"Cuando rige el sistema de trueque, si el precio de
una docena de huevos es de un kilogramo de manteca, el poder adquisitivo de una
docena de huevos será, inter alía, de un kilogramo de manteca. El poder
adquisitivo de una docena de huevos será también una décima parte de un
sombrero, etcétera. A la inversa, el poder adquisitivo de la manteca equivale a
su precio en términos de huevos; en este caso, el poder adquisitivo de medio
kilogramo de manteca es media docena de huevos. Después de la aparición del
dinero, el poder adquisitivo de una docena de huevos es igual a su precio
monetario, que en nuestro ejemplo es un dólar. El poder adquisitivo de medio
kilogramo de manteca será cincuenta centavos de dólar, el de un sombrero diez
dólares, etcétera. "[1]
Los debates sobre la inflación, que se han puesto de moda
nuevamente en virtud de las altas tasas inflacionarias existentes sobre todo en
los países latinoamericanos, suelen centrarse en un aspecto que -en el fondo-
resulta irrelevante y que es el del aumento de los denominados "índices
generales de precios", soslayando de esta manera el verdadero problema que
representa la inflación, y que consiste en el paulatino o acelerado deterioro
del poder adquisitivo del dinero, explicado este último concepto de manera
clara por el formidable profesor Rothbard. Lo determinante del proceso
inflacionario es que descalabra el precio de cada unidad monetaria, lo que
genera -del lado inverso- aquel efecto al que se le llama aumento de precios.
En rigor, lo que exactamente sucede es que la inflación ocasiona la baja del
precio del dinero. Es por esto que decimos que la inflación consiste en un
fenómeno enteramente monetario, y no debido a otro tipo de causas. Porque la
emisión que es su origen y que en un contexto de curso forzoso y legal
repercute sobre el precio del dinero en forma directa y principal, sólo
secundaria pero inexorablemente lo hace en el precio de los demás bienes y
servicios.
"¿Cuál es, entonces, el poder adquisitivo, o el
precio, de un dólar? Será una vasta gama de todos los bienes y servicios que
pueden adquirirse con un dólar, es decir, de todos los bienes y servicios
existentes en la economía. En nuestro ejemplo, podríamos decir que el poder
adquisitivo de un dólar es igual a una docena de huevos, o a un kilogramo de
manteca, o a una décima parte de un sombrero, etcétera. En suma, el precio o
poder adquisitivo de la unidad monetaria será una gama de las cantidades de
bienes y servicios alternativos que pueden adquirirse con un dólar. Dado que
esta gama es heterogénea y específica, no puede resumirse en alguna cifra de
nivel de precios unitaria."[2]
La explicación demuestra la inutilidad de la pretensión
de tratar de unificar las diferentes variaciones de precios en relación a un
precio o índice común a todos ellos. Lo que en otras palabras nos dice la cita
es que no hay un solo poder adquisitivo para el dólar (o la moneda que fuere en
cada país) sino que habrá tantos poderes adquisitivos diferentes para una moneda
específica de acuerdo a las diferentes valoraciones que las partes contratantes
otorguen a dos tipos de bienes diferentes, a saber: por un lado, la moneda que
será medio de intercambio, y por el lado siguiente, al bien o servicio que será
el objeto de intercambio final. De este entrecruzamiento de valores (que
también será diferente de conformidad a las particulares subjetividades de las
partes contratantes) saldrá como resultado el verdadero poder adquisitivo de la
moneda en cada caso particular. Es decir, el poder adquisitivo variará conforme
a cuál sea la derivación de cada operación particular e individual de
intercambio.
"Mises también pone de manifiesto la falacia del
concepto de “nivel de precios” cuando analiza precisamente cómo aumentan los precios
(es decir, disminuye el poder adquisitivo del dinero) en respuesta al
incremento de la cantidad de dinero (suponiendo, desde luego, que los planes
individuales de demanda de saldos en efectivo o, en términos más generales, las
escalas de valores individuales permanecen constantes). En contraste con la
hermética concepción económica neoclásica que separa el dinero y los niveles de
precios de los precios relativos de los bienes y servicios individuales, Mises
demostró que un incremento de la oferta monetaria influye de manera diferente
en las distintas esferas del mercado, y con ello modifica inevitablemente los
precios relativos. Supongamos, por ejemplo, que la oferta de dinero aumenta un
20 por ciento. El resultado no será, como da por sentado la economía clásica,
un simple aumento general del 20 por ciento en todos los precios. Imaginemos, a
título de suposición, el caso más favorable, que podríamos denominar el modelo
del Arcángel Gabriel, según el cual el Arcángel Gabriel desciende de las
alturas y de la noche a la mañana incrementa el saldo de caja de todo el mundo
precisamente en un 20 por ciento. Ahora bien, no todos los precios aumentarán
simplemente un 20 por ciento, porque cada individuo tiene una escala de valores
diferente, un ordenamiento ordinal diferente de las utilidades, incluso las
utilidades marginales relativas de los dólares y de todos los otros bienes de
su escala de valores. A medida que aumenta el stock de dólares de cada persona,
sus adquisiciones de bienes y servicios variarán de acuerdo con la nueva
posición que éstos ocupan en su escala de valores respecto de los dólares. Por
lo tanto, variará la estructura de la demanda, al igual que los precios
relativos y los ingresos relativos de la producción, y se modificará también la
composición de la gama de bienes y servicios que constituyen el poder
adquisitivo del dólar."[3]
Lo que constituye a nuestro juicio en la refutación más
lúcida que se haya dado del concepto falaz de "nivel general de
precios" o de "índice de precios" en el que insisten muchos
economistas, y cuyo valor solamente puede ser estadístico o meramente
académico.
[1] Murray N. Rothbard, "La teoría austriaca del
dinero", Revista Libertas Nº 13 (Octubre 1990) Instituto Universitario
ESEADE, pág. 2-3
[2] Murray N. Rothbard idem nota anterior.
[3] Murray N. Rothbard, idem nota anterior.
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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