Para
derrotar electoralmente al régimen hay que derrotarlo primero políticamente.
Esa derrota política está en marcha. Y tiene lugar en el espacio de la opinión
pública, del corazón de la gente y del espíritu dominante. No es un hecho
propagandístico como creen los badulaques del régimen; entre otras razones,
porque salvo pocos grupos que disponen de plata en la oposición, casi nadie
tiene más recursos que el que permite ir casa por casa, pueblo por pueblo, en
peregrinaciones que no cubren los medios de comunicación casi totalmente en
manos rojas.
La
oposición ha sido mayoría muchas veces. Lo nuevo es que quienes tenían el
complejo de minoría parecen haber superado el trauma infantil y ahora también
se asumen como la mayoría que se ha sido varias veces y ahora se es de modo
indiscutible. Este ambiente tiene una dinámica multiplicadora y la fascinación
de ser parte de la mayoría hace a ésta cada vez más amplia y sólida.
Nadie en el gobierno cree en poder obtener un triunfo electoral genuino. Nadie en el resto de la sociedad estima que el régimen tiene los votos para ganar. La propia discusión sobre la creación de “burbujas de felicidad” mediante importaciones masivas; la hipótesis que acá hemos propuesto sobre suspensión parcial de elecciones o creación de un bochinche en las zonas bajo estado de excepción; y el trajín fraudulento en el CNE, son elementos que ilustran la idea de que con votos de verdad, el régimen pierde.
Maduro
está derrotado en el alma nacional y en la opinión internacional. Esto forma
parte de la derrota política previa indispensable, pero todavía no está
completada la faena y queda lo más duro. Ya comenzarán a aparecer las
boliencuestas, esas que dicen que el gobierno va a perder, luego dicen que eso
no es seguro, más adelante que puede ganar, y, al final, dicen que ganó, lo
cual es parte de la guerra en el espacio de las creencias y del espíritu.
Para
la derrota política preelectoral indispensable para la victoria democrática es
necesario que el convencimiento que ya todos tienen, incluidos los del PSUV,
conduzca al desarme de la trampa, el ventajismo y el fraude.
Se
hace necesario que las fuerzas opositoras en el marco del ambiente favorable en
el resto del mundo, desbaraten los planes maduristas.
Aunque hoy parezca una baladronada, sólo la rendición del régimen ahora, condicional o incondicional, con acuerdo o sin acuerdo, puede permitir que los votos se emitan, que los emitidos se cuenten y que los que se cuenten se impongan.
Carlos
Blanco G.
@carlosblancog
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