En el mundo del béisbol decimos ocasionalmente que “los errores son del juego”. Y así es. La frase normalmente se usa para justificar derrotas producto de fallas en el propio equipo. Pues bien, la alternativa democrática tiene que jugar un juego perfecto para derrotar al régimen. Es perfectamente posible si hacemos bien las cosas.
Primero y principal, clarificar el objetivo y diseñar conjuntamente la estrategia para alcanzarlo. Esto trasciende lo estrictamente electoral aunque lo incluye. No es poca cosa participando en dos procesos, primarias y presidenciales, bajo la dirección de un Consejo Nacional Electoral convertido en la oficina de asuntos electorales del régimen. Es decir, sin árbitro confiable.
Sin embargo la victoria es posible de manera impecable. Se sabe donde están los puntos críticos, los peligros abiertos y encubiertos derivados de las competencias del CNE que puedan afectarnos.
También conocemos de los criterios excluyentes que ya están aplicando en la preparación de las distintas etapas. Hay como superar sus efectos. Una de las cosas fundamentales no está bajo la responsabilidad del ente electoral, sino de la MUD y de las estructuras que en cada organización se ocupan de la organización electoral. Movilización de votantes y control exigen la presencia de miembros de mesas, testigos, coordinadores nuestros en cada centro de votación, vigilancia y seguimiento a todas las actuaciones del oficialismo incluido lo relativo al Registro Electoral, cedulaciones de los últimos años, multiplicación de mesas y los criterios para las “migraciones” de electores, el rol y oportunidad de los observadores nacionales e internacionales, y sobre el Plan República, incluidos los paramilitares milicianos. Si estamos en todas partes al mismo tiempo, el objetivo será alcanzado.
Lo segundo, pero no menos importante, tiene que ver con las relaciones de los grupos que integran la alternativa democrática y los aspirantes. Para lo primero es indispensable acuerdos honestos para que el nombramiento de los funcionarios y encargados sea de común acuerdo.
Si hay partidos o candidatos que juegan a obtener ventajas inmediatas, se abrirá la puerta para que los “errores mentales o materiales” obstaculicen el triunfo así algún grupo insensato satisfaga su ego. Para lo segundo es indispensable la lealtad con el país.
Sé que no es fácil. Pero se trata de jugar limpio entre nosotros o, simplemente, no jugar. El enemigo ya está tratando de enredarnos. Apelan al soborno, a la adulación, a la descalificación artera y calumniosa con cierto silencio de algunos que deberían actuar con mayor claridad. Apelarán a todo para retener el poder. A la represión indiscriminada, a la violencia física e institucional. Los malandros del chavismo no son, ni serán “buenandros” como aspira Chávez, en materia electoral.
Por favor, no descuidemos la elección presidencial pensando más de la cuenta en gobernaciones y alcaldías.
oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 7 de noviembre de 2011
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