Nunca en la historia venezolana como
en esta ocasión habían sido tan
diferentes los candidatos a la presidencia de la República. En el pasado
muchos electores seleccionaban su
candidato guiados más por simpatías
personales que por razones políticas o ideológicas. Y hasta había quienes
confesaban que les importaba poco quien ganase en las elecciones, porque todos eran más o menos iguales.
Ahora es distinto. Los dos candidatos
que van en serio a la contienda electoral
son diametralmente diferentes. Empezando por la edad, pues mientras
Capriles acaba de cumplir cuarenta años, Chávez está muy cerca de los sesenta.
Lo cual no significa que aquel esté demasiado
joven, ni este demasiado viejo. Sin embargo, son muchos los electores que, para
decidirse, sopesan el factor edad, en una comparación en la cual la juventud
pesa bastante, máxime en un país en cuya población los jóvenes son mayoría.
La diferencia en cuanto a la
fortaleza física es también muy importante. En este caso la diferencia está
dada no solo en razón de la edad, sino también por los quebrantos de salud de
Chávez frente a la pujante y notoria fortaleza corporal de su contendiente. En
su campaña Capriles ha sabido explotar sus dotes atléticas, trotando largos
trechos o jugando caimaneras de baloncesto, en contraste con la pasividad de
Chávez, que evidentemente no es a propósito, sino impuesta por el deterioro
corporal producto de su mala salud.
Es patético ver a Chávez encaramado
en un camión, imagen que invariablemente hace evocar los desfiles de carnaval,
hasta ahora lo más característico de su
campaña, mientras Capriles hace gala de su salud y fortaleza física visitando,
infatigable, casa por casa, pueblo por pueblo, rodeado siempre por multitudes entusiastas y clamorosas.
Estas diferencias no son voluntarias,
sino consecuencias de factores naturales. Después de todo no se tiene la edad
que voluntariamente se escoge, ni el enfermarse o no enfermarse depende de lo
que uno decida.
Pero hay otras diferencias que sí son determinadas por la manera de ser que se adopta a conciencia. En este aspecto la diferencia más visible entre Chávez y Capriles es el lenguaje. Mientras Chávez exhibe un lenguaje chabacano, vulgar, obsceno, brutal, camorrero, insultante, escatológico, altisonante, Capriles se expresa con mesura, con decencia, con elegancia, con sencillez, de manera afectuosa, sin estridencias ni chocarrerías, con el lenguaje "en elque suele el pueblo fablar a su vecino".
Quizás esta última diferencia sea más
importante que las otras, porque el lenguaje con que nos expresamos refleja
fielmente la personalidad que tenemos.
grealemar@cantv.net
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