“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo” Albert Camus
El totalitarismo desde su
irrupción en Europa a mediados del siglo XX, ha usado el arte y la música culta
como una herramienta muy útil para cautivar, manipular e hipnotizar masas y al
unísono vender al mundo civilizado éste sistema de terror, bajo una farsa faz
de humanidad y sensibilidad por lo excelso.
Destacados directores y
compositores devinieron en músicos oficiales de aquellos regímenes oprobiosos,
Pietro Mascagni fue uno de esos casos emblemáticos de genios musicales, que
sucumbió por ambición personal ante el totalitarismo Italiano. Mascagni abrazó
la causa fascista de Mussolini, pero luego de la caída del régimen, murió
aislado, triste y en la más absoluta indigencia.
En la Alemania Nazi, el afán de
Adolf Hitler y Joseph Goebbles para demostrar la superioridad de la cultura
aria, lograron reclutar a un número importante de grandes directores y
compositores. Entre los más destacados se encuentran nombres de la talla de
Wilhelm Furtwangler, Herbert Von Karajan, Richard Strauss y Carl Orff.
Los jerarcas nazis mientras
jugaban a la promoción de sus riquezas culturales, eliminaban de la faz de la
tierra a millones de seres humanos en los campos de concentración y de
exterminio. Estos destacados músicos, una vez derrotado el nazismo, por el
ejércitos aliado, pasaron el resto de sus días entre altibajos, justificando lo
injustificable: Sus conductas miserables de alabanzas, complacencia y de
instrumentos oficialistas de uno de los peores regímenes criminales y genocida
que haya conocido la historia. Muchos historiadores han cuestionado el bajo
concepto de humanidad que tenían estos personajes, quienes validos de ese don
divino que sólo Dios concede, se pusieron al servicio de causas malignas.
La Venezuela del llamado
socialismo del siglo XXI con Chávez a la cabeza, no ha querido ser menos. Los
jerarcas del régimen, fieles a la tradición totalitaria, han montado en escena
a dos talentosos e insignes directores de orquesta, como lo son José Antonio
Abreu y Gustavo Dudamel, para que encubran ante el mundo los delitos de
narcotráfico, terrorismo y violaciones sistemáticas de los derechos humanos
contra millones de venezolanos.
Lamentablemente, Abreu y
Dudamel son premiados y recibidos con alfombra roja, en países donde sus
ciudadanos fueron víctimas de los horrores del totalitarismo y de sangrientas
dictaduras sin percatarse que estos señores usan los escenarios mundiales para
promocionar a uno de los regímenes más perversos que han conocido los
ciudadanos venezolanos. El Sr. Abreu, últimamente, ha sido postulado para el
premio Nobel de la Paz. ¡El mundo al revés!
El caso de Israel es
especialmente vergonzoso. Chávez como ningún otro en nuestra historia ha
manifestado pública y notoriamente su posición antisemita; puesto en dudas la
ocurrencia del Holocausto; promovido acciones violentas contra objetivos
israelíes; maldecido desde el fondo de sus entrañas al Estado de Israel y;
abiertamente junto con su compinche Mahmoud Ahmadinejad conspira para
exterminar al pueblo de Israel. No obstante, el señor Gustavo Dudamel principal
propagandista cultural del facho-chavismo en el mundo, se pasea por los
principales escenarios israelitas e incluso ha dirigido su orquesta
filarmónica.
Esperaríamos al menos, que los
ciudadanos cuyos ancestros han sido víctimas de iniquidades, ultrajes y
violaciones a sus derechos humanos fundamentales, ejerzan su capacidad crítica,
aplicando sanciones morales ejemplarizantes, contra quienes sin ética e
irresponsablemente, promocionan regímenes perversos, colocando la música culta
en las sentinas del totalitarismo.
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