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miércoles, 23 de julio de 2014

MARIO VARGAS LLOSA, LA CARETA DEL GIGANTE (BRASIL)

PIEDRA DE TOQUE. El mito de la ‘Canarinha’ nos hacía soñar hermosos sueños. Pero en el fútbol como en la política es malo vivir soñando y siempre preferible atenerse a la verdad, por dolorosa que sea
Me apenó mucho la cataclísmica derrota de Brasil ante Alemania en la semifinal de la Copa del Mundo, pero confieso que no me sorprendió tanto. De un tiempo a esta parte, la famosaCanarinha se parecía cada vez menos a lo que había sido la mítica escuadra brasileña que deslumbró mi juventud y esta impresión se confirmó para mí en sus primeras presentaciones en este campeonato mundial, donde el equipo carioca dio una pobre imagen haciendo esfuerzos desesperados para no ser lo que fue en el pasado sino jugar un fútbol de fría eficiencia, a la manera europea.
FERNANDO VICENTE
No funcionaba nada bien; había algo forzado, artificioso y antinatural en ese esfuerzo, que se traducía en un desangelado rendimiento de todo el cuadro, incluido el de su estrella máxima, Neymar. Todos los jugadores parecían embridados. El viejo estilo —el de un Pelé, Sócrates, Garrincha, Tostao, Zico— seducía porque estimulaba el lucimiento y la creatividad de cada cual, y de ello resultaba que el equipo brasileño, además de meter goles, brindaba un espectáculo soberbio, en que el fútbol se trascendía a sí mismo y se convertía en arte: coreografía, danza, circo, ballet.
Los críticos deportivos han abrumado de improperios a Luiz Felipe Scolari, el entrenador brasileño, al que responsabilizan de la humillante derrota por haber impuesto a la selección carioca una metodología de juego de conjunto que traicionaba su rica tradición y la privaba de la brillantez y la iniciativa que antes eran inseparables de su eficacia, convirtiendo a los jugadores en meras piezas de una estrategia, casi en autómatas. Sin embargo, yo creo que la culpa de Scolari no es solo suya sino, tal vez, una manifestación en el ámbito deportivo de un fenómeno que, desde hace algún tiempo, representa todo el Brasil: vivir una ficción que es brutalmente desmentida por una realidad profunda.
No hubo ningún milagro en los años de Lula, sino un espejismo que ahora comienza a despejarse
Todo nace con el Gobierno de Lula da Silva (2003-2010), quien, según el mito universalmente aceptado, dio el impulso decisivo al desarrollo económico de Brasil, despertando de este modo a ese gigante dormido y encarrilándolo en la dirección de las grandes potencias. Las formidables estadísticas que difundía el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística eran aceptadas por doquier: de 49 millones, los pobres bajaron a ser sólo 16 millones en ese período y la clase media aumentó de 66 a 113 millones. No es de extrañar que, con estas credenciales, Dilma Rousseff, compañera y discípula de Lula, ganara las elecciones con tanta facilidad. Ahora que quiere hacerse reelegir y que la verdad sobre la condición de la economía brasileña parece sustituir al mito, muchos la responsabilizan a ella de esa declinación veloz y piden que se vuelva al lulismo, el Gobierno que sembró, con sus políticas mercantilistas y corruptas, las semillas de la catástrofe.
La verdad es que no hubo ningún milagro en aquellos años, sino un espejismo que sólo ahora comienza a despejarse, como ha ocurrido con el fútbol brasileño. Una política populista como la que practicó Lula durante sus Gobiernos pudo producir la ilusión de un progreso social y económico que era nada más que un fugaz fuego de artificio. El endeudamiento que financiaba los costosos programas sociales era, a menudo, una cortina de humo para tráficos delictuosos que han llevado a muchos ministros y altos funcionarios de aquellos años (y los actuales) a la cárcel o al banquillo de los acusados. Las alianzas mercantilistas entre Gobierno y empresas privadas enriquecieron a buen número de funcionarios y empresarios, pero crearon un sistema tan endemoniadamente burocrático que incentivaba la corrupción y ha ido desalentando la inversión. De otro lado, el Estado se embarcó muchas veces en faraónicas e irresponsables operaciones, de las que los gastos emprendidos con motivo de la Copa Mundial de Fútbol son un formidable ejemplo.
El Gobierno brasileño dijo que no habría dineros públicos en los 13.000 millones que invertiría en el Mundial de fútbol. Era mentira. El BNDS (Banco Brasileño de Desarrollo) ha financiado a casi todas las empresas que ganaron las obras de infraestructura y que, todas ellas, subsidiaban al Partido de los Trabajadores actualmente en el poder. (Se calcula que por cada dólar donado han obtenido entre 15 y 30 dólares en contratos).
Las obras mismas constituían un caso flagrante de delirio mesiánico y fantástica irresponsabilidad. De los 12 estadios acondicionados sólo se necesitaban ocho, según advirtió la propia FIFA, y la planificación fue tan chapucera que la mitad de las reformas de la infraestructura urbana y de transportes debieron ser canceladas o sólo serán terminadas ¡después del campeonato! No es de extrañar que la protesta popular ante semejante derroche, motivado por razones publicitarias y electoralistas, sacara a miles de miles de brasileños a las calles y remeciera a todo el Brasil.
Las cifras que los organismos internacionales, como el Banco Mundial, dan en la actualidad sobre el futuro inmediato del Brasil son bastante alarmantes. Para este año se calcula que la economía crecerá apenas un 1,5%, un descenso de medio punto sobre los últimos dos años en los que sólo raspó el 2% . Las perspectivas de inversión privada son muy escasas, por la desconfianza que ha surgido ante lo que se creía un modelo original y ha resultado ser nada más que una peligrosa alianza de populismo con mercantilismo y por la telaraña burocrática e intervencionista que asfixia la actividad empresarial y propaga las prácticas mafiosas.
Las obras del Mundial de fútbol han sido un caso flagrante de delirio e irresponsabilidad
Pese a un horizonte tan preocupante, el Estado sigue creciendo de manera inmoderada —ya gasta el 40% del producto bruto— y multiplica los impuestos a la vez que las “correcciones” del mercado, lo que ha hecho que cunda la inseguridad entre empresarios e inversores. Pese a ello, según las encuestas, Dilma Rousseff ganará las próximas elecciones de octubre, y seguirá gobernando inspirada en las realizaciones y logros de Lula da Silva.
Si es así, no sólo el pueblo brasileño estará labrando su propia ruina y más pronto que tarde descubrirá que el mito en el que está fundado el modelo brasileño es una ficción tan poco seria como la del equipo de fútbol al que Alemania aniquiló. Y descubrirá también que es mucho más difícil reconstruir un país que destruirlo. Y que, en todos estos años, primero con Lula da Silva y luego con Dilma Rousseff, ha vivido una mentira que irán pagando sus hijos y sus nietos, cuando tengan que empezar a reedificar desde las raíces una sociedad a la que aquellas políticas hundieron todavía más en el subdesarrollo. Es verdad que Brasil había sido un gigante que comenzaba a despertar en los años que lo gobernó Fernando Henrique Cardoso, que ordenó sus finanzas, dio firmeza a su moneda y sentó las bases de una verdadera democracia y una genuina economía de mercado. Pero sus sucesores, en lugar de perseverar y profundizar aquellas reformas, las fueron desnaturalizando y regresando el país a las viejas prácticas malsanas.
No sólo los brasileños han sido víctimas del espejismo fabricado por Lula da Silva, también el resto de los latinoamericanos. Porque la política exterior del Brasil en todos estos años ha sido de complicidad y apoyo descarado a la política venezolana del comandante Chávez y de Nicolás Maduro, y de una vergonzosa “neutralidad” ante Cuba, negándoles toda forma de apoyo ante los organismos internacionales a los valerosos disidentes que en ambos países luchan por recuperar la democracia y la libertad. Al mismo tiempo, los Gobiernos populistas de Evo Morales en Bolivia, del comandante Ortega en Nicaragua y de Correa en el Ecuador —las más imperfectas formas de Gobiernos representativos en toda América Latina— han tenido en Brasil su más activo valedor.
Por eso, cuanto más pronto caiga la careta de ese supuesto gigante en el que Lula habría convertido al Brasil, mejor para los brasileños. El mito de la Canarinha nos hacía soñar hermosos sueños. Pero en el fútbol como en la política es malo vivir soñando y siempre preferible —aunque sea dolorosa— atenerse a la verdad.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014.
© Mario Vargas Llosa, 2014.

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martes, 22 de julio de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, BLAISE CENDRARS (1887- 1961),

Cuando desde nuestra realidad y momento tratamos de comprender a “los modernos”, a aquellos pioneros del arte que en Europa irrumpieron con arriesgadas propuestas, con planteamientos y filosofías que rompían con la tradición de su tiempo, en los albores del siglo XX, probablemente no caemos en cuenta de su originalidad y revolucionarias posturas, porque los estamos mirando desde una época donde “ser moderno” es lo normal y hasta lo tradicional. Todas esas maneras de ver el arte, esas obras esplendorosas ya no tienen ese filo cortante de la experimentación y que son esencia de nuestra cultura y del paisaje, más aún si admitimos que formamos parte de una postmodernidad, que critica de manera rotunda las bases de la modernidad y la deconstruye.

BLAISE CENDRARS
(1887- 1961),
Estar en la punta de la innovación, ser parte del avant-garde, descubrir nuevos lenguajes, códigos, perspectivas, formas, visiones, medios y mensajes fue un acto heroico de transgresión en los tempranos años veinte, fue un trabajo prometeico tratar de superar el academicismo, el arte de salón, el canon que subyugaba y pesaba; tomó no sólo valor, sino hacerse impermeable al ridículo y a las acusaciones de decadencia.
El futurismo, el cubismo, el surrealismo, el expresionismo fueron algunas de esas sorprendentes fascetas que marcaron el presente de manera definitiva, aunque no nos demos cuenta de ello por ser parte de nuestra cotidianidad, pero volver la vista atrás y ver esos artistas en su lucha con sus demonios es una experiencia épica y gratificante, por decir lo menos.
Ese fue el caso del escritor de origen suizo Frederic Louis Sauser, vástago de una familia de relojeros, quien luego se hizo ciudadano francés (su obra está toda escrita en francés) y se puso como seudónimo Blaises Cendrars (“brazas y cenizas”, si nos atenemos a una traducción libre), con el cual se inmortalizó.
Tratemos de imaginar este episodio: Cendrars se escapó de su casa en su juventud y se fue a Rusia, donde trabajó como joyero en San Petesburgo, vivió la revolución como pocos occidentales pudieron, fue amigo de importantes anarquistas y se codeó con intelectuales y artistas.
Su impacto en la escena parisina
En 1912 estaba de vuelta en París y publicaba sus poemas de New York, Pâkes à New York, ciudad en la que estuvo viviendo en la extrema pobreza y componiendo sus poemas tempranos, una pasantía de pocos meses que abarcó la Semana Santa de ese año (Eastern) y que, según sus palabras, fue muy productiva, la mayor parte del tiempo encerrado en la biblioteca pública central, leyendo, o escuchando oratorios en las iglesias en Manhattan, o haciendo cola para disfrutar de una comida caliente en un hospicio para vagabundos, pero principalmente escribiendo entre las tormentas de nieve y los desvaríos producidos por el hambre. Eran tiempos en que un pasaje en un barco forrajero, entre Francia y USA, costaba 25 francos y algunos centavos.
Entre esos poemas, que venía puliendo y perfeccionando, se encontraba uno de los más ambiciosos, el largo escrito La prose du Transibérien et de la petite Jeanne de France, donde narra, con un lenguaje novedoso y fantástico, la crónica de un viaje al corazón de Rusia, de Moscú a la Manchuria, acompañado de una joven francesa, una prostituta de Montmatre; es a su vez un canto al vasto escenario natural que recorría y un lamento, durante la Revolución de 1905 y la guerra Ruso-Japonesa que asoló la ruta por donde viajaba, con escenas de la guerra y las penurias de la gente común que observaba, con sus vidas trastocadas por eventos que no estaban bajo su control.
Aproximándonos a Mongolia
Que bramaba como un incendio.
El tren había aminorado su marcha
Y yo percibía en el chirrido perpetuo de las ruedas
Los acentos histéricos y los llantos de una eterna liturgia
He visto
He visto los trenes silenciosos los trenes negros que volvían
/del Extremo Oriente y pasaban fantasmales
Y mi ojo, como el fanal de cola,
Corre todavía en pos de esos trenes
En Talga 100.000 heridos agonizaban por falta de asistencias
He visitado los hospitales de Krasnoiarsk
Y en Khilok nos hemos cruzado con un largo convoy de soldados locos
He visto en los lazaretos úlceras abiertas heridas que sangraban a borbotones
Y los miembros amputados bailaban alrededor o echaban a volar
/por el aire ronco
El incendio estaba en todas las caras y en todos los corazones
Dedos idiotas tamborileaban sobre todos los cristales
Y bajo la presión del miedo las miradas reventaban como abscesos
En todas las estaciones prendían fuego a todos los coches del tren
Lo he visto

Cendrars, con la ayuda de la pintora abstracta, de origen ruso, Sonia Delaunay-Terk, imprimió en un pliego de dos metros de largo el poema, estampado en tipos diversos y en líneas irregulares, acompañado de los dibujos y colores básicos de Delaunay a un lado del texto, que seguía la ruta detallada del tren transiberiano, hasta terminar con un dibujo infantil de la Torre Eiffel; el pliego se doblaba por la mitad y luego se plisaba, como si se tratara de un acordeón.
Este experimento de múltiples focos y medios, al mismo tiempo que impresiones simultáneas de escenas y aplicando otros conceptos modernistas, enloqueció la escena parisina, su lectura resultaba un evento y era escuchado por un público ávido de experiencias nuevas, tal como sucedió en la exposición de Montjoie, el 24 de Febrero de 1914 en Paris, cuando Madame Lucy Wilhelm se puso de pie sobre una escalera para empezar a leer desde el techo, luego se hincó de rodillas, cercana al piso, para terminar sentada ante el fascinado público.
La cacofonía surrealista y el apoyo en lo visual
Jeanne Jeannette Ninette La De Los Dos Limones niní ninón

Cariño miamor minovia mipotosí
Dodó dondón
Chupa mi bombón
Corazoncito querido
Gallinita
Cabrita adorada
Mi pecadito
Cuclillo
Coñito
Ya duerme

Era la primera obra literaria reconocida como surrealista, de una particular cacofonía, elaborada en un lenguaje cuasi cinematográfico, de montajes de escenas rápidas con gran fuerza emocional, muy cercanas a la descripción de las alucinaciones. Algunos expertos afirman que fue Valery Larbaud el primer gran poeta del modernismo, otros apuntan a Mallarmé como el primer gran escritor modernista, otros le dan el honor al futurista italiano Marinetti… yo, en cambio, comparto la opinión de quienes le otorgan el laurel a Blaises.
De ese poema se imprimió un tiraje de 150 ejemplares, numerados y firmados, y se le promocionó diciendo que, si todos los ejemplares se extendieran uno tras otros, alcanzarían la altura de la Torre Eiffel; lamentablemente, la gran mayoría de estas preciosas publicaciones se perdieron, las pocas que quedan alcanzan hoy valores astronómicos en las subastas o son expuestas en los más reconocidos museos del mundo, como paradigma del arte de la época.
La amistad con Gustave Le Rouge
Uno de los autores favoritos de Cendrars fue Gustave Le Rouge, un escritor de poca monta que hacía libros para los kioskos de revistas populares, un hombre versado, como Cerdras, en cultos esotéricos y cuyas novelas tenían títulos como El prisionero del planeta Marte y La Guerra de los Vampiros; también publicaba libros de autoayuda con nombres sugestivos, Como expresar sus sentimientos con estampillas o 100 maneras de preparar recetas con restos de comidas… el asunto es que el investigador Christian Kupchik, en su fabuloso ensayo Blaise Cendrars, el hombre que fue cenizas, narra cómo conoció a Le Rouge, lo que transcribo tal cual: “En L´Homme Foudroyé, una peculiar obra en prosa de 1945, Cendrars relata su primer encuentro con Gustave Le Rouge. Fue en 1907, cuando el poeta trabajaba en Meldois como apicultor. El tiempo libre que le dejaban las abejas, lo dedicaba a cortejar a Antoinette, una bella jovencita hija de un buzo del lugar. Como el cortejo se complicaba cada vez que el celoso padre emergía del agua, Cendrars le ofrecía a la muchacha dar un paseo en auto junto a un viejo chatarrero de la zona, el padre François.
En una ocasión, el auto se descompuso y François intentó arreglarlo con ayuda de un látigo, improperios y escupiendo tabaco. La escena fue presenciada por Le Rouge, quien de inmediato invitó a esas extrañas figuras a su casa. Allí pudieron encontrar a Marthe, la primera esposa de Le Rouge, una mujer de rostro deforme a decir de Cendrars, “como si hubiese sido partido al medio por una tralla”. No hizo falta demasiado para que Le Rouge y Cendrars se hicieran muy buenos amigos, y también sus mujeres congeniaron de inmediato. Sólo que fueron demasiado lejos. Marthe sedujo a Antoinette y ambas huyeron con destino incierto.  Además de la desilusión de los dos hombres, otras catástrofes sucumbieron en la casa: el tucán de Le Rouge también se fugó, los peces dorados aparecieron muertos en el estanque y el jardín, en un par de días, se convirtió en un páramo.
Por pura casualidad, en 1910, Cendrars volvió a encontrar a las dos mujeres. Fue en un cabaret de Londres donde actuaba un cómico pequeñito y algo grotesco que tenía capturada a la concurrencia: Charles Chaplin. Se dice incluso que llegó a compartir con él un barato cuarto de pensión. Las chicas, en tanto, estaban a cargo de un número sadomasoquista que ejecutaban con un látigo de siete colas. Analizar qué hay de cierto o no en esta anécdota autobiográfica de Cendrars resultaría una tarea inútil. Casi todos los episodios de su vida resultan tan inverosímiles, que realidad y ficción acaban por pertenecer a un mismo reino.”
Un hombre cosmopolita
En 1914 se inicia la guerra en contra de Alemania y Cendrars se enrola en la Legión Francesa como voluntario, es enviado al frente y al poco tiempo pierde su brazo derecho en la acción.  Lo que hubiera podido ser un freno a la vida de un artista (Cendrars era diestro) y sobre todo para un escritor, se convierte en un estímulo que transforma su vida en una aventura que dejaría sin aliento a muchos personajes de ficción.
Antes de su herida de guerra, el joven Cendrars era un artista reconocido en el mundo literario de Europa, había vivido en Italia, Rusia, en los Estados Unidos, viajado a China y Persia (se ganaba el viaje de diversas maneras, entre ellas, paleando carbón en los trenes) , hablaba con fluidez seis lenguas, era un buen pianista (tocaba para animar las películas mudas en los teatros) y un nada despreciable Chef; fue amigo y maestro, dicen algunos críticos, de Apollinaire, quien quedó muy impresionado por Pâkes à New York, era compañero de farra de Chagal y Piccaso por los bares y cafés de París, publicó artículos de crítica de arte en la prestigiosa revista berlinesa editada por Herwath Walden, Der Sturm, quien fue el organizador del último gran salón de pintura antes de la Primera Guerra Mundial, la famosa exposición Herbst, una impresionante colectiva donde participaron, entre otros, Marc Chagall, Umberto Boccioni, Natalya Goncharova, Oskar Kokoschka, Piet Mondrian, Paul Klee y Wassily Kandinsky.
Blaises  Cendrars escribiría de su experiencia de la guerra: “La guerra me ha salvado la vida. Esto suena paradójico, pero cien veces me he dicho que si hubiera continuado viviendo entre esa gente (los artistas bohemios y radicales de Montparnnase) me hubiera reventado”.
La atracción de la pantalla grande
Fascinado por el cine, Cendrars reaprende a escribir con la mano izquierda, haciendo guiones; participa, con el director Abel Gance, en la producción del film J’accuse, para luego ser nombrado su asistente de dirección en La Rue (1920); publica en esa época su libro L’ABC du Cinéma, para quien el joven realizador Jean Epstein tendrá palabras de elogio.
Viaja a Italia para tratar de llevar a la pantalla su guión La Virgen Negra, pero por más de un año lo que encuentra son tropiezos, con el financiamiento, con la producción, con el vestuario, se le muere de pronto su estrella principal, tiene problemas con el estudio y, para colmo, con la llegada de Mussolini al poder, por lo que decide regresar a París.
El interés por las culturas primitivas
Ya para ese momento ha descubierto la poesía africana y se ha convertido en un extraordinario investigador y traductor de cuentos, leyendas y poesía del continente negro; dedica su tiempo libre a explorar bibliotecas especializadas en el tema, tanto privadas como en universidades, sus fichas bibliográficas reflejan un trabajo exhaustivo y detallado; como nota curiosa, el único libro del autor, traducido del francés al español, que pude encontrar en Venezuela, es justamente una antología suya de cuentos africanos, publicada por una editorial del estado venezolano.
Ese interés en las culturas primitivas tiene que ver con una de las inquietudes de los modernistas, que persigue encontrar formas de expresión más directas y menos mediatizadas por la civilización, ese lenguaje concreto que, basado en cosmovisiones mágicas, le permite a la poesía y al arte pictórico fluir con más naturalidad, es un esfuerzo que Picasso también exploró por largo tiempo.
Con Brasil, el gigante seductor, a sus pies
Los años veinte habían convertido a París en un fuerte polo de atracción, no sólo de artistas sino también de millonarios, empresarios y políticos que, buscando la vida glamorosa y de lujos que ésta ofrecía, se instalaban a las orillas del Sena; no había familia de medios en América que no tuviera planes de viajar por vacaciones, estudios o negocios a la Ciudad Luz, donde alquilaban suntuosas villas o vistosos palacios, entre ellos Paulo Prado, el Rey del café brasileño, quien conoce a Cendrars por intermedio de los artistas Oswald de Andrade y su esposa, la pintora Tarsila de Amaral; con ellos comienza su periplo por América del Sur (1923).
Cerdrars fue parte del dinámico e interesante movimiento modernista brasileño, que arrancó muy temprano, en 1917 con la exposición en Sao Paulo de la artista cubista Anita Malfatti , y que explotó prácticamente con la exhibición de Tarsila de Amaral, que tuvo lugar en el Hotel Palace de Río de Janeiro. Fue el modernismo un movimiento de tal fuerza e importancia que estremeció los cimientos de la intelectualidad brasileña, que llegó a preguntarse sobre la naturaleza de su nacionalidad, y alentó  inquietudes sobre el mestizaje, la presencia del negro y del indio en la cultura; las principales revistas y periódicos de Brasil le dieron cancha a esas discusiones, que contraponían el pasado y el futuro de la nación.
Figuras como la de los hermanos Andrade, Graça Aranha, Sergio Buarque de Hollanda, Olavo Bilac se enfrascaron en profundos altercados sobre lengua, cultura y tradición, de estos manifiestos y congresos nacieron nuevas formas de música, de arquitectura, de escultura… Brasil vivía un efervescente momento creativo, que fue una de las razones por la que Cendrars fue recibido como una deidad para el movimiento modernista.
Una anécdota, la primera vez que desembarca en el Brasil las autoridades aduanales no querían permitirle la entrada, pues las leyes expresamente prohibían la entrada al país de hombres con un solo brazo, por lo que sus amigos tuvieron que moverse para conseguirle el visado y el episodio fue considerado como de buen augurio para el movimiento modernista.
Venezuela en su mundo
Durante los próximos seis años Cendrars entraría y saldría de América del Sur en varios momentos, haría documentales para el cine, exploraría el Amazonas, se haría hacendado, ganaría y perdería fortunas con sus inversiones, su Alfa Romeo, un carro de velocidades que había aprendido a manejar muy velozmente, con solo la mano izquierda, y cuya carrocería había sido diseñada por George Braque le acompanaría a su regreso; fue conferencista, hizo investigaciones musicológicas, expresadas en notables crónicas con músicos y poetas negros en Pernambuco y Bahía… pero, sobre todo, escribiría, como un poseso; su obra biográfica (casi todas sus novelas parecen ser biográficas, en alguna medida) Moravagine, así como la novela Rhum, habla de su interés en nuestro país, recogiendo como escenarios el río Orinoco y la región de Guayana. Mención especial merece el prologo que escribió para el libro del autor mexicano Martín Luis Guzmán, El águila y la serpiente (1930), en el que se explaya en uno de los episodios de nuestra historia, que él consideraba de lo más surrealista, como fue el desembarco del Falke, en la costa de Cumaná; igualmente quedó fascinado con la figura del dictador, el General Juan Vicente Gómez.
En Norteamérica
Ya para ese momento Blaise era conocido en los Estados Unidos, gracias a la traducción que había hecho su amigo John Dos Pasos de uno de sus poemas largos, Panamá o las aventuras de mis siete tíos, el “hijo de Homero” lo llamaba Dos Pasos; pero emergió en la farándula cuando, en 1936, es invitado a Hollywood para el estreno de la película Sutter’s gold, del realizador James Cruze, que se basaba en su novela L’or, cuyo teme era la historia de la fiebre del oro en California contada por uno de sus iniciadores, un expatriado suizo que, como él, conoció la cima de la fortuna y la caída en la bancarrota; la película fue un fracaso en la taquilla.
Se quedó un tiempo en California, escribiendo picantes crónicas de la vida hollywoodense para revistas en París, con un estilo tan novedoso, que muchos estudiosos lo considerarían el verdadero padre del Gonzo Journalism, ese periodismo ácido y lleno de humor negro que haría famosos a Tom Wolfe y a Hunter S. Thompson décadas después.
En el lugar preciso y con quien cuenta…
Conoció a Hemingway cuando era chofer de ambulancias militares en París; a Sinclair Lewis lo salvó de morir ahogado en su baño por una borrachera en Roma, antes de ir a recibir el premio Nobel de literatura en Estocolmo; fue el primero en reconocer el genio de Henry Miller, de quien fue amigo; fue uno de los primeros críticos que consideró a la fotografía como un arte, de hecho, debe ser uno de los escritores más retratados por fotógrafos profesionales de la historia, amaba posar para las cámaras… Su relación con la música lo llevó al ballet, escribió libretos para su amigo el compositor Erik Satie, fue amigo y defensor de la obra de Stravinsky,  diseñó los escenarios y escribió el libreto para un ballet negro, La crèation du monde, con música de Dario Milhaud, que estrenó el Ballet Sueco de Rolf de Maré.
La Segunda Guerra Mundial lo encuentra sirviendo como periodista para los ingleses; durante la ocupación alemana en Francia, la Gestapo lo persigue, confisca y destruye parte de su obra y Cendrars tiene que ocultarse en Aix-en-Provence, donde vivió cultivando y vendiendo vegetales, hierbas y miel. 
En 1961, poco antes de morir debido a un Accidente Cerebro-Vascular, recibe el Grand Prix Littéraire de la Ville de París.
El placer de beber de su voz y de sus letras
Se le conocen no menos de treinta obras; en una entrevista que hizo para radio, con Michel Manoll, en 1950, dijo que en muchos de sus viajes por el mundo iba a los bancos y dejaba en cajas de seguridad algunas obras terminadas, para que fueran descubiertas posteriormente.
Henry Miller escribió de su amigo: “Cendrars es hombre de acción, aventurero y explorador, un hombre que sabe cómo “desperdiciar” su tiempo como un rey. En cierto sentido es el Julio César de la literatura… Me quedaban contados minutos para alcanzar el tren para Rocamadour y bebía una última copa en la terraza de mi hotel, cerca de la Puerta de Orleans, cuando apareció Cendrars. Nada habría podido alegrarme más que este inesperado encuentro de última hora. En pocas palabras le referí mi intención de visitar Grecia. Después volví a tomar asiento y bebí escuchando la música de su voz sonora, que para mí siempre pareció provenir de algún órgano oculto en el mar. En esos últimos minutos Cendrars consiguió transmitirme un mundo de información con la misma calidez y ternura que rezuman sus libros. Como la tierra misma bajo nuestros pies, sus pensamientos llegaban acribillados por toda suerte de pasajes subterráneos. Lo dejé sentado allí en mangas de camisa, sin soñar jamás que transcurrirían años hasta volver a tener noticias suyas, sin soñar jamás que quizá sería la última vez que vería París.”
Ese tipo de impresión abunda entre los autores y artistas, que conocieron y compartieron con ese hombre casi mítico de la literatura universal; lamentablemente, muy poco de su obra está traducida al castellano y en Venezuela es casi un desconocido. Espero que esta situación cambie, para beneficio de todos. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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miércoles, 9 de marzo de 2011

¿CÓMO VENCER AL POPULISMO EN AMÉRICA LATINA? HÉCTOR ÑAUPARI. ENVIADO POR RAUL AMIEL EN SU TRIBUNA LIBERTARIA

En primer término, para atacar el núcleo ideológico del populismo debemos sostener emotivamente que las sociedades que prosperan no se organizan en torno a la identidad, ni a la nación, ni a la raza, ni a la clase. Se organizan en torno a principios, que sirven para garantizar una convivencia pacífica y fructífera, para que se dicten unas leyes claras, sencillas y comprensibles y para que todos los ciudadanos aptos dispongamos de un mínimo de recursos que nos permitan competir en la sociedad.

¿Cuáles serían estos principios? Libertad, tolerancia, justicia y dignidad del trabajo. Aplicando estos principios, se logra lo que sostuvo Adam Smith en sus Lecciones sobre Jurisprudencia: “Para que un Estado pase de la peor barbarie al mayor grado de opulencia basta prácticamente con garantizar la paz, impuestos estables y una aceptable administración de justicia; el resto vendrá por si solo mediante el curso natural de las cosas”. Alcanzar un consenso en torno a estos principios es una tarea política esencial si queremos vencer al populismo. Esto tiene que hacerse fuera de los partidos políticos, pues todos, en mayor o menor medida, son proclives al virus populista.

Por tanto, este combate debe hacerse en la opinión pública, en los medios de comunicación, y con las instituciones tutelares de nuestros países. De este modo los partidos estarán forzados a enfrentar al populismo y a no cambiar de rumbo. Este consenso tendrá éxito cuando haya un entendimiento, por parte de la sociedad, que no hay vuelta atrás. Que lo contrario es volver a un pasado oprobioso, corrupto, incierto y únicamente rico en pobrezas.

En segundo lugar, el populismo será vencido cuando se convenza a los latinoamericanos que en el desarrollo no surge por arte de magia, y que solo nosotros somos responsables de nuestro destino. Enseñar incansablemente que no se pasa de la estera al rascacielos sin esfuerzo, y que el populismo nos estafa haciéndonos creer que el desarrollo es fácil o sin sacrificios. Que, por eso mismo, la historia del populismo en América Latina ha sido la de un engaño: que estábamos exonerados de esforzarnos para ser desarrollados. Así, para combatir al populismo en este aspecto debemos difundir las historias de los emprendedores latinoamericanos. Personas que surgieron de la pobreza y alcanzaron la prosperidad a través del trabajo duro y el esfuerzo. Es únicamente cuando la gente tiene frente a sus ojos el surgimiento del emprendedor, que se vacuna contra el populismo.

Aunado a ello, se pondrá fin al populismo cuando se enfrente la creencia mayoritaria que las masas hacen la historia. Son las personas, únicas en su talento, trabajo, emprendimiento, capacidad, creatividad y esfuerzo, las que en verdad la hacen. ¿Cómo lograrlo?  Descubriendo al talentoso, al eficaz, al emprendedor, al estudioso, al más capaz, al mejor deportista, al líder de grupo, desde la más tierna edad, y educándolo en la filosofía de la libertad. En ese sentido, todas las iniciativas de cátedras, cursos en línea o seminarios presenciales para jóvenes de los centros de investigación liberales resultan extraordinarias experiencias, que deben ser enriquecidas con este proceso de descubrimiento de los nuevos líderes latinoamericanos. Debemos sumar a los empresarios y los medios de comunicación en esta iniciativa contra el populismo, promoviendo consensos en torno a principios, difundiendo las virtudes del emprendimiento y educando a los jóvenes latinoamericanos más sobresalientes, dándoles una sola razón: con la derrota del populismo latinoamericano se asegura su supervivencia. Ellos no deben olvidar que los populistas, con independencia de su signo, regresan siempre a nuestros países para expropiar empresas, clausurar periódicos o apagar señales de televisión.

Y es que al populismo se le pueden ganar algunas batallas pero definitivamente se le debe ganar la guerra, porque, como la hidra mitológica, sus cabezas se reproducen una y otra vez. Sólo el fuego inagotable de la libertad puede evitar que esos muñones regeneren en dictadores, hombres fuertes o salvadores de la patria y nos condenen nuevamente al atraso. Sinceramente confío en que estas reflexiones nos ayuden en esa gesta.

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miércoles, 13 de octubre de 2010

CELEBRAR EL DESCUBRIMIENTO Y POSTERIOR LEGADO DE LA EVANGELIZACIÓN. MARTHA COLMENARES.

No se reconoce absolutamente nada de la obra de España en América. Y ahora, pretende imponerse, como expongo a continuación, una corriente que tergiversa todo el sentido de la religión, la moral, la historia, la sociedad y la economía que define a Hispanoamérica.

Celebrar el descubrimiento y posterior legado de la evangelización en el Nuevo Mundo

Con sus luces y sus sombras es indudable que los países que conforman Hispanoamérica son el resultado del descubrimiento y posterior evangelización de España en el Nuevo Mundo. Peligroso que se pretenda acabar con esa identidad para sustituirla por una mitología inventada, según la cual la verdadera cultura americana es la de los indígenas, mientras que los españoles son intrusos, que vinieron a robar y a matar. No se reconoce absolutamente nada de la obra de España en América. Y ahora, pretende imponerse, como expongo a continuación, una corriente que tergiversa todo el sentido de la religión, la moral, la historia, la sociedad y la economía que define a Hispanoamérica.

Desde hace varios años vengo actualizando este artículo sobre el descubrimiento de América (¹). Hoy, 12 de octubre de 2009, una vez más, hago oportuna la fecha para desearles un feliz Dia de la Raza, un feliz Dia de la Hispanidad, que ahora en Venezuela, por decreto de Hugo Chávez es el día de la “Resistencia indígena”. Conocido que en sus tradicionales discursos por este dia cada año se desborda en lugares comunes especialmente contra Cristóbal Colón: que si es “genocida”, que si los barcos “exterminadores”, que si arrasaron a todos los aborígenes y que los que quedan son descendientes de los negros que fueron traídos en barcos como esclavos desde África. Es decir ya no somos descendientes de la “España mala madre”, como él la define.

No se reconoce absolutamente nada de la obra de España en América

Es relevante mencionar que el avance del proyecto chavista, no sólo pone en peligro la seguridad hemisférica, sino que amenaza con destruir hasta el último vestigio de la identidad hispanoamericana. En su mezcla de comunismo populista, fascismo y fundamentalismo, en la que participan Fidel Castro, Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Cristina Kirchner, Michell Bachelet, ahora Mel Zelaya, todos ellos, de la mano de su homólogo Hugo Chávez, integrantes además, del Foro de Sao Paolo,

Con sus luces y sus sombras es indudable que los países que conforman Hispanoamérica son el resultado del descubrimiento y posterior evangelización de España en el Nuevo Mundo. Peligroso que se pretende acabar con esa identidad para sustituirla por una mitología inventada, según la cual la verdadera cultura americana es la de los indígenas, mientras que los españoles son intrusos, que vinieron a robar y a matar. Pretende imponerse, como expongo a continuación, una corriente que tergiversa todo el sentido de la religión, la moral, la historia, la sociedad y la economía que define a Hispanoamérica.

Según esta historiografía surrealista, los sacrificios humanos perpetrados por los mayas y aztecas, en los que se arrancaban los corazones palpitantes de los tlaxcaltecas y demás tribus sometidas, o el canibalismo practicado por los indígenas caribeños, eran muestras elevadas de civilización.

Por otra parte, no se reconoce absolutamente nada de la obra de España en América, aunque esté a la vista en cada ciudad hispanoamericana, en la forma de plazas, ayuntamientos, catedrales y universidades. O en la transmisión de los más preciados tesoros culturales, como son el lenguaje, la ciencia, la literatura y las demás artes. O, más evidente todavía, en la inédita práctica del mestizaje, inducida directamente por la Corona.

Son tan descaradas las mentiras inventadas por los voceros del castro-comunismo, que Chávez no sólo se atrevió a sustituir, mediante decreto (²), el “Día de la Raza” por el “Día de la Resistencia Indígena”, sino que se atrevió a increpar públicamente al Papa Benedicto XVI, exigiéndole una disculpa por el comportamiento de España y la Iglesia en América.

De triunfar esta fraudulenta visión de la historia, los hispanoamericanos dejarán de ser lo que son, una maravillosa mezcla de razas, herederos legítimos de la Civilización Cristiana Occidental, a través de sus raíces hispánicas, y se convertirán en meros sucesores de los indígenas, condenados al primitivismo y al atraso. Justo lo que quisieran los aliados de Chávez, como las guerrillas FARC y el ELN, que luego de cumplirse 515 años del Descubrimiento, siguen practicando sacrificios humanos, en la forma de asesinatos, secuestros y extorsión.

Increíblemente, la clase política venezolana no le ha hecho frente a esta amenaza histórica y cultural. Los opositores a Chávez se limitan a condenar sus prácticas totalitarias, el control que ejerce sobre los poderes públicos, la corrupción, la ineficiencia, etc., y hacen muy bien en hacerlo, pero también deben enfrentarlo en otros campos, igualmente importantes, como el de la tergiversación deliberada de la identidad.

Debe reconocerse, sin embargo, la valiente labor que ha realizado el sector privado de la educación venezolana, que sí ha entendido perfectamente el daño permanente e irreversible que significa modificar los programas educativos, para lavarle el cerebro a los niños y hacerles creer las mentiras del Foro de Sao Paulo.

“¿Por qué Paulo VI y Juan Pablo II aseguraban que Iberoamérica es el Continente de la Esperanza?”.

¡Buena pregunta!. “El Continente de la Esperanza”, nombre del libro del venezolano Alejandro Peña Esclusa, presidente de la ONG Fuerza Solidaria y el organismo internacional, UnoAmérica, como así fue llamado el continente por sus santidades, es una obra de referencia obligatoria, donde sale a relucir que “El obstáculo para el desarrollo de Iberoamérica es un impedimento de orden psicológico: una falla colectiva en la autoestima”. Que entre otros, cita al historiador español Julián Juderías, autor del libro La Leyenda Negra.

“Los enemigos de España comenzaron a difundir la leyenda negra a mediados del siglo 16, a raíz de la Reforma protestante. Dada la identificación que entonces existía entre España y la Iglesia Católica, desprestigiar a una repercutía en la otra”.

Por supuesto, hoy por hoy, la leyenda negra les vino al dedo a los marxistas, Hugo Chávez, entre sus mejores exponentes. El resentimiento, la falta de autoestima, el afán de la retaliación, más la suma de una tergiversación histórica. Porque les ayuda a promover la lucha de clases y de razas.

“Las falsedades y exageraciones contra España, refutadas ampliamente por numerosos documentos históricos, se convirtieron en una verdad incuestionable, al punto que la mayoría de los iberoamericanos las repiten, sin darse cuenta que al hacerlo se inflingen grave daño, sobre todo en su autoestima. La capacidad creativa de una población está estrechamente vinculada a la opinión que tenga de sí misma, es decir, a su identidad histórica. Si un pueblo se siente satisfecho y orgulloso de su historia, tendrá mayores posibilidades de hacer aportes valiosos a la humanidad”.

Es muy lamentable, pero los ciudadanos hispanos de buena voluntad festejamos la fecha con alegria, agradecidos de compartir tantas cosas, de hablar a Dios en la misma lengua (³) y porque además, el 12 de octubre, día de la Raza, es el día de la Virgen del Pilar. ¡Viva la Hispanidad!

Martha Colmenares - marthaccolmenares@yahoo.com

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viernes, 9 de octubre de 2009

NEOCOMUNISTAS, AMÉRICA SE PINTA DE ROJO, SANTOS MERCADO REYES

Los nuevos comunistas han abandonado las banderas rojas, la hoz y el martillo, la melena y el lenguaje violento. Es más, ya no leen a Marx y Engels, sino a los modernizadores de las ideas comunistas, como José Saramago, Noam Chomsky, Joseph Stiglitz, Lyndon LaRouche, etcétera. Cada vez es más difícil reconocerlos, pues visten traje y corbata, tienen buenos zapatos y hablan con mesura. Los neocomunistas, ahora, disfrutan de tomar buenos vinos y suculentas comidas a cargo del erario público, y viajan en camionetas blindadas.

No les gusta que les digan: "Eres un comunista"; sienten que es un término ofensivo y arcaico. Algunos prefieren que cariñosamente se les llame "socialistas", pero son los menos; otros se sienten a gusto si se les identifica como "funcionarios de izquierda" o, mejor aún, si se les llama "demócratas" o "socialdemócratas". En general, prefieren que se les catalogue como funcionarios preocupados por el bienestar y la "justicia social". Los más radicales están abandonando la selva para aspirar a subsidios electorales.

Esta nueva generación de comunistas en el poder va avanzando de manera incontenible por casi todo el mundo. Basta pensar en el sorprendente triunfo electoral de Hamas en Palestina. En América tenemos a Luiz Inácio Lula da Silva, que, si por su gusto fuera, ya habría acabado con el escaso capitalismo de Brasil; a Néstor Kirchner, que destruye el capitalismo argentino a su manera; a Evo Morales, cuyo origen indígena no tapa sus intenciones de realizar el sueño del Che Guevara en Bolivia; a Hugo Chávez, que se siente "el Fidel" de América Latina; al mismo Fidel Castro, a quien los largos años de penurias aplicadas a su pueblo no fueron suficientes para que se diera cuenta de sus graves errores económicos; a las nuevas figuras del neocomunismo con Michelle Bachelet, correligionaria de Salvador Allende, que nos dará lecciones sobre cómo estancar a Chile. En Perú se asoma Humala, y próximamente en México también tendremos nuestro propio ejemplar del neocomunismo en la figura de López Obrador. Puros comunistas camuflados tomando el poder.

¡Pobre América! Apenas empezaba a ver la salida y ya los vientos neocomunistas amenazan con una tormenta de larga duración. ¿Qué le pasa a América Latina, que vuelve a apostar por el comunismo? ¿Nunca aprendió que el mercado libre es el mejor sistema para lograr la máxima y más amplia prosperidad?

Al contrario de lo que sucede en los países ex comunistas de Europa, en América Latina ningún país enarbola el liberalismo hayekiano, es decir, el que apuesta por el talento individual, la propiedad privada, los mercados libres, la economía de mercado.

América se pinta de rojo, incluido Estados Unidos, con sus restricciones comerciales, sus barreras fitosanitarias, sus aranceles, su cierre de fronteras y el abandono de las ideas liberales que le dieron grandeza. Sus universidades se han transformado en centros de adoración del pensamiento neomarxista, que les hace incapaces de ver lo que sucede en América Latina.

Los nuevos líderes del neocomunismo ya no se atreven a despojar abiertamente a los empresarios, nacionalizando sus negocios; ahora amenazan con castigar a las empresas que no tratan bien a los burócratas del comandante Fidel. Quizás no vayan a imponer el terror de Estado para obligar a la obediencia total, quizás no impondrán una tarjeta de racionamiento, pero van a empezar por estorbar todo lo que huela a mercados libres; perseguirán a los que no pagan impuestos; impondrán altas tasas impositivas a los más productivos; propondrán legislar hasta la forma en que debe respirar cada persona; impondrán mayores obstáculos para fundar negocios; reglamentarán más la inversión extranjera; aumentarán el número de burócratas del aparato estatal; repartirán becas a ancianos, discapacitados, estudiantes, madres solteras, deportistas y homosexuales; darán más recursos a las escuelas burocráticas del Gobierno, que predican su ideología; aumentarán los presupuestos de las instituciones burocráticas de salud; apoyarán el crecimiento del poder sindical, etcétera.

Por supuesto, estos neocomunistas jamás hablarán de reformas estructurales; es decir, de su vocabulario están borrados los mercados abiertos, la privatización, la libre competencia, la eliminación de barreras arancelarias, la dolarización o la libre circulación de monedas, la libertad para emprender negocios, las ganancias, etcétera, porque estos conceptos salen de la esfera del neocomunismo.

© AIPE
Santos Mercado Reyes, profesor de Economía en la Universidad Autónoma Metropolitana (México). ENVIADO A NUESTROS CORREOS RECOMENDANDO PUBLICACION
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