Necesitamos un
constructor,
un conciliador,
un estadista.
Hay un camino, recorrámoslo
"Una cosa es
disentir; otra, odiar. Una, estar convencido; otra, ser intolerante. Una,
educar; otra, indoctrinar. Una, seguir-apoyar; otra, rendir culto"
Monseñor Ovidio Pérez Morales
Henrique Capriles Radonski
dijo el primer día de su campaña electoral que "su campaña será de
propuestas y de paz". No pude evitar pensar qué hubiera pasado si Hugo
Chávez -cuando ganó las elecciones presidenciales en 1998- hubiera entendido
que el país clamaba por un cambio y que él podría convertirse en el vocero y
ejecutor de ese clamor y de ese cambio. Otra hubiera sido la historia.
Pero Chávez venía con
rabia. Venía lleno de resentimientos. Venía a vengar. Tamakún Chávez, el
vengador errante. Interesante el paralelismo. Tamakún, un personaje de la
radionovela cubana de 1941, que pronto se hizo famoso en otros lugares de
América Latina, era un príncipe hindú que debía luchar contra su malvado tío
Sakiri.
Todo lo malo y todos los
males venían del Tío Sam... digo, del Tío Sakiri.
Nuestro Tamakún tropical
optó por destruir todo lo que en sus fantasías febriles tuviera que ver con el
Tío en cuestión. Siguiendo al pie de la letra los once principios de Goebbels
-fascismo y comunismo terminan siendo la misma cosa- creó al enemigo: "la
derecha, la canalla imperialista", culpable, según él, de todo.
Culpable de su supuesto
cáncer, del cáncer de la Kirchner, del de Lula, del de Lugo... Culpable de que
llueva y de que no llueva. Culpable de que Escotet haya invitado a tres
expresidentes socialistas, hasta de los huecos en las calles. Culpable del
derrame petrolero en Monagas, hasta de los cientos de muertos que llenan las
morgues todas las semanas. Culpable de la escasez, la inflación, la
ineficiencia, la corrupción, el desmadre...
Nada se ha salvado del
arrase. Trece años después, el único país de América del Sur que no registra
crecimiento, es Venezuela. A pesar del petróleo. Porque Tamakún ha repartido
dinero, pero no ha creado riqueza. Ha repartido diplomas y certificados, pero
no ha educado. Se ha apropiado, expropiado y adquirido forzosamente -sin pagar
y sin razón- cuanta propiedad se le ha antojado.
Tamakún, el vengador
errante, ha destruido sistemáticamente durante trece años. Es demasiado.
Necesitamos un constructor, un conciliador, un estadista. Hay un camino,
recorrámoslo.
@cjaimesb
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