No
voy a referirme a cuestiones anecdóticas, a juicios relativos a su gestión
ductora del régimen en materia económica ni a caer en lugares comunes. Me
referiré exclusivamente a las críticas que el destituido vertió en la carta
pública donde aduce razones de conciencia para emitir sus juicios. Abono a su
favor que quizás sea el único de la alta esfera gubernamental, aunque
equivocado, que tiene conciencia revolucionaria. Por mi parte no concibo la
existencia dual entre la pretendida condición revolucionaria con el robo,
coimas y demás conductas infamantes que la imposibilitan.
Planteó
la necesidad de construir un liderazgo político colectivo y la urgencia de una
mayor y más profunda articulación del sector militar, el peligro de tratar de
imitar el comportamiento de Chávez en cuanto a la política comunicacional, el
desconocimiento del hecho económico sobrepuesto a la voluntad política, falta
de consulta para toma de decisiones
económicas financieras con el equipo y la aparición del denominado
asesoría francesa, Pdvsa y Banco Central pretendiendo jugar con colores
propios, decisiones del gasto público ajenas al control presupuestario,
aparición de conductas diferentes al liderazgo de Chávez mostrando debilidades
y diferencias notables, imposibilidad de ser copiado el estilo y la
originalidad del difunto, incomprensión de Maduro del hecho económico, devaluación
y aluvión de gastos, atacar la corrupción frenándola y nuevos mecanismos de
manejo para el gasto público, propuesta de reducción del gasto público real en defensa del poder de compra de los
grupos más vulnerables y la corrección de derroches y corrupciones, inicio de
nueva oleada de grandes gastos sin los
requisitos aludidos decididos sin estudio previo e improvisados de hecho.
Resulta
doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo, y que
parece querer afirmarlo en la repetición sin la debida coherencia de los
planteamientos como lo afirmaba Chávez. Otorgamiento de recursos masivos a
todos quienes lo solicitan sin un programa fiscal encuadrado en una
planificación socialista que le dé consistencia a las actividades solicitantes.
Surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República y
concentración en otros centros de poder. La improvisación en cuadros sin
experiencia y designaciones poco adecuadas para el manejo de los grandes fondos
del Estado pone en jaque la unidad de los cuadros bolivarianos.
He
puesto en cursivas los dos párrafos anteriores por considerar que en estas
aseveraciones está lo medular e importante de su denuncia. Los politólogos,
sociólogos y demás afines ejecutarán análisis sesudos y conceptuales
importantes porque provienen de alguien cuya preeminencia y ubicación en el
cogollo que rendía cuentas al jefe fallecido, con signos de adoración
encomiables, y al hijo putativo, con matices de profundo desprecio, por la
condición de capitis deminutio a que fue sometido.
Cumplido
este requisito previo, importante en lo teórico y fáctico aportado, considero
que todos los líderes, sin excepción alguna, del amplio sector que le hace
oposición al régimen deben ponderar las denuncias independientemente de las
premisas que se puedan tener. Esta especie de autodiagnóstico se debe estudiar
"con frialdad de catedrático" pero con el "ojo zahorí" de
los líderes avezados dispuestos a consolidar la condición de estrategas políticos
en el más alto concepto de la palabra. De esta cantera podrán constatar los
fines y propósitos del régimen.
Para
quienes piensan y desean la posibilidad cierta de que el gobierno se reinserte
en la vía prevista por la Constitución Nacional a través de la necesaria
recomposición del CNE, Salas Constitucional y Electoral del TSJ y demás poderes
con periodo vencidos y próximos a vencer, así como también la libertad de
Simonovis, Sairam Rivas y los otros presos políticos. Constituyen dos puntos
irrenunciables que deben estar en la agenda del diálogo para la negociación
política pertinente. Existe un escollo casi insalvable porque el presidente
Maduro niega de plano esa posibilidad que permitiría la relegitimación de los
citados poderes. De mantenerse inalterables, haría nugatoria la ocasión de
resolver la grave controversia política y social por vía democrática.
Todas
las críticas y denuncias formuladas por el destituido, víctima ya de la
iracundia verbal oficialista pescueceando en conjunto para hacerse notar. Casi
todas, por no decir todas, están en franca contradicción con el texto
constitucional y otras normas de rango legal.
Me
voy a permitir insistir, a efectos clarificadores, en solo uno que constituye
el peligro cierto, anunciado e inminente a que estamos expuestos: "planteo
la necesidad y la urgencia de una mayor y profunda articulación del sector
militar". Ésta es la espada –milico civil– de Damocles que pende sobre
nuestras cabezas.
Jose
Rafael Avendaño
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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