Vamos
a estar claros. Se están desatando nudos importantes en el acontecer colectivo
del país. Desde luego usted, amigo lector, con justicia se preguntará ¿qué ha
mutado en nuestra sociedad que justifique esta afirmación?
Bien, iniciemos este
breve relato intentando dilucidar esta interrogante. En principio, es
razonable constatar que la polarización
social ya no se expresa con la misma intensidad en la división político
electoral en el país. Sin lugar a dudas esta premisa alzará un conjunto de
interrogantes. Por ejemplo, ¿cómo asumir esta última afirmación? ¿Cuáles
consecuencias prácticas pudieran desprenderse de esta conclusión? ¿Sus
consecuencias previsibles serían beneficiosas para el accionar político de los
sectores democráticos? ¿Sería conveniente ajustar la estrategia política a
estas nuevas circunstancias?
Demos
continuidad a esta reflexión. Aclaremos que entendemos por polarización social
y cómo se expresa esta condición en el ámbito de la lucha política. La
polarización social, vale decir, la brecha existente entre ricos y pobres no
repercute actualmente, como en el pasado reciente, con la misma intensidad en la de carácter
político. Es bueno recordar que al inicio de la década pasada existía una
equivalencia entre chavismo y sectores populares. El carisma y oratoria del
difunto presidente logró establecer una paridad entre su propuesta y los
sectores empobrecidos de la población.
Por otro lado, decir oposición,
en el marco de ese discurso, equivalía a señalar los sectores medios y altos de
la sociedad. Para entonces, esta brecha social entre ricos y pobres se
expresaba en las urnas y, en consecuencia,
en una intensa polarización política. La social se encontraba condesada
en la polarización política y capitalizada en las urnas por la apuesta
socialista.
Esta
equivalencia entre la brecha social y la política ha comenzado a desvanecerse.
Quince años en el ejercicio del poder y la ejecución de políticas económicas y
sociales erradas ha traído como consecuencia la ruptura del engarce automático
entre pobres y chavismo. Los resultados de las elecciones del 14 de Abril del
año pasado revelan que la línea que divide a Venezuela políticamente en dos
mitades iguales, no se identifica con la
línea que separa a una clase social de otra. En otras palabras, el trazo de las
lealtades políticas transversa a la
mayoría de las familias venezolanas por igual en todos los sectores sociales.
Parece apropiado señalar que la polarización social ya no se expresa en la de índole política.
Desde luego, esta nueva circunstancia anuncia un inédito escenario: los
sectores democráticos deberán
esforzarse, por un lado, en conectarse con los problemas reales de la
población y, por el otro, diseñar políticas que tengan como objetivo la
neutralización intensa de esta
polarización social. Ir al encuentro de los sectores empobrecidos de nuestra
población.
Me
voy a permitir insistir sobre este punto. Diseñar una estrategia conducente a
romper la polarización social implica, como lo he señalado, acompañar a la población en sus luchas
cotidianas. Asumirlas y darle cabida en las prácticas políticas de los sectores
democráticos. El achicamiento de la brecha de naturaleza política ha de ser una consecuencia de la
despolarización social. Intentar trabajar
"desde arriba" con los sectores oficiales, con prescindencia
de lo anterior, puede transformarse en un error estratégico con
repercusiones electorales de índole
negativo para la apuesta democrática.
Cuidado
con las rutinas burocráticas y atención con las prácticas de coaptación que
despliega el gobierno. No se debe despreciar el diálogo. Dialogar es un medio
de negociación ineludible. Pero, atención,
no siempre lo que brilla es oro.
Nelson
Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
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