La vileza es
propia de quien tiene por alma un acelerador de mala fe. Bajo la vileza se
esconde todo lo que es despreciable y bajo. Por eso se vincula con la maldad y
la traición.
Quien sigue
esos caminos de bajeza y villanía, termina urdiendo canalladas y engaños ya que
se convierte en un producto de la ociosidad social y de la incorrección
política.
Tanto que el novelista francés Víctor Hugo
asentía que “cosa en verdad extraña es la facilidad con que los malvados creen
que todo les saldrá bien”. Y tanto lo procuran quienes así se mueven, que hacen
de la insolencia una virtud que hasta llega a caracterizar el oficio de
político. Sobre todo quienes como políticos cometen el error de creer que su
práctica no considera necesaria ninguna preparación. Salvo la que implica
asegurar el poder por aquello que significa el usufructo desmedido del poder.
Este exordio
vale para explicar lo que sucede en el caso de quienes llegan a gobernar sin el
más mínimo sentido de ética, moralidad y civilidad. La historia política
contemporánea es testigo de gobiernos (militares) que por obtusos y mediocres,
sólo entienden que entre dos caminos malos deben tomar el peor. Y es el
padecimiento de Venezuela por olvidar que todo gobierno (militar) ha traído
tormento, hambre, opresión y mucho terror. Cualquier experiencia pasada es
reveladora de la incapacidad del militar para comprender la complejidad de
gobernar. Más aún en democracia.
Negar la
magnificencia de la educación como pivote del desarrollo económico y social es
condenar toda posibilidad de construcción de la nación sobre un fortalecido
cimiento de valores y principios de justicia social y responsabilidad política.
Obstruir el crecimiento de la institucionalidad sobre la cual se depara la
educación en cualquiera de sus niveles de aplicación y estudio, es simplemente
un ejercicio de vil conspiración contra la dinámica social y la movilidad
política en el marco de la pluralidad y del respeto ciudadano.
Es
confabularse con las fuerzas de la demagogia para contener las fuerzas de las
libertades mediante la transferencia de migajas de un sector de la sociedad a
otro.
Pero también, a través de la villanía
contenida en cada decisión disfrazada. Particularmente, aquellas envueltas por
la maraña del denominado socialismo del siglo XXI.
Resistirse a
seguir la pauta del desarrollo integral con el auxilio de represalias bajo la
forma de amenaza, forjamiento de información pública, inclusive expoliaciones
encubiertas a través de expropiaciones o confiscaciones, constituye un delito
de lesa humanidad que bien merece la reprobación del mundo entero. Y es lo que,
apesadumbradamente, vive Venezuela, razón por lo cual el gobierno (militar)
busca contener y someter toda acción concebida bajo el concepto de libertad y
autonomía pues esa tentatoria del autoritarismo que sirve de criterio funcional
al hecho descarriado de gobernar apoyándose en criterios de crasa perversidad.
En medio de
estas situaciones, el país está conduciéndose por la senda equivocada. Para
poco o nada ha servido una normativa constitucional cuyos postulados exaltan
procesos administrativos que podrían coadyuvar una justa y eficiente labor de
gobierno. Sin embargo, el afán de lucro que incita un poder mal comprendido ha
sido la causa de los problemas que agravan las realidades que confronta el
país. Concretamente, cuando lo que domina la intención y acción de estos
gobernantes militaristas es la ruindad de la nación. Es decir, cuando impera la
vileza.
VENTANA DE PAPEL
“SI NO GANO,
ARREBATO”
A lo Jalisco
es cómo actúan las hordas del oficialismo cuando políticamente se ven
derrotadas. “Si no gano, arrebato”, la cual como frase mexicana es toda una
divisa, es el criterio a partir del cual los oficialistas ponen en práctica sus
tácticas de violencia.
Así ha
venido sucediendo a lo largo de estos años de gobierno militarista en
cualquier escenario institucional
venezolano, cuando los afectos al régimen comienzan a reconocer que la victoria
es inalcanzable. Saben que pueden obtenerla mediante argucias o trampas
disfrazadas de legalidades. Sin embargo, la consciencia crítica democrática no
lo permitiría.
Y en efecto,
eso mismo fue lo que signó la violencia suscitada en la Universidad Central de
Venezuela en días pasados toda vez que se vieron perdidos en medio del proceso
eleccionario que determinaría el cuadro estudiantil que asumiría
responsabilidades de cogobierno universitario para el lapso 2012-2015.
Con ínfulas
de “guapetones de barrio” y provistos de bombas lacrimógenas, niples y armas de
fuego, irrumpieron y afectaron ámbitos universitarios para interrumpir las
elecciones y sus correspondientes conteos pues para estos personajes de
pacotilla no valen los votos, sino la fuerza de la violencia ejercida con el
fin de infundir miedo y así justificar mecanismos de intromisión que conduzcan
a reducir la autonomía universitaria a su máxima expresión.
Tan coordinadas son tales acciones, que en la
Asamblea Nacional, la fracción del PSUV rechazó debatir los hechos acaecidos en
la UCV. No obstante, se impuso la razón de la mayoría de estudiantes
universitarios que apoyaron la disposición del movimiento democrático “Viva la
U” con una votación que aventajó al oficialismo en casi un 98%. Tendrán que cambiar su criterio por el de “si
no gano, es porque he perdido”.
DECRETO POLUTO Y EXTEMPORÁNEO
Aprovecharse
de las facultades que le confiere la cuestionada Ley Habiltante sigue siendo
una de las muchas debilidades que exhibe el presidente de la República cuando
se trata de embestir la legalidad democrática venezolana.
Vuelve a
pasarle por encima a la Constitución de la República cuando según decreto de la
Presidencia de la República Nº 8627, del viernes 9 Diciembre 2011, decide la
creación de “51 áreas vitales de viviendas y residencias (AVIVIR) las cuales
estarán destinadas a la construcción de viviendas”.
Así que con
el pretexto de “lograrla mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la
construcción del socialismo (…)”, ordena destinar áreas universitarias a la
edificación de viviendas familiares o multifamiliares. Ello al margen de dichos
terrenos ubicados en zonas de La Liria y Campo de Oro, han sido dirigidos a la
construcción de infraestructura académica y de servicio universitario necesaria
para la funcionalidad de la Universidad de Los Andes.
Ahora pueden
atarse cabos y entender cómo el gobierno central se vio en la necesidad de
mandar la caterva de revoltosos, con el apoyo del gobierno regional, a entorpecer
la movilidad universitaria y de la ciudad para de esa forma poder actuar a la
sombra de la asechanza. Tal como actúan los pusilánimes de la política. Sin
embargo no notó quien ordena tan grosera expropiación, que la misma peca de
absoluta nulidad por cuanto el presidente carece de facultades para
obstaculizar preceptos constitucionales que refieren el uso de suelos urbanos
cuyo utilidad pública (sobre todo tratándose de terrenos para uso educativo) no
puede verse afectada por otra motivación. Esto no es otra cosa más que
usurpación de tierras dedicadas a este tipo de aplicación, lo cual es ilegal
por donde se vea. No hay de otra. Por tanto puede concluirse que este es un
decreto poluto (manchado de vicios) y además extemporáneo.
¡CHÚPESE ESA
MANDARINA!
Habrá que
retomar la expresión del periodista Oscar Yanes para desconfiar de la
ecuanimidad del Tribunal Supremo de Justicia cuando ordenó desaplicar el
artículo 471 del Código Penal de Venezuela, que define como delito la invasión
de la propiedad privada.
Sin embargo,
no ha de extrañar tal decisión toda vez que el régimen ha creído que Venezuela
es un cuartel donde las órdenes no se discuten. Sólo se obedecen. A pesar de lo
ridículas que son y de la impunidad bajo la cual las mismas se dan. De ahí que
había que contar con cuadros sometidos en los poderes públicos para que así
pudiera haber congruencia en cuanto al modo de destruir al país mediante
ejecutorias absurdas e ilegales como éstas.
Razón hay en
la opinión de Andrés Moreno Arreche para hacer ver que en lo sucesivo habrá que
darle la bienvenida a Venezuela a toda persona que funja de invasor o
usurpador. Es decir que cualquiera podría invadir la propiedad de otro, se
arural o urbana, alegando la conditio legis como criterio judicial y así
reclamar un trato similar a los dos beneficiarios que dieron origen a este
exabrupto jurídico.
Tal como
manifiesta Moreno Arreche, “no queda otra opción que darle la bienvenida
oficial y legal, a todos los invasores y usurpadores, aunque yo no dejo de
preguntarme, muy secretamente, si tal jurisprudencia podría aplicarse en el
supuesto negado que los Yankees le tomen la palabra y la jurisprudencia a la
señora Morales y se decidan de una buena vez invadir este mega predio rural que
llamamos Venezuela”. ¿Entonces? ¡Chúpese esa mandarina!
¿LECCIÓN APRENDIDA?
En los
albores de una campaña electoral se multiplican las promesas de un Chávez
populista, demagogo. Un Chávez que juega con el dolor de la gente. Un Chávez
que busca manipular a los más necesitados ya que lo único que en “por ahora” lo
obsesiona son los votos.
Para él,
cada pobre vale simplemente un voto. El “por ahora” presidente de Venezuela, se
apresura a maquillar cifras con el concurso de sus genuflexos. Aunque en
verdad, poco le importa que tal adulteración de las realidades contraste con la
miseria, la inseguridad y la desigualdad que vive el país. Acaba de sacar
debajo de la manga de su chaqueta de comandante edulcorado, cuanto regalito se
le ocurre a cambio de un voto.
De niñas
prematuramente convertidas en madres, pasó a hacer proselitismo con los
ancianos a manera de mostrar una imagen de su persona que enamore políticamente
a cuanto iluso pueda. Al mismo tiempo que ha sembrado odio y violencia, intenta
revertir su discurso cambiándolo por el de un misionero de la paz. Cuando toda
Venezuela ya conoce de sus mañas. Sin embargo, el país político está
preparándose rebasar el vergonzoso período que ha durado en el poder. No hay
duda de que Venezuela saldrá de esta situación. La lección se ha aprendido. La
sociedad democrática está lista para iniciar la construcción de un futuro que
promete aun cuando lleno de retos importantes. En el fragor de ese inaplazable
esfuerzo, será necesario la contribución de todos para así llevar a Venezuela
al sitial que por derecho y herencia histórica le corresponde Este pasado ha
representado para el país, una lección aprendida.
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