La
gente en general no se acaba de responder a una pregunta esencial y
mortificante hoy día: ¿Cómo es posible que un juez de la república pueda
condenar a una persona sin pruebas en un juicio, y a sabiendas muy
particularmente de que el procesado está allí en el proceso solo por
consideraciones única y exclusivamente políticas? En puridad de conceptos, esta
pregunta puede abarcar varias respuestas que a mi entender todas podrían ser
útilmente valederas. Concedamos para la discusión solo una.
Es
cierto, que un juez (en materia jurídica) debe dictar su sentencia de
conformidad con lo aprobado y argumentado por las partes en el expediente.
Pero, por otra parte, existen consideraciones o modalidades exteriores al
proceso judicial que, aunque jurídicamente no se puedan sobreponer al juicio en
sí mismo, el juez puede ser perfectamente instado o intrigado por terceros a
tomar una decisión final, solo con elementos de convicción fuera del proceso
estrictamente jurídico. Aquí influye un elemento fundamental: son los valores
éticos y morales que el juez tenga al decidir tomar su decisión. Y estos
valores que llamamos “éticos y morales” dependen, a su vez, de la fragilidad o
fortaleza emocional del juez y de la influencia que tenga de sí mismo y de su
relación con los demás. En fin, es un problema de cultura circundante, de
vulnerabilidad social y de emocionalidad individual que vive ese juez durante
el proceso judicial y fuera de él.
La
jueza que tomó la decisión contra Leopoldo López –a todas luces arbitrarias y
en violación de todos los derechos del encausado y de las normas jurídicas más
elementales del proceso– responde, sin temor a equivocarme, a las
consideraciones exteriores de ella misma considerada. Es una persona joven, muy
joven, que es posible que su vivencia personal y social sea en un ambiente
político determinado y disminuido, donde el sabor por la autoridad del
presidente “que nunca se murió” –Hugo Chávez– sea para ella la mejor referencia
a su vida como juez y como persona. Es o evidencia el desarrollo de su cultura
o su pensamiento estrictamente personal. El chavismo para ella es o debe ser su
religión, lo inmaculado y endiosado y sobre lo puesto por consecuencia para
tomar cualquier decisión en su vida profesional. Me explico, para esta “funcionaria
judicial” el Estado de Derecho es un problema ajeno y segundario a su
conducción como juez y como persona, incluso, pienso que la premisa esencial
–donde toda conducción de un juez debe someterse a las leyes y a la
Constitución– no lo entiende, ni lo digiere, ni le importa. Y, a estos efectos,
se le suma el hecho objetivo y real de que frente a ella y con ella, existe un
conjunto de personas inescrupulosas que sí entienden todo, y la instan a violar
la ley, solo por consideraciones de resentimiento, de revanchismo y de envidia
social. ¿Un juez muy joven que ha tenido poca experiencia en vivir en una
democracia es posible que dicte una sentencia ajustada a derecho? Claro por
Dios que no generalizo, sin embargo, me viene a mi pensamiento el hecho de que
una jueza provisoria dependiente de una posible figuración monetaria o
patrimonial, un determinado premio en dinero, es factible que pueda surgir en
ella la posibilidad real de violar inmensamente un derecho como
desafortunadamente lo hizo en contra de Leopoldo López.
Su
debilidad como ser humano y como juez lo manifiesta justamente en el dictado de
la decisión “jurisdiccional” cuando admite y expresa con evidente desparpajo
imponer una pena de casi 14 años a otro ser humano sin pruebas ni justificada
argumentación jurídica. En palabras sencillas pero mortificantes, es la
manifestación triste de un Poder Judicial que en la práctica no existe, donde
los jueces son utilizados por consideraciones de venganzas personales y donde
las circunstancias actuales perpetúan manifestaciones extrañas que determinan
pensamientos imposibles de imaginar. Esta opinión la escribo con cierta
desesperanza y segura argumentación que creo entender con plena conciencia. La
jueza que dictó la sentencia es el símbolo personificado y actual del presente
régimen: la existencia de un solo y alocado poder que intenta regir los
destinos de toda una sociedad que le es adversa. Lo más lamentable es la
escogencia de una jueza con esas características personales y sociales para
cometer tan semejante atropello. Así lo creo.
Gustavo
Briceño Vivas
gbricenovivas@gmail.com
@gbricenovivas
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