La campaña
electoral por la Presidencia de Venezuela se encuentra ya en pleno desarrollo.
Arrancó. No hay vuelta atrás. Los comandos de campaña están operando a máxima
velocidad e intensidad. Los recogedores de plata están afanosamente tratando de
llenar las arcas del comando, mientras que los hacedores y componedores de la
imagen de su candidato la gastan en mensajes a quienes ellos piensan le hace
falta. Los expertos dan a conocer programas de gobierno. Líderes,
comunicadores, afectos y asomados trabajan preparando mítines, paseos o caminatas.
En fin, estamos en plena carrera electoral, en el mero medio de ella.
Los candidatos con
opciones a ganarse el puesto de director de los destinos del país están
definidos y ya plenamente identificados; o es el emergente Henrique Capriles
Radonski o es el añoso Hugo Chávez
Frías. Cada uno – y dentro del estilo
que ha escogido para captar el favoritismo de los venezolanos– está dedicado a enarbolar su consigna El oficialista pide más años aún para
continuar con su muy personal y particular revuelta, enfrascado en un yo-ismo
–cicatero y egoísta– y marinado en un menosprecio a su contendor. El otro,
joven y vital, empecinado en convocar a todos sus conciudadanos a la gran tarea
de juntos resolver las dificultades y problemas que los agobian y en, muy buena
medida, creados por muchos años de desgobierno.
La campaña gira
hoy en tornos a palabras y hechos. Para Chávez, las palabras son muchas –en
realidad demasiadas– repetidas sin cesar en interminables cadenas que muestran
un grosero ventajismo; mera propaganda electoral desde instituciones y medios
públicos. Pero más allá de esas palabras –cansonas y repetitivas– vacías de ideas pero llenas de
clichés, están los hechos. Son ya 14 años de desaciertos que se precipitan
sobre un Presidente que no tiene nada
que exhibir como obra palpable. Y si la hay, puras pancartas sobre
escombros a medio construir. Un millón de millones de dólares dilapidados
–esfumados– en 14 años de cháchara.
Para Capriles
Radonski, las palabras son pocas. A decir verdad no son muchas. Empero cada una
traduce una idea y apunta a una solución. Capriles Radonski no habla de credo o
de cultos sino identifica problemas y pide ayuda para resolverlos juntos. En
cuanto a hechos, ellos son muchos y están a la vista. Los más recientes en la
Gobernación de Miranda y, antes, desde la Alcaldía de Baruta.
Todos los logros
de Capriles Radonski llevan la impronta del auténtico servidor público. De
aquel que ejerce el cargo no para disfrutar personalmente las mieles del poder (y
repartir entre sus partidarios las migajas que sobran), si no de quien vela
bien por la prosperidad de todos a quienes le debe el poder que detenta. La
verdadera diferencia entre las dos opciones de poder sobre la que los
venezolanos tendremos que decidir el 7 de octubre, se reduce a ideas y
acciones. Y allí Henrique Capriles Radonski está sobrancero.
conciencia.talcual@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.