No pocas veces la ingenuidad invade la mente
de los más avezados en asuntos políticos, familiares y personales. Esa
ingenuidad hace creer que todo está bien. Sin embargo, es una cantaleta de
algunos disfrazados de “maestros de la contemplación”, hablar de mente positiva
y tachar de negativos a otros si estos tienen la verdad bien clara.
No es ridículo ser positivos, animosos y esperanzadores,
pero tampoco idiotas y menos mostrarse como tarados mentales. Si los hay, pero
hay temor de que formen parte de la mayoría.
El régimen ha sido superado por toda clase de
violencia en el país, el dominio social está en manos del hampa, narcos, guerrilleros,
descuartizadores y bachaqueros, sumados a los de cuello blanco que son los
verdaderos, pero aparentan una determinada actitud en los juegos contaminados.
En tanto, la virosis social, la salud que es otra lamentable tragedia, está
presente en todos los estamentos de la vida pública y privada venezolana.
En Venezuela hemos aprendido a ser peligrosos
antes que ciudadanos responsables. Todo ello viene dado por el modo de vida
visceral y violento que hemos puesto en práctica como consecuencia de falta de
valores y la escasez de todo lo necesario para la supervivencia, así como
también por la manera de alcanzar ciertas posiciones en el ámbito social para
llegar al poder.
La situación política en Venezuela está como
olla de presión y los ciudadanos de ese pueblo que siempre ha sido
menospreciado y desestimado, a punto de ebullición, está hablando hace rato de
su poca creencia en los partidos tradicionales. Más de 1.799 aspirantes, según
el CNE, entre hombres y mujeres, se medirán contra el oficialismo y la Mesa de
la Unidad Democrática en las próximas elecciones parlamentarias. Los políticos
de la vanguardia, con trayectoria, deberían sentarse a analizar esta situación
y asegurar si habrá o no votaciones libres en caso de extender en el territorio
nacional un estado de excepción.
Entretanto, el régimen en una operación
desesperada, deja clara sospechas de sus intenciones, ha impuesto la “libertad”
a los presos políticos o políticos presos, primero Ceballos, luego Baduel, se
incluye en la saga a López próximamente, como parte del holocausto
revolucionario.
Decía el novelista francés Víctor Hugo: Ser
bueno es fácil, lo difícil es ser justo.
El poder es para los hombres revelación de
fuerza en una sociedad machista y se refleja la violencia atacando a las mujeres para impedir
posicionarse en cargos donde los caballeros han fracasado. Es harina de otro
costal, pero hay que ser muy inteligente para no caer en la fosa preparada por
los vikingos del siglo XXI.
Por otro lado, es insostenible mantener un país en la pobreza. Es de Perogrullo afirmarlo. Venezuela se le escapó a la revolución a través de sus grotescos dedos, el pueblo da fe de los problemas del país y el régimen dejó de ser copia al carbón de Cuba, ya que la isla se montó en un monorriel Disney para volver a saborear el apasionante mundo del capitalismo con el Tío Sam abordo. Si Fidel supera la vida en un nuevo cumpleaños la torta no se la llevará Venezuela sino los roedores de la familia Mouse.
Tenemos cualquier cantidad de verdugos
torturándose unos a otros. Pobre del que les diga algo en su cara porque la
afrenta tiene un precio muy alto, tal es que entre tanta incertidumbre la
venganza recrudece y no creo que lleguemos a mejorar la situación si los 30 millones de habitantes de este
territorio no terminamos de una vez con la guerra de hambre y de traiciones a
las que estamos sometidos. Es tiempo de actuar con unidad.
DENUNCIA: Vivir en carne propia la
desaparición física de un ser querido como la madre, no es fácil de superar. Me
pongo en los zapatos de aquellas familias que han perdido a su gente no de
manera natural sino en las manos del hampa, se hace un nudo en la garganta. No
hay respeto para los difuntos. La gente se agolpa en las funerarias de Caracas
para pedir ayuda y comprar un ataúd (si lo consiguen) para sus deudos internos
en la morgue y con dinero en efectivo porque no aceptan tarjetas ni débito.
Es duro decirlo pero no se puede contener la
rabia, depresión e impotencia, al denunciar que en este país destruido los
servicios funerarios son la puerta a la indolencia y nos pasa a todos. Los
difuntos permanecen hasta cuatro días en una habitación congelada porque los
hornos crematorios no operativos por mal funcionamiento y exceso de cadáveres.
Esto también es una acción de verdugos.
“Él te
hará descansar en delicados pastos. Junto a aguas de reposo”. (En memoria de mi
madre, te extrañaré toda mi vida.)
Susana
Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
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