Inundaciones,
explosiones, matanzas, muertes en las cárceles, asesinatos en las ciudades,
contaminación grave de los ríos y las aguas, escasez e inflación,
desconocimiento de los derechos humanos y de la propiedad privada es el
panorama que tenemos.
Sorprende
la soberbia del oficialismo al pretender tapar el sol con un dedo. La
responsabilidad, responder ante la vida y asumir las consecuencias de los
propios actos, es algo que debemos aprender en la infancia muy temprana. Desde
dejar caer un vaso de vidrio y saber que se rompe, como consecuencia de la
caída, elemental, ¿no?, hasta ser el jefe de Estado y saber que la negligencia,
culposa o no, la ignorancia, el incumplimiento del deber, los disparates de
creer que, con “la ideología al mando”, basta para resolver los problemas y que
lo que ocurre a partir de esos razonamientos sin sentido, ni lógica, son
consecuencia del imperio, la oligarquía, los escuálidos o la Cuarta República,
entre otros.
Pero
lo que sí está claro es la enorme responsabilidad del Gobierno central
encargado del estado de las vías y las carreteras –por haberlo decidido así, al
intentar acabar con la descentralización– de la caída del puente de Cúpira, las
inundaciones en Cumanacoa, el desbordamiento del río Guarapiche, con
contaminación y todo. El desastre de las cárceles, con Yare I, II y III,
principalmente. La falta de comunicación por la vía terrestre en Oriente y
Occidente no son cuestiones aleatorias, sino de ineficiencia e
irresponsabilidad, falta de mantenimiento y corrupción, entre otros aspectos.
Además de ese panorama sombrío, el Gobierno impide el acceso fluido y constante
a la información noticiosa gubernamental, desconociendo los artículos 57 y 58
de la Constitución nacional.
Existe
una ley en el universo, la de “causa y efecto”, esbozada en la física y
planteada por el filósofo hermético Hermes, en su texto fundamental El
Kivalión. La ley es muy fácil de entender: lo que haces en la vida, si es
bueno, genera respuestas positivas, y si es malo, pues se devolverán energías negativas.
Esa es la sencillez de la ley, cada acto de nuestra vida genera una respuesta.
No es un invento, es una ley física demostrable. El país se cae a pedazos.
Pero, según el oficialismo, todo es perfecto.
Periodista/Prof.
universitaria
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