La sentencia contra Leopoldo López es
abominable. Como lo fue todo el procedimiento que condujo a ella.
Con ella, se muestra, de nuevo, y en toda su
magnitud, la sumisión del poder judicial venezolano en la actualidad. Éste se
ha convertido en un fiel ejecutor de las órdenes que vienen del gamonal en el
poder.
Una vez más, el gobierno reveló de lo qué
está hecho.
Afortunadamente, el mundo, por largo tiempo
pasivo, ha comenzado a reaccionar ante la barbarie hecha gobierno en nuestro
país.
OEA, ONU y UNION EUROPEA, socialdemócratas,
liberales y democristianos, ex presidentes y personalidades del orbe, Amnistía
Internacional y Human Rights Watch, algunos parlamentos, estan alarmados por
las prácticas autoritarias del chavismo.
Sin embargo, los gobiernos de la región,
algunos preocupados por lo que ocurre en Venezuela, aún no ejercen las
presiones suficientes frente a tales evidentes desmanes.
Ciertamente, el aislamiento de la tiranía
militar va en ascenso, lo que se ha visto en los últimos tiempos. Pero eso no
basta.
Sabemos que la solución definitiva del
desastre político y económico toca a los venezolanos. No se espera que sean
otros quienes vengan al “rescate”. Del atolladero político se saldrá con las
propias fuerzas, a pesar de la desventaja en que están los que desean restaurar
la democracia.
No obstante, desde Venezuela se aspira a que
mayoritariamente los vecinos del hemisferio se sensibilicen con la grave
tragedia social y adopten, en consecuencia, iniciativas efectivas y cónsonas
con el marco de principios y normas que rigen las relaciones internacionales.
Obviamente, los venezolanos están conscientes
de que no es asunto fácil para ningún gobierno asumir posiciones activas de
cara a otro, sobre todo, cuando están envueltos intereses de toda índole y hay
formas que guardar.
Pero cuando se trata de violaciones
flagrantes a las libertades políticas, como es notorio desde hace años en
Venezuela, los gobiernos del mundo están asistidos y facultados, además de por
la moral, también por el derecho internacional vigente, contenido en tratados y
convenciones de obligatorio cumplimiento.
Con ocasión de la salvajada perpetrada contra
Leopoldo López y otros venezolanos, resulta oportuno recordar nuevamente lo que
ha dicho el filósofo Michael Walzer: “los principios de independencia política
e integridad territorial no son un escudo para que se refugie la barbarie”.
Mucho ayudaría a la causa de la libertad en
nuestro país reforzar la presión diplomática de los gobiernos democráticos.
Éstos no pueden seguir manteniéndose al margen. Es bochornosa la indiferencia
hasta ahora demostrada por algunos.
La escandalosa sentencia contra López y otros
venezolanos ha sufrido un repudio mundial de parte de quienes saben las
circunstancias bajo las cuales fue emitida. No fueron respetados principios y
normas del debido proceso en el marco de un juicio amañado.
Esta infamia debería hacer reflexionar a los
gobernantes de nuestro hemisferio.
Los venezolanos siempre han dado un paso
adelante a la hora de la solidaridad con los perseguidos por las dictaduras que
asolaron nuestro continente. Los asiste el derecho a esperar una conducta
consecuente de los latinoamericanos de bien cara a las iniquidades de la
tiranía entronizada en nuestro país.
Emilio
Nouel V.
emilio.nouel@gmail.com
@ENouelV
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