencia que tal objetivo era posible y se intentó, fallidamente, varias veces más. Hubo errores, pero lo fundamental fue que la sociedad se organizó y movilizó como nunca antes... ni después.

LO MILITAR.

El trasfondo de este debate incipiente es el papel de la FAN. Hay quienes claman en contra del papel de los militares en una eventual transición como si se pudiera ignorar el hecho de que centenas de militares están en las estructuras de poder, son políticos y deliberan a diario. Nada más natural que procurar que la deliberación política de los militares derive hacia la recuperación de la democracia antes que hacia la gangrena dictatorial.

Lo único que realmente favorece un golpe de estado al estilo Chávez, un golpe seco, es hacerles ascos a los militares y no tener políticas definidas hacia la institución. Con estos no hay que reunirse furtivamente en las madrugadas sino plantearles algo muy simple, en forma pública y respetuosa: se les solicita que no cumplan órdenes ilegales o anticonstitucionales y se les exige que respeten sus deberes para la restitución de la vigencia de la Constitución. Ni más, ni menos. Eso ocurrió el 11A (lo del 12 fue otra cosa, lamentable); en ese día los mandos militares legítimos (no los conspiradores, sino los que habían sido designados por el mismísimo Chávez) recibieron la orden de reprimir la manifestación que avanzaba para solicitar la renuncia presidencial; se negaron a disparar a los ciudadanos y Chávez se quedó sin mando. Fue sólo eso. Ni más ni menos.

El país no resiste el clima de catástrofe en el cual se vive, en un momento en el cual ni la oposición tiene fuerza para acabar con el chavismo ni el chavismo la tiene para acabar con la oposición. Por esta razón, la transición hacia la democracia implicará acuerdos inevitables entre gente de ambos sectores. El diálogo para una transición manejable es el que ahora tendría más sentido.

Twitter @carlosblancog

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