Venezuela
debe proteger sus intereses fuera de las fronteras pero el liderazgo opositor
ignora cuantas divisiones tiene la Fuerza Armada
Esta
semana en el programa de radio “Y así nos va” por RCR, mis buenos amigos Daniel
Lara y Nehomar Hernández me hicieron la pregunta sobre, si en una hipotética
nueva República habría que iniciar la discusión de eliminar o no a los
militares, siguiendo el modelo de Costa Rica y de otros 25 países que los
suprimieron o nunca los tuvieron, ¿Qué hacer con los militares? Paso a
responder con lo siguiente: ¡Nada! Absolutamente nada.
Esa
es la respuesta más clara y precisa. Y antes de que ponga el grito en el cielo
y corra a Twitter a declarar a los cuatro vientos su indignación y a decirme
que está en total desacuerdo, permítame explicarlo hasta el punto final de éste
artículo, porque es muy posible que se moleste aún más cuando diga lo segundo:
¡a quienes hay que arreglar, es a los civiles! Porque verán, el problema en
Venezuela es y siempre ha sido, civil.
Eliminando
el hecho de que Costa Rica es más bien un mito y el resto son pequeñas islas o
que Suiza tiene más aviones de combate y tanques que Venezuela, el caso de este
país centroamericano es que en realidad no eliminó a los militares, porque
estos, se eliminaron solos a partir de 1914 sobre todo desde la vergonzosa
derrota de 1921 (Guerra de Coto) hasta su Guerra Civil, en la que lo que
quedaba del ejército se enfrentó en superioridad numérica y de armas a maestros
y civiles, siendo derrotados por estos últimos con palos y piedras. Vergüenza
tras vergüenza y sumadas las crisis económicas, llegado 1948 la verdad es que
el ejército había muerto de mengua, en un país pobre en extremo que no tenía
alguna manera de reorganizarlo.
Quienes
sí fuimos pioneros en eso, resultamos ser nosotros los venezolanos y sus
desconocidas historias, porque fue “el gran visir de la política de Medina”
Arturo Uslar Pietri, quien convence al “general” de eliminar a las Fuerzas
Armadas y convertirlos en una “Guardia Nacional extendida” “y no darles el
rango de un ejército normal, al estilo europeo”, por eso aunque pasó a la
historia como un (inentendible) complot adeco, la verdad desde el punto de
vista de los alzados es que fue “Arturo Uslar el responsable de que nosotros,
en las Fuerzas Armadas, insurgiéramos contra Medina” (Pérez Jiménez dixit).
Superado
el tema del caso Costa Rica y apelando a los límites geográficos de Venezuela,
Pérez Jiménez tenía razón en algo y me refiero a nuestra situación geopolítica.
Venezuela al norte delimita con el Mar Caribe y sus peligros por estar sentados
sobre las reservas de oro negro más grandes del planeta. Al Sur con un ejército
de ocupación de garimpeiros cuyo grito es ¡Oro para el Brasil!, al oeste
colindamos con un enorme problema limítrofe que grita ¡El golfo es de Colombia!
con tres ejércitos hostiles y en armas con cientos de miles de hombres y al
este limitamos con un grito que dice ¡El Esequibo es de Guyana! con un puñado
de generales gritándonos como si fuéramos idiotas. Digo que tenía razón Pérez
Jiménez, porque si no hubiéramos tenido los camberras para disuadir en su
momento a unas fuerzas “que nos superaban en mar y tierra” con la famosa frase:
“si sus fuerzas no salen de la zona venezolana (El barco colombiano Almirante
Padilla había disparado sus cañones sobre Los Monjes) a primera hora, mis
camberras volarán sobre Bogotá” (sic) y si Uslar Pietri se hubiera salido con
la suya, hubiéramos sido colonia soviética desde los años sesenta y no un
experimento mediocre, a destiempo y moribundo en el siglo XXI.
Pero
a veces se nos olvida que los “militares” no solo están para defender nuestro
territorio, sino en todo lugar donde ondee nuestra bandera o donde nuestra
bandera tenga intereses. Pongo un ejemplo: hasta 1999 Venezuela poseía la
tercera flota atunera más grande en el Pacífico y era responsable, junto con la
mexicana, del sesenta por ciento de la capacidad instalada, si la flota civil
de pesca vuelve a ser lo poderosa que fue, nuestra Armada deberá ser igual de
poderosa y estar allí para protegerla en caso de “conflicto de intereses”, así
como nuestros buques petroleros y nuestros activos en el exterior.
Así
que yo no soy de las que cursimente repite como loro, que nuestras fuerzas
están aquí para proteger la integridad de nuestro territorio soberano, ni mucho
menos la idiotez del espacio ultraterrestre supra yacente ¡No!, lo digo con
propiedad, nuestras fuerzas deben estar allí para disuadir al más pintado y si
no, prestas a patearle el trasero a quien sea que amenace nuestros intereses.
Por
eso la responsabilidad de los civiles no consiste en hablar tonterías sobre lo
militar, sino en garantizar las discusiones necesarias para ver si se cumplen
los elementos óptimos de la defensa de estos intereses. Y allí está la gran
falla del mundo político y civil venezolano que nunca ha puesto sobre el
tapete el tema militar (más allá de los
clichés de siempre y socializar con ellos) y no únicamente por cobardía, sino
por algo mucho peor, por una supina torpeza civil del mundo militar.
“En
el liderazgo opositor” -me explicaba un amigo de la Armada ya retirado- “es
imposible encontrar un referente sobre nuestro futuro” porque lo único que se
localiza es “anclada la flota de la ignorancia” (sobre el tema), que se
manifiesta casi diariamente en los ataques a la institución militar o en los
peligrosísimos clichés de siempre sobre como con el costo de un avión militar
se podrían construir tantas escuelas, entre otras barbaridades. Otro amigo
general (R) y una de las personas más inteligentes que he conocido, me explica
que si le hiciéramos un “quiz sorpresa” a los líderes opositores y les
preguntáramos por ejemplo: “¿quién podría definir con precisión lo más básico,
cuántas divisiones tiene el ejercito de Venezuela o como están estructuradas?
“¿Cómo pueden hablar de que algo necesita arreglo, si ni siquiera nos
conocen?”. Otro experto civil, luego de haber sido llamado para hacerle una presentación
a un conocido partido político, observó que luego de su esfuerzo para hacerles
comprender técnica y objetivamente la evolución del apresto operacional, al día
siguiente escuchó “las declaraciones más disparatadas e insultantes”, ¿Para qué
llamarlo si preferían estar en su ‘zona de confort’ aún a costa de insultar a
los militares y en especial, a su trabajo?
Por
eso, si no aderezamos primero a los civiles y el profundo desinterés de buena
parte de los políticos civiles, jamás superaremos los problemas atávicos y en
especial los que venimos arrastrando desde nuestra independencia y que aquejan
a esa obra, que por más que tenga orígenes históricos, es de muy reciente
construcción (mediados del siglo XX) llamada Fuerzas Armadas Nacionales o como
las llamaron ahora, Fuerza Armada Nacional.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
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quien va a hacer comentarios después de leer tantas tonterias? 100 años desestabilizando, robando y 17 mas demostrando todo lo que pueden destruir de lo que construyeron los civiles ( perez jimenez hizo alguito ) , solo dos cosas en defensa al pais Machurucuto y los Monjes y con eso quieren compensar los daños infinitos que nos han hecho? NMJ.
ResponderEliminarValiente y sensato artículo. Si mantenemos el principio republicano de la supremacía del poder político sobre el estamento militar deberíamos tener una explicación del por qué después de 40 años de gobiernos civiles no se pudieron construir unas FAN democráticas ¿Culpa de quiénes?
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