Quiero aprovechar esta columna de hoy para
levantar banderas de esperanza. Entramos en la recta final de una campaña
electoral extremadamente atípica y sumamente
misteriosa. Hemos visto con
asombro, como el hombre que aspira a la reelección, quien ha hecho de todo por
dividirnos y enemistarnos, anda metido a enamoradizo empedernido, enarbolando
corazones partíos por doquier.
Esta especie de vengador errante se nos ha
querido mostrar ahora como un cupido mudo, ciego, viejo y sordo de amor, cuando
lo cierto es que el pueblo anda muy
desencantado con él; defraudado, descorazonado y desenamorado. Ya la gente no
lo quiere y él lo sabe, pues como decía mi mamá, "cuando el amor se acaba y muere,
no hay más nada que hacer"...
Así que en estos cinco días que nos quedan
para terminar con la pesadilla roja, lejos de andar con lamentos y frustraciones
del alma, más bien los invito a llenarnos el espíritu de alegría, la conciencia
de reflexión y el cuerpo de energía, ya que, si pudimos sobrevivir a las
calamidades de la plomazón del hampa, a las explosiones de Amuay o El Palito, a
la caída de puentes y hundimiento de caminos, a la decadencia del sistema
educativo y de salud, a la persecución del ejercicio pleno del periodismo y de
la democracia... estamos listos para
ejercer la tolerancia, a fomentar el reencuentro alrededor del tricolor que nos
arropa para reconocernos como pueblo del mejor país del mundo que se llama
Venezuela.
Dejemos atrás el suicidio de la vida
nacional, la caricatura de vida en la
que llevamos inmersos desde hace 14 años y comencemos a sonreír por los mejores
tiempos que llegarán para todos y con el concurso de todos, sin gobernantes
inútiles y safios, atormentados de hazañas medioevales. Lo que queremos y
necesitamos quienes habitamos esta "tierra de gracia" son servidores preocupados y ocupados en la
solución de los pequeños y grandes problemas que nos afectan.
Ejercitemos los sueños convirtiéndolos en
realidades y combatamos el fusil con el voto... con mares de votos que instauren la institución de la justicia
contra la intolerancia del poderoso.
Apartemos a los ladrones de nuestra dignidad,
a los usurpadores del futuro, a los cuatreros de la fe popular, a los
saqueadores de los dineros públicos. Juntos, riámonos de ellos y de sus
maluqueras. Y entonces, armemos la gran
fiesta ¡el próximo 7 de octubre!
pereznitu@gmail.com
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