Lo que viene ocurriendo en Venezuela es absurdo. Ningún otro calificativo
describe mejor la situación que vivimos. De esa palabra, en efecto, dice el DRAE:
“absurdo. 1. adj. Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido
(…)”. Exactamente lo que ocurre en
nuestro país.
Chávez llega al gobierno en condiciones excepcionales, con un poder como
nunca se había visto en nuestra historia. Gozaba de un inmenso prestigio, desde
su frustrado alzamiento militar de 1992, cuando el pueblo venezolano estaba
harto de la incapacidad de adecos y copeyanos en su ejercicio del gobierno.
Ello hizo que Chávez ganara la elección en 1998 con muy alta votación, repartida
entre todas las clases sociales. Por él votaron, en efecto, la mayoría de las
clases populares, pero también la clase media y mucha gente de las clases
altas, empresarios, profesionales, intelectuales, jóvenes, mujeres…,
entusiasmados todos por quien encarnaba una novedad, con sus promesas de
eliminar la corrupción y la ineptitud y de dirigir el país hacia nuevas vías.
En la campaña electoral tuvo el respaldo de buena parte de los medios de
comunicación, y la otra parte, si bien no lo apoyó abierta ni disimuladamente,
fue algo más que tolerante ante su candidatura.
No obstante, al poco tiempo en muchos sectores y personalidades surgió la
decepción. Chávez mostró no estar dispuesto a gobernar por los rumbos que había
prometido, y lo que es peor, se vio su incapacidad como gobernante, manifiesta
de muchas maneras, sobre todo en la
escogencia de quienes lo acompañarían en el ejercicio del poder.
Se produjeron entonces manifestaciones de magnitudes que tampoco se
habían visto nunca en Venezuela. De ello, afortunadamente, quedaron testimonios
fotográficos que aun hoy, tantos años después, impresionan y sorprenden. Con
mucho menos de lo que en esas circunstancias se produjo en nuestro país cayeron
gobiernos en países como Bolivia, Ecuador, Perú y algunos otros, y sin embargo,
en el nuestro no pasaba nada, y hasta parecía que de esas manifestaciones el
gobierno salía fortalecido.
Aquella dramática situación ha empeorado enormemente. La última década ha
estado signada por la incapacidad gubernamental, a todos los niveles y en todos
los aspectos. El estilo que Chávez ha impuesto en su gobierno es a todas luces
deplorable. Las barbaridades y las estupideces parecen ser la norma general en
las gestiones de gobierno, hasta el punto de que dentro y fuera del país nadie se
explica cómo, en semejantes condiciones, el gobierno ha podido mantenerse.
Todo ello es lo que hace pensar a mucha gente que Chávez debe y puede
perder las próximas elecciones.
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