“Parece
un museo pre-histórico”- pensé mientras pasaba el plumero sobre libros del los
sesenta y setenta agolpados en la parte alta de mi biblioteca. Me interesó
hojear el más amarillento: “La transición del capitalismo al socialismo”
(Mandel, Sweezy, Bettelheim)
Hoy,
en cambio, debería escribirse libros sobre “la transición del comunismo al
capitalismo”- me dije sin asomo de ironía. Pero no conozco ninguno, lo que de
veras es un despropósito si uno piensa no en la ex-URSS o China, sino en la
pobre Cuba, la que me hizo pasar, hace un par de días, un duro ejercicio de
tortura intelectual.
Leer
la convocatoria a la Primera Conferencia del PCC que tendrá lugar el 28 de
Enero de 2012 es un sacrificio que no deseo ni a mis enemigos. Monótona,
aburrida, soporífera, cualquier adjetivo similar queda chico. Sin embargo, como
si yo fuera un héroe del trabajo, la leí hasta el final. Y lo hice con la
esperanza de encontrar un signo que sugiriera como Cuba se aproxima hacia algo
parecido a “un cambio”. Nada. Y sin embargo afirmo: de todas maneras se trata
de un documento importante. Quiero decir: hay que mirar ese texto con la
perspectiva de un historiador, como si se tratara de un palimpcesto al que no
hay que entender sino descifrar.
Lo
más resaltante de la convocatoria es que una gran parte está dedicada a las
juventudes comunistas. Y si tomamos en cuenta que el PCC es en estos momentos
lo más parecido a un asilo de ancianos, eso resulta obvio. Más importante es
que al gobierno cubano preocupe el tema del Partido, el que nunca había sido
más que un aparato puesto al servicio de las ocurrencias de Fidel Castro. Ahí
reside la diferencia entre Cuba y las
dictaduras comunistas de la ex URSS y de las “democracias populares”. Mientras
en estas últimas el Partido era el organismo hegemónico de la clase dominante,
en la Cuba de los Castro ese rol ha sido ocupado por el Ejército a cuya cabeza
ha estado el dios supremo, algunos familiares y sus amigos íntimos.
Que
hoy la renovación del partido se convierta en tema central, dice algo. Tiene
que ver, sin duda, con la renovación económica que intenta imponer Raúl Castro,
cuyo objetivo puede ser resumido en esta frase: ¿Cómo pasar del comunismo al
capitalismo sin soltar el poder? Ese es, para él, y su “clase”, un dilema
existencial.
En
ese contexto resulta evidente que el Ejército y la Policía, fuera de servir de
muro de contención a toda disidencia, carecen de personal adecuado para
enfrentar una transición que requiere de atributos tecnológicos,
administrativos y sobre todo empresariales. De ahí se explica por qué el
“raulismo” está intentando un lento traspaso hegemónico del Ejército al
Partido, o lo que es igual: del comunismo militar al capitalismo burocrático.
De ahí también la urgencia por “rejuvenecer” el Partido.
Pero
¿de cuál rejuvenecimiento nos hablan? ¿De uno político o de uno biológico?
Leyendo la convocatoria del PCC da la impresión de que se trata sólo del
segundo, algo así como introducir nuevos sementales en un corral donde los
toros ya ni pastan.
La
paradoja es que el capital humano que el PCC busca para desarrollar las fuerzas
productivas de la isla existe, pero no en el Partido. Tanto fuera como dentro
de Cuba hay cubanos con capacidades empresariales. Hay también manos dispuestas
a trabajar duro si es que se trata de salir de la miseria. A su vez, los
mejores intelectuales cubanos, escritores, músicos y artistas, no son
comunistas. Muchos han emigrado. Por si fuera poco, las mujeres más combativas
están en la oposición. Hay, no por último, una nueva generación que desea
gozar, no sólo de los beneficios de la modernización económica, sino también de
la política y de la cultura. El movimiento de “blogueros” opositores –sólo la
punta de un iceberg- es el más dinámico, ingenioso y numeroso de toda América
Latina.
Si
Raúl entiende algo más de marxismo que su hermano, debería saber que sólo
afuera de ese inútil Partido se encuentran las “fuerzas productivas” destinadas
a impulsar el desarrollo de la nación. Debería saber, además, que "el
capital de todo capital" está formado por seres humanos los que para
expandir sus capacidades requieren de tres libertades muy elementales. Nada más
que tres, las que para ser decretadas no precisan de ninguna empalangosa
convocatoria. Sólo de un par de huevos.
Libertad
de pensamiento, palabra y opinión.
Libertad
de asociación
Libertad
de movimiento.
La
convocatoria del PCC no se refiere, sin embargo, a ninguna de las tres. Y sin
ellas la renovación nunca podrá ser posible.
Raúl
Castro está perdiendo así su gran oportunidad. Con todo el poder que ya tiene
podría haber pasado a la historia como el liberador de Cuba. La otra
alternativa es la de ser recordado como el último carcelero de una nefasta
dinastía. Quizás busca, en su orfandad, el camino intermedio. ¿No habrá nadie
que le diga que ese camino no existe? ¿O alguien que le recuerde las palabras
sabias de Gorbachov cuando encontrándose en la misma alternativa que el hermano
de su hermano, dijo: “la historia castiga a quien llega demasiado tarde”?
Fernando.Mires@uni-oldenburg.de
http://polisfmires.blogspot. com/
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