Publicaremos tres entradas sobre el
liberalismo. Dado que estas tienen
cierta unidad lógica abriremos los
comentarios para el debate en la tercera entrega.
El término liberalismo es polisémico. Puede
significar ideas muy distintas. Los liberales lo saben, razón por la cual la
polisemia les funciona como una herramienta de vulgarización, tanto para la
manipulación de interlocutores como para la anulación de las críticas. Así, por
ejemplo, tenemos la definición del DRAE: doctrina política que defiende las
libertades y la iniciativa individual, y limita la intervención del Estado y de
los poderes públicos en la vida social, económica y cultural. Es una definición
que no compromete a nada. Hay muchos liberalismos posibles, porque el término
puede designar nociones muy distintas: una ideología de cuño racionalista o
empirista, que proclama una autoafirmación del individuo frente a la comunidad;
una confianza ingenua en los efectos de la libertad externa en la vida social;
la pretensión de limitar el poder arbitrario de la autoridad pública; una
reacción ante los regímenes totalitarios; una cierta sensibilidad o
temperamento favorable a la libertad personal más que una ideología, etc.
Es un recurso común de los liberales, por un
lado, postular un conjunto de obviedades con las que nadie que esté en su sano
juicio pueda discrepar; y por otro, señalar muchas proposiciones inadmisibles,
a las que ninguna persona sensata se pueda oponer; para luego atribuir lo
primero al liberalismo y lo otro a sus críticos.
Es necesario decir lo que es el liberalismo.
Y luego, considerarlo críticamente. Trataremos de hacerlo dentro de nuestras
modestas posibilidades. Para evitar malentendidos comunes, primero diremos lo
que no es liberalismo:
- La defensa de la existencia de la libertad
como libre albedrío en el hombre. Esto es claro en los expositores más
importantes de la doctrina (Mises, Hayek, etc.). La afirmación de la libertad
exterior es paralela a la negación del libre albedrío como potencia natural.
- La designación de gobernantes mediante
elecciones.
- Representación política a través de
partidos.
- El capitalismo como sistema económico ya
que puede no ser liberal.
- No es nota suya, definitoria por exclusiva,
defender la necesidad de evitar un estatismo desorbitado o una socialización
excesiva; o la mera afirmación de una cierta libertad en el mercado; o la existencia
de éste o de la propiedad privada. Ha de tenerse presente que, como doctrina
configurada en un momento histórico determinado, no puede definirse, por lo
menos sin más aclaraciones, por la afirmación de principios o realidades o
elementos conocidos y desarrollados durante el pre-liberalismo. Así, no podrá
definírselo por “la existencia del mercado” a secas, sin otra precisión, si
antes del liberalismo, por ejemplo en la Edad Media, existieron mercados.
- La transposición a fórmulas doctrinales de la
economía real de los países económicamente más desarrollados.
- El rechazo del socialismo o del comunismo.
Se puede no ser socialista o comunista y tampoco ser liberal.
- Una teoría económica implícita en la
Escolástica Española.
Sin embargo, hay que preguntarse si es dable
señalar un principio esencial, fontal, unificador, de los distintos tipos de
liberalismo. Algo que sea común, un rasgo compartido por múltiples escuelas y
corrientes liberales. Daremos respuesta al interrogante en la próxima entrega.
http://info-caotica.blogspot.com/2012/03/tres-notas-sobre-el-liberalismo-1.html
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