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martes, 9 de junio de 2015

MAURICIO ROJAS, MARIO VARGAS LLOSA Y EL CAPITALISMO DE LOS POBRES. LIBRE MERCADO, MADRID, CASO PERU

Nadie hubiese imaginado a mediados de 1990 que en 25 años Perú sería uno de los países más exitosos de América Latina, tras triplicar su PIB y reducir drásticamente la pobreza. En 1990 se encontraba en una situación caótica, producto de una dilatada crisis económica que había adquirido proporciones gigantescas bajo el gobierno populista de Alan García y una escalada de violencia política sin precedentes. El ingreso per cápita cayó un 30% de 1987 a 1990 y la inflación pasó el 7.000% en ese último año. Más de la mitad de los peruanos vivía en la pobreza en zonas rurales o inmensas barriadas al margen de las instituciones. Además, extensas regiones del altiplano estaban controladas por la brutal guerrilla maoísta Sendero Luminoso.

Para muchos, Perú estaba a las puertas de una revolución comunista, pero ocurrió justamente lo contrario: desde la marginalidad, el pueblo desencadenó una revolución capitalista sin precedentes. Para ello fue necesario el genio de Mario Vargas Llosa, la inescrupulosidad de Alberto Fujimori y el talento emprendedor de millones de peruanos.

La revolución liberal de Vargas Llosa

El aporte de Vargas Llosa fue de primer orden, señalando el camino que el país finalmente transitaría para salir de la crisis. En 1990 fue candidato a presidente proponiendo algo tan insólito en Perú como una revolución liberal que abriera su economía al potencial emprendedor del pueblo. Era la alternativa del "capitalismo de los pobres", como la llamó, en vez del capitalismo cerrado y oligárquico del pasado.

Además, la crisis peruana era de tal gravedad que no permitía medias tintas ni gradualidad. Ello implicaría un alto costo inicial, y sobre ello Vargas Llosa fue absolutamente transparente. Quería ganar la elección como el hombre honesto que es y, por supuesto, perdió.

Las sorpresas de Fujimori

Alberto Fujimori derrotó a Vargas Llosa en la segunda vuelta de la elección presidencial de junio de 1990. De él poco se sabía, y su mayor capital político era no pertenecer a las desprestigiadas elites del país. No tenía un programa concreto de gobierno, sino sólo declaraciones muy vagas y, sobre todo, la promesa de no someter el Perú a un cambio radical como el que proponía Vargas Llosa. Pero fue justamente lo que hizo con el programa de estabilización económica, que anunció diez días después de haber asumido el poder. Se lo conoce como Fujishock, y luego fue completado por nuevas medidas que lo profundizaron.

Su propósito era frenar la inflación mediante una drástica reducción del déficit fiscal, abrir la economía peruana y reinsertarla en el sistema financiero internacional. Se redujeron los gastos corrientes del Estado en una cuarta parte, se eliminaron las trabas a la importación, se liberalizaron los mercados de bienes, servicios, capitales y trabajo y se privatizó gran parte de las empresas públicas.

El impacto inicial de estas medidas fue duro, pero a partir de 1993 se inicia una fase de fuerte recuperación que reflejó los logros más significativos de Fujimori: el saneamiento de las cuentas fiscales, la derrota de la inflación y la reinserción de Perú en los mercados internacionales de capitales. Junto a ello se deben destacar dos hechos políticos decisivos: el autogolpe del 5 de abril de 1992 y la derrota de los grupos terroristas a partir de la captura, en septiembre de 1992, del Presidente Gonzalo (Abimael Guzmán), líder de Sendero Luminoso. Tanto el autogolpe como los métodos adoptados para combatir al terrorismo retratan de cuerpo entero a Alberto Fujimori como un hombre sin escrúpulos, dispuesto a instaurar la dictadura, el terrorismo de Estado y las prácticas más corruptas para alcanzar sus fines.

El capitalismo de los pobres

El crecimiento iniciado en 1993 fue interrumpido en 1998 por la crisis asiática, que dio origen a cuatro años de recesión. El régimen fujimorista caerá en noviembre de 2000, dando paso al restablecimiento de la democracia.

Es en esas condiciones que, a partir de 2002, se inicia un largo período de extraordinario crecimiento y reducción de la pobreza. El PIB se duplica de 2001 a 2013 y la pobreza pasa del 54,7 al 23,9%. La pobreza extrema se reduce aún más: del 24,4 al 4,7%.

Una fuente importante de este crecimiento es la fuerte demanda internacional de material primas, pero ello no explica que el Perú haya crecido el doble que América Latina entre 2001 y 2014. Para entenderlo hay que analizar los factores internos que han dinamizado el crecimiento de la economía peruana. Entre ellos destaca su altísima tasa de informalidad.

Esto no quiere decir que la informalidad por sí sola conduzca a un resultado como el de Perú en los últimos decenios. Es la combinación de la estabilidad macroeconómica y las reformas liberalizadoras, con la derrota del terrorismo, la democratización y una coyuntura global favorable, lo que ha dado al capitalismo de los pobres un contexto adecuado para poder desarrollar todo su potencial creativo.

La informalidad, refugio y trampolín de los pobres

Según el Instituto Nacional de Estadística del Perú, en 2012 el 74% de la fuerza laboral (unos 12 millones de personas) tenía un empleo informal. Esta cifra es impactante, pero representa un descenso frente a las registradas anteriormente. Esto implica que estamos frente a un fenómeno clave para comprender la evolución de la pobreza en Perú.

El sector informal se ha expandido en momentos de retroceso económico y se ha contraído cuando el país crece. Es decir, la informalidad ha sido tanto el gran refugio como el trampolín fundamental del progreso de los pobres: los ha acogido en los tiempos difíciles y les ha permitido ampliar sus actividades, así como pasar al sector formal cuando las condiciones han mejorado.

Los efectos más notables del dinamismo del capitalismo informal se reflejan en a la disminución de la pobreza y en una distribución más igualitaria del ingreso. Si Perú tuviese hoy el porcentaje de pobres de 2001, habría 10 millones de pobres más de los que realmente hay: 17 en vez de 7 millones. A su vez, la distribución del ingreso ha evolucionado hacia mayores niveles de igualdad. El coeficiente de Gini ha bajado de 0,54 a 0,44 entre 1999 y 2013, y la relación entre los ingresos del 10% más acomodado y el 10% más pobre ha disminuido de 26 a 14 veces.

El Estado peruano no ha dado mucho a sus pobres, y su gran aporte, fuera de derrotar al terrorismo, ha sido dejar de perturbar sus vidas y obstaculizar su espíritu emprendedor. La lucha contra la pobreza la han dado y ganado los pobres en el mercado, apoyados en sus propias redes sociales y al margen de la legalidad oficial.

En resumen, en vez de ser un problema, como se planteaba tradicionalmente, la informalidad ha sido la gran solución para los pobres. Esa es la gran revolución que le está cambiando el rostro y el alma al Perú. El pueblo peruano no siguió a Sendero Luminoso, sino el luminoso sendero del capitalismo de los pobres.
Mauricio Rojas M
mauriciojoserojasm@gmail.com
@MauricioRojasmr

Enviado  Por Gabriel Gasave
Gabriel Gasave
ggasave@independent.org
@ElIndependent

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miércoles, 13 de mayo de 2015

GUILLERMO HIRSCHFELD, MADRID, CAPITAL IBEROAMERICANA

Quizá la ciudad de Madrid represente el ejemplo más notorio de la condición americana de la que goza toda España. La capital de España es la ciudad del mundo que alberga la mayor y más diversa comunidad de ciudadanos latinoamericanos. En Madrid conviven inmigrantes de todos los países de América Latina que se han integrado plenamente en la sociedad que los acoge. Esta circunstancia le brinda a la Villa un carácter único que la eleva a la condición de gran capital iberoamericana.

Una prueba adicional de esta condición iberoamericana de Madrid es el hecho de que es la ciudad del mundo en la que se encuentran radicadas el mayor número de instituciones de alcance iberoamericano. Todas ellas concentradas en el corazón de la ciudad. En efecto, Madrid cuenta con instituciones tan relevantes como la Casa de América , el Instituto Cervantes y el Museo de América; y, asimismo, alberga la sede de organizaciones tan importantes en el ámbito iberoamericano como la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ), la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura (OEI), La Organización Iberoamericana de la Seguridad Social (OISS), la Fundación Carolina o la Fundación Internacional Iberoamericana de Aplicación de Políticas Públicas (FIIAAPP). Además, los dos mayores bancos de desarrollo para América Latina, la CAF y el BID, tienen oficinas en Madrid.

Por otro lado, Madrid también es un puente entre dos continentes, la puerta de acceso a Europa desde América latina. De hecho, Madrid-Barajas-Adolfo Suarez es el aeropuerto con mayor número de pasajeros y más vuelos con América Latina. Un tercio de los vuelos que unen América con Europa aterrizan o despegan en Madrid. El aeropuerto madrileño es, en definitiva, el principal centro de conexión entre Europa y América Latina.

Además, las universidades madrileñas y las escuelas de negocios de la capital reciben a miles de estudiantes latinoamericanos, que todos los años, y en creciente número, completan su formación en esta capital iberoamericana. Asimismo, cada vez son más las empresas multilatinas que, desafiando las fronteras nacionales y cruzando el océano Atlántico, se instalan en Madrid como base europea para desarrollar sus proyectos de internacionalización.

Por todo eso, tanto los que cruzaron el océano para vivir aquí, como los que vienen a estudiar, a emprender o simplemente atraídos por la oferta de ocio, se sienten en Madrid como en su propia casa.

Esta maravillosa ciudad es próspera, libre y abierta. Puedo asegurar con conocimiento de causa que progreso y libertad no han sido para los latinoamericanos de Madrid conceptos hueros o meros eslóganes ideológicos, sino que han constituido los principios rectores de una voluntad de autorrealización que, entre solicitudes de becas, estudios, esfuerzo, sacrificio, perseverancia, tenacidad y trabajo, se ha abierto paso frente a las adversidades de la vida. La vida, entiéndase no como estilo de vida, como modo propio o personal de vivir, sino como el mundo exterior, como el ámbito que nos permite ser y desarrollarnos. Y esa “circunstancia” no es otra que Madrid, la España que los acogía.

Aquí estaba Madrid recibiéndolos a todos, Madrid capital Iberoamericana, Madrid cosmopolita, Madrid, con su pujante industria cultural, con su hospitalidad, con la cordialidad de sus gentes, su magnífica oferta de ocio, con su posición panorámica respecto del mundo.

Este Madrid que ha servido de pretexto para que los que nos sentimos parte de esta ciudad y de todo lo que está del otro lado del océano, al perdernos por el Madrid de los Austrias, el barrio de las Letras, el parque del Retiro, o por alguno de sus prodigiosos museos, nos preguntemos por el mundo posible y por el mundo real; por el mundo del que venimos y por el que construiremos; por la España que hemos encontrado próspera y pacificada gracias al gran acuerdo sellado entre los españoles. Y a la que, ahora que también nosotros formamos parte de ella como españoles, no querríamos ver disolverse ante nuestros ojos por aventuras políticas que únicamente servirían para dilapidar ese extraordinario legado de reconciliación y generosidad.

Guillermo Hirschfeld
guillermohirschfeld1977@gmail.com
@Hirschfeld1977

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jueves, 1 de enero de 2015

MARIO VARGAS LLOSA, CUBA Y LOS ESPEJISMOS DE LA LIBERTAD, FUENTE EL PAÍS, MADRID

MARIO VARGAS LLOSA
El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos después de más de medio siglo y la posibilidad del levantamiento del embargo norteamericano ha sido recibido con beneplácito en Europa y América Latina. Y, en el propio Estados Unidos, las encuestas dicen que una mayoría de ciudadanos también lo aprueba, aunque los republicanos lo objeten. El exilio cubano está dividido; en tanto que entre las viejas generaciones prevalece el rechazo, las nuevas ven en esta medida un apaciguamiento del que podría derivarse una mayor apertura del régimen y hasta su democratización. En todo caso, hay un consenso de que, en palabras del presidente Obama, “el embargo fue un fracaso”.

La lectura optimista de este acuerdo presupone que se levante el embargo, conjetura todavía incierta, pues esta decisión depende del Congreso que dominan los republicanos. Pero, si se levantara, sostiene esta tesis, el aumento de los intercambios turísticos y comerciales, la inversión de capitales estadounidenses en la isla y el desarrollo económico consiguiente irían flexibilizando cada vez más al régimen castrista y llevándolo a hacer mayores concesiones a la libertad económica, de lo que, tarde o temprano, resultaría una apertura política y la democracia. Indicio de este futuro promisor sería el hecho de que, al mismo tiempo que Raúl Castro anunciaba la buena nueva, 53 presos políticos cubanos salían en libertad.

Como hemos vivido en las últimas décadas toda clase de fenómenos sociales y políticos extraordinarios, nada parece ya imposible en nuestro tiempo y, acaso, todo aquello podría ocurrir. Sería el único caso en la historia de un régimen comunista que renuncia al comunismo y elige la democracia gracias al desarrollo económico y la mejora del nivel de vida de sus ciudadanos debido a la aplicación de políticas de mercado. El fabuloso crecimiento de China no ha traído la delicuescencia del totalitarismo político sino más bien, como acaban de experimentar los estudiantes de Hong Kong, su reforzamiento. Lo mismo se podría decir de Vietnam, donde la adopción de ese anómalo modelo —el capitalismo comunista— a la vez que ha impulsado una prosperidad indiscutible no ha mermado la dureza del régimen de partido único y la persecución de toda forma de disidencia. El desplome de la Unión Soviética y sus satélites centroeuropeos no fue obra del progreso económico sino de lo contrario: el fracaso del estatismo y el colectivismo que llevó esa sociedad a la ruina y al caos. ¿Podría ser Cuba la excepción a la regla, como espera la mayoría de los cubanos y entre ellos muchos críticos y resistentes del régimen castrista? Hay que desearlo, desde luego, pero no creer ingenuamente que ello está ya escrito en las estrellas y será inevitable y automático.

Las dictaduras no caen nunca gracias a la bonanza económica sino a su ineptitud para satisfacer las más elementales necesidades de la población y a que ésta, en un momento dado, se moviliza en contra de la asfixia política y la pobreza, descree en las instituciones y pierde las ilusiones que han sostenido al régimen. Aunque el medio siglo y pico de dictadura que padece Cuba ha visto aparecer en su seno opositores heroicos, por el desamparo con que se enfrentaban a la cárcel, la tortura o la muerte, la verdad es que, porque la eficacia de la represión lo impedía o porque las reformas de la revolución en los campos de la educación, la medicina y el trabajo habían traído mejoras reales en la condición de vida de los más pobres y adormecían su deseo de libertad, el régimen castrista no ha tenido una oposición masiva en este medio siglo; sólo una merma discreta del apoyo casi generalizado con que contó al principio y que, con el empobrecimiento progresivo y la cerrazón política, se ha convertido en resignación y el sueño de la fuga a las costas de la Florida. No es de extrañar que, para quienes habían perdido las esperanzas, la apertura de relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos y la perspectiva de millones de turistas dispuestos a gastar sus dólares y de empresarios y comerciantes decididos a invertir y a crear empleos por toda la isla, haya sido exaltante, la ilusión de un nuevo despertar.

Raúl Castro, más pragmático que su hermano, parece haber comprendido que Cuba no puede seguir viviendo de las dádivas petroleras de Venezuela, muy amenazadas desde la caída brutal de los precios del oro negro y del desbarajuste en que se debate el Gobierno de Maduro. Y que la única posible supervivencia a largo plazo de su régimen es una cierta distensión y un acomodo con Estados Unidos. Esto está en marcha. El designio del Gobierno cubano es, sin duda —siguiendo el modelo chino o vietnamita—, abrir la economía, un sector de ella por lo menos, al mercado y a la empresa privada, de modo que se eleven los niveles de vida, se cree empleo, se desarrolle el turismo, al mismo tiempo que en el campo político se mantiene el monolitismo y la mano dura para quien aliente aspiraciones democráticas. ¿Puede funcionar? A corto plazo, sin ninguna duda, y siempre que el embargo se levante.

A mediano o largo plazo no es muy seguro. La apertura económica y los intercambios crecientes van a contaminar a la isla de una información y unos modelos culturales e institucionales de las sociedades abiertas que contrastan de manera espectacular con los que el comunismo impone en la isla, algo que, más pronto o más tarde, alentará la oposición interna. Y, a diferencia de China o Vietnam, que están muy lejos, Cuba está en el corazón del Occidente y rodeada por países que, unos más y otros menos, participan de la cultura de la libertad. Es inevitable que ella termine por infiltrarse sobre todo en las capas más ilustradas de la sociedad. ¿Estará Cuba en condiciones de resistir esta presión democrática y libertaria, como lo hacen China y Vietnam?

Mi esperanza es que no, que el castrismo haya perdido del todo la fuerza ideológica que tuvo en un principio y que en todos estos años se ha convertido en mera retórica, una propaganda en la que es improbable que crean incluso los dirigentes de la Revolución. La desaparición de los hermanos Castro y de los veteranos de la Revolución, que ahora ejercitan todavía el control del país, y la asunción de los puestos de mando por las nuevas generaciones, menos ideológicas y más pragmáticas, podrían facilitar aquella transición pacífica que auguran quienes celebran con entusiasmo el fin del embargo.

¿Hay razones para compartir este entusiasmo? A largo plazo, tal vez. A corto, no. Porque en lo inmediato quien saca más provecho del nuevo estado de cosas es el Gobierno cubano: Estados Unidos reconoce que se equivocó intentando rendir a Cuba mediante una cuarentena económica (el bloqueo criminal) y ahora va a contribuir con sus turistas, sus dólares y sus empresas a levantar la economía de la isla, a reducir la pobreza, a crear empleo; en otras palabras, a apuntalar al régimen castrista. Si Obama visita Cuba será recibido con todos los honores, tanto por los opositores como por el Gobierno.

No es para alegrarse desde el punto de vista de la democracia y de la libertad. Pero la verdad es que ésta no era, no es, una opción realista en este preciso momento de la historia de Cuba. La elección era entre que Cuba continuara empobreciéndose y los cubanos siguieran sumergidos en el oscurantismo, el aislamiento informativo y la incertidumbre; o que, gracias a este acuerdo con Estados Unidos, y siempre que termine el embargo, su futuro inmediato se aligere, gocen de mejores oportunidades económicas, se les abran mayores vías de comunicación con el resto del mundo, y, —si se portan bien y no incurren por ejemplo en las extravagancias de los estudiantes hongkoneses— puedan hasta gozar de una cierta apertura política. Aunque a regañadientes, yo también elegiría esta segunda opción.

Época confusa la nuestra en la que ocurren ciertas cosas que nos hacen añorar aquellos tensos años de la guerra fría, donde al menos era muy claro elegir, pues se trataba de optar “entre la libertad y el miedo” (para citar el libro de Germán Arciniegas). Ahora la elección es mucho más arriesgada porque hay que elegir entre lo menos malo y lo menos bueno, cuyas fronteras no son nada claras sino escurridizas y volubles. Resumiendo: me alegro de que el acuerdo entre Obama y Raúl Castro pueda hacer más respirable y esperanzada la vida de los cubanos, pero me entristece pensar que ello podría alejar todavía un buen número de años más la recuperación de su libertad.

Mario Vargas Llosa
vargas_llosa@gmail.com
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miércoles, 24 de diciembre de 2014

JAVIER ZURRO, LAS MENTES QUE INSPIRARON A HITLER: EL PAPEL DE LOS FILÓSOFOS, EL CONFIDENCIAL, MADRID,

Adolf Hitler en Berlín en el año 1943 (CC)

¿Qué hay dentro de la mente de un genocida? ¿Qué ideas se escondían en el interior de la cabeza de Hitler? Preguntas sin respuesta desde hace más de 60 años. El mal es irracional dirán algunos. Otros argumentarán que alguien tiene que plantar la semilla para ser capaz de exterminar a millones de personas.


La idea de la pureza, la raza y la superioridad étnica fueron desarrolladas por Hitler y por varios de sus seguidores de confianza, pero tienen un origen (en ocasiones involuntario) en grandes pensadores anteriores. Todo el mundo conoce la admiración del dictador por Nietzsche, pero pocos sabrán que en sus discursos y principios también se encontraban los posos de Kant.

'Los filósofos de Hitler', de Yvonne Sherrat bucea en la mente de aquellos pensadores que inspiraron a Adolf HitlerLa filosofía fue muy importante en el discurso nazi, y algunos de sus grandes pensadores influyeron en filósofos posteriores. ¿Habría que poner en cuarentena las ideas de estos sólo porque hayan basado sus principios en gente afín al nazismo?

A todas estas espinosas preguntas intenta responder Yvonne Sherratt, profesora y filósofa, en Los filósofos de Hitler, un estudio de la Universidad de Yale que ahora publica Cátedra en la que establece los orígenes de las ideas del dictador, pero también marca a sus coetáneos y a aquellos que en el futuro tomaron sus ideas (o se opusieron a ellas).


Hitler saluda a las tropas en Francia (CC)
Nombres como Martin Heidegger, Hannah Arendt o Walter Benjamin. Todos a examen bajo la rigurosa mirada de Sherratt.

Filósofos impunes

Tras la Segunda Guerra Mundial casi ningún colectivo quedó impune de los crímenes cometidos por el nazismo. Funcionarios, doctores, maestros… no sólo fueron convidados de piedra, sino que participaron de forma activa.

Sin embargo ha habido un grupo que ha conseguido escapar del análisis y nunca ha aceptado su papel: los filósofos.

              Martin Heidegger 
en una conferencia en 1960 (CC)

En la Alemania previa al nazismo la filosofía era considerada un símbolo nacional, eran celebridades. Sus ideas tenían mucha influencia en la sociedad, por lo que apoyar o no condenar el nazismo era un poderoso caldo de cultivo para Hitler.

La autora explica en su libro como el propio Hitler se consideraba un gran pensador, llegando a llamarse a sí mismo: “Filósofo Führer”. Su ideario quedó plasmado en Mi lucha, en el que resumió sus creencias. Hitler citó a los padres pensadores alemanes, como Kant o Schopenhauer y también se mostraba acorde con las interpretaciones alemanas de Darwin.

Ideólogos y adversarios

Más allá del “Filósofo Führer”, otros pensadores suministraron ideas al nazismo, mientras de alguna forma lo legitimaban delante de la sociedad. Cristianos, eugenistas y filósofos idealistas colaboraron y fueron premiados por ello. No hubo ni rastro de amenazas, sólo pura ambición, ya que todos acabaron ocupando puestos en universidades alemanas.
Baumler, Krieck, Schmitt (famoso como legislador de Hitler) y, sobre todo, Heidegger, que nunca se apartó del camino marcado por el Führer. La autora relata cómo este apartó a todos sus colaboradores que fueran judíos e incluso traicionó a su maestro Edmund Husserl por el mismo hecho.

También habitan en las páginas de 'Los filósofos de Hitler' aquellos que sufrieron las iras del nazismo. Como Walter Benjamin, Adorno o Hannah ArendtTambién habitan en las páginas de Los filósofos de Hitler aquellos que sufrieron las iras del nazismo. Como Walter Benjamin o Adorno, que vivió casi toda su vida como un refugiado o la famosa Hannah Arendt, que consiguió escapar de un campo de concentración para luego mantener un romance con el propio Heidegger.

“¿Cómo pudo una judía mostrar su devoción de por vida a la causa de su pueblo a la vez que su amor por un nazi”, pregunta Yvonne Sherratt al lector mientras ofrece claves para entender su comportamiento.

La persistencia nazi

La lógica diría que tras la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial todos aquellos filósofos que dieron alas al nazismo y que colaboraron con sus ideas fueron juzgados. Sherratt examina en la última parte de su obra si en los juicios de Nuremberg se juzgó a estas personas y si a partir de ese momento las universidades alemanas se purgaron de nazis.

Hitler con sus generales en 1940 (CC)
Por desgracia la mayoría de ellos salieron impunes y siguieron trabajando e incluso impartiendo clases y trasladando su ideario a sus alumnos. Los académicos judíos intentaron que se hiciera justicia, pero no se pudo “exorcizar a los demonios de los claustros universitarios", escribe la autora.

El libro ofrece una pesimista visión sobre cómo la cultura intelectual ha permitido la expansión de las ideas de Schmitt y Heidegger en las universidades europeas y estadounidenses, olvidando parte de la historia de sus autores. 

http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-12-20/las-mentes-que-inspiraron-a-hitler_598400/

Javier Zurro
zurro@ elconfidencial.com
artero[@]elconfidencial.com
@Zurro_85

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domingo, 26 de octubre de 2014

MILOS ALCALAY, HOY: PRAGA, GINEBRA, MADRID…Y DESPUÉS?, BRÚJULA DIPLOMÁTICA

Los movimientos de indignados representan un dolor de cabeza para gobiernos del Norte y del Sur: De Washington a los países Árabes; de Nueva York a Hong Kong; de Brasilia a Paris, millones de jóvenes han realizado protestas en búsqueda de cambios. En cada una de estas situaciones,  por razones diferentes, los Gobiernos han tenido que procurar mecanismos de diálogo para convencer y no para aplastar a los manifestantes.

En el caso de Venezuela el error de las autoridades ha sido reprimir estos movimientos de jóvenes y al mismo tiempo criminalizar a dirigentes opositores como en el caso de Leopoldo López, conocido en el mundo por defender una alternativa pacífica y democrática. Por ello, no debería sorprender a las autoridades que a nivel internacional surgieran expresiones de solidaridad con él, con Ceballos y con los jóvenes presos injustificadamente.

En el Foro 2000 -institucionalizado por el Premio Nobel de la Paz Vaclav Havel-  que reúne todos los años a los más destacados pensadores y activistas de los Derechos Humanos, Leopoldo López en reuniones realizadas anteriormente ha sido uno de los asistentes reconocidos. Por ello, no es de extrañar que con su detención arbitraria, Lilian Tintori, fuera la personalidad más destacada del evento hasta el punto de ser la oradora de orden en la cena de gala inicial. Allí dio el testimonio de la situación de su marido cuyo tipo de “Proceso” se asemeja al descrito en la  célebre novela del escritor Checo Franz  Kafka en el que se denuncia la insólita aplicación de sentencias de los “tribunales de justicia” en regímenes totalitarios. Los asistentes de manera espontanea suscribieron una Carta Abierta dirigida al Presidente Maduro exigiendo su libertad y la de los otros presos políticos,

Tampoco debería extrañarle al Gobierno la posición del Alto Comisionado de los Derechos Humanos Zeid Al-Hussein, ya que Leopoldo López en su periplo durante una década había denunciando el hostigamiento que recibió en el pasado y pudo documentar en Ginebra los atropellos anteriores, que se agravaron con su detención sin el debido proceso. Lilian Tintori pudo conocer la posición ya comunicada por el Relator sobre Detenciones Arbitrarias y recordar que cuando el Gobierno incumplió las resoluciones de la CIDH de la OEA, señaló que acataría las resoluciones de la ONU en materia de Derechos Humanos. Pero una vez que este organismo se pronunció, no solo desobedeció la resolución  que exigía su libertad inmediata por tratarse de una detención arbitraria en violación a los acuerdos internacionales suscritos por Venezuela, sino que atacó al Alto Comisionado acusándolo  de “injerencia en asuntos internos” incumpliendo el mandato de la Constitución del 99 que en su artículo 23 obliga al Estado a acatar medidas relativas a los Derechos Humanos que son de “aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público”.

La reacción destemplada de la Cancillería “Bolivariana” y del propio Presidente Maduro, volvió a repetirse en contra el Gobierno Español al pretender imponerle la agenda al Jefe de Gobierno Mariano Rajoy, repitiendo las amenazas que hace cada vez que un Gobernante extranjero “se atreve” a recibir a personalidades de oposición. Leopoldo López, como vocero internacional de la alternativa democrática venezolana,  no solo logró amistades en el Gobierno del PP, sino también pronunciamientos favorables en el Parlamento Europeo con apoyos de socialistas, ecologistas, demócrata cristianos, liberales, conservadores, porque ha sido un vocero internacional que ha recibido respaldos en diversas ocasiones.

Después de Praga, Ginebra y Madrid, de continuar con la prepotencia del poder, seguirán otros pronunciamientos en Ottawa o Santiago de Chile o Bruselas porque ni los Gobiernos ni los organismos internacionales aceptarán  amenazas sobre su agenda internacional.

Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@milosalcalay

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miércoles, 29 de enero de 2014

MARIO VARGAS LLOSA, LIBERALES Y LIBERALES, FUENTE EL PAIS, MADRID

Como los seres humanos, las palabras cambian de contenido según el tiempo y el lugar. Seguir sus transformaciones es instructivo, aunque, a veces, como ocurre con el vocablo “liberal”, semejante averiguación puede extraviarnos en un laberinto de dudas.

En el Quijote y la literatura de su época la palabra aparece varias veces. ¿Qué quiere decir allí? Hombre de espíritu abierto, bien educado, tolerante, comunicativo; en suma, una persona con la que se puede simpatizar. En ella no hay connotaciones políticas ni religiosas, sólo éticas y cívicas en el sentido más ancho de ambas palabras.

A fines del siglo XVIII este vocablo cambia de naturaleza y adquiere matices que tienen que ver con las ideas sobre la libertad y el mercado de los pensadores británicos y franceses de la Ilustración (Stuart Mill, Locke, Hume, Adam Smith, Voltaire). Los liberales combaten la esclavitud y el intervencionismo del Estado, defienden la propiedad privada, el comercio libre, la competencia, el individualismo y se declaran enemigos de los dogmas y el absolutismo.

En el siglo XIX un liberal es sobre todo un librepensador: defiende el Estado laico, quiere separar la Iglesia del Estado, emancipar a la sociedad del oscurantismo religioso. Sus diferencias con los conservadores y los regímenes autoritarios generan a menudo guerras civiles y revoluciones. El liberal de entonces es lo que hoy llamaríamos un progresista, defensor de los derechos humanos (desde la Revolución Francesa se les conocía como los Derechos del Hombre) y la democracia.

Con la aparición del marxismo y la difusión de las ideas socialistas, el liberalismo va siendo desplazado de la vanguardia a una retaguardia, por defender un sistema económico y político —el capitalismo— que el socialismo y el comunismo quieren abolir en nombre de una justicia social que identifican con el colectivismo y el estatismo. (No en todas partes ocurre esta transformación de la palabra liberal. En Estados Unidos un liberal es todavía un radical, un socialdemócrata o un socialista a secas). La conversión de la vertiente comunista del socialismo al autoritarismo empuja al socialismo democrático al centro político y lo acerca —sin juntarlo— al liberalismo.

En nuestros días, liberal y liberalismo quieren decir, según las culturas y los países, cosas distintas y a veces contradictorias. El partido del tiranuelo nicaragüense Somoza se llamaba liberal y así se denomina, en Austria, un partido neofascista. La confusión es tan extrema que regímenes dictatoriales como los de Pinochet en Chile y de Fujimori en Perú son llamados a veces “liberales” o “neoliberales” porque privatizaron algunas empresas y abrieron mercados. De esta desnaturalización de lo que es la doctrina liberal no son del todo inocentes algunos liberales convencidos de que el liberalismo es una doctrina esencialmente económica, que gira en torno del mercado como una panacea mágica para la resolución de todos los problemas sociales. Esos logaritmos vivientes llegan a formas extremas de dogmatismo y están dispuestos a hacer tales concesiones en el campo político a la extrema derecha y al neofascismo que han contribuido a desprestigiar las ideas liberales y a que se las vea como una máscara de la reacción y la explotación.

Dicho esto, es verdad que algunos gobiernos conservadores, como los de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, llevaron a cabo reformas económicas y sociales de inequívoca raíz liberal, impulsando la cultura de la libertad de manera extraordinaria, aunque en otros campos la hicieran retroceder. Lo mismo podría decirse de algunos gobiernos socialistas, como el de Felipe González en España o el de José Mujica en Uruguay, que, en la esfera de los derechos humanos, han hecho progresar a sus países reduciendo injusticias inveteradas y creando oportunidades para los ciudadanos de menores ingresos.

Una de las características del liberalismo en nuestros días es que se le encuentra en los lugares menos pensados y a veces brilla por su ausencia donde ciertos ingenuos creen que está. A las personas y partidos hay que juzgarlos no por lo que dicen y predican sino por lo que hacen. En el debate que hay en estos días en el Perú sobre la concentración de los medios de prensa, algunos valedores de la adquisición por el grupo El Comercio de la mayoría de las acciones de Epensa, que le confiere casi el 80% del mercado de la prensa, son periodistas que callaron o aplaudieron cuando la dictadura de Fujimori y Montesinos cometía sus crímenes más abominables y manipulaba toda la información, comprando a dueños y redactores de diarios o intimidándolos. ¿Cómo tomaríamos en serio a esos novísimos catecúmenos de la libertad? Un filósofo y economista liberal de la llamada escuela austríaca, Ludwig von Mises, se oponía a que hubiera partidos políticos liberales, porque, a su juicio, el liberalismo debía ser una cultura que irrigara a un arco muy amplio de formaciones y movimientos que, aunque tuvieran importantes discrepancias, compartieran un denominador común sobre ciertos principios liberales básicos.

Algo de eso ocurre desde hace buen tiempo en las democracias más avanzadas, donde, con diferencias más de matiz que de esencia, entre democristianos y socialdemócratas y socialistas, liberales y conservadores, republicanos y demócratas, hay unos consensos que dan estabilidad a las instituciones y continuidad a las políticas sociales y económicas, un sistema que sólo se ve amenazado por sus extremos, el neofascismo del Frente Nacional en Francia, por ejemplo, o La Liga Lombarda en Italia, y grupos y grupúsculos ultra comunistas y anarquistas.

En América Latina este proceso se da de manera más pausada y con más riesgo de retroceso que en otras partes del mundo, por lo débil que es todavía la cultura democrática, que sólo tiene tradición en países como Chile, Uruguay y Costa Rica, en tanto que en los demás es más bien precaria. Pero ha comenzado a suceder y la mejor prueba de ello es que las dictaduras militares prácticamente se han extinguido y de los movimientos armados revolucionarios sobrevive a duras penas las FARC colombianas, con un apoyo popular decreciente. Es verdad que hay gobiernos populistas y demagógicos, aparte del anacronismo que es Cuba, pero Venezuela, por ejemplo, que aspiraba a ser el gran fermento del socialismo revolucionario latinoamericano, vive una crisis económica, política y social tan profunda, con el desplome de su moneda, la carestía demencial —todo falta, la comida, el agua, hasta el papel higiénico— y las iniquidades de la delincuencia, que difícilmente podría ser ahora el modelo continental en que quería convertirla el comandante Chávez.

Hay ciertas ideas básicas que definen a un liberal. Que la libertad, valor supremo, es una e indivisible y que ella debe operar en todos los campos para garantizar el verdadero progreso. La libertad política, económica, social, cultural, son una sola y todas ellas hacen avanzar la justicia, la riqueza, los derechos humanos, las oportunidades y la coexistencia pacífica en una sociedad. Si en uno solo de esos campos la libertad se eclipsa, en todos los otros se encuentra amenazada.

Los liberales creen que el Estado pequeño es más eficiente que el que crece demasiado, y que, cuando esto último ocurre, no sólo la economía se resiente, también el conjunto de las libertades públicas. Creen asimismo que la función del Estado no es producir riqueza, sino que esta función la lleva a cabo mejor la sociedad civil, en un régimen de mercado libre, en que se prohíben los privilegios y se respeta la propiedad privada. La seguridad, el orden público, la legalidad, la educación y la salud competen al Estado, desde luego, pero no de manera monopólica sino en estrecha colaboración con la sociedad civil.

Estas y otras convicciones generales de un liberal tienen, a la hora de su aplicación, fórmulas y matices muy diversos relacionados con el nivel de desarrollo de una sociedad, de su cultura y sus tradiciones. No hay fórmulas rígidas y recetas únicas para ponerlas en práctica. Forzar reformas liberales de manera abrupta, sin consenso, puede provocar frustración, desórdenes y crisis políticas que pongan en peligro el sistema democrático. Este es tan esencial al pensamiento liberal como el de la libertad económica y el respeto a los derechos humanos. Por eso, la difícil tolerancia —para quienes, como nosotros, españoles y latinoamericanos, tenemos una tradición dogmática e intransigente tan fuerte— debería ser la virtud más apreciada entre los liberales. Tolerancia quiere decir, simplemente, aceptar la posibilidad del error en las convicciones propias y de verdad en las ajenas.

Es natural, por eso, que haya entre los liberales discrepancias, y a veces muy serias, sobre temas como el aborto, los matrimonios gay, la descriminalización de las drogas y otros. Sobre ninguno de estos temas existe una verdad revelada liberal, porque para los liberales no hay verdades reveladas. La verdad es, como estableció Karl Popper, siempre provisional, sólo válida mientras no surja otra que la califique o refute. Los congresos y encuentros liberales suelen ser, a menudo, parecidos a los de los trotskistas (cuando el trotskismo existía): batallas intelectuales en defensa de ideas contrapuestas. Algunos ven en ello un rasgo de inoperancia e irrealismo. Yo creo que esas controversias entre lo que Isaías Berlin llamaba “las verdades contradictorias” han hecho que el liberalismo siga siendo la doctrina que más ha contribuido a mejorar la coexistencia social, haciendo avanzar la libertad humana.

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© Mario Vargas Llosa, 2014.
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martes, 24 de diciembre de 2013

SEYED HOSSEIN MOUSAVIAN, NUEVA ERA NUCLEAR EN EL GOLFO PÉRSICO, REFLEXIONES, / EL PAÍS (MADRID)

El en virtud del Tratado de No Proliferación (TNP) y que detener ese proceso es una "línea roja" que no se puede cruzar. Estados Unidos se ha opuesto a la posición de Irán.

El 24 de noviembre, después de cuatro días de conversaciones maratonianas, Irán y el Grupo 5 1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), firmaron finalmente el acuerdo provisional de Ginebra; debe interpretarse como el preámbulo para una solución integral y a largo plazo. Poco después, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif, aseguró en una conferencia de prensa, que hay en el acuerdo, en dos ocasiones, "una muy clara referencia sobre el hecho de que el programa de enriquecimiento iraní continuará y será parte de cualquier acuerdo, ahora y en el futuro". Zarif estaba aludiendo a un texto en el Plan de Acción Conjunto que establece que el acuerdo final implicará "un programa de enriquecimiento definido de mutuo acuerdo, con límites prácticos y medidas de transparencia para garantizar el carácter pacífico del programa".

La respuesta de John Kerry en una entrevista con ABC News fue: "No. No hay derecho a enriquecer. No reconocemos el derecho a enriquecer. Está claro. El Tratado de No Proliferación establece muy, pero que muy claramente, que no hay derecho a enriquecer".

Contrariamente a la afirmación de Wendy Sherman, la principal negociadora de EEUU, de que "esta ha sido siempre la posición de EEUU", John Kerry había ofrecido una interpretación completamente diferente del TNP cuando presidía el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, hace cuatro años. En una entrevista con el Financial Times, pueden extractarse las siguientes afirmaciones de Kerry sobre la posición de Estados Unidos respecto a los derechos de Irán como país firmante del TNP: "El argumento de la administración de Bush para no permitir el enriquecimiento era ridículo (...) No parecía razonable (...) Fue un desperdicio de energía (…) De alguna manera contribuyó al endurecimiento de las posiciones de ambas partes (...) Ellos tienen derecho a la energía nuclear con fines pacíficos y por consiguiente al enriquecimiento para ese propósito".

En 2010, Hillary Clinton, para entonces secretaria de Estado, dijo a la BBC, confirmando así la posición de Kerry, que un acuerdo final podría permitir el enriquecimiento a Irán. "Pueden enriquecer uranio en el futuro, una vez que hayan demostrado que pueden hacerlo de manera responsable y de acuerdo con las obligaciones internacionales", resaltó.

En cualquier caso, la aceptación del enriquecimiento facilitó la obtención del acuerdo de Ginebra, a pesar de que sus límites aún no se han negociado y tendrán que ser acordados en el futuro. Sin ese acuerdo, el mundo habría sido testigo de otro desastroso fracaso de las negociaciones.

El pacto de Ginebra fue un éxito histórico porque Irán y Estados Unidos demostraron que han aprendido lecciones cruciales del pasado. La posición de ambos países, basada en la no reconciliación durante los últimos 34 años, no garantizaba los intereses y la seguridad de ninguna de las dos naciones. Es trascendental que Irán y Estados Unidos hayan sido capaces, después de más de tres décadas, de negociar al más alto nivel diplomático y orientar una compleja disputa a una conclusión mutuamente aceptable, dirigida a alcanzar una solución permanente "en menos de un año".

Las consecuencias de este enfoque diplomático sin precedente pueden ir más allá de la cuestión nuclear iraní y mejorar las condiciones geopolíticas de la región. El claro rechazo de la administración de Obama a las presiones de los grupos proisraelíes que se oponen al acuerdo, así como la presión de algunos países árabes de la zona, podría ser el comienzo de una nueva era en la política exterior estadounidense en Oriente Próximo.

Kerry, subrayando la determinación de Obama de llevar la crisis nuclear de Irán a su fin, explicó en una conferencia de prensa en Ginebra que, aunque algunos en el Congreso podrían tratar de imponer nuevas sanciones a Irán, "el presidente también tiene, obviamente, una posibilidad de veto" al respecto.

La relación entre Irán y los Estados Unidos de América no necesariamente debe ser definida en el marco de un juego de suma cero. La cooperación entre EEUU como potencia mundial e Irán como potencia regional puede lograr la estabilidad desde el este en Afganistán hasta el oeste en Líbano, que parece estar a punto de caer en otra guerra civil con la injerencia de algunos países árabes.

Extremistas salafistas y terroristas son adversarios comunes para Estados Unidos, Irán y los países de la región. Y tanto Estados Unidos como Irán necesitan estabilizar el área para avanzar en sus intereses nacionales. Irán busca vender su petróleo y atraer la inversión extranjera para su desarrollo; el sistema capitalista —liderado por Estados Unidos— tiene por objeto garantizar el paso seguro del petróleo en aguas de la zona.

Mientras Estados Unidos e Irán tratan de resolver sus problemas, los países del área deberían acoger favorablemente este cambio hacia un nuevo Oriente Próximo. Podrían responder de manera positiva a los esfuerzos de Irán para acercarse a EEUU, hecho de suma importancia en la agenda de corto plazo del gobierno del presidente Rohaní. La distensión iranoestadounidense refuerza la posibilidad de que esta aproximación regional culmine con éxito.

"Estén seguros de que el acuerdo nuclear favorece la estabilidad y la seguridad de la región", dijo Zarif en Kuwait el 1º de diciembre. En un comunicado oficial, Arabia Saudita considera el acuerdo como un primer paso hacia una solución global a la cuestión nuclear iraní, a condición de que conduzca a un Oriente Próximo y golfo Pérsico libre de todas las armas de destrucción masiva, y con la esperanza de que ese paso sea seguido por otros más importantes que garanticen el derecho de todos los países a utilizar pacíficamente la energía nuclear.

Poco después del acuerdo nuclear de Ginebra, Irán declaró su disposición de iniciar una "nueva página" en sus relaciones con los países del golfo Pérsico. La semana pasada, Teherán recibió muy calurosamente al ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Abdullah bin Zayed se reunió con el presidente Hasan Rohaní, así como con su homólogo iraní Zarif en el marco del primer viaje de este tipo del ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos en muchos años.

En su primera visita a un país árabe del golfo Pérsico, que le llevará también a Omán, Zarif llegó a Kuwait. Se espera que Zarif también visite pronto Riad. Teherán, Riad y el Consejo para la Cooperación del Golfo Pérsico (CCG) para negociar y debatir entre sí, en lugar de hablar el uno del otro y de los otros. "Vemos a Arabia Saudita como un país muy importante e influyente en la región", dijo Zarif a los periodistas a su llegada a Kuwait.

Es el momento adecuado para que Irán, Arabia Saudita, Irak y los países del CCG procedan, con el apoyo internacional a la instalación de un sistema regional de cooperación en el golfo Pérsico con el fin de eliminar definitivamente las hostilidades, garantizar la paz y la estabilidad en la región (y aún más allá), para la lucha conjuntamente contra el terrorismo y el extremismo, así como para construir un golfo Pérsico y un Oriente Próximo libre de armas de destrucción masiva.

enriquecimiento de uranio ha sido el foco de la disputa sobre el programa nuclear iraní entre este país y las potencias mundiales, especialmente Estados Unidos, desde el año 2003. Irán viene argumentando que el enriquecimiento es su "derecho inalienable"

SEYED HOSSEIN MOUSAVIAN, Ex embajador de Irán en Alemania y ex portavoz de los negociadores nucleares de Irán con Occidente y la AIEA. Actualmente investigador en la Escuela Woodrow Wilson de Princeton. Su último libro es "La crisis nuclear iraní: una memoria".

http://www.lacapital.com.ar/opinion/Nueva-era-nuclear-en-el-golfo-Persico-20131216-0006.html

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domingo, 24 de noviembre de 2013

MILOS ALCALAY, LAS CIUDADES CAPITALES IBEROAMERICANAS Y EL FUTURO, BRÚJULA DIPLOMÁTICA

Madrid fue la sede de un encuentro especial realizado  entre el 19 y el 22 de Noviembre en el que participaron los responsables de las relaciones internacionales de las Alcaldías de las Ciudades Capitales de Iberoamérica, quienes fuimos recibidos por la Alcaldesa Ana Botella y altos funcionarios municipales de España. 
Si bien este fue el  IX evento realizado por la UCCI-organismo coordinador con sede en el ayuntamiento Madrileño- en esta oportunidad  se resaltó el papel que están llamados a asumir los Alcaldes de las principales capitales de nuestra América Hispana en su condición de actores internacionales que deriva de una nueva realidad que se profundiza en el Siglo XXI: La diplomacia de ciudades,  es un fenómeno que determina el papel  protagónico que están llamados a asumir como consecuencia  de la descentralización en el mundo.
Al tratar el tema del futuro de las relaciones entre las ciudades capitales, hemos podido constatar la creciente profesionalización de los responsables internacionales, muchos de ellos provenientes de las Cancillerías de sus respectivos países o de las Escuelas de Estudios Internacionales. No fue difícil compartir posiciones en temas estratégicos y una visión común sobre el fenómeno urbano, lo que motivó  intervenciones de los responsables de Buenos Aires, con Fulvio Pompeo; México, con Victor Zapata;  Brasilia, con Odilio Montero;  Quito con Lilia Rodríguez;  Montevideo con Rubén García  además de los  otros coordinadores  internacionales de 18 Alcaldías de América Central, de la Región Andina y del Cono Sur quienes contribuyeron a que se diera un excelente debate.
Gonzalo Robles, Presidente de la Agencia Española de Cooperación al reconocer las limitaciones producidas por la merma presupuestaria debido a la crisis económica, muestra un camino creativo. Se trata de priorizar los esfuerzos en planes de buenas prácticas urbanas, y  cómo enfrentar juntos problemas ocasionados por desastres naturales, problemas de agua, residuos, movilidad, pero también  de asumir un compromiso por una arquitectura solidaria entre ciudades no solo en la identificación de herramientas útiles, sino en los principios rectores  que nos deben guiar: la consolidación y perfectibilidad de la  Democracia y el cumplimiento del Estado de Derecho, tan importante en la Venezuela actual y en otros países con una  vocación centralizadora y autoritaria.
Pero además de la  puerta que nos abren Portugal y España en el ámbito ibero-americano, tal como acertadamente afirma Manuel Lopez-Fuchet del Gobierno de Madrid,  hemos podido identificar los planes para el futuro en la dimensión euro-latinoamericana  presentados por Benita Ferrero, ex Canciller de Austria y Ex Comisionado Internacional de la Unión Europea quien desde la Fundación EU-LAC  que hoy dirige, coadyuva a potenciar aún más nuestra alianza para el dialogo y el progreso.
Todos los participantes coincidimos en aplaudir a nuestros anfitriones, el Embajador Fernando Villalonga, y  Fernando Rocafull Director General de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) y su  equipo, gracias a quienes pudimos intercambiar ideas sobre el papel que en el futuro deben asumir las capitales iberoamericanas,  incluyendo el concurso de otros organismos de ciudades como CIDEU, Metrópolis, CGLU, junto a Universidades destacadas y  al sector privado dispuesto a asumir un papel para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos de las megalópolis que concentran a centenas de millones de latinoamericanos. Un gran reto.
milosalcalay@yahoo.com

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sábado, 31 de agosto de 2013

LUIS ARAQUISTAÍN, HISPANIDAD, EL SOL, 1927

El hispanoamericanismo liberal debe ser criba de valores y también, en las partes enfermas, escalpelo y cauterio.
En ciertos sectores sociales y en particular en varios medios informativos,  se escucha o lee con frecuencia el término hispano o latino. El uso del primero es relativamente reciente, porque se afirma que surgió en los años 20 del siglo pasado, para identificar a las personas que hablan español y cuya cultura se origina en el país ibérico.
Sin dudas es Estados Unidos el país donde más se usan esos términos como parte fundamental de un esfuerzo de un sector de la sociedad que legítimamente pretende  identificar una minoría que procede de diferentes países y que a pesar  de las razonables diferencias regionales,  tienen mas factores en común, particularmente el idioma, que elementos que sean contrarios a una identidad común.
No obstante, no se puede pasar por alto que en los tiempos de las grandes inmigraciones europeas, los sociólogos estadounidenses de la época no identificaban a los irlandeses, italianos y alemanes, unos pocos ejemplos, como europeos, quizás la excepción fueron los judíos, porque aunque procedían de diferentes países,  tenían el denominador común de una religión.
Tal vez el que no se produjera una identificación a esos grupos migratorios radicó,  entre otros factores,  en que los grandes núcleos de esas poblaciones se asentaban en áreas muy especificas y que el limitado desarrollo de las comunicaciones y del transporte dificultaban la identificación de intereses comunes, situación que la globalización, las redes sociales y la profundización del estado de derecho  han facilitado, posibilitando el fortalecimiento de la influencia hispana.
A diferencia de otras emigraciones, los hispanos se han diseminado por todos el país y aunque algunas nacionalidades que integran la precaria definición tienen mas inclinación a asentarse en una región que otra, su presencia es nacional y su influencia de igual condición, lo que tal vez ha motivado una especie de hispano centrismo en algunas personalidades, organizaciones no gubernamentales y hasta en entidades comerciales, particularmente medios de comunicación, que se han sumado al coro quizás por algo de altruismo, pero también como una práctica de mercado de la que esperan beneficios. 
Pero la prudencia cuando se promueve una causa es conveniente, porque se disminuyen los pretextos de los potenciales o reales enemigos que la puedan  afrontar.
Los que promueven la hispanidad, religiosos, políticos o comunicadores sociales  deberían ser mas cuidadosos al exponer sus puntos de vistas, ya que en ocasiones sus críticas a este país son tan absolutas e incluyentes que algunos podrían ver un toque de racismo en ellas.
Es importante, trascendente,  defender las raíces de la nación de que la se procede pero sin caer en chauvinismo, sin asumir la concepción de que tenemos privilegios por el simple hecho de formar parte de una cultura o una etnia y esa es lamentablemente la opinión que generan algunos promotores  de la hispanidad, al extremo que dan la impresión de que están convencidos que sus iguales han bendecido a este país con su presencia.
Los problemas de un ciudadano en cualquier país, ya sea por nacimiento o adquirida la ciudadanía, son comunes: Trabajo, educación, vivienda, salud y el respeto a sus derechos por parte de las autoridades, pero ningún grupo o sector, debe disfrutar de privilegios que vayan en detrimento de una parte de la sociedad.
Los hispanos y en consecuencia la hispanidad  han ido adquiriendo en este país una particular importancia, entre otros factores porque su creciente presencia les convierte en objetivo de cualquier político y porque según aumenta su número, aun cuando no pueda participar en las elecciones, son un mercado de consumo que ninguna empresa de servicios o producción puede atreverse a descuidar.
Pero esa creciente influencia también puede ser objetivo de demagogos presentes en la política, los medios o la academia, que pueden transformar la hispanidad en un etnocentrismo que afecte los progresos alcanzados y que nos segregue de la comunidad nacional.
Es chocante escuchar una noticia en la que el presentador menciona las bajas ocasionadas por un ataque terrorista  y señala, “murieron tres soldados, entre ellos un hispano”, otra que refiere, “cuatro hispanos fueron heridos en Coconut Grove” o a una presentadora que durante un programa de variedades le pregunta a su colega si entre los seleccionados masculinos en un certamen, había algún hispano.
Ser huésped y más cuando no se ha sido invitado, implica respetar las reglas del dueño de la casa. Hay que estar dispuesto a formar parte del país que hemos elegido, lo que no implica perder la identidad propia.
Llegar a un lugar al que se arriba por propia decisión y demonizarlo, es absurdo e injusto, y todavía lo es  más cuando se tiene la posibilidad de retornar a la casa propia.

http://www.filosofia.org/hem/dep/sol/9271213.htm
El Sol
Madrid, martes 13 de diciembre de 1927
Enviado a nuesros correos por
Pedro Corzo


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