No hay algo más peligroso que una semilla mal sembrada,
así es para el agricultor como para un individuo que comienza una obra, una
idea, un proyecto y mucho más grave cuando una niña lleva en su vientre una
criatura concebida por distintas razones. La semilla es precoz y una mala
siembra daña el esfuerzo inicial y finalmente se pierde un fruto eterno.
Esta analogía de causa y efecto la trasladamos a los
gravísimos problemas que confronta el sistema socio educativo y familiar en
Venezuela, siendo el país una pésima referencia en el desarrollo de niñas
embarazadas multiplicadas en toda la geografía nacional y dolorosamente el
estado Nueva Esparta muestra un agudo problema sobre el deterioro familiar,
según el censo hecho por órganos del ejecutivo regional, con estadísticas
alarmantes e indicadores del compromiso que debería tener cada venezolano para involucrarse
en la solución de tan mayúscula población infantil abandonada.
El problema desde el punto de vista macro nos
responsabiliza a todos, no es un trabajo solamente del Estado, sino que
compromete a cada familia venezolana. De acuerdo al censo llevado a cabo por el
Movimiento Por la Paz y la Vida en la región insular, liderada por Dinorah
Villasmil de Mata, Primera Dama de Nueva Esparta y periodista preocupada por la
situación, se realizó un seguimiento al embarazo en la población estudiantil
del subsistema de educación básica. Las cifras del censo las recibimos de sus propias manos durante un
programa radial donde coincidimos, el cual arroja los siguientes resultados:
Las adolescentes oscilan entre 10 hasta 17 años de edad
para un total de 289 niñas en situación de embarazo y otras que ya son madres
en el estado Nueva Esparta por municipios, siendo Maneiro el que alcanza una
cifra mayor de 48 adolescentes; le sigue Díaz con (34); Gómez (31); Península de Macanao (28); Mariño (27);
Marcano (25); García (22); Antolín del
Campo (22); Arismendi (21); Villalba (17); Tubores (13).
La aguda situación social del embarazo precoz y
prostitución en el territorio insular nos coloca en observación permanente, por
lo que ejecutar acciones es de urgente necesidad, no solo para preservar la
calidad de vida de las futuras madres, sino de los niños por nacer, así como
también una acción contundente en el núcleo familiar, raíz del problema que
genera alarma tanto en el ámbito social, como cultural y educativo. La ONU
asegura que muchas adolescentes jóvenes truncan o limitan su proyecto de vida
al embarazarse a una temprana edad. Mientras que la Organización Mundial de la
Salud da cuenta de las adolescentes menores de 16 años corren un riesgo de
defunción materna cuatro veces más alto que las mujeres de 20 a 30 años, y la
tasa de mortalidad de sus neonatos es aproximadamente un 50% superior.
Evidentemente que la situación tiene una compleja escala
de consecuencias que deben ser estudiados, como por ejemplo: pobreza, nivel
educativo, situación emocional tanto de padres como hijos, valores, entre otros
de interés integral. Hemos de recordar
que hizo mucho daño entre las niñas el afán por el dinero con la ley especial
de ayuda a jóvenes embarazadas en el año 2012, promulgada por el ejecutivo
nacional. Lejos de resolver, procuró un aumento del escandaloso problema que
hoy confronta Venezuela con el embarazo precoz demostrado por el alto índice de
consultas médicas.
En otro orden, un decreto N°1.748 del ejecutivo regional,
año 2015, fija las normas de convivencia y especialmente lo referido a la
protección de niños, niñas y adolescentes en el Artículo 8, el cual establece
“la protección y resguardo de los mismos por parte del estado”. Para que no
quede en letra muerta, es imprescindible una intensa campaña, el precepto
debería ser de obligatoria lectura para los padres y representantes, así como
talleres de educación sexual, convivencia familiar y practica continua de cómo
educar con valores para lograr un efecto positivo y evitar roles de niñas
teniendo niños.
Con una estrategia bien planificada y de previsión en
educación sexual sobre esta invasión de
embarazo precoz de las niñas neoespartanas, se podría asegurar la
solución definitiva del problema y en consecuencia agregaría paz en el país. Se
ha sembrado una semilla con la iniciativa de Dinorah Villasmil de Mata en el
proyecto que ejecuta para enfrentar el embarazo precoz en la región insular,
ojalá el experimento aporte un cambio educativo. De igual modo, fortaleciendo la
unidad en el trabajo emprendido se podría recoger buena cosecha, en el ámbito
nacional, conforme a la sociedad que deseamos con niños mejor preparados de
cara al desconocido futuro.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
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