No crea querido compatrioto o querida compatriota de la
Patria querida, súbdito o súbdita de los cabecillas del proceso, camarado o
camarada de la Revolución, que se trata
de oro, plata, uranio, piedras preciosas o petróleo, porque desde hace tres
lustros todo lo hemos prestado a fondo perdido, regalado, donado, cedido,
tendiendo siempre en mente la suprema ambición de convertir en universal a la insigne
Revolución Bolivariana y al Comandante Eterno y Supremo, quien - desde el Cuartel de la Montaña – todavía
lidera el Proceso, transformado como Superman en ave, en aleteado pajarito, que
le da instrucciones en el oído a su valido cucuteño. No, sufridos súbditos de
esta malhadada patria, de esta revolución hablachenta e ineficiente, ya nada de
esa riqueza – hélas - nos pertenece, está en mano de nuestros
hermanos cubanos, árabes, chinos, rusos, bielorrusos, iraníes y en las arcas de
los chulos del ALBA y de PETROCARIBE.
Nos referimos a las nuevas joyas que está insólita
revolución viene promoviendo para competir con las prendas cuartorepublicanas,
como son: el lomito de res, las sardinas y el atún, el pollo, la carne molida o
para guisar o desmechar, las costillitas de cochino, el hígado, el bofe y el
corazón, los chorizos, las chinchurrias y las morcillas, los sesos y la panza,
y hasta las mismas paticas de cerdo o de res. El pimentón, las papas, las cebollas, el
tomate, las frutas todas importadas o nacionales, la remolacha y el brócoli,
las zanahorias, el ajo, son verdaderas y preciadas joyas que cuando se pueden
adquirir hay que guardarlas – ya no en neveras o freezer - sino en cajas fuertes bien protegidas de los
nuevos delincuentes vegetales de la Patria, de los muy amados bienandros del
Comandante.
¿Y qué decir de los granos? En una reciente fiesta a la
que asistí en uno de los más lujosos clubes campestres de Caracas, en ocasión
del matrimonio de un familiar, experimenté menuda sorpresa cuando las
encopetadas y bien decoradas damas del tout
Caracas, de la high caraqueña,
mostraban orgullosas sus más recientes joyas diseñadas por orfebres y joyeros
de reconocida fama nacional e internacional
Así entre besos, espumante y cuchicheos, entre envidiosas
y vanidosas, las elegantes y refinadas damas mostraban con orgullo sus más
valiosas adquisiciones: un collar de garbanzos, una pulsera de lentejas, un
anillo de arveja verde, zarcillos de frijolitos y pendientes de caraotas negras, porque ni
blancas ni rojas hay.
A la novia le fueron obsequiados por sus familiares, unos
muy elaborados aretes de quinchoncho nicaragüense y una diadema de finos maíces
brasileros que fueron la mayor atracción de la fastuosa velada.
En
fin, como afirmaba Frank Lloyd Wright :
Denme los lujos de la vida y con gusto prescindiré de las
necesidades.
Enrique Viloria Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
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