JUAN J. MONSANT ARISTIMUÑO |
“No habrá paz entre las naciones sin paz
entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las
religiones. No habrá diálogo entre las religiones si no se investigan sus
fundamentos”.
Con ese aforismo el teólogo católico Hans
Kuns abre la primera página de su libro “El Islam, historia, presente y futuro”
(editorial Trotta, 2006), que forma parte de su trilogía El judaísmo, El
cristianismo y El islam. Yo comencé por El islam porque me interesaba una
exposición no histórica, pero sin obviarla, y un análisis desprejuiciado de lo
que es y significa el islamismo, una de
las tres religiones monoteístas existentes, descendientes del patriarca Habrán
y, en ese mismo orden de antigüedad en cuanto su aparición se refiere. He dejado de último el tomo sobre El
cristianismo porque da cierto temor enfrascarme con su contenido, habida cuenta
que de allí provengo en mi fe y, ciertamente, el catolicismo es bien complejo;
en muchas oportunidades se aparta de su significado literal “seguidor de las
enseñanzas de Jesús, el Cristo”, para sustituirlas por el ritualismo y los
dogmas generados a través de la historia, el continente por el contenido. Por
otra parte es posible que apuntale mi percepción, la limpie o me la desmonte;
lo cual es válido, pero si la apuntala, me vería forzado a profundizar sobre
ella.
Esta pequeña introducción viene al caso, porque
soy admirador de este teólogo suizo, más no
incondicional; respeto su lealtad,
honestidad intelectual y académica, además de ser un teólogo
confrontativo, no siempre bien recibido por el Vaticano. Del texto interpreto
que Kuns intenta demostrar que el islamismo no es una religión asentada en la
violencia, en la expansión por la imposición. Los estudios y pruebas que
fundamentan su obra, son serias, cuando se refiere a los hechos históricos, las
divisiones que se originaron a la muerte de Mahoma por el orden sucesoral, las
diferentes tendencias, la llegada de los islamizados turcos otomanos y su
pretensión de conquistar al mundo Occidental con la toma de Constantinopla en
1453.
Kuns
parte de la necesidad del diálogo interreligioso para alcanzar la paz entre las
naciones, y para ello lo primero es mantener una posición desprejuiciada y
conocer los fundamentos de cada religión. Conceptualmente tiene razón, mas no
encuentro el origen pacifico del islam, que nació y se impuso por la espada, la
conquista y el sometimiento. Infiero que lo primero que se plateó Mahoma, fue
la unificación de esa dispersión y multiplicidad de tribus y clanes existentes
en la península arábiga, cada uno con sus dioses, y dentro del clan, cada
hombre con su dios particular, al propio tiempo que competían entre sí por
territorios, comercio y ascendencia. Ese fue su gran mérito, unificar esa
dispersión, darle un mando único, limpiar la multiplicidad de dioses para
compactarlos en uno solo. Y lo hizo, lo logró, y fue el líder militar, político
y religioso de ese conjunto de etnias, llamado genéricamente árabes, unidos
desde ese entonces alrededor de un conjunto de reglas, suras, agrupadas en El
Libro, el Corán, que según afirmaba, les habían sido comunicadas directamente
por el propio arcángel Gabriel.
En esa estrategia por terminar con el politeísmo y unificar tribus y clanes para darles una identidad,
libró su primera batalla importante al tomar
la Meca de donde había salido prácticamente expulsado antes de huir a
Medina. Existió, sí, una relación originaria entre islamismo y violencia, que
no ha sido superada por el tiempo y la
realidad, por no haber tenido su propio Renacimiento, ni una Reforma ni
Contrarreforma. Quedaron estancados, sin evolución ni aggiornamiento.
En esa unidad en torno a la literalidad de El
Libro escrito en varias épocas y diferentes protagonistas, la continuidad
quedó en manos de una diversidad de familias sin formación teológica,
prisioneros de sus propias limitaciones, intereses, prejuicios e ignorancia,
que no quiso o no pudo separar la religión del estado; por el contrario,
consolidó el estado confesional.
Fueron fundamentalistas religiosos quienes
convirtieron en terroristas a los musulmanes que irrumpieron en el semanario
Charli Hebdo y asesinaron a 12 periodistas de la “izquierda divina” parisina; lo que creó
confusión en la militancia anticapitalista internacional, simpatizantes todos,
de cuanto movimiento contrario a la democracia representativa deambule por el
mundo, al considerar impensable que un compañero de ruta atentare contra ellos.
Lo otro, es que debemos asumir que la
democracia se sustenta en una fe, la fe en las bondades de la libertad. Y los
límites de esa libertad los expresó en toda su intensidad don Benito Juárez
cuando entró triunfante en Ciudad de México: “Entre los individuos, como entre
las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Juan
Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
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