Antes del 7 de octubre está el 12 de febrero. La convocatoria de las elecciones primarias del 12-F marca un hito de suma relevancia hacia el triunfo del 7 de octubre. La participación en estas primarias, conscientes de la estrategia de intimidación y miedo que promueve el Gobierno, debe expresar nuestro compromiso y responsabilidad con el cambio que reclamamos.
Una última reflexión para quienes, a mi modo de ver, de manera
equivocada, en alguna oportunidad me han manifestado poco interés en participar
el 12 de febrero porque son del criterio de que en cualquier circunstancia
votarán por el candidato electo para enfrentar a Chávez. Creo que no estiman
adecuadamente estas particulares primarias. El 12-F no sólo escogemos un
candidato , el 12-F es una ocasión única, afirmativa, para manifestar nuestro
compromiso con los valores democráticos
Colmo de las obscenidades, el comediante-presidente anuncia un nuevo
jolgorio para celebrar (sic) los veinte años de la criminal felonía del 4 de
febrero de 1992. Metiendo la mano en los dineros públicos insiste en imponer a
los venezolanos una burda copia de la Semana de la Patria que festejaba quien
creíamos sería, de acuerdo con el vaticinio de Jóvito Villalba, el último
tirano militar de Venezuela. Veinte años también ocuparía Hugo Chávez en la
Presidencia de la República si el próximo 7 de octubre los venezolanos
desaprovechamos la excepcional oportunidad de reconducir al país por un sendero
democrático, de garantías para la expresión de la diversidad de la opinión
política del país. Para ponerle fin a un mal gobierno que niega una vida
verdaderamente digna y libre a una altísima proporción de venezolanos,
engatusados hoy en el discurso fraudulento del autoproclamado socialismo del
siglo XXI.
Veinte años sería demasiado tiempo; excesiva condescendencia con un
individuo en extremo narcisista, sólo preocupado por su permanencia en el
poder, que ha fracasado en su gestión pública. Bastaría una única cifra: 19.336
venezolanos asesinados en 2011. Pero quien quiera más datos puede consultar las
cifras de inflación, la más alta de América Latina; el cementerio de empresas
expropiadas; los más humildes viviendo en refugios; la familia desunida por el
exilo, por la malévola e inducida polarización. El mismo comediantepresidente
ha reconocido en varias oportunidades de impostada autocrítica el talón de
Aquiles de su revolución: ineficiencia, burocratismo y corrupción. Pero también
el nerviosismo del Gobierno, el grosero ventajismo (bajo la mirada cómplice del
supuesto árbitro electoral) con la que ha concluido 2011 y ha iniciado 2012,
con las recurrentes, ilegales y abusivas cadenas, con la invención de nuevas
misiones para someter y ampliar su clientela.
Todos son signos muy elocuentes de la oportunidad de cambiar el rumbo el
7 de octubre de 2012. Y donde decimos oportunidad, léase imperativo: cómo no
evaluar o asumir las enseñanzas de los países del este de Europa que
resucitaron luego de la terrible imposición del socialismo "real". En
consecuencia el 7 de octubre tiene, también, su particular lectura: mientras
más pronto se detenga un régimen totalitario resulta más viable la
reconstrucción de la democracia, el imperio del Estado de Derecho y las
posibilidades reales para sacar de la pobreza a los más desamparados.
Pero, Perogrullo, antes del 7 de octubre está el 12 de febrero. La
convocatoria de las elecciones primarias del 12-F marca un hito de suma
relevancia hacia el triunfo del 7 de octubre. La participación en estas
primarias, conscientes de la estrategia de intimidación y miedo que promueve el
Gobierno, debe expresar nuestro compromiso y responsabilidad con el cambio que
reclamamos.
Estas primarias no son, o dejaron de ser, un evento interno de los
partidos políticos para la selección de un candidato presidencial, sino que son
una plataforma excepcional de movilización ciudadana en la lucha activa contra
el totalitarismo del siglo XXI. Las primarias son una gran oportunidad de darle
materialidad a un concepto más amplio y ambicioso de unidad nacional, que
necesariamente trasciende los partidos políticos. Junto al candidato electo,
amparado en toda la legitimidad del voto popular, las fuerzas activas de la
sociedad democrática pueden organizarse de manera más eficiente para el triunfo
del 7 de octubre, el cual, en efecto, apenas representa el primer escalón en el
complejo y azaroso camino de reconstruir la institucionalidad de la república.
Una última reflexión para quienes, a mi modo de ver, de manera
equivocada, en alguna oportunidad me han manifestado poco interés en participar
el 12 de febrero porque son del criterio de que en cualquier circunstancia
votarán por el candidato electo para enfrentar a Chávez. Creo que no estiman
adecuadamente estas particulares primarias. El 12-F no sólo escogemos un
candidato por sus credenciales, ejecutorias políticas, carisma, propuestas
programáticas, de hecho un logro para nada despreciable. El 12-F es una ocasión
única, afirmativa, para manifestar nuestro compromiso con los valores
democráticos, el respeto a la opinión diferente, la creencia en una Venezuela
de oportunidades para todos, de valoración de nuestra soberanía sometida a la
dictadura de los hermanos Castro, y el compromiso con la Constitución, marco
institucional de garantía, derechos y deberes de todos, hoy ultrajada por un
megalómano que no acaba de entender que su tiempo y su fraude ya pasaron.
@olucien
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