Llegaron, arrasaron y empobrecieron. Buitres insaciables del ingreso nacional petrolero de Venezuela irrumpieron en las arcas del tesoro de la nación y el esterero de destrucción y miseria asombra tanto a propios como extraños. Destrucción insólita en Venezuela producto de la ambición del poder perverso. Ya es noticia de diario comentario universal el estado de empobrecimiento que vive hoy día la sociedad venezolana. Así como también, la presurosa revuelta para la continuidad de la descomunal aventura totalitaria. Pero no todo cuenta ni responde a sus intereses antinacionales.
No es fácil en la nación de la libertad continental más, en momentos cuando de nuevo se levanta la juventud venezolana estudiantil y trabajadora, en la defensa del espíritu de la independencia nacional que nos une, un régimen totalitario.
Se vive un estado de miseria que bordea grandes núcleos humanos a lo largo y ancho de nuestra geografía. Una situación que gravita sobre la paz de la sociedad venezolana. Y allí está una economía que, con la fortaleza del trabajo de los venezolanos era pródiga para el hacendoso hacer en el desarrollo y bienestar general de la población. Ya no es así y la economía de Venezuela está en estado de quiebra y presurosa de financiamiento externo que ya no es de fácil acceso como en otros tiempos. Entonces, tenemos que pisar tierra y darnos perfecta cuenta, que se vive un clima de inquietud y descontento que abraza densos sectores de la población. La escasez se agudiza en todo el país y no es por causas de las desgracias que ocasionan hechos naturales. Ese descontento general tiene causas perfectamente conocidas y en grado sumo de consecuencias impredecibles.
Estamos en una situación que es consecuencia directa de la más perversa acción de quienes sustraen bienes de todos los venezolanos y se aprovechan de ello para convertirse en potentados con los fondos públicos. Son los llamados delincuentes de cuello blanco en sus andanzas bajo las sombras del poder abyecto, quienes sin percatarse de ello, quedan marcados para siempre en los listados de la delincuencia política en los delitos que no prescriben.
El pueblo venezolano sufre hoy las consecuencias de ese cuadro descompuesto producto de la delincuencia política que ha desvalijado el tesoro nacional. De allí los apremios en que se vive con la escasez de elementos fundamentales para la vida. Es la patética muestra de la realidad del fracaso en todos los ámbitos producto de las acciones que desbordan la cordura en el ejercicio del poder. Lo que hay instaurado en esta nación desde hacen tres quinquenios y medio, es un régimen pródigo en corrupción y prominente en mediocridad. Así anda Venezuela.
Así está el país abarrotado de lo inimaginable e incomprensible en la sociedad de nuestro tiempo: hambre, abuso de poder y dilapidación a diestra y siniestra del ingreso nacional. Todo ello es el rostro de lo insólito en una nación donde todo lo malo asaltó el quehacer constructivo de un pueblo digno. Estamos los venezolanos en la premura de la reconstrucción de todo lo bueno. De la moral y las buenas costumbres que siempre tienen aliados que no los vence el terror. Esta es la lucha que abre caminos de libertad.
Vivimos tiempos en los que la fortaleza vital de la libertad y los valores democráticos tienen que responder al espíritu de patriotismo bien entendido. El país está en una profunda crisis de abastecimiento de productos fundamentales para la vida. La ignorancia rapaz ávida del ingreso nacional petrolero tiene saqueada las arcas públicas. Allí está un país con un portento minero envidiable víctima de la delincuencia política. Venezuela: una de las economías sólidas de este continente está en bancarrota.
Rafael Bello
bello.rafael@yahoo.es
@unidadylagente
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