La
“diplomacia” bolivariana es informal y perversa en sus objetivos, los que
intenta lograr a través de mecanismos heterodoxos concebidos para presentar una
realidad tergiversada. Los órganos tradicionales, Embajadas y Oficinas
consulares, resultan secundarios ante una “diplomacia paralela” informal a la
cual se destinan enormes cantidades de recursos exentos de control; y, dirigida
a medios no oficiales con capacidad de influencia en la opinión pública y, por
esa vía, en los gobiernos.
El régimen vende con el mayor desparpajo una
Venezuela absolutamente distinta a la realidad. Se presenta un país feliz, que
ha superado la pobreza y el
analfabetismo; independiente y soberano, también en materia alimentaria; en
crecimiento constante y sostenido, en fin, un país libre de corrupción, seguro
y exento de violencia, con educación y salud para todos. Lo que se muestra
afuera es el producto del maquillaje de cifras y de una promoción mediática sin
precedentes, en relación con lo cual la oposición debe actuar para
contrarrestar tal desinformación.
Ante
esta forma perversa de relacionarse que, sin duda, le ha dado beneficios al
régimen, al menos hasta ahora, la oposición debe, en una especie de “diplomacia
de sombra”, fortalecer sus relaciones con los gobiernos extranjeros y con los
medios que ejercen influencia en los procesos de toma de decisiones que como
sabemos resultan hoy mas influenciadas por la opinión pública que por los
mismos actores tradicionales. Ello se pudo
constatar en días pasados cuando gobiernos de países influyentes en las
relaciones internacionales, como los de Francia, España, Portugal e Italia,
debieron rectificar su postura y presentar excusas como una forma de
“reparación” a Bolivia, un país sin influencia propia, por haber impedido al
avión del Presidente Evo Morales sobrevolar sus respectivos territorios
nacionales. Un acto sin precedentes que se debió no precisamente a la
influencia de Bolivia, sino a la presión
de la opinión pública internacional.
La
oposición está presente y activa afuera, tanto como en el plan interno. Al
mismo tiempo que los venezolanos se organizan en el mundo y que la dirigencia
de la Unidad Democrática visita Parlamentos y otras instituciones extranjeras,
Henrique Capriles se reúne con el Presidente Santos y de manera menos formal
con Pinera, aunque no lamentablemente con otros mandatarios, como Pena Nieto
quien rechazo el encuentro y Humala que se declara ausente para evitar “roces”
con Caracas.
A
la oposición le corresponde instrumentar una diplomacia organizada, no
solamente para mostrar la realidad política hoy caracterizada por la
persecución y las arbitrariedades; y, la
crisis integral que atraviesa el país después del 14 de abril, a lo cual no han
respondido las instituciones nacionales, el TSJ en particular, sino para
ofrecer una alternativa en las relaciones exteriores y presentar políticas y
acciones concretas que implementará el gobierno democrático en el futuro.
La
ejecución de una “diplomacia de sombra” permitirá mostrar con la transparencia
y en la forma oportuna requeridas las
posiciones de quien representa una opción
segura de poder, en el corto plazo y lograr, como lo dijo Henrique
Capriles poco antes del 14 de abril: “la Venezuela-futura deberá asumir el reto
de representar un proyecto político-económico-social que dé respuesta a la
problemática latinoamericana, dentro del ejercicio de la democracia en un
estado de derecho y el respeto de sus pilares fundamentales…”
vitoco98@hotmail.com
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