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lunes, 26 de enero de 2015

JHOTANI MEDINA QUINTERO, EL 23 DE ENERO DE 1958 Y LAS ENSEÑANZAS DEL “MAESTRO” GROOSCORS

El pasado jueves 15 de enero falleció el embajador Rolando Grooscors Caballero, proveniente de una notable familia caraqueña de escritores, poetas, políticos, constituyentes, diplomáticos y hombres patrios, excepcional maestro de generaciones de politólogos y periodistas larenses y hombre curtido en lides diplomáticas. Fue al calor de esos históricos momentos que este ilustre venezolano, Don Rolando, como lo llamaban los “ticos” -adjetivo con el que se denomina al pueblo costarricense-, alcanzaría su merecido lugar en la historia de Venezuela. 

Cuenta el periodista venezolano José Emilio Castellanos corresponsal enviado por el diario EL NACIONAL en 1979 a Costa Rica, para cubrir el final de la guerra civil en Nicaragua que: “A las pocas horas de haber arribado a San José de Costa Rica, para cubrir el inicio de la guerra final entre los sandinistas y el régimen de Anastasio Somoza, en 1979, se registró una anécdota que en aquella oportunidad publiqué en EL NACIONAL, de Caracas, producto de un tremendismo político. El entonces embajador de Venezuela en Costa Rica, Rolando Grooscors, era noticia importante derivada de la crisis provocada por el envío de aviones venezolanos para defender Costa Rica frente a una posible agresión de parte de Somoza. Al frente del gobierno costarricense estaba Rodrigo Carazo Odio, y en Venezuela gobernaba Carlos Andrés Pérez, quienes mantenían amistad desde los años que permaneció el venezolano en San José, como exiliado del régimen de Marcos Pérez Jiménez. El embajador Grooscors me refirió que Carazo lo llamó para informarle que tenía informaciones concretas sobre la intención del dictador Anastasio “Tachito” Somoza de bombardear la Central Hidroeléctrica de El Arenal, lo que ocasionaría un grave daño al país y afectaría a numerosas plantas industriales. Esto fue lo que dio paso al envío de tres aviones bombarderos y dos generales del Estado Mayor (Aníbal Terán y Balbino Colmenares) como colaboración de Venezuela a la desmilitarizada Costa Rica”.


Este evento traduce el compromiso venezolano de aquél momento de hacer respetar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (T.I.A.R., o Tratado de Río), suscrito en 1947, así el derecho venezolano definió para aquél momento que no había otro idioma a usar con Nicaragua que no fuera la fuerza. “Tiquicia” así le decía el doctor Grooscors a Costa Rica, encontró la solidaridad venezolana y el anuncio de los cancilleres del Pacto Andino de apoyar militarmente a los “sandinistas” nicaraguenses de forma directa, entre esos países, el Panamá de Omar Torrijos, la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, Perú, Colombia y Ecuador. Estos países apoyaban la salida de Somoza y evitar que la guerra nos alcanzara condenando a una generación entera a marchar a un conflicto innecesario en suelo extranjero por capricho de un dictador diabólico. 
El doctor Grooscors expresaba que: “Si Nicaragua invadía Costa Rica, ésta resistiría cinco minutos antes que el ejército invasor llegara a su capital San José, desencadenando una devastación en “efecto dominó” hacia Panamá, Colombia, Ecuador y finalmente a Venezuela”. Este amor venezolano hacia Costa Rica se remontaba a 1948 con el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, Rolando Grooscors junto a sus hermanos y a otros de sus contemporáneos como Octavio Lepage, lucharán en la clandestinidad contra la dictadura de la Junta Militar de los coroneles Mario Vargas, Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez. 
A los 21 años de edad, en 1951 es apresado por la policía secreta de la dictadura, la Seguridad Nacional, y deportado a Guatemala, de ahí marchó a Costa Rica a reunirse con otros exiliados dirigidos por Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez. Esta será una segunda patria para los exiliados y afianzará un alto sentido de pertenencia de toda la socialdemocracia venezolana hacia esa nación centroamericana que hoy en día hasta la oposición venera. 
Ahí Grooscors obtendrá su título de Licenciado en Filosofía y Letras, trabajará junto a Carlos Andrés Pérez dando clases en un colegio de San José, un exilio que vivirán siete años en su segura “Tiquicia” hasta el amanecer democrático de un 23 de enero de 1958. 
Esta fecha los tomaría consciente de lo que ocurría en Venezuela desde días antes, así serían llamados en la madrugada del 24 de enero para anunciarles que recogieran todas sus pertenencias porque en Venezuela había caído la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, estando en el aeropuerto esperaron un avión hacia Venezuela pero no habían vuelos, repentinamente aterrizaría un avión de la aerolínea KLM procedente de Aruba o Curazao, que él hasta sus últimos años de vida jamás supo quién lo pagó y cómo llegó, pero sólo supo que los trajo de forma gratuita hasta Caracas para reclamar en vida lo que con tanta sangre y dolor le costó a su generación por soñar con una mejor Venezuela, más justa y democrática. 
A razón de su fallecimiento este jueves 15 de enero, su hermano Rafael Grooscors Caballero escribió: “Nos formamos en la mejor escuela, en el ejemplo de los mejores líderes, de los mejores poetas, de los intelectuales más puros, preparados ya para asumir los roles que la Patria nos asignó. Rolando siempre cumplió, mucho más allá de lo que de él se esperaba, como militante de una angustia continental. Pasamos juntos días agresivos y ardientes en el inolvidable Liceo Fermín Toro (de Caracas) de 1948 y 1949, hasta que nuestros jóvenes huesos fueron hacinados en las cárceles de la Dictadura. Vivimos el exilio. Hablamos. Escribimos. Nos comunicamos con la esperanza y fueron, por casualidad, nuestros más íntimos amigos quienes abrieron las puertas del país a un nuevo ciclo histórico, de democracia y libertad, en 1958”… Maestro Grooscors, gracias por habernos enseñado tanto y con tanta trascendencia, tus exalumnos de la Universidad Fermín Toro.
Jhotani Medina Quintero
jhotanium@hotmail.com
@jhotanimq

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